¡Hola! Gracias de antemano por caer en este espacio. Comentaros que es mi primer fanfic y no suelo escribir, pero el universo de Dragon Age ha hecho que empiece a cogerle el gusto a la escritura. Espero que os guste. Cualquier crítica constructiva será bien recibida. ^^

¡Un abrazo!

- P.D: Todos los personajes y mundo pertenecen a Bioware. Yo los he tomado prestados para hacer mi propia versión de la historia.

- P.D2: Esta maravillosa portada está hecha por la increíble artista Wendy (prayfotheinquisitor en Tumblr y hhawkeward en Twitter) Esta escena se da en los capítulos finales de esta primera parte. :)


"Provisiones"

["...ella es como la naturaleza misma: es cruel, sabia, fuerte, benévola…es frío y calor, es arriba y es abajo. Pero también es odio y es amor."]


"Hahren, no entiendo por qué tengo que ir con Fenarel a Gwaren otra vez esta semana. ¿No puede ir Tamlen con él? Necesito practicar más con el nuevo arco que me ha tallado el maestro Ilen" –

"Fenarel está acostumbrado a negociar con los shems, pero necesito que alguien le proteja y Tamlen no es tan habilidoso con el arco como lo eres tú, Da'len" – dijo la custodia Marethari mientras fruncía el ceño en señal de desaprobación. "Además, Tamlen tiene que realizar los arreglos de la cerca donde residen las Hallas. Los lobos cada día están más inquietos. Parece que cada vez somos menos bienvenidos en el Bosque." –

"…Pero Custodia yo…" –

"Lyna, no discutas más. Haz lo que te he dicho. Busca a Fenarel y marchad de inmediato. Necesitamos provisiones para nuestro viaje".

Lyna no pudo contener el suspiro de impotencia que brotó de sus labios, "… ¡Uh! Está bien…haré lo que me ordenas, pero espero no estar de recadera todos estos días antes de partir. Necesito acostumbrarme a mi nuevo arco porque si no seré igual de inútil que Tamlen con él" dijo con cierto tono de broma.

Da'len!.." –

"Sí sí, ya sé… ma nuvenin Custodia...ya me voy" refunfuñó Lyna mientras salía a zancadas del carromato de la custodia.

Lyna Mahariel era una chica complicada, llena de energía, de vitalidad, pero tremendamente indisciplinada y testaruda. "Después de todo la sangre de su madre corre por sus venas…" pensó la custodia. Su madre era igual de apasionada, hasta que esa pasión (o quizá fue amor…) le hizo morir de dolor. La juventud de Lyna le hacía más temeraria y menos cuidadosa. Sentía una fascinación por los shemlen que la Custodia no llegaba a comprender. Era muy alegre, hábil con el arco y terriblemente ágil para sus 19 años de edad. Le ponía pasión a todo…quizá demasiada en momentos. Sin duda era un orgullo para su clan, pero aún le quedaba mucho por aprender. Era fuerte, decidida y no sentía prácticamente miedo a nada ni nadie. Sus compañeros del clan la admiraban y algunos sentían cierta devoción por ella, sobre todo desde que fueron testigos del momento en que ella se hizo adulta a una edad más temprana de lo normal. Marethari aún recordaba el rito: ella concentrada en tallar en la piel de esa chiquilla, de apenas 13 años, el Vallaslin honrando a la diosa Mythal; un gran honor entre los Dalishanos, pues a Mythal se la consideraba especialmente poderosa e importante en su pueblo. Mientras tatuaba cada curva, cada figura con precisión y fuerza, Lyna sólo miraba el firmamento, con esa mirada que ella sólo hacía cuando se sentía totalmente decidida. Durante 7 largas horas, Marethari tatuó su cara y durante todo ese tiempo, Lyna no parpadeó, no mostró debilidad alguna, ni un sólo gemido de dolor, ni un temblor, ni un atisbo de duda en sus ojos. Cuando la custodia hubo terminado, Lyna se levantó y girándose hacia Marethari, dijo "Ma serannas Custodia. Honraré a mi clan llevando con orgullo las marcas de mi pueblo y mi cultura." Y así como lo dijo, cogió su arco y se fue al bosque sola sin mediar otra palabra. Después de 2 horas ausente, volvió con varias presas para la cena como si nada hubiera sucedido. Todos los del clan, sobre todo Tamlen y Fenarel, se quedaron varios minutos sin poder articular palabra, mirándose los unos a los otros. Algunos incluso murmuraban palabras de sorpresa, pero lo que ella vio en los ojos de esos muchachos fue reverencia y rendición ante tal determinación; Lyna representaría el poder vital de la naturaleza en sí misma, se convertiría en un gran miembro de su clan y, por mandato de los creadores, en algo excepcional que sólo el tiempo sería capaz de dilucidar.

