Como si fuera la primera vez.
Capítulo 1.
Francia.
Todo comenzó una mañana, cuando Lara Del Valle salió de guardia. El trabajar en la Interpol era pesado, pero el turno de la noche era el infierno, pues era conocido por todos que los criminales aprovechan la noche para cometer fechorías. Además, otra de las desventajas del turno de la noche era que Lara tenía que dejar a su hija, Lizzie, en casa de alguno de sus hermanos, situación que a Lara no le agradaba debido al hecho de que no tenía mucho que el padre de la niña se había largado a África, abandonándola a ella y a Lara misma, y ésta sabía que a su hija la descontrolaba mucho no dormir con ella por la noche, como si temiese que también su madre la abandonase. Afortunadamente, a últimas fechas Lizzie había cambiado su forma de pensar en ese sentido y soportaba más la separación, quizás debido a la presencia de otro hombre en su vida, o mejor dicho, otros hombres.
Y de ahí saltaba Lara al lado bueno de tener guardia un viernes por la noche: Bryan Cruyffort. Desde que Lara encontrara al hijito perdido de Bryan, Vladimir, y cuidara de él y él se encariñara de ella, Bryan y Lara salían con las familias de ambos, según porque Vladimir creía que su verdadera madre era Lara, aunque no lo fuera, pero ese pretexto era suficiente para que los dos adultos continuaran frecuentándose, siempre acompañados de los dos hijos de él y de la hija de ella para negar que estuviesen teniendo citas. Nadie se tragaba el cuento, por supuesto, pero eso a Lara le venía valiendo un pepino. Desde aquella mañana en la que Lara había llevado a Vladimir con su padre (dándose cuenta Lara en el proceso de que Bryan era tremendamente atractivo) y éste la había invitado a desayunar, la vida les había cambiado a todos. Cada que ella tenía guardia nocturna (que afortunadamente eso solo sucedía los viernes), Bryan pasaba por ella y la llevaba a su casa, o al parque o de compras o a donde fuera, si Vladimir insistía mucho en pasar la mañana del sábado con su "mamá". Llevaban ya un tiempo haciendo esto, tanto que hasta incluso Edward, el hijo mayor de Bryan, aceptaba pasar su tiempo con Lizzie, con quien solía llevar una relación de perro y gato.
- Ya casi es hora.- dijo Jean Lacoste, el jefe de Lara, sacando a ésta de sus pensamientos.- ¿Quieres que te lleve a casa?
- No, gracias.- negó Lara, sonriendo sin darse cuenta.- Bryan va a venir por mí.
- Uy, qué raro.- dijo Jean, con sarcasmo, aunque sonreía también.- Hasta se te iluminó la cara. Ya se le hizo costumbre venir por ti, ¿no?
- Él se ofrece, y me agrada que lo haga, no me gusta manejar desvelada desde aquella vez que casi choco por cabecear al volante.- dijo Lara, fingiendo demencia.- Bryan viene porque le queda de camino de hacer las compras.
- Sí, claro, ahora resulta que es por eso.- Jean se rió con ganas.- Por favor, Lara, no soy idiota. Es obvio que Cruyffort está interesado en ti como más que la mamá de Lizzie, o la "nueva mamá" de su hijito. Le gustas.
- No digas idioteces.- musitó Lara, tratando de que no se le notara el rubor que le había causado ese comentario.- Bryan no me ve de esa forma.
- Lara, no sé si te haces o eres.- replicó Jean.- Ningún hombre de su edad ve a una mujer hermosa como tú sin querer algo más que solo "salir con sus hijos".
- ¿A qué te refieres con ese comentario?.- cuestionó Lara, ya francamente ruborizada.
- A que eres una mujer hermosa, y aun joven, soltera y sin compromiso a la vista, y él es un hombre también joven, más joven que tú por cierto y eso no tiene nada de malo, que veo que te resulta atractivo, que es viudo, además, y que tiene quien sabe cuánto tiempo solo y sin ver a una mujer como eso, como una mujer.- suspiró Jean.- Y tú te le atraviesas en el camino, el resultado es lógico, obvio, y hasta esperado. Van a terminar en la cama, teniendo sexo.
