Los personajes no me pertenecen, la trama es totalmente mía.

Aviso por lenguaje soez y escenas para mayores de edad. El acto de leer es voluntario, no haciendome responsable en el caso de dañar la sensibilidad de algun


Capítulo BETEADO Pulpi por Mortensen, Elite Beta Fanfiction.

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Capítulo 1: Primer encuentro.

Mi vida es tan patética, tan monótona. Aburrida, creo que es la palabra más exacta para describirla o como mi hermano dice es sosa. Siempre es lo mismo. Nada nuevo pasa. Mi vida es como una rutina horrible y aburrida. Pero este verano tenía pensado cambiarlo todo. Disfrutar aunque fuese únicamente por estos dos meses. Quería dejar atrás esos veranos largos y aburridos. Tenía dieciocho años y todavía no sabía lo que era realmente salir de marcha. Pasarla bien. Pero para hacer todo esto se necesitaba tener a alguien. Como me iba a ir sola a una discoteca. Y a ser realista un ser tan tímido como yo no lograría socializar nunca. A duras penas podía decir un "hola", mucho menos voy a conseguir hacer buenas migas para salir de fiesta.

En fin eso de querer comerme el mundo iba a tener que esperar, pues ni modo que mi madre me dejase salir absolutamente sola a un sitio como ese. Sí, una exagerada. Lo sé. Tendría que conformarme con pasar las tardes de verano en la playa.

Por cierto, soy Isabella Swan, vivo en Gran Canaria y quiero dejar de ser la chica frágil a la que todos dañan.

Era lunes. El cielo estaba descubierto desde las nueve de la mañana. El sol brillaba en lo alto. Me encontraba de lo más entusiasmada por lo que me pudiera deparar mis escapadas a la playa. El solo hecho de que mi pálida piel cogiera un poco de color, dejando atrás esta blancura infinita lograba que el ánimo me subiese un poco. En fin me levanté, desayuné, me aseé tranquilamente, sin ningún apuro. La casa se encontraba en silencio excepto por los sonidos de la televisión y de la cocina dónde mi madre ya se encontraba preparando el almuerzo.

Recogí mi habitación y limpié lo que mi madre había previsto en el día de hoy para mí. Una vez hube realizado todas mis tareas me puse a leer un poco "El último Catón" de Matilde Asensi. Este libro me lo prestó mi tío y la verdad es que era muy intrigante. Me parecía de lo más gracioso los apodos que le ponía la monja a uno de sus compañeros de trabajo. Pero pronto me dio sed así que fui por un vaso de agua.

—Dame una cuchara —le exigió mi hermano Alex a mi madre desde la mesa, sentado frente a un tazón de leche con cacao y media docena de galletas.

—Muévete tú que para eso tienes dos piernas —le contesté un tanto cansada de que tratase a mi madre como si fuese una criada. Todo para el señorito. Y como boba mi madre va y le lleva la bendita cuchara.

—Cállate tú, métete en tu vida, gilipollas —me dijo como respuesta.

Insultos… Creo que ya estaba acostumbrada a ellos, aunque eso no significaba que doliesen menos. Eran una jodida mierda. Estaba cansada de todo esto. Ya no sabía qué hacer. Me sentía tan harta de todo..., me daban tantas ganas de desaparecer. Me serví el vaso de agua y regresé a mi dormitorio, pues tenía la mala costumbre de llorar cuando el coraje hacía hervir mi sangre. ¿A veces me preguntaba qué coño le había hecho yo para que la tomara conmigo de ese modo tan cruel? Pero también sabía que era de tontos hacerse preguntas que sabías de antemano que no obtendrías ninguna solución. Sólo posibles hipótesis... Una verdad a medias. En definitiva... una mentira.

Continué leyendo, no merecía la pena ofuscarme por gente que no lo valía, y mi hermano era una de esas personas que no se merecían ni agua.

Más pronto de lo que pensé el reloj marcó las doce treinta. Comencé a cambiarme, poniéndome mi nuevo bikini azul marino plateado que tenía brillantes. Me fascinó desde que lo vi en la tienda expuesto, aunque eso no evitaba que sintiese que era un tanto llamativo para mi cuerpo. Además, tampoco era como si tuviese un cuerpo de lo más adecuado para exhibir esa preciosidad. Me coloqué un vestido vaquero que era pegado al torso hasta la cintura y de ahí para abajo era con vuelos que solamente tapaba el trasero, dejando a la vista las piernas y muslos. Me puse mis sandalias de playa y me dirigí a la cocina para almorzar. Papas sancochadas y pescado empanado. Pero para variar ahí se encontraba Alex fastidiando sobre que la comida era un asco, que ya podría hacer algo que sirviese. Me enervaba la sangre este estúpido. Pero igual tomé aire profundamente y me quedé en silencio, tragándome así todo lo que pensaba. Era mejor, así pasaba de tener una discusión hoy. No valía la pena.

—¿Vas a salir? —preguntó mi madre.

—Sí, voy a ir a la playa —afirmé contenta, la sonrisa en mi rostro no la podría quitar nadie, o eso era lo que pensaba.

