Antes de empezar, me gustaría aclarar unas cosas referentes al fanfic. Tiene toques de yuri (shoujo-ai, si queréis llamarlo así), la cuestión es que va de chicas que sienten cosas por otras chicas. De manera que si no estáis cómodos leyendo sobre algo así, continuad bajo vuestro propio riesgo.
Por cierto, lo de escribir correctamente no se me da demasiado vien, asín ke tenez kuidado con errores ortográficos, sintácticos y demás que puedan surgir. Y eso que me he esmerado en intentar corregirlos. De beras.
La historia toma lugar después de los acontecimientos del Final Fantasy VII original. ¿Cuánto tiempo después? Alrededor de un año, más o menos. Ninguna de las cosas que se supone que pasan en los diversos spin-off que han hecho de FF7 está contemplado (a priori) en este fanfic, así que, por ejemplo, cualquier cosa que dijeran o hicieran en Advent Children no se tendrá en cuenta aquí (menciono ese pues es el único spin-off que me he visto).
Y, sin más dilación, doy comienzo a este fanfiction.
CAPÍTULO 1
Y COMIERON PERDICES, PARA SIEMPRE.
Hace frío.
Lo noto en mis huesos.
No soy una persona a la que le guste mucho el frío. Si además añadimos nieve ya me es prácticamente insoportable.
Así es. Yo, Yuffie Kisaragi, odio la nieve. Hace frío. Es difícil caminar y, además, he de ponerme ropa. No es que no me guste ir con ella, pero taparse mucho me produce sensación de agobio. Especialmente si tengo frío.
A lo lejos empiezo a visualizar mi destino: "Poblado del Iciclo". Nunca me ha gustado el nombre y la verdad es que no sé porque. Quizá es algo en la pronunciación, no sé. El caso es que apenas se puede ver desde donde estamos ahora.
Lo que sí que desearía tener a mucha más distancia es esa voz, que ahora resuena en toda la ladera nevada y que te ataca directamente a la psique.
— ¡Maldita sea! Les dije a esos #$%! #% que para no dañar mucho el sistema de aterrizaje, nos dejaran cerca y luego se posaran en la zona de tierra firme de más allá, ¡pero mira donde nos han dejado! ¡Podrían habernos acercado más! ¡Mis botas no están hechas para la nieve! ¡A saber cómo habrán… – continua farfullando Cid, a quien, por lo visto, la edad lo ha bendecido con un enfado permanente.
— Tranquilo, Cid. Estoy seguro de que tus ingenieros cuidarán bien de…. – dice Tifa – ese pedazo de chatarra… – concluye en voz baja.
Como mínimo Tifa está también con nosotros. Sería totalmente insufrible de lo contrario.
Al paso que vamos, todavía queda un rato para que lleguemos a ¿"Ciudad Iciclo"? (Nah. No suena del todo bien…) Sin embargo, como todavía queda algo de tiempo y no tengo ganas de escuchar al viejo cascarrabias ese, haré un repaso mental de la situación actual. No es que lo necesite urgentemente, aunque esto es una misión de investigación, con lo que me irá bien recordar porque estoy aquí…
Wutai
Ayer por la tarde.
— ¡Por fin en casa!
Acto seguido, dejo mi shuriken (que llevo a todos lados) al lado de la puerta y me tiro en el suelo.
Vuelvo a mi casita después de un duro día de trabajo. No es tarea fácil intentar devolver el esplendor a una ciudad, pero hay días en que lo es más que otros.
Después de lo de Meteorito y el posterior declive de ShinRa, la gente empezó a emigrar de Midgar. Y cada vez va a más. Lo que, en principio, puede parecer una buena noticia contra la centralización en las grandes ciudades, para mí no lo es en absoluto. Recibir un montón de gente en una ciudad turística es casi una bendición, generando montañas dinero.
Lo que, por cierto, me va perfecto para intentar devolver la grandeza de este lugar a donde corresponde.