- ¡Jean, por favor!.- esta vez el rubor de Lara era ya de una tonalidad escarlata.
- Oh, vamos, no me digas que no has pensado en eso.- se burló Jean.- Si se te ve en la cara, te gusta ese hombre y quisieras meterte en su cama, no digas que no.
- Que seas mi jefe no significa que no pueda golpearte hasta dejarte en coma.- amenazó Lara, avergonzada de que fuese tan obvia.
- De acuerdo, de acuerdo, me lo merecería.- Jean rió, nuevamente.- Ya me callo, pero deja de negar que sientes algo por Bryan Cruyffort.
Lara no sabía qué responder, pero afortunadamente su teléfono sonó en ese momento y la salvó del problema.
Bryan Cruyffort, mientras se dirigía hacia el sitio a donde iba todos los sábados por la mañana desde hacía cuatro meses, pensaba en el giro drástico que había dado su vida. La mañana que fue a la Torre Eiffel por Vladimir no pensó que conocería a una mujer tan fascinante como lo era Lara Del Valle, una agente de la Interpol que además de ser muy eficaz era endiabladamente bella e inteligente. Bryan, en un impulso, la había invitado a desayunar y ella había aceptado, muy probablemente siguiendo otro impulso. Y sin embargo, los tres (Vladimir, Bryan y Lara) se la habían pasado muy bien, mientras Vlad jugaba con la jirafa de peluche que le había regalado Lizzie y Bryan y Lara se conocían y charlaban hasta que los teléfonos de ambos sonaron preguntando dónde rayos se habían metido cada uno. Bryan recordaba que esa mañana, Lara y él habían hablado con tanta naturalidad y fluidez que él se dio cuenta de que si la dejaba perderse, no solo sufriría Vladimir, sino también él. Así pues, tras eso, Bryan pidió a Lara el volver a verla, cosa que ella aceptó. Ambos pusieron de pretexto el hecho de que sus hijos no deseaban dejar de verse, pero la realidad era que entre Bryan y Lara había surgido una atracción muy fuerte y difícil de resistir. Una noche, Bryan invitó a Lara a salir y ella le dijo que no podía, ya que tenía guardia nocturna; en medio de su desilusión, a Bryan se le ocurrió pasar por Lara a la mañana siguiente, recordando que a ella no le gustaba conducir cuando se desvelaba, y llevarla a desayunar, y pronto se convirtió en una costumbre. Así pues, ahí estaba Bryan, como todos los sábados, esperando a que Lara saliera, y tratando de adivinar por durante cuánto tiempo más seguiría negando la atracción que sentía por ella. Lara era bella, muy bella, aun conservaba un cuerpo espectacular y no tenía arrugas, ni una sola alrededor de ese par de bellísimos e impresionantes ojos de un color gris con un tinte azulado, que resaltaban aun más con el brillante cabello negro azabache de ella, una combinación poco usual que a Bryan en verdad le encantaba. Todo en Lara, de hecho, le fascinaba, su manera directa de ser, tan seria, tan responsable y decidida, y agradecía la forma tan tierna en cómo trataba a sus hijos. Vladimir la amaba, y Edward comenzaba a tomarle afecto también.
Lara no tardó en salir, con aspecto de estar cansada, usando su clásica gabardina negra y con una pequeña maleta del mismo color bajo el brazo, aunque el cansancio se le esfumó del rostro en cuanto vio a Bryan, esperándola junto a su coche. Ella aun no podía creer en el golpe de suerte que la había metido en el camino de aquel hombre tan increíble. Habitualmente, los hombres rubios no eran su tipo, pero sí eran su tipo los que eran musculosos y altos, del tipo de físico que poseía Bryan; además, Lara no le ponía peros a los hermosos ojos azules de él, ni a su cabello claro al que el sol arrancaba destellos dorados. Había también otras cosas que a Lara le encantaban de Bryan, como su responsabilidad y madurez, algo que ella no creyó encontrar algún día en un hombre.