Marethari se encontraba tan ausente en sus pensamientos que no oyó cuando Tamlen entró en el carromato hasta que el chico tocó su hombro "…Ehm… ¿Custodia?... ¿Querías verme?".

"¡Oh, Tamlen!, sí…perdona, estaba un poco distraída."

"Parece que últimamente todos están distraídos, custodia. Acabo de ver pasar a Lyna con cara de pocos amigos, dirigiéndose donde el maestro Ilen. La saludé y ni me miró. Imagino que va a entrenar con él, como cada día, aunque no llego a comprender por qué está de tan mal humor" dijo Tamlen con cara de tristeza.

"Eso es porque no va a entrenar, Tamlen. La he enviado con Fenarel a Gwaren a por provisiones e imagino que ha ido a avisar a Ilen de su marcha con lo que no podrá entrenar en unos días" dijo pensativa Marethari.

"¿Qué? ¿Con Fenarel? ¿Y por qué con él?"- dijo tenso Tamlen.

"Fenarel está acostumbrado a las ciudades shemlen y a la superchería típica de estos lugares y Lyna es la mejor arquera de nuestro clan. Enviar a otros miembros o a más de ellos, no haría sino poner en riesgo el trayecto y al clan entero. Dos elfos llaman menos la atención que tres ¿no crees, Da'len?" – dijo la custodia al tiempo que le colocaba un vial de barro en la mano a Tamlen.

"Ahora ve donde Maren y dale esto de mi parte. Tenemos una Halla a punto de dar a luz y esto la ayudará a tranquilizarse."

"…Pe-pero custodia, yo podría ir con Lyna también. Estoy acostumbrado a tratar con los sucios shems. ¿Qué pasaría si algo malo le sucediera? Fenarel no podría protegerla y además…"

En ese momento la custodia no pudo evitar soltar una risita de picardía – "jajaja Da'len, ella es capaz de cuidarse sola incluso mejor que nuestros más que experimentados guerreros. ¿Te olvidas que ella es aprendiz de Ilen, antiguo miembro de los Elfos Nocturnos?"

"…S-sí custodia, pero yo…" dijo nervioso Tamlen mientras jugueteaba con el vial que le había dado la custodia.

"Podrás engañarla a ella, podrás intentar engañarte a ti, pero Da'len…tú y yo sabemos que son los celos los que te hacen hablar, no la preocupación por su bienestar" – dijo Marethari conservando la sonrisa.

"…Ehm…yo…no…custodia, yo no….sólo me preocupa que le pueda pasar algo…eso es todo…" Tamlen no pudo evitar sentirse desnudo, avergonzado e incluso nervioso ante tal afirmación. ¿A quién iba a engañar? Desde que era niño sentía admiración por Lyna, y después de todo el clan era pequeño. Todos deberían saber a estas alturas que él sentía algo más por ella, ¿no? Al menos para la custodia era cristalino. Se quedó mirando fijamente a Marethari mientras ella le miraba a él con esa sonrisa que decía más de lo que callaba y no pudo evitarlo…

"…Ajjj, pero es que no confío en las intenciones de Fenarel cuando están a solas. Y ella comparte constantemente muchos momentos con él; ¡Siempre está con él! ¿Por qué no conmigo? ¿Por qué me evita a veces? Somos amigos desde niños…pensaba que quizá…yo podría llegar a ser….no sé… algo más que un amigo…"- En ese momento se dio cuenta de que sonaba como un niño shem mimado, demandando algo que no era suyo en ningún aspecto. Miró la expresión sombría de Marethari y resumió:

"Lo siento hahren. Ha sido demasiado infantil por mi parte." – mirando avergonzado hacia el suelo, Tamlen sintió cómo sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas pero tragó fuerte y pudo contenerlas para así no poner más en evidencia sus sentimientos.

