Primero que nada, quiero declarar que todos los personajes de este mundo son propiedad de JKR y que solo lo tomamos prestado para seguir soñando.
Nota de la autora: quiero agradecerles a las lectoras que han sido fieles a esta historia y pedirles de antemano una disculpa, y es que despues de leer los primeros capitulos de este fic como que no me convencieron asi que en un arrebato de inspiracion los reescribi. en esencia es lo mismo, espero que les guste.
I. OBSERVANDOTE
Si para recobrar lo recobrado
Tuve que haber perdido lo perdido
Si para conseguir lo conseguido
Tuve que soportar lo soportado
Si para estar ahora enamorado
Fue menester haber estado herido
Tengo por bien sufrido lo sufrido
Tengo por bien llorado lo llorado
Por que después de todo he comprendido
Que no se goza bien de lo gozado
Si no después de haberlo padecido
Pues después de todo he comprendido
Que lo que tiene el árbol de florido
Vive de lo que tiene sepultado.
Teresa de Avila
Asquerosa y repugnante sangre sucia, fenómeno de la naturaleza mágica. ¿Por qué no había muerto aquella vez del basilisco? ¿Por qué tenia que seguir existiendo? ¿Por qué continuaba respirando? ¿Por qué insistía en revolotear a su lado trastornándolo de esa manera? La odiaba, tenia que hacerlo y todo su empeño se centraba en conseguirlo. Cada fibra de su ser, cada partícula de su cuerpo, cada parte de él estaba concentrada en destruirla, en hacerla sentir miserable, en demostrarle cada día cual era su lugar y este se encontraba entre la basura.
-Draco, estas rasgando el pergamino- lo llamo Pansy ligeramente asustada mientras apoyaba su mano titubeante sobre la del rubio, quien aferraba violentamente la pluma ensartando la punta hasta tocar el banco. Su mirada acerada estaba calvada en un punto al frente que no lograba identificar, mientras que Draco no perdía atención a cada movimiento, a cada gesto que hacia aquella castaña dos asientos adelante. Llevaba años haciéndolo y ni siquiera se había percatado de que lo hacia, simplemente era algo inevitable, como las fuerzas de un imán tan opuestas que se atraían irremediablemente, así era esa obsesión por ella.
Lo supo desde que la viera por primera vez en el expreso a Hogwarts preguntando por la rana de Longbottom, con ese aire de superioridad, con esa avidez que rayaba en la soberbia. ¿Quién demonios se creía? No era nadie, menos que nadie, era nada, algo insignificante, una aberración de la naturaleza cuyo capricho la había escogido al azar entre todos los muggles y la había puesto en su camino para su perdición. Peor para ella, porque el era un Malfoy, era Draco Lucius Malfoy, descendiente directo del mas inmaculado linaje Black, y único heredero de la dinastía Malfoy, con siglos de sangre pura corriendo por sus venas traduciéndose en poder.
Desde su nacimiento estuvo destinado para hacer cosas grandes, ser siempre el mejor y el primero… el único. Contó siempre con la mejor educación, la mejor ropa, los mejores juguetes, nunca ningún capricho le fue ignorado, siempre obteniendo lo que quería sin importar el precio, para eso estaba su padre, para consentirlo en lo que fuera, puesto que era él era su mejor inversión, su orgullo, su legado y Draco no hacia mas que complacerlo en todo.
Era su culpa, su maldita culpa, la causa de sus males, esa chiquilla insignificante y odiosa la razón por la que no pudiera sobresalir debidamente, por la que siempre estaría en segundo lugar, por la que su padre lo reprendiera hasta el cansancio y lo mirara por primera vez con decepción.
-Es inconcebible que una sangre sucia te supere- habían sido sus palabras aquella ocasión, mientras el solo agachara la cabeza, humillado por primera vez en su vida- no se como lo conseguirás, pero quiero que la quites del camino y tomes el lugar que por derecho te corresponde- exigió Lucius, aquello se volvió personal y él se volcó en tratar de obedecerlo sin conseguirlo.