"Ay, creo que el alma de Lily vino y me poseyó. ¿Desde cuándo soy tan cursi?", pensó Lara, al tiempo que Bryan abría la puerta del lado del pasajero, como todo un caballero. "Creo que desde que me topé con un caballero como éste".
- ¿Qué tal te fue?.- preguntó Bryan, al tiempo que Lara lo saludaba con un beso en la mejilla, el único contacto físico que ella se permitía.
- Fatal.- confesó Lara.- ¿Qué tienen los viernes por la noche, que los criminales escogen para volverlos insoportables?
- Quizás que al día siguiente, pueden levantarse tarde.- bromeó Bryan, y Lara rió. Era ese peculiar sentido del humor lo que a ella tanto bien le hacía.- Si gustas, puedo llevarte a tu casa.
- No.- negó Lara.- Muero de ganas de ver a Vladimir, espero que no te moleste, aunque quiero ir primero por Lizzie.
- Por supuesto que no.- negó Bryan, sonriendo.- Él también muere por verte.
Bryan puso el motor en marcha, una vez que Lara se hubo ajustado el cinturón de seguridad. Ella le contó brevemente sobre sus aventuras de la noche previa y cómo habían conseguido capturar a un temible criminal.
- Me preocupa cuando tienes esta clase de trabajos.- confesó Bryan, quien a su pesar estaba impresionado por la excelente agente que Lara era, hubiese preferido que ella no se expusiera a tanto peligro.- Temo que en algún momento resultes lastimada.
Ése era un tema que Bryan procuraba no tocar. Lara no era nada de él, aun cuando Vladimir creyera que era su madre, pero aun así Bryan no podía dejar de angustiarse cada vez que escuchaba que la Interpol estaba metida en algún caso, porque era casi seguro que Lara se encontraría en eso. Él ya había perdido a la mujer que alguna vez había amado, Marianne, y le había costado mucho trabajo sobreponerse a su pérdida, y ahora que Lara había aparecido y conseguido un lugar importante en su vida, Bryan temía perderla también, pero no se atrevía a decir nada al respecto, ya que, como ya había dicho, Lara no era nada de él… Todavía.
- No te preocupes por mí, que se cuidarme sola.- Lara sonrió.- No me pasará nada.
- Eso espero.- musitó Bryan.- A Vladimir no le gustaría perderte.
"Ni a mí tampoco".
Pronto llegaron a casa de descanso en la que Leonardo y su familia se encontraban en aquellos momentos, para recoger a Lizzie, esperando que la niña no hubiese pasado mala noche sin su madre. Lara bajó a buscar a su hija, mientras Bryan permaneció en el coche, recordando la primera vez que había visto a Lizzie.
Un par de días posteriores al famoso desayuno cambiador de vidas, Bryan pasó por Lara para llevar a los niños al circo (porque Lizzie insistía en ver a Vladimir), llevando a Edward y a Vladimir consigo. Después de que Lizzie hubo abrazado a Vlad, Lara le presentó a la niña a Bryan, y la primera impresión de Lizzie sobre él fue bastante clara.
- No se parece a Vladimir.- había dicho Lizzie, frunciendo el ceño.- Vladi tiene cabello oscuro y este señor lo tiene más claro. Además, sus ojos no tienen el mismo tono de azul.
Bryan se había reído, imposible no hacerlo, ante la sinceridad de la niña y la preocupación de que algún extraño quisiera llevarse a Vladimir, mientras Lara le explicaba a su hija con mucha delicadeza que eso se debía a que Vladimir era más parecido a su madre, la cual ya se encontraba en el cielo. Lizzie se había quedado callada, calando a Bryan con la mirada, hasta que decidió que su madre le decía la verdad y que él no era el ladrón de niños que temía que fuera.
Pero sobre todo, Bryan recordaba el impacto que Lizzie también había causado en él, y cómo no, si era idéntica a su madre en todo, poseía sus mismos ojos grisáceo-azulados y su mismo suave y brillante cabello negro, vaya, que no había nada en Lizzie que Bryan no hubiese visto en su madre, incluyendo su determinación y la capacidad que tenía para apreciar los detalles, quizás era por esto por lo que él se prendó de la niña y llegó a encariñarse rápidamente con ella, al grado de desear que Lizzie también lo aceptara en su vida. A esas fechas, Lizzie ya veía a Bryan de buen agrado, incluso corría a abrazarlo cuando tenía la oportunidad de hacerlo.