—No sé para qué; dime, ¿sinceramente no te da vergüenza ir a exhibir tus excesos de carnes? —dijo estallando en carcajadas. Ante este comentario no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas. Me sentía como un bicho, un monstruo. Yo sabía que no era una modelo y que tenía mis kilitos de más pero no pensaba que fuese para tanto. Me había hecho sentir... fea, horrible. De pronto, las ganas de ir a la playa estaban desapareciendo. Tenía ganas de encerrarme en mi cuarto y esconderme debajo de las mantas donde nada ni nadie pudiese verme o lastimarme. A duras penas pude retener mis lágrimas.

—No le hagas caso, ¿sí? Ya sabes cómo es —comentó mi madre intentando levantarme el ánimo.

Fui al baño y comencé a cepillar mi sedosa melena color chocolate. Me hice una coleta alta despejando los pelos de mi cara. Me puse un poco de brillo sobre mis labios.

—Hermanita, aunque la mona se vista de seda, mona queda —volvió a molestar Alex, a lo que yo puse los ojos en blanco y seguí a lo mío aunque sus palabras hacían mella en mi persona. Se repetían en mi mente. ¿Por qué siempre tenía que lastimarme?

—Fea —susurró en mi oído antes de irse por el mismo camino por el que había venido.

Lo odio una y mil veces. Porque no se podía ir al mismísimo demonio y dejarme de una maldita vez en paz. Solo quería estar tranquila.

Le di un beso a mi madre y arranqué en mi Opel Corsa hacia la playa. En realidad, salí antes de lo que pensaba, pero no necesitaba más altercados con ese estúpido que tengo por hermano.

En diez minutos me encontraba aparcando frente a la avenida de la pequeña playa del puertillo. Era temprano. Tomé el bolso y revisé como cinco veces que todas las puertas estuviesen cerradas. Era una paranoica, lo sé. Pero era algo que no podía evitar. Tenía tendencia a intentar hacerlo todo perfecto y el equivocarme me hacía sentir mal. Odiaba ser así, pues era un ser humano más... Con imperfecciones y fallos. Tenía malas manías y una de ellas es que las críticas me las tomaba como reproches. Quité estos pensamientos de mi cabeza y tendí mi toalla sobre la fina arena de la playa.

La playa era pequeña. Y había un número considerable de gente pero en un par de hora se llenaría muchísimo más. Me gustaba venir aquí pues era un lugar agradable y cerca.

Me quité el vestido con un poco de temor. Pues entre mi inseguridad y las palabras de mi hermano ya quería irme. Me daba mucha vergüenza pero decidí ponerme a tomar el sol y olvidarme de todo. Mandarlo todo a la mierda aunque fuese por una vez en la vida. Me puse un poco de crema protectora, pues no quería parecer un tomatito ni tampoco ver todas las estrellas del cielo. Me acosté boca abajo. Dejando que el sol me bañase con sus tacto cálido. Tomé mi Samsung Galaxy y me puse a escuchar música. Me quedé un tanto adormecida pero cuando sentí que mis hombros me quemaban me volteé hacia arriba. Pasado un tiempo ya no aguantaba en la toalla... tenía mucho calor, sentía que me estaba tostando. Caminé lentamente hacia el agua aunque me sentía muy cohibida, no entiendo porque siempre me da la sensación de que me miran, que se ríen de mí, que me ridiculizan. A pesar de todos estos pensamientos me metí en el agua que, por cierto, estaba más que congelada pero también aliviaba el inmenso calor que torturaba a mi piel blanquecina.

Estuve nadando y chapoteando en el agua como niña pequeña pero pronto me cansé de estar yo sola en el agua. Y regresé a la toalla. Me acosté boca abajo, tiritando de frío, con la piel de gallina. Mientras entraba en calor y el tiempo pasaba no podía evitar pensar que todo era un asco, un error. No podía pretender ser lo que no era. Estaba más que claro que nunca podría tener un lugar en esta sociedad. Una sociedad en la que era primordial comunicarse y llevarse bien con todo el mundo. Una sociedad que me había aislado, apartado del resto. Era un bicho raro y nunca nadie se fijaría en algo como yo. Un objeto, una figura... Mi persona era más un adorno que nada. No existía hasta que se me necesitase. Continué en esa posición durante un tiempo que no sabría decir cual fue exactamente. Sólo recuerdo que al voltearme, la playa se encontraba media vacía y el sol ya se encontraba escondido en el horizonte.

Mis hombros se encontraba levemente rojo, sólo esperaba que mi espalda no estuviese de un rojizo más intenso porque sino literalmente voy a ver el universo entero. Sacudí la toalla, la doblé y la metí dentro del bolso. Tomé el vestido y me lo puse... Para mi suerte el bikini se había secado. A paso tortuga me dirigí al coche, no tenía ganas de nada. Quería dormir o estar tirada en una cama sin hacer absolutamente nada.