Maldita sangre sucia. A unos metros de él, sentada casi en la orilla de su banco, apuntando cuanto decía el profesor Flitwicksin perder nunca la atención. Movía compulsivamente las piernas apoyadas tan solo en la punta de los pies haciendo resbalar su túnica y mostrando la falda del uniforme acomodada descuidadamente al sentarse.
"Para vencer a tu enemigo, necesitas conocerlo muy bien…" fue el consejo que su padre siempre le inculco desde la niñez, y si para superar a la "sabelotodo" tenia que verse en la penosa necesidad de analizarla, lo haria. Comenzó a observarla detenidamente, sus horarios de estudio, sus visitas a la biblioteca, sus gestos, manías, sus idas y vueltas, acompañada siempre de sus desagradables amigos.
-Correcto señorita Granger- chillo el profesor Flitwickcuado la chica respondiera una vez mas alguna de sus preguntas-diez puntos para Griffindor.
Estúpida sabelotodo, aun seguía siendo el segundo en todas las clases, excepto tal vez cuando fue petrificada por el basilisco convirtiéndolo en el mejor. Y sin embargo aquellos meses en el que no tuvo competencia no se sintieron como él había imaginado, había algo que le hacia falta, que lo hacia sentir incompleto, se sorprendió al darse cuenta de que era ella. Sin su presencia para recordarle que tenia que superarse cada día para aplastarla, sin fastidiarla a diario como diversión, se sentía incomprensiblemente vació, incluso podía decirse que la extrañaba a su muy particular manera, y cuando apareció totalmente recuperada sintió un insólito alivio mezclado con emoción que tuvo que reprimir y que estuvo dándole vueltas en la cabeza por mucho tiempo.
-Ahora inténtenlo ustedes- ordeno el profesor y todos se colocaron frente a las vasijas las cuales llenaron mágicamente para después concentrarse en convertirla en vapor. La castaña sujeto la varita con los labios para agarrarse el cabello y evitar que le estorbara, aquel insignificante gesto, como muchos que solía tener, le ocasiono una corriente eléctrica que recorrió su cuerpo entero causando una irremediable excitación. No tenia sentido, y lo sabia, pero su alma se desgarraba con la sola idea de estar a su lado, de poder tocarla, te poseer sus labios, y desviaba el rostro avergonzado por ello, sintiéndose sucio por aquello que denominaba su debilidad.
Lo comenzó a presentir en aquel entonces, atribuyéndoselo indiscutiblemente a la entrada de la adolescencia y a esa manía que le había nacido por las chicas, cuyos cuerpos comenzaron a parecerle apetecibles pero que consideraba igualmente insoportables. Sin embargo con ella era diferente, no la deseaba, no le atraía, no le parecía por lo menos un poquito interesante. Ella ni siquiera había cambiado, seguía siendo la misma histérica, obsesiva, gruñona y perfeccionista de siempre. No era la gran cosa, no podría decirse que hubiera desarrollado un cuerpo escultural o una belleza despampanante. Seguía siendo Hermione Granger, la eterna sabelotodo con la que era divertido pelearse, aunque precisamente era eso lo que le obsesionaba de ella. Su habilidad para resolver problemas, la forma en que no se dejaba de nadie, su carácter firme que lo retaba constantemente a ser domado. ¿La admiraba? A veces lo hacia, en silencio, pero su orgullo, su vanidad le impedía identificar eso que sentía y que lo irritaba sobremanera. Prefería optar por atacarla, por humillarla, por destruirla y tal vez con ella muriera aquello que estaba naciendo y que le ocasionaba tal inquietud.
-¡Lo conseguí!- grito Pansy, trayéndolo de vuelta a la realidad jalándolo por el brazo y señalando su vasija- ¡mira Draco, lo convertí en vapor!- Él se giro a mirar de forma indiferente, molesto ante aquella interrupción.
-La hiciste hervir- exclamó con un gesto de hastió- no la convertiste en vapor, no seas estùpida.
Pansy reprimió un puchero y se giro indignada para seguir intentándolo, no entendía porque actuaba de esa manera, si lo tenia todo, si muchos deseaban ser como él, si todos anhelaban estar en sus zapatos y sin embargo el actuaba como si nada fuese suficiente.