En ese momento, Leonardo abrió la puerta y Lizzie salió corriendo a todo correr a abrazar a su madre. Ésta la besó y después la niña abrazó y besó con mucho cariño a su tío, tras lo cual corrió al auto de Bryan, en donde él le abrió la puerta y Lizzie subió al asiento del conductor, desde donde abrazó y besó a Bryan como pudo. Éste correspondió al gesto, sonriendo.
- ¿Cómo estás, princesa?.- preguntó.
- Bien, gracias.- dijo Lizzie.- Tenía muchas ganas de verte. ¿Iremos a ver a Vladimir?
- Sí, princesa.- sonrió Bryan.- Iremos con él y con Edward, y yo también tenía ganas de verte.
Lizzie sonrió y se puso a contarle a Bryan lo que había hecho en el día previo, mientras Lara charlaba con Leonardo. Éste miraba insistentemente hacia el automóvil de Bryan, con una sonrisa de picardía.
- ¿Ya vienes con tu novio otra vez?.- preguntó Leo.
- ¿Cuántas veces te lo tengo qué decir?.- gruñó Lara.- No somos novios.
- ¿O sea que no te has metido en su cama todavía?.- preguntó él, sin miramientos.
- ¡Leonardo!.- lo amonestó Lara.- ¡Por supuesto que no!
- ¿Qué, acaso es tan imposible? Por supuesto que no.- replicó Leo, encogiéndose de hombros.- Los dos son jóvenes y solteros.
- ¿Y eso qué?.- gruñó Lara.
- ¿Cómo qué?.- se rió Leonardo.- Él es viudo, ¿no? ¿Cuántos años tiene que no se echa a una vieja?
- ¡Leonardo!
- ¿Qué? Es cierto, mínimo desde que murió su esposa él no se ha acostado con nadie, por lo que me has contado, y de la nada apareces tú, alguien joven, deseable y maravillosamente disponible.- continuó Leonardo, con desparpajo.- Y tú, tenías siglos que no mirabas a un hombre como más que un estorbo, y ahora está él, alguien que por lo visto te agrada mucho. Agua pasa por mi casa, es obvio que van a terminar acostándose.
- ¿Tú también crees eso?.- preguntó Lara, sin pensarlo demasiado.- ¿Por qué todos lo piensan?
- Quizás porque es demasiado evidente.- respondió Leonardo.- Solo basta ver cómo te mira y cómo te brillan los ojos cuando están juntos para darse cuenta de eso. Y tú ya no eres una adolescente, sabes bien que un hombre y una mujer jóvenes y que han estado sin pareja mucho tiempo no pueden estar juntos sin pensar en cosas más primitivas. Todos tenemos nuestras necesidades, hermanita.
- Somos amigos.- musitó Lara, sin saber qué decir ya que su hermano tenía razón.
- ¿Y eso qué? No implica que no puedan satisfacer mutuamente sus deseos.- sentenció Leonardo, satisfecho de ver que su hermana no encontraba objeciones a sus alegatos.- Si yo fuera tú, me conseguía un poco de protección.
- No te golpeo nada más porque eres mi hermano.- gruñó Lara, nuevamente ruborizada.- No tienes vergüenza para hablarle así a tu hermana.
- Precisamente porque eres mi hermana te lo digo.- replicó Leonardo.- Te quiero mucho, y créeme que me gustaría verte feliz.
Lara ya no dijo nada, optó por despedirse de su hermano con un abrazo y agradecerle que hubiese cuidado de Lizzie, tras lo cual subió al automóvil en donde Bryan y Lizzie estaban con una cháchara que parecía ser de lo más interesante.
- ¿Qué tanto te decía?.- preguntó Bryan, mientras conducía rumbo a su casa.
- Nada importante.- suspiró Lara.
