Prólogo.
No creía que alguien lo igualara. Esa belleza sobrehumana que él poseía, era algo imposible de igualar, o eso pensé, hasta que lo vi.
Los mismos ojos topacio, su misma sonrisa torcida, el mismo cabello broncíneo, y la misma piel pálida. Pero...No es él ¿Verdad? No, por supuesto que no lo es. Él no robaría sin una causa, él no estaría solo, y sin su familia, y sobre todo, él no mataría humanos, no especialmente para alimentarse. Él no es un asesino.
- Aléjate de ella, Eliott – Le gritó Edward, enseñando unos colmillos relucientes que hicieron que retrocediera. Su hermano solo se limitó a sonreír, con ese toque engreído y orgulloso.
- No te preocupes, querido hermano. No la tocaré, pero… ¿Y si ella quiere que lo haga? – Y rió amargamente. ¡Qué osadía por su parte! ¡Yo nunca dejaría a Edward por alguien tan bajo como él! ¿O sí? Era muy parecido a mi querido Edward ¿Caería en sus redes? Esperaba que no, aunque mis hormonas empiezan a responder ante su engreída y sensual sonrisa.
- No lo hará. – Respondió Edward, envolviéndome la cintura con uno de sus brazos. Eliott acercó su mano a su brazo y lo apartó con delicadeza de mí, a lo que mi vampiro gruñó.
- Soy igual que tú por fuera, pero soy mucho más tentador que tú por dentro. – Su sonrisa se alargó sensualmente hacia mí, mi corazón traicionero empezó a palpitar con demasiada fuerza. Él rió de manera sonrisa. - ¿Lo ves? Estoy seguro que no has hecho nada divertido con este bombón. ¿A que sí?
Edward gruñó fieramente, tanto por mi reacción, como por los comentarios. Esto sería una masacre entre hermanos. Y yo estaba en el medio.
