Disclaimer: el mundo de Dragon Ball y sus personajes pertenecen a Akira Toriyama.


Tira y afloja.

Trunks caminaba cabizbajo, aún así de vez en cuando levantaba un poco la cabeza para observar a su alrededor, por si la encontraba por el camino y no dónde suponía que estaba; en la biblioteca. Al mirar hacia otro lado, casi se choca con un par de chicas que lo insultan; hasta que ven de quién se trata y lo saludan y piden disculpas, y coquetean con él. A todo eso, Trunks solo sonríe pero sin felicidad, ya era un hecho que por ser guapo y millonario la gente te tratara distinto; y en algunos casos distinto era bueno, en el suyo no.

Divisó la enorme biblioteca, con una fachada elegante y única que demostraba a qué clase de gente podía tener merodeando a sus alrededores. Claramente el Colegio era imponente, en sus dos hectáreas llenas de cotización y dinero se dejaba en claro qué clases de personas andaban por allí. Eso irritaba un poco a Trunks; ponerse ese uniforme, llegar al Colegio en auto y tener un campus a tu disposición era la clara demostración de la cuenta bancaria de tus padres; lo que hacía que la sociedad se dividiera más y más en dos grupos completamente distintos. Trunks tenía un serio propósito para cuando se graduara; invertir todo en Escuelas Públicas, barrios bajos y niños que necesitaban un hogar. Era su pasión; ayudar, y ya tenía a su compañera perfecta.

Al subir las escaleras de la Biblioteca se bajó la capucha de su buzo, sabía que lo iban a echar si entraba así; o, bueno, lo haríanhasta que vieran que era él y le pedirían con cortesía y casi respeto infinito que se bajara la capucha. Claro, si tu madre es una de las inversoras más inteligentes y con dinero de toda la junta del Colegio, y la presidenta de la misma, se tenían ciertos aspectos a tomar en cuenta. De todos modos, ser un Brief no iba muy bien con él, y no era el único que lo pensaba. La gente lo murmuraba, por ejemplo, por llevar un gorro o la capucha sobre su cabello, mientras que fue su misma madre, Bulma Brief, que prohibió ello. ¿Qué clase de ejemplo era aquello? Debían pensar todos, pero él nunca quiso ser ninguno.

Apenas dobló en uno de los pasillos y la vio. Estaba sentada junto a uno de los tantos ventanales de aquella edificación de más de dos pisos. El sol le quitaba destellos dorados en su cabello atado en un rodete, su piel parecía aún más nívea y sus ojos parecían, desde la lejanía, un tanto azules. Estaba demasiado concentrada en un libro un tanto gordo, como siempre. Trunks puso su mochila con fuerza sobre la mesa para llamar la atención y ella le miró con ignorancia fingida.

—Linda manera de decir "buenos días" —bromeó, mientras hojeaba el libro con, ahora, desinterés.

—No llores —pidió Trunks, burlón— ¿Qué lees?

—Hago tarea —informó, mientras él se sentaba y un par de hojas caían en el espacio de la mesa frente a él—. Saca una fotocopia, luego me devuelves la hoja, los dos tenemos un diez y de nada. Es una salida gratis al cine este fin de semana.

—Eres la mejor amiga que existe —fingió con voz de niña, mientras sacaba de su mochila una bolsa con caramelos—. Feliz día del caramelo.

Marron arqueó las cejas e hizo un globito con su chicle, hizo a un lado el libro. Trunks y ella tenían una extraña regla, todos los días, entre semana, era un día de alguna comida en especial; ricas, y no tan nutrientes, claro.

—Hoy es día de chocolate, tramposo —colocó su cabeza en su mano— ¿No los conseguiste? ¿O te los comiste?

—No, ya estaba cerrado en donde hay esos que te gustan... —levantó los hombros— Lo siento.

—Eres un tramposo, no gasto dinero de mi chanchito para comprarte todos los días cosas y que me vengas a cambiar de alimento —le tiró una bolsa con algunos chocolates dentro.

—Te prometo que la próxima serán dos bolsas —bromeó—, así te salen granos de una vez por todas y no voy a tener que seguir quitándote a los buitres de arriba.

