Historia Original: Shingeki no Kyojin Manga

Relato: Siempre Fui Tuyo

Género: Drama, Romance

Idioma: español (castellano)

Autora: Sara Verset.

Reservados todos los derechos de autor/a

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SIEMPRE FUI TUYO

Los pasos de Eren Jeager son desconcertantes. Sus amigos desconfían y hasta el propio Armin Arlet lo percibe como un desconocido. Pero Mikasa Ackerman no pierde la fe, aún si él mismo se empeñe en hacerse odiar. EreMika. SNK. FanFic. Relatos. Drama. Romance. Amistad

UNO.

Cuando las bombas empezaron a caer cerca de palacio, Historia Reiss acababa de dar su última bocanada de aire antes de perder el conocimiento y quedarse tendida sobre la cama, con las sábanas se teñían de rojo bajo sus piernas. Su mano era sujetada por el hombre que la acompañó durante todo este tiempo. Ahora era apartado por el médico, siendo la matrona quien se encargó del bebé, el cual comenzó a llorar tras el instante de salir del vientre de su madre. Con las manos atadas y debiendo parar la hemorragia que hacía peligrar la vida de la reina, no tuvieron otra que echar mano de la primera persona que vieran. Porque el compañero sentimental de Historia acababa de sufrir un ataque de nervios que el médico debió atajar con un calmante.

Tras vocear el apellido Ackerman, una joven de cabello oscuro ingresó a prisa en la habitación, alarmada porque la llamaran. La matrona volvió a preguntar por su identidad para asegurarse. Le pidió que sostuviera al niño y permaneciera en la sala, al resguardo del frío donde el resto de sus compañeros esperaban con angustia reportes de lo que pasaba. Aunque, a juzgar por el cese de gritos de Historia, supusieron su alumbramiento. En un rincón, Mikasa encontró un sillón donde sentarse con el nacido en brazos, cuyos sollozos trataba de apaliar meciéndolo. Al tiempo que observaba la sangre derramada por Historia sobre la cama. Mientras el médico trataba de recuperar la respiración de la joven madre con presiones cortas y concisas, rogando porque regresara. Fue a los pocos minutos que su corazón volvió a latir y los dos expertos respiraron. La matrona se encargó de coser lo herido, mientras el médico trataba de limpiar a Historia, llena de sudor y sangre.

El niño dejó de llorar y quedó dormido en los brazos de Mikasa, quien sin pensar se levantó para acercarse al lecho donde dormitaba la reina. La vio, y lo que vio le sobrecogió. Al poco llegó alguien, una enfermera quien al parecer solía trabajar con el médico. Había tal caos en Paradis que entre enterarse sobre la reina y salir de su distrito le habían llevado tres horas, las mismas que Historia había tardado en alumbrar. La enfermera alargó las manos hacia la morena quien, despertando de su trance, insistió en ocuparse del bebé hasta que su madre despertara. La mujer no vio problema en que quisiera cuidarlo pero debía examinarlo. Por lo que la joven tuvo que abandonar la habitación. Nada más adentrarse en el salón sus compañeros se levantaron del asiento de un salto. Armin Arlet se acercó a Mikasa con pretensión de averiguar. La percibió menguada y eso aumentó su preocupación.

― ¿Y bien? ¿Cómo está Historia? ¿Qué ha sido del bebé? –preguntó apresurado Jean Kristein, adelantándose a Armin.

― El niño está bien –respondió Mikasa, dando a su vez la revelación del sexo del recién nacido- Pero…

― ¡¿Pero…?! –insistió Connie Springter ésta vez

― Historia está muy mal. Ha perdido mucha sangre. No saben si pasará de esta noche

Reunieron madera y encendieron la chimenea del salón antes de que la oscuridad cayera, consiguiendo calentar así otra parte de aquella vieja casa donde la reina se vio obligada a cobijarse los últimos tres días por temor a ser encontrada por indeseables traidores a la corona, renunciando a su antigua casa y al palacio que por derecho le pertenecía, un cómodo lugar donde podía haber dado a luz con todos los cuidados si no fuera por la situación de guerra.

Cayeron rendidos, arropados con las mantas sobre los sofás del salón. En uno, Jean y Connie, cada uno en una esquina. En el otro, Armin reposaba en un lado, siendo bien arropado por una Mikasa que no podía pegar ojo. Permaneció sentada en el sofá, con los brazos rodeando sus rodillas y los ojos puestos en el fuego del salón, cual devoraba incesantemente y sin compasión los troncos que recogieron. Se levantó para echar madera y leña, reavivando las llamas, quedándose cerca para aprovechar al máximo el calor. Miró por encima de su hombro en dirección al pasillo que llevaba a la habitación de Historia. Pensó en acercarse a la misma. Necesitaba saber cómo estaba. ¿Sobreviviría?

― Por favor… Otro no –susurró, con la imagen de Sasha Braus cruzándosele por la mente

Juntó sus manos, cerró los ojos e inició a murmurar un ruego. Un ruego que la misma Sra. Azumabito le enseñó y que le recomendó rezar por cada vez que se sintiera sin esperanza, por cada vez que tuviera un deseo profundo y verdadero. Por supuesto no garantizaba nada, quizá lo único que conseguía era menguar su angustia.

