Bleach no me pertenece, es de Tite Kubo, esta historia surgió como una retorcida idea que rondaba por mi cabeza... originalmente iba a ser un one-shot... pero debido a que la historia es algo larga, tendrá uno o dos capítulos mas... espero les agrade...

capitulo 1. Remembranza.

"La verdad es a menudo una terrible arma de agresión. Es posible mentir e incluso asesinar con la verdad."

Alfred Adler.

"Asesino o detective. No hay otra opción para un hombre."

Roberto Bolaño.

-Presente.-

Aun mantenía la mirada fija detrás del enorme vidrio, aprovecharía todo el tiempo que le restara para contemplar ese rostro, dadas las circunstancias era lo único que podía hacer en ese momento, pero ver esa expresión llena de angustia, de pena y más que nada… de dolor, le hacía querer correr hacia ese lugar.

"Perdóname", era la única palabra que le venía a la mente… sabia que "el hubiera" no existía, creer que si le hubiese conocido mucho tiempo antes cambiaría en algo la situación actual seria una vil mentira, otra más.

-Espero te pudras en el infierno maldito- esa voz contenía odio y rabia, lo sabia mejor que nadie pues en varias ocasiones había usado ese mismo tono de voz.

Un hombre con una bata blanca se acercó hacia donde él se encontraba, lo observó pero parecía que su expresión se mantenía estática, tal vez por fin había aceptado su destino ó aquellas sustancias por fin empezaban a surtir efecto sobre su organismo, no lo sabía a ciencia cierta.

El hombre de la bata buscó entre sus bolsillos, de uno de ellos sacó tres frascos y del otro, una jeringa… los colocó sobre una mesita que se encontraba junto a la incómoda camilla. Miró una vez más su reloj y sin esperar más, mezcló las tres sustancias, tomó la jeringa y con ella sorbió el contenido de la pequeña botella en la que reposaba la cristalina mezcla.

Se acercó aun más a la camilla, en ella un sujeto, para ser más exactos, un hombre que no pasaba de los 27 años, se encontraba recostado con las manos y pies fijados a dicha camilla, aunque claro que no era necesario pues hacia bastante rato que no podía mover un solo músculo de su cuerpo, aun así, su mirada no hacía más que aferrarse al frente, en esa enorme ventana en la que se observaban a varias personas de pie, contemplando la situación… unas con unas sonrisas de satisfacción, otras con la más fría mirada que se pudiesen imaginar.

De entre todos aquellos testigos, se encontraba una mujer, mantenía la mirada fija en aquel hombre postrado en esa camilla. Sus manos estaban hechas un puño a la altura de su pecho, su respiración era bastante agitada… sentía como su corazón palpitaba cada vez más rápido y más fuerte, si todos guardaran absoluto silencio se podría percibir aquel estridente sonido en el pequeño pasillo.

-No tienes por qué ver esto…- un hombre mucho más alto que ella le hablo desde atrás, sabía cuán duro le debía de resultar aquella situación- vayamos al auto y esperemos a los demás afuera… cuando todo esto termine te llevaré a casa…-

-Tú no entiendes… claro que tengo qué…- la mujer aun seguía dándole la espalda, no se inmutó ni se volteó cuando él le habló, se acercó más al enorme y frío cristal que separaba ese oscuro pasillo de la pequeña sala- no puedo simplemente irme ahora… si lo hago… jamás me lo perdonaré, huir de la manera más cobarde, simplemente no puedo.-

-Entiéndelo… nada te ata a él, no es más que un engaño, desde el momento en el que lo conociste- ya no podía mas… tenía que decirle eso a su amiga, abrirle los ojos… eso no era normal… aferrarse a semejante aberración, eso no lo permitiría- todo lo que te dijo fueron eso… mentiras, que tu inútilmente te has creído, y tú aun sabiendo la verdad te aferras de esa manera a él…-

-No me aferro a las mentiras… es algo que jamás nadie llegara a comprender, el entendimiento que tenemos va mas allá de las simples palabras- sus manos estaban hechos puños y se recargaban con demasiada fuerza sobre el vidrio-y no me importa quien fue antes… las cosas que hizo, todo eso es irrelevante para mi ahora, justo en este momento quisiera despertar y encontrarlo junto a mi… como otras veces, mirándome a los ojos y jurándome que todo estará bien… pero sé que eso no es más que una simple ilusión que mi desesperada mente se empeña en crear… y aunque me duela aceptarlo, sé que el tiempo se acabó… en menos de 30 minutos todo habrá acabado para siempre-

Esas palabras cargadas de dolor le llegaron muy profundo a aquel hombre, ¿Qué no le importaba lo que había hecho?... quien en su sano juicio diría semejantes palabras, no lo comprendía del todo, o al menos no quería comprender el significado de las mismas.