"Da'len, siento que tu corazón esté sufriendo tanto pero Lyna siempre ha sido una chica solitaria. Aprovecha lo que se le presenta, es fuerte y ambiciosa, y aunque es miembro del clan desde que nació, ella siempre ha estado por su cuenta. Mi consejo es que intentes apaciguar esos sentimientos hacia ella porque si no lo haces, podrías padecer de un mal aún mayor. El destino de Lyna es incierto pero está lleno de dolor. Un dolor que afectará a todo aquel que la ame."

"..¿Q-qué intentas decirme, custodia? ¿Que ella se irá? ¿Que ella no ama a nadie? Me niego a creerlo… ¡Ella es la mejor de nosotros! ¡Ella ama a su clan! Ella…" dijo furioso Tamlen.

"Calma Da'len." – interrumpió Marethari "Lo que ella vaya a hacer es su decisión. Nadie podrá detenerla si ya lo ha decidido. Lo que intento decirte es que ella es como la naturaleza misma: es cruel, sabia, fuerte, benévola…es frío y calor, es arriba y es abajo. Pero también es odio y es amor. Ella ama a su clan, de eso no hay duda, pero en su corazón arde algo que ni tú ni yo sabemos con certeza. Algún día descubriremos lo que el destino tiene preparado para ella. Tan sólo preparemos nuestros corazones para asimilar que quizá, en ese destino, no estemos ni tú ni yo ni el clan." La custodia sentía lástima por Tamlen. Él siempre resultó ser un niño dulce, muy predispuesto a ayudar a todos, aunque algo inseguro y el verle así, tan perdido, tan triste, no pudo evitar sentirse en parte culpable por ello. Pero él no entendía que Lyna estaba preparada para algo más grande, para algo que ni ella misma era capaz de adivinar. "Lyna…" –pensó - "Sin duda eres hija de tus padres".

Tamlen temblaba. No sabía si de rabia por las palabras de la custodia, o de impotencia por saber que lo que Marethari decía era cierto; Lyna era imparable. Precisamente aquello que podía llevarla lejos de él y su clan, era lo que más le gustaba de ella. ¡Qué ironía! ¿Verdad?

Susurrando las palabras como si diciéndolas en alto fueran a hacerse más reales, dijo – "…Ah, custodia… tienes razón, como siempre. Llevo tantos años pensando en ella como algo más que un símbolo, que me cuesta verla como realmente es. Pero es que es tan especial que….que no puedo soportar la idea de perderla….ehm…digo, de que la perdamos todos. Tan sólo espero que el destino le traiga felicidad, sea donde sea que la lleve." Ahí no pudo soportarlo más y dejó escapar una lágrima.

Marethari conocía muy bien ese sentimiento y sin darse cuenta, se vio abrazando a Tamlen intentando consolar ese conflicto interno que sabía que él estaba combatiendo en silencio. "Shhh, Tamlen. Ir abelas Da'len. Quizá si intentas conciliar con ella esos sentimientos, puedas encontrar la paz. Ella te quiere mucho más de lo que crees. Intenta abrir tu corazón. Puede que te sorprenda." – acto seguido la custodia apretó fuerte los hombros de Tamlen y dijo "No demos más vueltas sobre el asunto, pues aún reside en ti el dolor y la incertidumbre ¿te parece?"

"Ma nuvenin custodia, tienes razón. Quizá cuando regrese de su viaje a Gwaren o antes de que se vaya, hable con ella. Después de todo es mi mejor amiga, ¿qué puedo perder?" – Tamlen se secó la lágrima y continuó "Ma serannas Hahren, iré a darle esto a Maren y me pondré con la cerca de las Hallas. Después del ataque de los lobos, ha quedado seriamente dañada y tengo mucho trabajo por delante" dijo Tamlen con una media sonrisa al tiempo que se daba la vuelta para salir del carromato.