― Señorita Ackerman –pronunció una voz masculina. Mikasa volteó, comprobando de quién se trataba. Era el compañero de la reina, un joven rubio de ojos claros y alta estatura que parecía dudar entre acercarse o no a la chimenea. Parecía helado de frio porque se pegaba la manta enrolada a su alrededor todo lo que podía. La azabache le hizo unas señas invitándole a que se acercara- Mil gracias… –agradeció con timidez, estirando sus manos hacia el calor del fuego

― No hay por qué –respondió ella sin darle importancia- ¿Cómo está Historia?

― Sigue durmiendo. Parece que no quisiera despertar

― Normal. Aunque es increíble que aún respire. Después de toda la sangre que ha perdido…

― Sí, lo sé –terminó por decir- Mas no pierdo la esperanza, ¿sabe? Historia es preciosa y menuda, cualquiera que la ve piensa que es un tesoro delicado con riesgo de romperse en cualquier momento. Pero es una chica fuerte

― Después de asumir la corona por obligación y dirigir un reino, tener que ser madre antes de poder decidirlo por cuenta propia y comprometida a ser la siguiente portadora del titán simio… Supongo que sí. Historia es una mujer tremendamente fuerte. Más de lo que cualquiera pudo haber imaginado

― Veo que está al tanto de cada razón –dijo él, apenado

― Al fin y al cabo la seguridad de Historia es primordial para mí. Aunque no quiera, mi red de sangre se inclina a querer su bienestar en todo momento y saber de ella

― En la antigüedad, los descendientes de Ackerman y el clan asiático eran los más cercanos a la corona. Hasta que llegó el día que decidió separarlos. Supongo que usted guarda un resquicio de todo eso

― Y por lo que le escucho usted también está al tanto de la leyenda de mis antepasados

― Historia me cuenta muchas cosas. Sé que ella no me ama y me eligió como escudo para tratar de retrasar su fatal destino. Pero al menos tengo su confianza y eso me alivia. De alguna manera me valora. Aunque a veces se ponga de iracunda…

― Veo. Usted la quiere mucho –él se sonrojó bastante ante su comentario. Mikasa ladeó los labios es una liviana sonrisa. Saber que él la quería le tranquilizaba. Al menos eso ¿no? Él bostezó de largo, en sus pestañas aparecieron gotillas saladas y su respiración se hizo pesada- Creo que debiera dormir

― Sí. Buenas noches, señorita Ackerman

La muchacha devolvió el saludo, viendo como el joven rubio se alejaba en dirección a los aposentos de su pareja. Tras unos segundos el cansancio también la invadió y se vio obligada a reposar. Volvió a liarse la manta al cuerpo y reposó su cabeza en el otro brazo del sofá, mirando al techo, preguntándose por qué no había hecho más preguntas teniendo la oportunidad. Quería conocer la verdad del origen del hijo de Historia, si en verdad su pareja era una tapadera o si lo que le hicieron creer era una mentira. Mikasa rezaba porque los rumores no fueran ciertos. De ser así, el corazón se le rompería en pedazos.

En la mañana siguiente Armin la despertó. Sus ojos azules presentaban una tristeza sin parangón que no veía desde hacía tiempo. No la miraba a los ojos con esa seguridad innata que siempre demostraba él, incluso en los momentos más duros.

― Es Historia…ella…

La mención de su nombre fue suficiente para hacerla blincar del sofá. Salió disparada como una bala por el pasillo, seguida de su amigo, hasta llegar a su destino, la puerta de la habitación Historia. Sus compañeros permanecían alrededor de la cama donde yacía el cuerpo de la particular muchacha, murmurando entre dientes chirriantes, lágrimas y rostros de auténtica pena y un "Por Qué" cargado de impotencia. Fue como recibir un golpe. Con la boca entreabierta y los ojos húmedos, Mikasa se acercó cual zombie a un lado de la cama de la reina, poniéndose a la altura de su cabeza. Al otro lado de la misma, su enamorado sostenía su mano la cual besaba una y otra vez entre sollozos que trataba de ahogar y se agolpaban contra la palma y las sábanas. Gotas se agolparon en sus ojos plata y las lágrimas comenzaron a caer, deslizándose por sus mejillas con sutileza, casi sin ser consciente de ellas.

No podía creerlo.

Historia… ¿muerta?

Casi sin ser consciente, comenzó a temblar y esto no pasó desapercibido por Armin quién colocó una mano sobre su hombro. Pero Mikasa estaba tan atónita por el simple hecho de verla ahí, tan inmóvil cual muñeca, que apenas lo notó.

El joven padre cogió a su recién nacido hijo en brazos y lo tumbó al lado de su madre. Con los ojos aún sin abrir y su manita, tanteó y agarró la punta de un mechón de la cabellera rubia. El pequeño pareció reconocer a su madre, cuyo cuerpo aún conservaba algo de calor.

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Tras el one-shot de Con Sumo Cuidado me prometí que si se me ocurría hacer algo trataría de ser muy breve pero lo que se me vino era un tanto largo para considerarlo como un corto. Quiero terminarlo, esa es mi intención. Ojalá esa intención se convierta en realidad.

Ahora, adelante, comenten. Qué les ha parecido, qué les ha gustado o no… Esas cosillas. Me gustaría saber sus opiniones y saber si quieren la siguiente entrega. Para entonces, supongo me habré terminado Blood+, tiene sus años pero está bastante bien.

En fin… ¿LES HA GUSTADO O ES TAN HORROROSO QUE NI MERECE LA PENA?

Ya me dicen algo. Si eso, hasta entonces.

―Sara.