-Sabes- el hombre fue quien le dio ahora la espalda dispuesto a salir de aquel lugar, no soportaba ver a su amiga de esa manera y si ella no quería retirarse del lugar entonces seria él el que se retirara- comprendo la furia en tus palabras pero no comprendo las palabras que me dices… pero solo te digo que si necesitas a alguien con quien desahogarte… después de…-se quedó un momento callado, sopesando el término adecuado para la situación- bueno… solo búscame, siempre tendrás a un amigo en mí, no lo olvides-

La mujer no dijo nada, solo le dedicó una rápida mirada a la espalda del aquel hombre mientras este se marchaba por el oscuro y frio pasillo.

Dentro del pequeño cuarto el hombre con bata y oscuro semblante se disponía a administrarle la dosis de letal sustancia al hombre amarrado a la camilla. Éste se encontraba en un estado de semiinconsciencia, sus penetrantes ojos se encontraban semiabiertos, la visión ya se tornaba borrosa y la voz de su "verdugo" como lo había nombrado era casi un susurro lejano e irreconocible. Estaba demás decir que ya todo su cuerpo se sentía pesado y sin ningún tipo de sensación, el corazón latía de una manera frenética, más de lo que humanamente era considerado normal, pero su respiración era cada vez más lenta, le costaba llenar sus pulmones con aire. Lo sabia… ya estaba cerca el fin, arrepentirse de sus pecados no cambiaría nada.

Y fue entonces cuando ocurrió… su respiración se detuvo y los latidos cesaron, poco a poco sus ojos perdían ese brillo, su cuerpo perdía calidez en cada una de sus extremidades, era todo… aquella llama en su interior se había extinguido para siempre y de la peor manera que hubiese imaginado… él había muerto.

-Un año atrás.-

Sus pasos resonaban en aquel lugar, uno tras otro… estaba cerca, ya casi… solo unos cuantos más. "La primera impresión es lo que cuenta" pensaba, era su primer día en aquel trabajo y por obvias razones quería demostrar que era digna para ese trabajo. Sus hermosos y enigmáticos ojos se posaron en la enorme puerta que se encontraba frente a ella; "Director" eran las palabras que se podían leer en el difuminado cristal de la misma.

Con nerviosismo acercó su pequeño puño y dio unos leves golpes. Del otro lado se escuchó un "adelante", no esperó más y abrió la puerta… en una enorme silla de cuero se encontraba un hombre dándole la espalda, pero en cuanto escuchó la puerta abrirse se volvió hacia la persona que estaba de pie en el marco de la misma.

-Al fin llegas…- no era un reclamo, sino más bien una afirmación, aquel hombre dejó unos cuantos papeles sobre el enorme escritorio que se encontraba de igual manera repleto de los mismos, esparcidos por todas partes- señorita la hemos estado esperando… por favor tome asiento…-

La mujer, sin poner objeción hizo lo que el hombre le pidió, pues aquel hombre le daba una sensación de seguridad y hasta cierta confianza, lo observó detenidamente; cabello blanco y algo largo, claro que lo mantenía amarrado en una coleta, su piel era blanca pero parecía estar algo pálida… se imaginó que sería debido a la presión del trabajo; no parecía tener más de unos 40... su semblante se veía tan relajado, y al parecer también aparentaba ser muy amable.

-Señor… Ukitake, le agradezco la oportunidad que me ha brindado… es una muy buena oferta y la aprovecharé, se lo garantizo- la mujer le entregó la carpeta que llevaba en las manos.

-No hace falta que me lo garantices… la persona que te recomendó es alguien que sin duda tenía toda nuestra confianza y siendo tú la persona que él recomendó, no tenemos duda de que sabrás responder a esa gran responsabilidad y confianza que depositó en ti- abrió el folder amarillo y de ella sacó varios papeles importantes, como la solicitud de empleo, el acta de nacimiento de la mujer, la carta de recomendación y otros papeles más.