"Nada importante". Por supuesto que era importante, en una sola hora dos hombres cercanos a ella le habían hablado de la posibilidad de acostarse con Bryan, cosa que la desconcertaba, aunque íntimamente una parte de ella sabía que Jean y Leonardo tenían razón. Lara sería una mentirosa si no admitía que no sentía cierto grado de excitación al pensar en Bryan, cómo no, si era guapísimo y muy atractivo, con un cuerpo fuerte y musculoso, pero no estaba segura de que él sintiese la misma atracción por ella, aunque algo parecía decirle que sí. Leonardo tenía razón, ella ya no era una adolescente y sabía cuándo le resultaba atractiva a un hombre. Y Bryan sentía atracción por ella, eso Lara lo sabía, pero de ahí pasar a algo más íntimo ya era otra cosa…
- ¿Te sientes bien?.- preguntó Bryan, cuando llegaron a la pequeña casa amueblada que los Shanks le estaban rentando momentáneamente mientras decidía su futuro.- De repente te quedaste callada.
- Sí, solo dejaba que Lizzie te contara sus "chocoaventuras".- mintió Lara.- Le agrada hablar contigo.
- Y a mí con ella.- sonrió Bryan.
La niña ya había entrado corriendo a la casa y se había puesto, como siempre, a pelearse con Edward. Vladimir llegó corriendo con su caminata de bebé y alzó los brazos para que Lara lo cargara.
- ¡Mamiiii!.- dijo él, emocionado.
- Mi niño.- Lara, abrazándolo y besándolo.- Te extrañé.
- Y yo a ti, mami.- dijo Vladimir, abrazando fuerte a Lara.
- Pasa a la sala, guardaré lo que acabo de comprar.- invitó Bryan.- Y me parece que Vladimir no se te va a despegar con nada a partir de ahora.
- No hay problema.- rió Lara.- Y gracias.
Lara pasó a la sala con Vladimir, mientras Edward y Lizzie se ponían a armar un rompecabezas, peleándose como siempre. Bryan comenzó a guardar los víveres en la despensa, pensando en lo que habrían de desayunar todos, y cuando salió a preguntarle a Lara qué quería, la vio profundamente dormida en el sillón grande de la sala, con Vladimir mirando la televisión a un lado.
- Mami se durmió.- dijo el niño, con una gran sonrisa.
- Está cansada.- murmuró Bryan, para no despertarla.- Lizzie, voy a llevar a tu madre a dormir a un lugar más tranquilo.
- Bueno.- dijo la niña, asintiendo con la cabeza.
Bryan tomó a Lara en brazos y la llevó a su propia habitación, acostándola en la mullida cama matrimonial. Lara apenas y se movió, suspirando entre sueños. Vladimir miró a su papá, algo confundido.
- ¿Papi, duermo con mami?.- preguntó.
- Si lo deseas, puedes hacerlo.- sonrió Bryan.
- Sí.- asintió Vladimir, y se acostó al lado de Lara.
Pronto, Vladimir y Lara dormían profundamente, y Bryan salió a preparar el desayuno, tras lo cual les dio de comer a Lizzie y a Edward, y una vez que los convenció de ver un programa juntos, preparó una bandeja con el desayuno de Lara y se la llevó al cuarto. Lara despertó con el aroma delicioso de la comida y se desperezó, algo sorprendida.
- ¿Me morí y me fui al cielo?.- preguntó, parpadeando y mirando todo a su alrededor.
- Nada de eso.- Bryan rió.- Solo estás en mi casa, y definitivamente dista mucho de ser el cielo.
- ¿Bromeas?.- Lara también rió.- Estoy en una casa bellísima, en un cuarto ordenado, en una cama muy cómoda, con un hombre guapísimo que me trae el desayuno a la cama. Debo estar en el cielo.
- En serio que no.- Bryan rió otra vez, avergonzado, notando que ella había dicho que él era guapo.- No es para tanto.
Lara se sentó en la cama, cuidando de no despertar a Vladimir, y probó la comida que Bryan le había puesto en la bandeja, sonriendo ante la rosa roja que él había colocado ahí.