Esto último es sarcasmo.
Con la de turistas nuevos que llegan cada día, lo único que nos falta es algo de playa para llamarnos "Costa del Sol". Los valores tradicionales que intento proteger (y no esa pantomima que hacen por aquí) se están yendo rápidamente a la basura.
De pronto, una música extraña empieza a sonar, aunque muy amortiguada.
— ¿Pero qué-?
Naturalmente, yo me levanto con los reflejos ninja característicos de mi pueblo y grácilmente me acerco hacia la fuente de esa música.
Eso es ironía.
En realidad, pierdo el equilibrio al levantarme y extraordinariamente me pego con toda la frente en la mesa.
— ¡Agh!
Eso duele.
Me vuelvo a levantar, esta vez con más cuidado, y, mientras compruebo los daños en mi frente, intento identificar de donde proviene esa música misteriosa.
— ¿Qué &%$#%& será lo que suena?
Y al final lo encuentro. En un aparato de forma extraña. Espera. ¡Ya sé que es! Es un móvil.
— Creo que esto funcionaba así… – digo mientras le doy a uno de los botones (esperemos que sea el correcto)
Tifa me lo regaló para que estuviéramos en contacto. Después de las aventuras que pasamos todos juntos, tampoco está de más hablar de vez en cuando con mis compañeros (aunque he de reconocer que no he hablado tanto con ellos como desearía).
— ¿D-Diga?
Espero que alguien responda. No sé si le he dado al botón correcto. Nunca entenderé esta cosa. Otros tipos de aparatos modernos se me dan un poco mejor, pero los que son pequeños y con un millar de botones…
Por suerte, se escucha una voz.
— ¿Yuffie?
— Amm… ¿sí?… – contesto – ¿quién es?
— Ah, perdón, soy Cloud. Espero no haberte pillado en mal momento – oigo por el móvil.
— Ah… ¡No! No. Tranquilo. Vaya, que raro que se me hace oír tu voz después de tanto tiempo… y… amm… ¿qué tal todos? – pregunto, sin saber muy bien que decir.
— Pues… bien. De hecho, por eso te llamaba. De momento bien, pero no por mucho tiempo – responde.
— ¿Y eso? – digo mientras me froto con mi mano la frente. Creo que me saldrá un chichón.
— ¿No llega MidgarTV a Wutai? Pensé que ya te habrías enterado…
— Pues… no. Aquí todo lo relacionado con Midgar y ShinRa no es demasiado bien recibido – Porque para esas cosas sí que se mueven mis queridos conciudadanos. Si es que… – ¿Qué es lo que ha pasado?
— La verdad es que es algo difícil de explicar. Estamos teniendo problemas con la corriente vital.
— ¿Eh? ¿… que? ¿Con la… corriente vital?
— Lo que oyes. Sabes que la corriente vital fluye por el interior del planeta, ¿verdad? Pues no sabemos cómo, ni porque, pero está saliendo del suelo. De momento no ha afectado a grandes ciudades pero por cómo va la cosa es solo cuestión de tiempo – comenta Cloud.
—… ¿Cómo que "saliendo del suelo"?
— Pues exactamente lo que oyes. La tierra se parte y del suelo sale un chorro inmenso de corriente vital. O como mínimo eso es lo que dicen en las noticias. Para que te hagas una idea, hace unas horas apareció uno de estos chorros cerca de Corel, como a dos o tres kilómetros, pero se ha hecho notar en el pueblo a pesar de todo. Solo dura unos pocos minutos, y sus efectos parecen ser devastadores.
— Genial. Primero Meteorito y ahora esto. Parece como si el planeta no nos dejara en paz –comento, aunque por cómo va la conversa, puedo imaginarme la razón de su llamada. Así que me salto dialogo innecesario y pregunto – ¿Cuándo pasáis a buscarme?
Y sonrío. Con suficiencia…
— Ahora mismo. Estamos encima de Wutai.
… que se borra de inmediato.