Un silencio algo incómodo se instaló en la pequeña sala… parecía que todo en esa pequeña oficina estaba en orden, salvo el escritorio claro estaba, en las paredes habían varias fotografías en donde aquel hombre aparecía con otros más jóvenes que él, "deben ser los demás empleados que trabajan aquí" pensó, se veían igual de agradables que él.

-Bien, todos sus papeles están en orden señorita Kuchiki, las enviare con la señorita Rangiku para que las archive con el resto- se levantó de su enorme silla y le tendió la mano- bienvenida al periódico Soul Society… a partir de hoy es nuestra nueva editora en jefe… felicidades-

Los ojos de la mujer se abrieron por la sorpresa "¿editora en jefe?"… al ir a aquel lugar nunca creyó que ocuparía un puesto tan alto-lo siento, creo que debe haber un error… vine solicitando el puesto de redactor, ¿por qué me da este puesto?-

-Vera señorita Kuchiki, nuestro antiguo editor en jefe, Kaien Shiba la recomendó en este puesto específicamente, alegando que tenia gran potencial y que no aceptaría a nadie más para el puesto como reemplazo-

-De acuerdo Ukitake-san, muchas gracias- no le quedaba de otra más que aceptar el puesto que su mentor le había conseguido, esta oportunidad no la dejaría pasar.

Sin más, la mujer se retiró del lugar, encaminándose a su nuevo puesto de trabajo para conocer al equipo del que estaría a cargo, el periódico Soul Society era uno muy prestigioso en todo Tokio debido a su veracidad y objetividad.

...

Y así habían pasado ya dos meses desde que la pequeña Kuchiki comenzó con su labor en ese prestigioso periódico. Cada día era más pesado pues debido a todos los sucesos acontecidos durante los últimos meses se daban a la tarea de recopilar la información lo más rápido y veraz posible que en ocasiones terminaban a altas horas de la noche.

Justamente una de esas noches, la mujer de negra cabellera y enigmáticos ojos, había salido demasiado tarde de su trabajo, aquel día en especial no se daban el suficiente abasto con los que ahí trabajaban por lo que tuvo que cubrir horas extra realizando parte del trabajo que no le correspondía, además de que su jefe directo se encontraba enfermo, al parecer se le había detectado principios de tuberculosis y su salud se debilitaba un poco mas con el paso de los días.

Las calles se encontraban oscuras, iluminadas apenas por las farolas que titilaban cada cierto tiempo, señal de que se encontraban en mal estado… no había ningún alma transitando por ellas, comenzaba a hacer algo de frío, y se maldijo por no tomar algún suéter esa mañana. El sonido de sus tacones hacían eco en el suelo duro y frío por lo que algunos perros comenzaron a ladrar; no era ninguna miedosa ni mucho menos, si se encontraba con algún degenerado se las tendría que ver con ella, de eso estaba segura.

Un pequeño escalofrió subió por su columna al sentirse observada, volteó hacia ambos lados… nada… entonces miró hacia atrás… aun nada. Tal vez sería su imaginación que le hacia una mala jugada en esos momentos. Podía percibir su propio aliento, agitado… caliente… pesado; de repente el sonido de una piedra romperse en el suelo le llamó la atención, definitivamente había alguien más en la que creía era una desolada calle.

Pasos… cada vez más cerca de ella, ¿se estaba acercando? ¿Correr… gritar… esconderse o enfrentarlo? ¿Qué haría en ese momento?, no estaba del todo segura pero pronto lo averiguaría. Una mano fría se posó en su diminuto hombro, la adrenalina era demasiada… su corazón palpitaba desenfrenadamente, el sudor comenzó a formarse en su frente y manos, las pupilas dilatadas le dieron una mejor visión del lugar… la mano la giró lentamente hacia su dueño y entonces lo vio, frente a ella se encontraba un hombre mucho más alto que ella, inclinado hasta su altura… mirándola con esos ojos penetrantes que juró que por un momento pudo observar como éstos brillaban con un hermoso tono dorado, pero fue solo un instante pues rápidamente se enfriaron en un tono marrón.

-Disculpe… creo que la he confundido con alguien más…- el misterioso hombre habló con una voz ronca que hizo que a la pelinegra se le erizara la piel, de inmediato él apartó su mano del cuerpo de la misma y miró hacia los lados…

Ella aun seguía sin poder articular palabra alguna, estática… al momento en el que él la giró, casi suelta un chillido, pero debido a que su garganta estaba casi seca le fue imposible realizar semejante acto.