-¡En verdad Hermione!- exclamo Potter cuando la sabelotodo hiciera flotar alrededor de ellos una pequeña nube de vapor- eres la mejor- Draco aferro su varita con tal fuerza que rechinó peligrosamente en su mano a punto de partirse.
Potter, ese idiota que había llegado para llamar la atención, para restarle popularidad, "el niño que vivió" "el miembro mas joven del equipo de quiddith", "el favorito de Dumbledore" el insoportable amigo de la sangre sucia. Mientras él no se esforzaba en lo mas mínimo por pasar, ella se desvivía por ayudarle, hacerle las tareas, pasarle la respuestas del examen, no era mas que un imbécil con suerte, y sin embargo ella lo ensalzaba como si fuese el mago mas poderoso que existiera solo porque un hechizo mal realizado reboto en él.
Le irritaba la forma en que ella lo admiraba, en que lo idolatraba, en que le celebraba cada estupidez como si fuese una hazaña, como aquella vez en que logro montar al hipogrifo, ese pajarraco con complejo de caballo que no merecía estar más allá de una sala de trofeos. Nunca entendió que lo orillo a arrojarse contra él como un envalentonado Griffindor. ¿Qué intentaba demostrar? ¿A quien? Simplemente le molesto el hecho de que ella se mortificara por cara rajada, porque brincara de gusto al verlo aterrizar, que lo tratara como un héroe solo por haber salido con los miembros intactos, cosa que él no consiguió y que termino por hacerlo sentir mas humillado de lo que el acto en si le había provocado.
-Muy bien, hasta aquí- concluyo el profesor mientras los alumnos se apresuraban a guardar sus cosas- no olviden practicar, y recuerden, todo esta en la concentración y el movimiento de muñeca.
Ella no espero a sus amigos, seguía molesta con ellos y le intrigaba el por que. No era la primera vez que lo estaba, cuando cursaban el tercero también parecían distantes, sin embargo todo ese asunto de Black los reconcilio otra vez, después el torneo de los tres magos, el regreso del que no debe ser nombrado y el ejercito de Dumbledore pareció unirlos mas y de una forma casi indestructible. ¿Qué estaría ocurriendo ahora? No es que le interesara realmente lo que les pasara a esos tres, pero si le intrigaba la forma en que evitaba voltear a su izquierda, donde se encontraban sus amiguitos, y se empeñaba en aparentar la mayor normalidad posible.
Pansy sonreía de forma siniestra, como siempre se traía algo entre manos, la vio tomar la varita y apuntar disimuladamente a su costado. Granger pasaba justo en ese instante a su lado por lo que hizo un esfuerzo sobrehumano por ignorarla. Solo escucho el sonido de los pesados tomos al impactarse contra el piso, un cristal estrellándose y las risitas de Pansy coreadas por Crabbe y Goyle. Draco se giro inmediatamente solo para apreciar como la castaña se arrodillaba a sus pies para recoger sus cosas.
-Parece ser que el fondo de tu mochila se convirtió en vapor Granger- se burlo Pansy mientras Hermione trataba de hacer como que no existieran, pero no lo conseguía. Draco la miro temblar de rabia mientras aplicaba un reparo a su mochila y tintero el cual se había desparramado entre sus libros y pergaminos. Lo hacia de forma tan desesperada que casi le dio lastima, pero él no tenia ese sentimiento, y si alguna vez lo tuvo, no supo identificarlo. Así es como debía permanecer siempre, en el suelo, a sus pies. Sintiéndose superior por un momento, dejo escapar una sonrisita de desden.