"Dareth shiral, Da'len." – Marethari vio cómo Tamlen se marchaba aún con esa triste sonrisa de resignación en su cara. "Él tendrá que aprender a curar su corazón…" – pensó mientras suspiraba al tiempo que se volvía a sentar delante de su mesa.

Esta vez, su mente voló seis años atrás, justo cuando el clan, en silencio, comía las presas que Lyna había traído aquel día del rito de conversión a adulto. Aún recordaba cómo los miembros del clan la miraban con asombro, algunos incluso miedo, pero en aquel momento Lyna se ganó el respeto de todos. Fue entonces cuando Ilen quiso, por primera vez en décadas, acoger a un aprendiz bajo su tutela. Él llegó a convertirse en casi un padre para ella. Le inculcó disciplina en el combate, le llenó la cabeza de historias sobre la ocupación, sobre las guerras contra el usurpador, la entrenó en todas las técnicas de sigilo, sombra, y espionaje. Pareciera que la estaba preparando para la guerra. Una guerra que nadie sabía aún. Ella aprendía velozmente, era como una esponja; asimilaba hasta los gestos y expresiones de su maestro. A veces Marethari observaba cómo Ilen era implacable en su entrenamiento. Usaba un palo de madera de roble, fino como una ramita de raíz élfica pero flexible y tremendamente densa. Cada vez que Lyna cometía una falta, sacudía la rama de roble y, con la punta, golpeaba la zona del cuerpo de Lyna que era causante del error. Muchas de esas veces, le golpeaba la cabeza dándole a entender que debía concentrarse más, que debía controlar su mente para controlar su cuerpo. Ella nunca cejó en su empeño de mejorar, nunca cuestionó las órdenes de Ilen (no se puede decir lo mismo en el caso de Marethari), nunca replicó o gimió de dolor ante las interminables horas de práctica y las innumerables heridas que se formaban en sus manos, piernas, cara y torso. Es como si su cuerpo se estuviera preparando para una tormenta; una tormenta que tuviera que atravesar ella sola. Desde los 13 años ella entrenó día y noche, lloviese o nevase, en mitad de un río, de un bosque, de un claro…Ilen era implacable. Le enseñó a trepar árboles como si fuera etérea, aprendió el arte del ataque con dos puñales al tiempo que logró la maestría del arco largo y corto. Su carcaj no lo llevaba en la espalda, a pesar del asombro de muchos de los cazadores, ella prefería llevarlo colgado del cinturón de su armadura de cuero de halla. Decía que así podía controlar mejor la cantidad de flechas que tenía, así como verter la cantidad justa de veneno para herir y no matar, además que, al tener las flechas pegadas a su cadera, ella era aún más rápida con el arco.

Marethari nunca había visto tanto talento en un arquero…quizá en Ilen antes de que dejara de practicar con el arco y espadas para convertirse en maestro artesano. Ella nunca entendió por qué él decidió alejarse de la senda del guerrero. Quizá se dio cuenta de que la época de gloria y venganza habían pasado. Después de todo, de niño, él vivió en la elfería de Denerim. Fue de allí de donde huyó para unirse a la guerrilla de los Elfos Nocturnos creada por Loghain en la época de la ocupación de Orlais. Sin duda una vida intensa e interesante…una vida que atrajo a Marethari desde que le conoció por primera vez.

Su mente intentó desviar el recuerdo pero no pudo evitar recordar esas largas noches a su lado, cuando con sus dedos ásperos por las innumerables batallas vividas, acariciaban su cuello y hombros. Dedos que despertaban ese fuego que creía inexistente en ella.