- Esto está delicioso.- comentó Lara.- Definitivamente, éste es el cielo.
- Exageras, no es la gran cosa.- dijo Bryan, aun apenado.- Solo es mi casa.
- Pues para mí, es la gran cosa.- dijo ella, dándole un gran mordisco a una rebanada de pan tostado con mantequilla y mermelada.- Me habían hablado de hombres que llevan el desayuno a la cama, pero pensé que eran tan reales como los marcianos.
- ¿Nunca te habían llevado el desayuno a la cama?.- preguntó Bryan, divertido.
- Nunca.- negó Lara.- Al menos, no un hombre. Lizzie a veces me llevaba galletas y leche, cuando me quedaba dormida sin comer, pero ella no es un hombre.
- Ya veo.- fue todo lo que dijo Bryan, mientras la miraba comer.
Él suponía que el antiguo "marido" de Lara, Ichigo, no era precisamente lo que se dice un novio modelo, así como no había sido un padre modelo. Lara rara vez hablaba de Ichigo, pero por lo que ella decía, era obvio que el sujeto no era ni remotamente del tipo que hombres que hacen algo por el bienestar de su pareja, como llevarle el desayuno a la cama. El tipo no era ni capaz de tomar responsabilidades por el bien de su familia, mucho menos ocuparse de detalles como ése. Quizás lo sorprendente era que una mujer tan ordenada y responsable como Lara anduviese con un hombre como Ichigo. A Bryan no le cabía en la cabeza esto, ni tampoco el cómo era posible que Ichigo hubiese podido dejar ir a una mujer como Lara, pero tanto mejor para él.
- Lamento en serio haberme quedado dormida.- se disculpó Lara, nuevamente.- Pero estaba cansada.
- No te preocupes, me da gusto que te sientas tan a gusto en mi casa.- sonrió Bryan.- Y después de que acabes de desayunar puedes darte un baño, si lo deseas. Lamento no poder ofrecerte ropa, pero comprenderás que no tengo ropa que te venga bien.
- Lo entiendo.- Lara rió, de buen grado.- No te preocupes, eso lo entiendo. Traje mi ropa, ya vengo preparada para esto.
Ella no recordaba la última persona con quien rió tanto y por cosas tan aparentemente insignificantes. De reojo, miró a Bryan y suspiró. Él e Ichigo eran diametralmente opuestos, por supuesto, a Ichigo jamás se le habría pasado por la mente preparar el desayuno, ya ni se diga llevárselo a Lara a la cama, pero para Bryan era de lo más normal, como si estuviese acostumbrado a eso. Lara pensó en Marianne, la esposa muerta de Bryan, y se preguntó si a ella también le llevaba el desayuno todas las mañanas. Probablemente sí, ya que por lo que sabía, Bryan la había amado en verdad. Lara volvió a suspirar, pensando en que esa clase de hombres estaban hechos para mujeres como Marianne, no para mujeres como ella.
- ¿Sucede algo?.- preguntó Bryan, quien de pronto había adquirido la habilidad de adivinar el pensamiento y las emociones de Lara.
- Nada.- ella negó, con una sonrisa un tanto fingida.- No te preocupes.
- Está bien.- aceptó Bryan, aunque no lo engañaba.- Dejaré que te tomes un baño. Yo me haré cargo de los niños.
- Definitivamente, estoy en el cielo.- Lara volvió a reír.- Ésas son las palabras más dulces del idioma.
- ¿"Me haré cargo de los niños"?.- sugirió Bryan.
- Exactamente.- asintió Lara.
Bryan la acompañó en su risa, y experimentó una sensación casi extraña para él: deseo. Obviamente, se sorprendió ya que tenía tiempo que no se sentía así, aunque no tendría por qué sorprenderse, si Lara era una mujer deseable en todos los aspectos. Él tuvo el impulso de tomarla a ella por la cintura y besarla, quizás acompañarla a la ducha, pero se contuvo. No era prudente, con Vladimir dormido ahí y Edward y Lizzie en la sala, así que Bryan tuvo que dejar que Lara se marchara. Al menos, por el momento. Llevaba ya tiempo pensándolo, y se estaba dando cuenta de que ver a Lara con otros ojos no era tan descabellado como creía en un principio.