-¿Se encuentra bien?... hey…- el hombre le pasaba la enorme mano delante de ella tratando de llamar su atención, y ciertamente tenía una pequeña sonrisa bien disimulada en el rostro que gracias a la oscuridad le fue imposible captar a la mujer.

Algo en la mente de la pelinegra hizo click, pareció despertar y algo confundida observo a su alrededor y luego lo observó a él, parpadeó varias veces antes de hablar.

-Imbécil… casi me da un infarto- llevó su mano a su pecho haciendo énfasis en lo antes dicho-¿Cómo se le ocurre andar a estas horas de la noche por la calle asustando a mujeres?…- estaba a punto de darle una cachetada cuando éste la detuvo en el acto.

-Ya le dije que me he equivocado, estaba oscuro y mis razones para estar a estas horas por la calle no son de su incumbencia- pero todo lo contrario a sus palabras, jaló a la pequeña mujer hacia una farola que estaba encendida.

Entonces la vio… estatura pequeña, cabello corto y negro, casi azulado… nariz pequeña y finos labios, piel blanca y al parecer suave al tacto, pues aun mantenía su mano en la muñeca de ella, algo se removió en su interior, era todo lo opuesto a lo que él esperaba. Aun así no le desagradaba.

-Como sea… no seguiré perdiendo el tiempo con usted…- y sin más se volteó y se marchó de ahí, dejando al hombre parado con la mirada en ella, viendo como se perdía a la distancia entre la espesa niebla.

Dos días después aquel sujeto apareció de nuevo frente a ella, esta vez la esperó afuera del lugar donde trabajaba… al salir lo vio recargado sobre la pared con las manos en los bolsillos mirando hacia el cielo nocturno.

-¡¿Qué demonios hace aquí?!...-demandó ella en un tono algo furioso.

-Pues es demasiado obvio que he venido a verte- enarcó una ceja mientras observaba como su cara se transformaba debido al enojo.

-¿Cómo sabias donde encontrarme?... ¿acaso estas observándome?- una sensación al que no supo darle nombre se instaló en ella…- responde…-

-No- una pequeña sonrisa se formó en su rostro, pues era lo que había hecho, el día anterior regresó al lugar donde la conoció y camino un poco, casi a la misma hora, la vio salir de ese mismo edificio, y ahora estaba ahí de nuevo…-digamos que fue simple casualidad… como la otra noche…-

-No me salgas con esas estupideces… estabas siguiéndome esa noche y es claro que lo has vuelto a hacer… así que dime, que rayos quieres o llamaré a la policía en este instante-no había ninguna duda en esas palabras y él lo sabia… no era conveniente que eso pasara.

-Escucha… solo quiero disculparme por lo de la otra noche, y… quería invitarte a cenar… eso es todo… así que dame el si de una buena vez maldita enana- eso alteró todavía más a la mujer, como se atrevía ese imbécil a llamarle de esa manera.

Tras unos minutos de discusión e insultos, la mujer aceptó ir con él a cenar… sin pensarlo la noche transcurrió aparentemente tranquila… cenaron, conversaron y él la acompañó a su casa… el segundo grave error en esa noche.

Así los días transcurrieron y con ello las salidas nocturnas, cada día la esperaba a las afueras del gran edificio, siempre tratando de pasar desapercibido pues debido a su extravagante cabellera eso resultaba casi imposible. Las conversaciones se hicieron más frecuentes, pero era más que evidente que había cierta atracción entre ambos… aun así durante todo ese tiempo habían permanecido como "amigos" según palabras de ella, pues debido a su trabajo no podía darse el lujo de tener algo mas, con nadie.

Un mes más había transcurrido, los sucesos en la ciudad se volvieron a repetir, justo como el mes pasado, en el que su equipo estuvo demasiado ocupado debido a un caso que la policía trataba de resolver y que ellos debían sacar a la luz, en ese momento había ocurrido lo mismo. Habían encontrado a una mujer muerta dentro de un contenedor de basura cercano a un puente, la causa de muerte… apuñalada en varias áreas importantes del cuerpo con un arma blanca…

Las fotografías del cadáver eran algo brutales, pues incluso el rostro de la víctima había sido desfigurado, al parecer el arma había sido incrustada a un costado del abdomen de la joven… otras más se apreciaban en su pecho a la altura del esternón y por si fuera poco los brazos y las piernas también habían sido marcados.