Marethari sintió un escalofrío. Ella no debía estar recordando eso. Hacía tiempo que ya lo suyo con Ilen había terminado y no precisamente bien. Ella tuvo que convertirse en custodia y, al no ser capaz biológicamente de poder engendrar hijos, decidió alejar a Ilen para siempre con la esperanza de que él formase una familia. Él amenazó con abandonar el clan y a ella, pero al final se quedó y no se unió a nadie más, sumiéndose en la más absoluta soledad y apartándose de ella. Parece ser que, después de todo, los elfos suelen unirse para siempre de una forma u otra... pensó.

Con la llegada de Lyna, ella sintió que quizá los dioses le daban una oportunidad de sentir lo que era ser madre, al menos en parte. La acogió como si fuera una hija, y al cabo de un tiempo, Ilen siguió sus pasos. "Un triste recordatorio de que ninguno de los dos tendríamos descendencia…" – pensó con tristeza. "No"- dijo – "No son buenos sentimientos lo que esos recuerdos me despiertan" suspiró mientras desviaba la mirada hacia el cajón donde guardaba con mimo el medallón que Ilen le había regalado la noche en que la pidió que se uniera a él.

"¿Qué recuerdos, custodia?" – escuchó decir a una voz detrás suya.

Sobresaltada, se dio la vuelta en un solo movimiento, y alterada descubrió que quien había entrado era Ilen. No pudo evitar abrir los ojos como si hubiera visto un demonio, y tartamudeando dijo

"I-Ilen, no sabía que estuvieras a-aquí. En… ¿en qué puedo ayudarte?" – intentando controlar el nerviosismo, se levantó de la silla pero se tropezó con el borde de la mesa y casi se cae al suelo de no ser por la mano firme que la sujetaba en ese momento. Ella levantó la mirada y vio cómo Ilen la miraba intensamente y sin soltar su brazo, dijo:

"¿Estás bien, custodia?... ehm… No pretendía alarmarte." – dijo con una media sonrisa al mismo tiempo que se inclinó para sujetarla con la otra mano y así incorporarla del todo.

Ella sintió cómo su cara se tornaba roja, no podía parar de temblar. Ese hombre rompía todos sus muros. ¿Cómo era posible que, ella siendo la custodia, el guía de su clan, fuera tan débil cuando de Ilen se trataba? ¡Por Mythal! Ella debía ser más fuerte y ahora parecía una adolescente.

Al incorporarse y levantar la mirada al tiempo que alisaba su túnica, descubrió que él había dado un paso más hacia ella, invadiendo así parte de su espacio personal, y seguía sujetándole los brazos, mientras llevaba con orgullo esa estúpida media sonrisa que tantos recuerdos le traían a ella.

Su mente pensaba: "Marethari, corre, huye, aquí no estás a salvo" y su corazón gritaba "Tantos años sin tenerle así de cerca, tantos años perdidos, tanto dolor… ¿para qué?". Viendo el conflicto que reflejaban sus ojos, Ilen dio un paso atrás, liberando sus brazos y aclarándose la voz, dijo:

"Ir abelas, custodia. No debía haber pasado sin llamar primero… ¿Cómo es ese dicho? Viejas costumbres mueren lento…creo". Esto provocó que ella se sonrojase aún más y él no pudo evitar sentirse igual. Para romper con el silencio incómodo y para evitar salir corriendo, Marethari habló

"No hay problema Maestro Ilen, simplemente estaba concentrada en mis pensamientos y no me esperaba otra visita". Logró controlar su nerviosismo al final, pero su corazón seguía latiendo fuerte en el pecho.

Él, ofendido por el uso de su título de maestro y la frialdad con la que le habló, respondió "Si así lo dice, custodia. Simplemente he venido porque Lyna me ha contado que la has enviado junto a Fenarel a Gwaren a por más provisiones. Creía que ya teníamos todo lo que necesitábamos, hahren." ¿Hahren? -pensó ella- ¿Desde cuándo él era tan formal? "Está intentando enfadarme, pero no lo conseguirá" reflexionó.

"Bueno, maestro, como bien sabrás el camino que nos espera por delante no es muy amable y en Gwaren podemos conseguir más telas, comida y materiales que quizá más adelante no consigamos. El bosque no está en armonía y siento que algo terrible se acerca. Necesitamos estar preparados ante cualquier eventualidad" – dijo con firmeza mirándole mientras cerraba sus manos detrás de su espalda.