Lara se duchó, procurando no tener malos pensamientos, y se vistió en el baño, preguntándose si la blusa que traía no estaba demasiado escotada, pero qué más daba. Recordaba claramente una frase de su abuela: "No se enseña lo que no está en venta", pero Lara pensó, con cierto humor, que ése no era su caso. Ya había pasado más de un año desde que Ichigo se había largado a África, ya era hora de dejar el pasado en el pasado.
- ¿Necesitas algo?.- preguntó Bryan, cuando ella salió del baño.
- Nada, gracias.- sonrió Lara, dejando a su acompañante en una pieza.
Bryan se quedó mudo al ver bien a Lara; no era que ella estuviera despampanante, nada de eso, simplemente traía puestos unos pantalones vaqueros y una blusa escotada de manga corta, pero el look tan natural la hacían verse mucho más hermosa de lo que era cuando estaba más arreglada. Así, con el cabello suelto, la cara sin maquillaje y descalza como andaba, se veía mucho más joven de lo que era. Y Bryan volvió a experimentar deseo, un deseo tan fuerte que pensó que no iba a poder contenerse. Él quería tocarla, sentir su cabello, sus labios, su piel, sentir su cuerpo y aspirar su aroma, quería fundirse con ella y caer al abismo en sus brazos…
- ¿Sucede algo?.- preguntó Lara, un poco extrañada al ver que él se había quedado tan serio.
- Nada.- Bryan se controló como pudo.- Creo que necesito un buen baño de agua fría…
- ¿Y eso?.- la sorpresa en los ojos de Lara era evidente.
- Mejor no te lo digo, o me acusarás de ser un depravado.- confesó Bryan, avergonzado.
Lara se imaginó a Bryan tomando un baño y su imaginación se desbordó al imaginar a Bryan sin nada de ropa, con el agua cayendo sobre su cuerpo, mientras la abrazaba, la besaba, la acariciaba y la… Bueno, ahí Lara procuró volver a tierra, antes de que su rubor la delatara. Sin embargo, no pudo reprimir el efecto físico que se desató causa de sus pensamientos, sorprendida de que su cuerpo aun fuera capaz de experimentar esa clase de emociones. Tenía demasiado tiempo de no estar con un hombre, y mucho más de no experimentar pasión, por lo que la fuerza de su deseo la golpeó tan de lleno que casi la deja sin aliento. Lara intentó controlarse, no era una adolescente con sus hormonas descontroladas, así que respiró profundo y trató de sonreír, aunque las piernas le temblaban.
- Jamás podría pensar eso de ti.- dijo ella.- ¿Qué tan malo puede ser?
- Que deseo a veces tomarte y hacerte mía.- respondió Bryan, muy serio.- Y eso no está bien.
- ¿Por qué no?.- Lara nunca sabría de dónde sacó el valor para decir eso.- ¿Qué tendría de malo?
- Nada realmente… A menos que tú no quisieras… .- respondió Bryan, un poco acelerado.- Que de ser así, me pondría realmente en un aprieto. Ahora que si quieres, pues entonces me pones en otro aprieto aun más grande, porque no quiero que pienses que solo te deseo por una noche, porque créeme que no es así, quisiera tenerte cerca de mí todo el tiempo que me sea posible…
Bryan quería decir: "Toda mi vida", pero se contuvo. Tanto él como Lara venían de relaciones que ambos creyeron que serían para siempre, por lo que mencionar esas palabras podría tener un doble efecto. Sin embargo, eso no importaba, puesto que si lo que Lara sentía era tan fuerte como lo que sentía él, tarde que temprano Bryan podría decir lo que realmente pensaba.
- Entonces, tendremos que planearlo.- sonrió Lara, acercándose a él.- Es algo que los dos en realidad deseamos, no importa si es solo una noche o toda la eternidad.