La policía llevaba tras la pista del sujeto en cuestión desde hacía algunos años, pues sospechaban que se trataba de un asesino en serie, debido a la evidencia encontrada y al tiempo en el que éste cometía sus delitos, los patrones de las víctimas eran similares, cabello largo y castaño, jóvenes… no más de treinta años y de buena complexión.

La pelinegra leía todo aquello con un pequeño nudo en la garganta, debido a que su hermano era jefe de la policía, éste le contaba un poco más de lo que su equipo recolectaba, ésta vez había cedido a mostrarle esos documentos y como un colaborador para el periódico en que trabajaba había dado la autorización para que la información se difundiera advirtiendo así a la ciudadanía.

-Es algo demasiado horrible como para publicarlo… ¿no crees?...- Hisagi, un pelinegro alto y fornido con un pequeño tatuaje con el numero 69 era el fotógrafo que trabajaba para el periódico, pero en esa ocasión había sido requerido por la policía en el caso- ¿lo harás?-

-Por supuesto… es demasiado bizarro debo decir, pero es nuestro deber Hisagi-

-Rukia… ¿la policía ya tiene pistas de él?-tomó las fotos y las metió en un folder amarillo.

-Nii-sama lleva en el caso por mucho tiempo y aun así… aun no saben la identidad del maldito bastardo…-

-Solo espero que lo atrapen pronto…- Hisagi salió del cubículo y se encamino con las fotos al departamento de la sección de sucesos en donde entregaría las fotos para su posterior publicación junto con el articulo.

-Yo también…- y sin más se levantó de su asiento, por ese día había terminado su labor.

Como siempre él se encontraba esperándola en la oscuridad de la fría y negra noche, ambos se dirigieron al departamento de ella. Al llegar al mismo, Rukia se dejó caer en uno de sus sofás… cerró los ojos y acomodó la cabeza en el respaldo de la silla.

-¿Estas cansada?- se acercó a ella y comenzó a darle unos pequeños masajes en el hombro.

-Ichigo… las cosas en el trabajo se están poniendo bastante pesadas… debido a todo lo acontecido el día anterior el trabajo se ha duplicado- le palmeó el lugar junto al suyo y éste de inmediato acudió a su llamado-el asesinato de este mes ha sido toda una noticia… el maldito bastardo aun no da la cara y mi hermano piensa que esta vez sí podrá atraparlo, y ojala así sea…- sintió como el cuerpo del muchacho se tensó y la mano que tenía en una de sus piernas realizó una pequeña opresión.

-Mejor no hablemos de trabajo… - dio un largo suspiro y la miró.

-De qué quieres que hablemos entonces… fuiste tú el que preguntó…-

-Pues… no sé, hablemos del clima… de la noche… de tu… y yo…-su voz sonaba mas ronca de lo normal, lentamente fue acercándose a ella acunando su cabeza en el cuello de la joven.

-Pe…pero que haces… Ichigo…- el hombre comenzó a darle pequeños besos en el cuello pegando mas su cuerpo al de él- ichi… ¿Qué…?... –un rubor subió hasta su cara, sentía la cara arder ante aquellas caricias que su cuello recibía.

-He esperado mucho tiempo por esto Rukia, y ya no puedo más… te deseo, te deseo tanto- y tras terminar de decir aquello tomó entre sus manos la cara de Rukia y la besó, no fue para nada un beso tierno como ella esperaba, más bien era uno demandante y apasionado… mordiendo uno de sus labios obligó a la pelinegra a darle acceso a su boca e introducir su lengua saboreando cada parte de la misma.

El agarre en la pequeña cintura de la pelinegra se hizo más fuerte, sin pensarlo dos veces la sentó a horcajadas sobre su regazo, estaba tan excitado que no se percató de los intentos de la pelinegra por zafarse del mismo pues el aire ya le exigía a sus pequeños pulmones por algo de aire.

El pelinaranja le dio tregua y despegó sus labios de los de ella… se veía agitada con los labios hinchados, las mejillas rojas y el cabello algo revuelto…

-Ichigo…. –llevó sus dedos hasta sus labios, en los que aun sentía el contacto de su acompañante- yo…-

-Vamos Rukia sé que tú también lo deseas, pude sentirlo en ese beso… -volvió a besarle el cuello mientras sus manos viajaban hasta sus piernas, las acarició sin ningún rastro de vergüenza- ahora es cuando… - sin esperar respuesta se levantó junto con ella, por inercia ella enroscó las piernas en la cadera del pelinaranja y se aferró a su cuello. La llevó directo a su habitación y la dejó caer en la cama sin ningún tipo de delicadeza.