Meditando las palabras de la custodia, Ilen preguntó "¿Algo que ver con el Velo, custodia? Yo he sentido a las hallas muy inquietas últimamente, y no toda la culpa es de los lobos. Me he… ehm… me he aventurado alguna que otra noche más allá del tramo sur del bosque de Brecilia y he sentido el bosque demasiado silencioso."

"¡Ilen! Eso ha sido muy imprudente por tu parte. No debes ir solo a explorar. ¿Qué pasaría si te ocurriese algo? ¿Qué pasaría si…?" – en su garganta murió la pregunta. Sintió cómo sus ojos ardían de dolor ante la imagen del cuerpo sin vida de su amado…Debía controlarse, no podía dejar fluir sus miedos así.

"¿Qué pasaría si…qué, custodia?" – dijo Ilen mientras daba un paso al frente, con mirada seria y ceño fruncido. "¿Qué más da lo que me pase? Yo morí hace años…" – Sentía que la rabia estaba a punto de dominarle y para evitar hacer algo de lo cual podría arrepentirse más adelante, concluyó – "Eso no importa ahora. Lo que importa es que Lyna tiene un entrenamiento que terminar con su arco nuevo. Espero que esta sea la última vez que ella tenga que abandonarlo para ir de recadera a un pueblo a por provisiones. Ella es mi aprendiz y está bajo mi tutela. La próxima vez agradecería que me comunicases primero tus intenciones, Marethari" – aún con su nombre en sus labios, se dio la vuelta y comenzó a andar hacia la puerta, hasta que sintió cómo una mano le sujetaba del brazo y oyó decir "Ir abelas, ma vhenan… yo… simplemente lo siento." Y le dejó ir. Él se quedó por un momento sin saber qué hacer. ¿Ma vhenan? – Mi corazón - ¿Por qué? ¿Por qué le seguía hiriendo después de tanto tiempo? Sin mirar atrás, abrió la puerta y escapó de aquella prisión de dolor. Con sus ojos fijos en su taller, decidió concentrarse en su trabajo y no pensar más en la agonía del pasado. "De nada vale ya… nuestro tiempo terminó… ya es tarde para arrepentimientos" – pensó.

Marethari se dio cuenta de que seguía teniendo la mano suspendida en donde había estado antes el brazo de Ilen. No podía articular palabra. "¡Le he llamado ma vhenan!" – pensó con terror. Temblaba de ira, de tristeza, de dolor por no poder calmar ese sufrimiento que tanto él como ella sentían desde hace años. Ella era la causante, ella era a quien debía culpar. Sintiéndose como una estúpida, bajó el brazo, decidió aclarar su mente y sentarse de nuevo en su mesa. Cerrando los ojos por un momento, sintió volver su voluntad. Abrió una vitela en blanco y se puso a escribir. Debía ocupar su mente con asuntos más acuciantes. Algo oscuro se acercaba, y no era el dolor por un amor perdido, era algo que cambiaría el transcurso de la historia. Lo sentía en sus viejos huesos y en su corazón. Los espíritus del Velo la estaban avisando y ella debía informar a otros clanes. Era su deber. No iba a fallarles a ellos también. "Quizá en Weisshaupt sepan algo más. Les escribiré a ellos primero" - dijo. Y con esto, su determinación se volvió férrea. Debían ponerse en marcha.


Hahren: anciano. Muestra de respeto

Da'len: pequeño, pequeño niño/a.

Ir abelas: Lo siento

Ma vhenan: corazón mío/ mi corazón.

Ma nuvenin: Como desees.

Ma serannas: Gracias.

Dareth Shiral: Buen viaje, viaja seguro, o como despedida.

Shems/Shemlen: Niños rápidos, haciendo referencia a los humanos. (Shem, es rápido, veloz).

Vallaslin: Escritura de Sangre. Tatuajes que representan la llegada a la adultez de los elfos dalishanos y que honran a los dioses del panteón.

Weisshaupt: fortaleza central de los Guardas Grises en las Anderfels.