¿Qué? ¿No me van a dejar descansar? Ya les vale.
Abro la puerta de casa y miro al cielo y, efectivamente, ese montón de chatarra que tan malos momentos me ha dado está revoloteando en lo alto de mi querida ciudad. Si creyera en estas cosas seguramente pensaría que es un mal augurio, presagiando tiempos de penurias y…
…y…
Ya me conozco como va esto.
— ¿A dónde vamos?
Aldea del Iciclo
10 de la mañana.
El destino casi me juega una mala pasada, pero si encaras lo que ese destino asqueroso te echa y perseveras, verás tus esfuerzos recompensados.
Por suerte, cogí mi abrigo a tiempo.
¿Qué puedo decir? Esta vez he venido preparada. Llevo un abrigo rojo que compré por si me surgía una situación similar, unos pantalones anchos de color marrón claro (que eran los pantalones que más abrigaban disponibles en mi armario) y una gorra que más o menos me tapa hasta las orejas.
Y aun así el frío consigue penetrar toda mi armadura calorífica.
Afortunadamente, mis botas (únicas e intransferibles) sirven en la nieve. Y digo afortunadamente porque no tengo otras. Como mínimo, de eso no me tengo que preocupar.
Aun recuerdo como la última vez vine por estos parajes alejados de toda civilización conocida (aunque nadie lo diría, habiendo unas pistas de esquí) con un jersey que apenas cubría nada y con mis característicos pantalones. Unos shorts, vaya. Cierto es que yo no sabía en aquel entonces a qué me iba a enfrentar. Las fuerzas invernales no se hacían presentes a simple vista desde Ciudad Huesos, ni la Ciudad Olvidada.
También llevo mi shuriken a mis espaldas. Nunca se sabe cuando una damisela puede necesitar protegerse, con lo que siempre lo llevo encima.
A todo esto, estamos entrando ya al poblado.
Sigue igual que siempre, con nieve por todos lados. También recuerdo esas casas de madera, (con una pinta muy acogedora) y, por lo que veo, la posada siendo el lugar más importante de la aldea (o como mínimo lo era para mí la primera vez que vine). Los niños siguen jugando en el centro del pueblo con la nieve, tal como lo hacían la última vez.
Ahora que me doy cuenta.
¿No hay más niños que la última vez?
Y ahora que me fijo. Hay bastante más gente que antaño.
Y ahora que lo digo. Hay más casas que la otra vez.
Parece que, con todo el asunto de Midgar, esta ciudad (al igual que casi todas las demás) ha salido bien parada. Incluso diría que el poblado se ha hecho ligeramente más grande.
No es de extrañar. Ha pasado bastante tiempo desde que vine por última vez.
Para recordar viejos tiempos (que a pesar del frío, esta ¿aldea? es uno de mis lugares favoritos, puesto que no solo la vista es increíble, sino que la gente es muy hogareña y el estilo de la ciudad me encanta) entraré de la misma forma que lo hice la última vez.
Con lo que hago que me tropiezo y caigo de cara en la nieve.
La nieve está fría. Mi cara lo nota de inmediato, aunque sonrío. Que nostalgia. Me encanta este sitio, a pesar de la nieve y el frío. Muy a pesar de la nieve y el frío. Si no fuera por eso, viviría en este… poblado. No, sigue sin acabar de convencerme el nombre.
No puedo verla, pero sé que Tifa me está mirando con cara rara.
— ¿Pero qué haces? – pregunta Tifa, tal como supuse que haría.
— Eso te lo podría preguntar yo. ¿Cómo es que no tienes frío con la ropa que llevas? – respondo sin levantar mi cara de la nieve.
Tifa no es que lleve la misma ropa que cuando nos conocimos (que, por cierto, habría sido raro), pero es del mismo estilo. Chaqueta sin mangas, negra, y unos pantalones (también negros) que apenas llegaban a la rodilla.
No sé cómo no tiene frío. Aún me pregunto como la última vez no se murió congelada, si hasta iba más destapada que yo.