Se quitó la camisa y la tiró a un lado sin importar en donde cayese… ella simplemente le contempló… no cabía duda de que tenía un buen cuerpo y ahora estando frente a ella sin nada de la cintura para arriba podía confirmarlo. Rukia se sentó al borde de la cama y acercó sus manos al torso del muchacho, acariciando la piel expuesta, Ichigo solo se limitó a cerrar los ojos disfrutando del contacto; si no la tomaba en ese momento se volvería loco… la empujó de nuevo a la cama y se posicionó sobre ella atacando de nueva cuenta su cuello, leves gemidos salieron de la boca de ella.

Le desabrochó la blusa con desesperación y la arrojó en algún lugar de la habitación, y realizó la misma acción con el pantalón de tela que tenia… ahora debajo de él se encontraba una Rukia en sostén y pequeñas bragas… Ichigo se relamió los labios ante la visión. La tomó del rostro y la volvió a besar con tanta intensidad que sentía que le devoraba la boca, siguió así por un largo rato hasta que se les acabo el aire de nuevo, fue en ese momento en el que Rukia aprovechó para quitarle los pantalones al pelinaranja para luego ser ella misma la que se quitara el sostén con un lento movimiento, pero de inmediato se tapo los pechos con ambas manos.

Sentía un poco de vergüenza al estar en esa situación, pero eso a Ichigo no le importaba, pues tomó ambas manos y las apartó… tomó de la barbilla a la pelinegra y la volvió a besar, no perdió el tiempo pues sus manos comenzaron a acariciar los pequeños pero firmes pechos, aun con sus bocas juntas escuchó un leve gemido por parte de ella. Ya era suficiente, su lado racional se había ido y sus ojos ahora tenían un tono más vivo… un amarillo, oro fundido sin duda; deslizó el pequeño trozo de tela que le quedaba a Rukia, mejor dicho lo desgarró de su cuerpo y sin perder más el tiempo la penetró y vio la expresión que tenía en ese instante… los ojos cerrados, las mejillas mas rosadas que cuando se besaron en el sofá, su pequeña boca entreabierta soltando un sonoro gemido de placer ante la intrusión.

-Ru… Rukia… - susurró cerca de su oído y en ese momento comenzó a moverse, saliendo de ella para luego penetrarla con más fuerza una y otra vez. Se sentía tan bien, estrecha, cálida, húmeda… era el paraíso; cada vez más aumentaba el vaivén de sus caderas llegando más hondo, ella se limitaba a gemir bajo él y clavarle las uñas en su fornida espalda, estaba cerca, lo sentía…

-Por favor… Ichigo… más… - los ojos de Rukia se encontraban cerrados presa del gran placer que sentía en ese momento, pero aun así no le era suficiente, su cabello se encontraba mojado debido al sudor que emanaba de su pequeño cuerpo… se mordió los labios para ahogar los sonoros gemidos que salían de ésta.

Ichigo no se negó al deseo de su compañera y aumentó aun más el ritmo de las embestidas, la pelinegra dejó de presionar las sabanas con sus manos y buscó la boca del pelinaranja, una vez logrado su objetivo las bajó de nuevo buscando las manos de aquel hombre con el que estaba… entrelazó sus manos con las de él… y tras unas cuantas embestidas más, ambos llegaron al más placentero clímax que jamás habían experimentado en sus vidas.

Con la respiración aun entrecortada de ambos, se miraron… el pelinaranja salió de ella escuchando un leve suspiro, se dejó caer a un lado de la cama mientras jalaba la sábana para cubrirlos a ambos. De inmediato Rukia se acomodo en su pecho mientras él le pasaba un brazo por la cabeza y aferraba su pequeña cintura con la otra, estaban exhaustos y no supieron en qué momento cayeron dormidos.

Desde aquella noche, nada volvió a ser igual… era solo cuestión de tiempo para que todo cambiara…

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gracias por leer... espero saber su opinión acerca de esta historia...

con respecto a mis otras historias... espero poder actualizar pronto, no las abandonare y felices fiestas ^.^/