Bryan tomó esto como una aceptación y besó a Lara, sosteniéndola de la cintura para atraerla más hacia él. Lara le correspondió, echándole los brazos al cuello y acariciándole el cabello. El beso fue haciéndose más y más apasionado, hasta que alguien lloró y ambos tuvieron que separarse, visiblemente agitados.
- Creo que tenemos que planearlo mejor.- murmuró Lara.- Tenemos que tomar precauciones, por los niños.
- Lo sé.- suspiró Bryan.- Me va a costar trabajo contenerme, ahora que sé que deseas lo mismo que yo. Ahora mismo podría tomarte y hacerte mía… Pero tendré que esperar. No quisiera que Vladimir, Edward o Lizzie entraran y vieran a sus padres hacer algo indebido…
- No creo que sea muy prudente.- se rió Lara, aun deseosa por las palabras de Bryan.- Encontraremos la ocasión…
Ninguno pudo añadir nada más ya que en ese momento entraron Lizzie y Edward, seguidos de Vladimir, discutiendo sobre quién sabe qué cosa y sin sospecharse que sus padres habían estado en pleno besuqueo antes de eso. Bryan sonrió a manera de disculpa, y escuchó lo que sus hijos le decían, mientras que Lara se ocupaba de su hija. Al parecer, el problema radicaba a qué lugar quería ir cada uno de los niños, y tras una breve discusión con Bryan, los tres niños pudieron al fin elegir un solo sitio.
- Eres un buen padre, conseguiste domar a mi pequeña malcriada.- rió Lara, refiriéndose a Lizzie.
- Cuando eres padre soltero, de alguna manera te las arreglas.- rió Bryan.
La "familia" salió al fin a pasear; era una espléndida tarde de sábado, y los niños se divertían a lo grande. Lara y Bryan hablaban animadamente, como siempre, con frases salpicadas de insinuaciones y coqueterías, cuando el teléfono de ella sonó, y se tuvo que parar a contestarlo, con una mueca. Bryan la observó parlotear en francés, y se escuchaba bastante molesta. Tras un momento que resultó ser breve, Lara colgó el teléfono, ofuscada.
- ¿Qué sucede?.- quiso saber Bryan, preocupado.
- Quieren que trabaje hoy, pero los mandé soberanamente al cuerno.- musitó Lara, frotándose las sienes.- Ya me tienen harta, sé que soy la mejor, pero… ¡Es mi día libre!
- Te ves cansada.- murmuró Bryan, acariciándole el cabello.- Deberías tomarte unas buenas vacaciones.
- ¡Qué más quisiera yo!.- suspiró Lara.- Pero aunque quisiera vacaciones, no sabría a dónde ir. No quiero molestar a ninguno de mis hermanos y no me gustaría viajar sola.
- En realidad… .- Bryan sonrió.- Estaba pensando en volver a Holanda por un tiempo, antes de decidirme si me mudo o no, y quisiera pedirte que vinieras conmigo. Te servirá para relajarte un tiempo, y me encantará mostrarte mi país.
- ¿Me lo dices en serio?.- a Lara le brillaron los ojos.- ¿Ir de vacaciones a Holanda, contigo?
- Te quedarías en mi casa, por supuesto.- continuó Bryan.- Hay espacio suficiente para Lizzie y para ti, y a nosotros nos encantará tenerlas.
- Creo que otra vez morí y me fui al cielo.- dijo Lara.- Me encantará ir. Mi jefe me debe vacaciones, voy a cobrárselas antes de que me mate con las horas extras. Estoy segura que a Lizzie le encantará salir de vacaciones.
Y así fue como quedó todo solucionado. Esa misma noche, Lara habló con Jean y le exigió sus vacaciones; a éste casi le daba un infarto, pero no podía negarse, así que no tuvo más remedio que apechugar y dejar marchar a su mejor agente. Lizzie estaba emocionada pues ella no conocía más lugares que Japón, México y Francia, por lo que deseaba ir a Holanda, un país que se antojaba como bello e interesante. Sobraba decir que Vladimir estaba emocionado de volver con su "mamá" y su "hermana", y si bien Edward no lo había querido decir, a él también le encantaba la idea de que ellas viajasen también.