— ¡Ah! ¿Eso? Es que llevo equipada la materia Frío, y no me afecta – responde Tifa, con (seguramente) una sonrisa.
— …
Aldea del Iciclo (o como se llame)
10:05 de la mañana.
Con gran pesar me levanto.
¡No! No voy a dejar que algo así me arruine mi buen humor.
Estoy repleta de nieve, así que me la quito de la manera más elegante posible. Puede que ahora mismo no esté a la última moda pero como mínimo mis modales sí serán refinados.
— ¡%&$€! ¡Maldita sea Yuffie! ¡Ven aquí de una maldita vez! – grita desde una de las casas una voz fácilmente reconocible.
— ¡Ya voy! ¡Ya voy! – digo en tono defensivo, mientras voy hacia donde está.
¡Qué maleducado! Mira que gritarle esas cosas a una dama. Ya le enseñaré yo modales a ese... Ahora que lo pienso, no creo que fuera una buena idea que Cid y Barret se hicieran amigos.
No veo a Tifa, por cierto. Seguramente ya habrá entrado.
La casa a la que vamos no se diferencia demasiado de las demás. De madera, con nieve. El estilo del pueblo no varía demasiado con cada casa, aunque todas tienen su encanto. Una casa grande, pero simple, y nadie diría que esta casa perteneció a un profesor tan importante, desde luego.
No parece un sitio demasiado acogedor por dentro. Esto está bastante oscuro, aunque seguro que es porque la luz no está encendida.
— ¿Es que nadie encuentra el interruptor de la luz? – digo con un tono de indignación.
— ¡Por mil demonios, Yuffie! ¡Esto lleva abandonado a saber cuánto tiempo! ¿¡De verdad esperabas que hubiera luz!? – me responde Cid desde algún punto de la habitación que no puedo observar.
Viejo cascarrabias. No digo nada (aunque pongo una cara que representa mi odio creciente hacia su persona) y me adentro en la oscuridad después de cerrar la puerta. Mis ojos ya empiezan a acostumbrarse a la penumbra, gracias a la tenue luz que entra por las ventanas a mi derecha.
Por lo que puedo percibir, creo que hay unas cuantas máquinas a mi izquierda y todas tienen un aspecto la mar de complejo, así que, ya que Tifa está mirando algo por ahí, esa será su "zona". Justo al frente hay una mesa que ha vivido muchos inviernos, encima de una alfombra con un diseño mejorable. Al fondo, también hay lo que parecen ser… ¿unas lanzas? … supongo que serán parte de la decoración (¿de un laboratorio?).
— Pues la última vez que estuvimos aquí sí que se encendieron las luces – interviene (aunque algo tarde) Tifa.
¿A sí?
— ¿A sí? ¿Ya habíais estado aquí? – pregunto.
Tifa se gira en mi dirección y me mira con cara de incredulidad. ¿Por qué me mir-MIERDA. Ya lo recuerdo.
— ¡Es verdad! Lo de la madre de Aeris. Lo siento, se me había olvidado – respondo, con una pizca bastante grande de vergüenza.
Mira que olvidarte de algo así. ¡Serás estúpida, Yuffie!
— Es que yo no vine esa vez. Me quedé en la posada… ya sabes, por el frío y eso… – digo en un intento de que mi falta parezca menos grave.
Intentando ocultar mi despiste, busco una zona tranquila para investigar y, a poder ser, lejos del viejo ese.
¡Como he podido meter la pata tan hasta el fondo! ¡Pero serás tonta, Yuffie!
Me fijo que en la otra parte de la habitación hay unas escaleras o algo así pero, como Cid ha ido en esa dirección, no me voy a molestar ni en mirar por ahí. Así que mi zona será la parte de la mesa y alrededores.