Como si la chica percibiera su mirada clavada en ella, levanto instintivamente el rostro cruzando su vista con la de Draco. Fue solo un instante, un segundo en que sus ojos color miel se cruzaron con sus grises pupilas, una descarga de adrenalina fue inyectada en su torrente sanguíneo haciendo bombear su corazón descontroladamente. Estaban irritados, acuosos y con un gesto de derrota e impotencia mezcladas con el ferviente deseo de no dejarse vencer. Solo eso, solo su semblante abatido y su espíritu inquebrantable lo perturbo hasta hacerlo temblar. La deseaba, por diez mil magos que la deseaba, ahí, en ese preciso momento, delante de todo el mundo, sin importar estatus o tipos de sangre, solo la idea de tenerla daba sentido a su vida mas allá de lo establecido. Él que siempre había sido el mejor, él que siempre tuvo todo lo que quiso, se sentía como un simple adolescente guiado por el deseo de poseerla. Apretó los puños con frustración, con impotencia, el único y real anhelo que tenia, nunca podría llegarlo a poseer.
Granger salio de ahí como huyendo de algo, pero no era de ellos, de eso estaba seguro y sin embargo no podía dejar de culpar a Pansy por esa chiquillada como si fuese algo personal. En cuanto salieron del aula la tomo por el brazo y la arrastro hasta apartarse del rió de estudiantes encaminándose a la clase siguiente. La aventó contra la pared casi haciéndole daño mientras la chica protestaba y contenía las lágrimas que el maltrato le provocaba.
-¡¿Qué crees que haces?!- le rugió a la cara mientras ella se encogía atemorizada.
-No entiendo…- trato de defenderse, desviando la mirada para no toparse de frente con ese par de aceros afiliados a punto de apuñalarla.
-Yo creo que si Pansy, te lo advertí antes y creí dejar las cosas bien en claro: deja a Granger en paz… ella es asunto mió ¿entendiste?- La Slytherin gimoteaba con la mirada clavada en sus zapatos mientras sobaba el brazo adolorido. Draco la tomo firmemente por la barbilla y le obligo a mirarlo a la cara- Te pregunte si entendiste.
-Si, Draco- contesto la chica, con sus ojos anegados de lágrimas y sus pupilas destellantes de furia. Ella había estado con él en las buenas y en las malas, creciendo juntos desde que aun andaban a gatas, no merecía ese trato y mucho menos por una sangre sucia. Se libero de la imposición tomándolo por la muñeca y bajándola en un movimiento brusco robándole un gesto de dolor. Pansy sabia que era esa mano la que portaba la recientemente tatuada marca tenebrosa- Sabes que jamás será para ti- sentencio de la misma forma en que Draco la sometiera. El chico se soltó rápidamente retrocediendo un par de pasos con la mirada desencajada.
-Yo jamás dije que quería que lo fuera- se apresuro a rebatir.
-No te engañes ni tampoco intentes hacerlo conmigo, ignoro que pretendes con ella, pero esta demasiado lejos de tu alcance.
-No opines de lo que no conoces- le espeto huyendo de ahí- no tienes ni idea.
Draco caminaba enfurecido abriéndose paso a base de empujones y golpes, quería desquitarse, quería sacar toda esa frustración que se aprisionaba en su alma y que le robaba el aliento torturándolo día con día. Cada vez que la veía, cada vez que estaba cerca, cada vez que deseaba tocarla y aun teniéndola a su lado le era imposible. Culpaba a cada uno porque no podía ser, porque era prohibido, porque era inalcanzable. Tenia que sacársela de la cabeza, como fuera, aunque fuese arrancándosela, extirpar ese sentimiento aunque con él se le fuera también su corazón, ese maldito traidor al que su opinión le había importado muy poco y la había seguido como un perro tras su dueño.
Sangre sucia, asquerosa y repugnante sangre sucia. Tenia que odiarla, aborrecerla, tenia que despreciarla, porque así tenía que ser.
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Espero que haya sido de su agrado. Quiero agradecer a las personas que se han tomado su tiempo en leer las locuras de esta humilde servidora, y que me han defendido incansablemente (¿verdad desposorios?) muchisimas gracias.
Me gustaria poder contestarles personalemente sus comentarios o mencionarlas mas aqui pero es que tengo dos historias que escribir, un trabajo desgastante y una boda que planear pero ya saben que se les recuerda y se les quiere.
Mrs.kaulitzDepp, Jos Black, Alastor82, Atenea92,The Dark Replicant y Desposorios... gracias (si olvide alguna me dicen)
