Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.

Antes que nada, decir que llevaba pensando escribir algo parecido muchísimo tiempo y en un principio pensaba escribir una escena así en un reincarnation AU que probablemente no escriba y me parece algo relevante para entender ciertas partes.


Observa el ir y venir de las olas sin verlas realmente. Tiene un cuaderno apoyado sobre sus rodillas, pero aún no ha dibujado nada; lo único que le mantiene unido a la realidad es el lápiz que hace girar entre sus dedos de forma distraída, su mente está muy lejos.

Con los ojos aún fijos en el mar, tan solo ve desgracias (estudiantes muertos, revolucionarios cayendo, obreros perdiendo su propia lucha). Es tan escalofriante como real, como si hubiese vivido esos momentos (y quizás lo hizo, quizás tiene miedo porque ha perdido ya demasiadas veces.)

―¿Te encuentras bien? ―Enjolras se sienta a su lado, sacándole de su ensimismamiento. Su presencia siempre le trae de vuelta a la realidad―. Parecías más afectado que el resto.

Hay algo en su tono de voz que denota que le cuesta creerlo (Grantaire no cree que puedan conseguirlo, nunca lo ha creído) porque él no ha perdido, ni siquiera es su lucha, es patético.

―¿Te das cuenta de que lo que hacéis no servirá para nada? No lograréis vuestras metas, no pasaréis a la historia, no conseguiréis…

―Pero nuestras ideas sí ―Responde con firmeza, y Grantaire olvida lo que estaba diciendo. A su lado se siente completo y a la vez tan pequeño… Por su culpa se da cuenta de que es un ser insignificante queriendo ser alguien―. No van a recordar nuestros nombres ni nuestras caras, pero sí nuestra lucha, nuestros ideales. Y si en un futuro perdemos, no perderíamos realmente, porque siempre, siempre habrá alguien que luche por nuestra causa. Es…

Permanece unos segundos en silencio, buscando las palabras adecuadas.

―Como las olas, es como el agua del mar. Mira al horizonte, está lejos, pero esa agua llegará a la orilla ―Le coge de la mano, y su contacto arde igual que la emoción en sus ojos, ahora fijos en él―. Y da igual lo lejos que se vayan ¡No importa que retrocedan! Siempre van a volver, ¿lo entiendes? ―Le suelta con una caricia, y ya no quema tanto―. No importa lo mucho que nos repriman, seguiremos luchando.

»Y hasta las piedras de la orilla acaban dejándose llevar por las olas.


Nota de la autora: La tentación me ha podido y he acabando metiendo a Enjolras. Diría que me arrepiento, pero no.