No es por desanimarme, pero no hay nada aquí. Me acerco para mirar un poco más de cerca y asegurarme de que no me dejo ningún documento pero, en efecto, no hay absolutamente nada. Y ahora dudo de que la mesa sea solo una mesa. Hay restos secos de algo que en su día fue viscoso.
Un escalofrío recorre mi cuerpo.
Pues, visto que no quiero bajar por esas escaleras, ayudaré a Tifa con lo que quiera que esté haciendo.
— ¿Has encontrado algo? – pregunto a Tifa, que está mirando una de las pantallas.
Tifa se sorprende al escucharme y se gira.
— Pues no. Aquí hay lo que parecen ser informes sobre los Cetra y los Ancianos, pero nada de la corriente vital. Al menos a simple vista – me responde con cierto tono de decepción.
Parece que va a seguir buscando cuando…
— Si que has cambiado, Yuffie.
… dice algo totalmente inesperado.
— ¿A… sí? – respondo sin saber muy bien que decir.
— Si. Me acuerdo que, cuando perseguíamos a Sefirot, eras bastante más… ¿cómo te lo digo sin que te ofendas?... "impulsiva". Siempre hacías lo que querías y te quejabas y, bueno, te comportabas de manera muy juvenil. Sé que no ha pasado mucho desde que nos hemos vuelto a ver, pero noto como si hubieras madurado. Como si ya no fueras tú. No sé muy bien como decirlo.
VAYA. GRACIAS.
Así que "juvenil", ¿eh?
Bueno. Ya le vale. Ni que ella no se comportara como una adolescente con Cloud.
Aunque reconozco que ya no me comporto tanto como solía hacerlo.
— Quizá. Es que desde que volví a Wutai… las cosas no han sido lo mismo… Es como si aun siguiera de viaje. No sé, una sensación extraña.
Y, como si la cosa no fuera con ella, Tifa vuelve a enfrascarse en la pantalla de la máquina esa.
Típico de Tifa. Meterse en los asuntos de los demás y largarse cuando ya no le interesa.
Ahora la persona que se ha de tragar este silencio incómodo soy yo. Supongo que me pondré con la máquina que está a su izquierda (porque la de la derecha tiene una especie de megáfono y no me acerco ni loca).
Lo primero que he de hacer es descubrir cómo se enciende este trasto. Hay un interruptor que tiene toda la pinta de ser el que busco así que, como no quiero perder mucho el tiempo, le doy.
Y se enciende.
Empiezan a aparecer números y letras muy rápido por la pantalla, así que supongo que se estará iniciando.
Ahora que me lo pregunto, ¿si no hay luz, como que las máquinas están encendidas? Me giro hacia Tifa y se lo pregunto.
— Oye, Tifa, ¿si no hay luz, como es que las máquinas funcionan?
Tifa escucha la pregunta. Tifa piensa la respuesta a mi pregunta. Y…. AHORA se ha dado cuenta de que algo falla. Yo me río discretamente mientras observo la mirada de concentración total de Tifa.
Lo más probable es que las luces se hayan fundido. Es solo una posibilidad, si bien es lo más lógico. Estoy a punto de decírselo a Tifa cuando, de pronto, un ruido bastante estridente que proviene de algún punto a mis espaldas me corta en seco.
Me giro de inmediato, sorprendida por el ruido.
Hay alguien en la puerta, alguien a quien reconozco de inmediato.
Allí, bajo el marco de la puerta, está la persona por la que mi corazón late. El ser que me desvela por las noches, muchas más de las que reconocería.
Sus ojos marrones intentan observar a través de la oscuridad en la que Tifa y yo nos escondemos, mientras sus cabellos rubios ondean con la brisa fría de la zona y le hacen competencia a la luz blanca y pura que baña a contraluz su figura absolutamente divina.
A pesar de la luz, su azul traje de los Turcos la hace absolutamente inconfundible.
Y más a mis ojos.
Allí, bajo el marco de la puerta, estaba la mujer por la que mi corazón late. La mujer con la que había soñado por las noches, muchas más veces de las que reconocería.
Elena.
