Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto

NaruSasu

Reglamento

Por: Minako Dark

Capitulo 1: Acuerdo

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—A ver, déjame ver si entendí— dijo el moreno en tono incrédulo. Estaban en un restaurante sentados en la mesa que encontraron más apartada, no fue sencillo convencer al azabache de tomar un café con él, pero después de varios intentos y una que otra amenaza, pudo persuadirlo. Le contó acerca de un trabajo algo descabellado, si, esa era el adjetivo que lo describía.

—¿Quieres que salga con ese imbécil, tu jefe?— movió la cabeza en forma afirmativa, por enésima vez. Si el chico aceptaba sus días de desvelo terminarían, pues los chillidos, golpes, amenazas de su jefe y amigo lo irritaban. Estaba seguro que si Sasuke aceptaba la propuesta, Naruto estaría feliz y lo dejaría en paz.

—¿Precisamente tengo que ser yo?

—Exacto.

—No estoy a la venta. ¿Quién se creen qué soy? ¿Una mercancía?

—Te he estado investigado por más de una mes. Sé que no tienes ni un centavo, sé que vives jodidamente, y sé que utilizarías cualquier método para salir de la pobreza— rascó su nuca meditando, no hallando que palabras usar para decírselo. Al fin el estrés le ganó — Y sí, mi jefe te quiere a tí, no a otro, a ti.

Se hiso presente un silencio incómodo.

—Me siento acosado.

—¿Crees qué sería tan estúpido como para no saber con quién estoy tratando?

—Verás, a mi no me gusta que me traten como si fuera una mercancía— Sasuke cambió de tema inmediatamente. Tomó un sorbo de su café, que era exquisito.

—Y si te trato como socio ¿aceptarías?— preguntó con una ceja levantada.

—Eso cambiaría todo, a mi parecer— respondió dibujando una sonrisa torcida en su rostro

—¿Entonces aceptas?

—Precisamente.

—Muy bien Uchiha, esta es la mejor decisión que has tomado— comentó con una ligera sonrisa.

—Pero, exactamente, ¿qué gano yo a cambio?— interrogó después de un breve instante

Shikamaru se sintió triunfante, fue más fácil convencerlo de lo que creía.

—Dinero, obviamente— explicó, una vez más, la mano derecha de Naruto.

Esa palabra andaba escasa en su vida. No podía creer la suerte que se le presentaba. Un empresario, ¿enamorado de él? Que absurdo era oír eso, no lo creyó cuando se lo dijeron por primera vez, y admitía que aún tampoco. Sin embargo no perdía nada.

—¿Cómo debería actuar frente a él?— preguntó con aparente desinterés. Por dentro lo carcomía la curiosidad. ¿Cómo fingiría ser la pareja de un millonario, sin mencionar, hombre? Él no era muy dado a dar muestras de afecto. De todos modos, ¿tendría que decirle palabras empalagosas, comportarse como un enamorado? La sola idea lo asqueaba.

—Estaba esperando esa pregunta— lo mióo de reojo y de su carpeta que llevaba a mano, sacó una hoja y un bolígrafo —Verás. Antes que nada, tendrás que firmar un documento, en donde estés de acuerdo con los términos.

—Nunca mencionaste nada acerca de un documento… ¿y a que términos te refieres? – dijo con recelo, ese hombre decía tantas ocurrencias que desgraciadamente ninguna le había caído en gracia.

— ¡Porque no me dejaste! Estabas preguntando y preguntando demasiada estupidez. Sin llegar a comprender absolutamente nada— masajeó sus sienes para así calmarse, por lo menos un poco.

—Te daré una especie de reglamento, ó como desees llamarle. Una serie de normas que deberás seguir— declaró ahora más sereno, sin embargo, Sasuke frunció el seño —.Te guste o no, necesitas el dinero ¿o no?— se apuró a decir al ver la reacción del otro.

—Haz lo que te dé la gana.

—Toma— le tendió el dichoso papel y el bolígrafo —. Allí están escritos los términos, firma en la parte baja de la hoja— el moreno lo leyó varias veces, tener que fingir ser el novio de un fracasado sería pan comido. Prácticamente le estaban regalando dinero.

—Y en cuanto a fingir, quiero que lo hagas tan verdadero, que hasta tu madre crea que estás perdidamente enamorado de mi jefe, ¿está claro? Si Naruto llega a tener una mínima sospecha, cualquiera, fin del trato, Sasuke— lo miró severamente, confiaba en que el moreno no lo defraudaría, pero por si las dudas.

—Haré lo mejor posible— sonrío con altivez. Su respuesta lo dejó satisfecho.

—Nos vemos mañana, aquí y a esta hora. Te voy a dar un par de instrucciones y el reglamento, para que todo salga creíble.

—¿Cuándo me vas a pagar?

—Mañana mismo.