Cuando llegué al coche me di cuenta que la zona estaba un poco solitaria. Debían ser las ocho o nueve de la noche. Cogí el móvil y puse el bolso en el maletero. Y fui a abrir la puerta del piloto cuando alguien me acorraló. Mis sentidos se alteraron de inmediato. Mi respiración aumentó junto con los latidos de mi corazón. Miles de imágenes se cruzaron en mi mente provocando que el pánico se propagara en mi interior. Los nervios me mataban en ese momento. No podía reaccionar. Estaba como en shock. Esto no me podía estar pasando a mí. Era imposible.

—Vamos a dar una vuelta, nena —jadeó una voz de hombre, sonaba bastante ronca y el aliento que desprendía daban ganas a vomitar todo. Esa frase me hizo reaccionar, pero ya era demasiado tarde, pues me había inmovilizado las manos. Me tenía como media abrazada ocasionando que mis intentos por arrancarme de encima al tipo ese fuesen casi imposibles. Pero igual persistía en alejarlo de mi cuerpo pero no había modo de lograr tal cosa.

—Suéltame —grité aunque sinceramente no sabría decir cuan alto pudo haber sido. Eso solo lo empeoró todo... Me agarró mucho más fuerte ocasionándome daño. E incluso pude sentir como me toqueteaba. La repulsión hizo acto de presencia. Sentí como la bilis subía hasta mi garganta. Asco, era todo lo que podía sentir en ese momento. Pero, de pronto, sentí como el tipo se alejaba bruscamente de mí haciendo que cayese patéticamente al suelo. Al levantar mi mirada me encontré con un chico al que no le podía ver el rostro. Tenía una navaja en la mano. Apuntaba al tipo que me tenía acorralada, y que tanto miedo me había hecho pasar. Me encontraba en una encrucijada. Dios, ¿en qué me había metido? Este chico me había salvado, pero no sabía si fuese mejor el remedio que la enfermedad. Tenía un arma blanca. Ellos continuaban mirándose con rabia pero de pronto el chico habló.

—Fuera de aquí —ordenó en un tono de voz fuerte y autoritario, el simple hecho de desobedecerle daba miedo. El tipo salió huyendo de allí con el rabo entre las piernas.

El chico me miraba fijamente. Pero al mirarlo de frente caí en la cuenta de que debía de rondar los treinta. Su mirada era verde y penetrante, pero también era peligrosa. Ese hombre era realmente hermoso. Parecía un Dios bajado del Olimpo para torturar a unas simples mortales, pero algo en su mirada te infundaba un respeto infinito. Me escaneaba de arriba abajo como intentando adivinar todo lo que por mi mente pasaba. Lentamente, guardó la navaja en su bolsillo. Eso hizo que me fijase en su vestimenta. Por un momento pensé encontrarme con ropa desgastada y rota, pero no, vestía ropas de marca que acentuaba la hermosura del chico sin nombre. Era más que evidente, que ese adonis que estaba más bueno que el chocolate, tenía dinero. Y eso ya es decir mucho.

—Piensas quedarte todo el santo día en el suelo —sugirió enarcando una ceja, un gesto de lo más arrogante a mi parecer. Su voz era relajada sin esa seriedad que había mostrado antes. Era sedosa como si acariciase cada palabra que salía por su boca. Pero pronto bajé del ensimismamiento en el que habitaba. Me levanté del suelo con toda la dignidad que me era posible en estos momentos. Me puse más roja que un fosforillo y quise esconderme debajo del coche donde no pudiesen ver lo tonta que era.

—Gracias —dije en voz baja aunque dudaba que siquiera hubiera escuchado eso.

—Oye, me puedes alcanzar a Guía —sugirió mientras vi como miraba la guagua (autobús) pasar de largo. Yo solo me subí y le abrí el seguro de la otra puerta.

—Muy amable —expuso solamente. A lo que yo no le respondí nada.

Él se pasó el resto de trayecto observándome. Me miraba de forma fija, casi podría decir que ni parpadeaba. Parecía como si me estuviese evaluando. El silencio que reinaba en el coche junto con sus miradas me ponía histérica.

—¿Dónde te dejo? —le pregunté medio tartamudeando. Mierda, no puedo ser más estúpida.

—Delante del instituto viejo —afirmó seguro.

Suspiré. Estaba deseando que se bajara del coche, me ponía de los nervios.

Paré el coche en frente del instituto como me dijo. Y me quedé esperando a que saliese por la puerta pero al notar que no lo hacía giré la cabeza hacia su dirección, y lo que ocurrió luego me dejó en estado de shock. Él me besó... Al principio no le correspondí debido a la sorpresa. Sus labios eran suaves al tacto pero eran duros, fieros, me atacaban sin darme un respiro pero al mismo tiempo eran cuidadosos en no hacerme ningún daño.

—Cuídate, y ten por seguro que nos volveremos a ver —aseveró el chico de ojos verdes, de un modo tan seguro que no dudaba de que así sería.

Y allí me quedé, frente al instituto, con los labios hinchados y rojos como fresones.


Bueno aqui les traigo mi nueva locura pronto seguiremos con las actualizaciones, no me he olvidado simplemente mi beta estaba con examenes pero ya nuevamente nos ponemos las pilas.

Un besito y espero que disfruten de este fic que es especial para mi porque con el quería comemzar en el fandom.