Renuncia: todo de Kyoto Animation.

Sólo vengo a dejar un drabble fome con disimulo. Bye.

Advertencia: leves spoilers.


KAWA AKARI.

Sousuke no sabe de exteriores, pero cree que el rostro de Rin es un panorama digno de verse miles de veces (y de atesorarlo fervientemente cada una de estas).

Lo intenta guardar en la memoria, esa expresión de alegría, de dicha. Intenta pensar en su sonrisa soleada cuando los huesos le duelen de más y la piel se torna color uva y parece que ya no hay un porvenir por el cual esforzarse. Esa sonrisa peligrosa. Atrayente. Que llena de confianza, de seguridad. Y que cualquiera a quien se la dedique ya no tendrá nada de que preocuparse, porque equivale a apoyo. Y él lo entiende mejor que nadie.

Aunque no sabe mucho de paisajes está seguro también de que las mejillas de Matsuoka son planicies inmaculadas y perfectas, un terreno sin contaminación. Que le gusta mirarlas, aunque no tanto como sus ojos, volcanes en erupción constante que queman todo a su paso (y eso no tiene porque ser malo, de ninguna manera). Tienen pasión y llamas en ellos que hacen digna a la vida de ser vivida y a Sousuke le gustan igual.

Rin puede mirarle y no sentirá ansias o angustia. Rin puede jugar con él piedra, papel o tijera pese a que es pésimo y ambos de antemano ya conocen al ganador. Rin puede mostrarle una vista sin igual, jamás vista antes. Rin puede convidarle una soda. Rin puede pasarse los trescientos sesenta y cinco días del año mencionando a Haruka Nanase. Rin puede gritar su nombre, animándole a continuar en el relevo.

Puede hacer todo, puede hacer nada. Lo único que Sousuke no tolera es verle llorar. Cuando los riachuelos descienden por las planicies y Rin entierra la cabeza en su pecho, llegándole el olor del shampoo que ha usado, y se aferra a su playera como un naufrago buscando un salvavidas con desesperación y flaqueando sus piernas; Sousuke observando el cielo lejano conteniendo un nudo en la garganta y las ganas de devolverle el abrazo. Eso no le gusta. Y sin embargo, se siente una incauta libertad debido a las verdades que se han arrastrado bajo sus pies.

Le ha confesado como se siente respecto a ellos, y al futuro, y Rin sigue ahí (cerca, muy cerca); no se va. Le llama idiota entre sollozos y lamentos, pero no le abandona. Le dice amigo (camarada, compinche, hermano) no rival. Y golpea su pierna, quedito, cual secreto entre dos, aún con pinta de volver a desmoronarse de un segundo a otro y que su geografía se empape en lluvia.

Más la sonrisa vuelve, melancólica. Y Sousuke hace un esfuerzo por no mostrarse débil. Porque allí, de pie frente a la piscina con todas esas luces resplandeciendo y Rin a su lado, uno de sus sueños se cumple y ha hallado una respuesta. Su mirada se suaviza. Ambos guardan el silencio en un cajón.

Incluso lesionado todavía tiene un hombro sano en el cual Rin puede recargarse.

#Fin