Marron rió jovialmente, aunque le propinó una pequeña patada por debajo de la mesa. Trunks sonrió, el juego de seducción de tira y afloja que siempre tenían ya era una costumbre, pero lo disfrutaban tanto que jamás se volvería monótono. Ni siquiera pueden pensar en cuándo comenzó... Sólo ocurrió.

—Cállate, como si es bueno andar contigo sabiendo que hasta los gays voltean a verte —irrumpió la rubia en sus pensamientos— ¿Qué pasa?

Trunks negó con la cabeza, mientras seguía mirándola de aquella forma tan insinuante para hacerla enfadar.

—Hoy te ves más bonita que siempre —se hizo el poeta—, tus senos sobresalen con esa remera.

Marron largó otra risa mientras se mecía en la silla, y negó con la cabeza. Ese juego que ella y Trunks optaban tarde o temprano iría a caer; en un beso o en una discusión, ambos preferían el primero pero no lo admitirían.

—Deja de mirarme —advirtió Marron, con un dedo amenazante.

Trunks se levantó de su silla e inesperadamente levantó su buzo y la remera que tenía debajo. Allí, sobre su piel pálida y bien formada, estaban las iniciales de Marron: "M. J.". La rubia abrió la boca con sorpresa.

—Acá está el tatuaje, gané la apuesta —dijo, sonriendo mientras miraba la cara desconcertada de su amiga—. Ahora quiero mi beso.

Marron fingió colocarse unos anteojos que no existían y se acercó más, colocando sus manos abiertas sobre la mesa. De verdad no podía creerlo, el muy maldito se había atrevido... Pasó un dedo sobre la marca, formando un cosquilleo muy satisfactorio en Trunks, que logró despertarlo de manera un poco abrupta. Se sonrojó un poco, cosa que jamás pasó, y desvió la mirada.

—No puedo creerlo... —Marron volvió a sentarse— Eres jodidamente estúpido.

A Trunks casi se le cae la mandíbula.

—¿Por qué? —preguntó— Gané la apuesta, la estúpida fuiste tu al creer que no lo haría.

—Claro, cuando estés a punto de follar con tu novia y te pregunte de quiénes son esas iniciales qué le vas a decir —dijo, casi atormentada.

—Son tus iniciales, mi amor. Eso le contestaré —dijo, con tono morboso, mientras fingía deslizar una mirada sinuosa sobre el cuerpo de Marron. Ella no seguía bromeando.

—Te hablo enserio, Trunks —hizo una mueca con la boca—, tu madre te mataré si te ve.

—¿Podemos dejar eso de lado? —se levantó y se sentó en la mesa— Ahora quiero mi beso.

Marron seguía mirando el lugar en donde Trunks se tatuó, aunque ya tenía puesto nuevamente su ropa. Lo miró a los ojos y cruzó sus brazos.

—¿Lo hiciste por el beso o simplemente para ganarme? —preguntó, sintiéndose una perdedora por fin.

—Por ambas cosas —sonrió coqueto.

—Te lo hiciste sobre el estómago... ¿Sabes que es lugar donde los sentimientos más fuertes fluyen? —dijo, siguiéndole el juego por fin. Él sonrió, aunque ella por fin se estaba saliendo de su trance cabreado seguía intentando molestarlo.

—Quiero mi beso, Marron —exigió—. No una explicación acerca de dónde me tatué tus iniciales.

Marron le sorprendió, tanta velocidad no se esperaba. Trunks abrió los ojos al ver cómo los cálidos y suaves labios de su mejor amiga se ponían sobre los suyos, y simplemente daban un borde pico. Trunks le agarró por la espalda, atajando su escape y volviendo a reclamar sus labios y tener un beso que se merecía. Los labios de Marron permanecieron quietos, y los de Trunks inquietos. Pero poco a poco el beso se fue regulando. Los labios de Trunks parecían querer apoderarse completamente de la boca de Marron, mientras ella no estaba dispuesta a dejar que sus lenguas entraran en el juego. De a poco, ambos se separaron por la falta de aire.

Marron estaba sentada sobre la mesa, con sus pies en la silla y las manos sobre su regazo. Trunks también estaba sentado sobre la mesa, con sus manos detrás del cuerpo de Marron y con las piernas un poco separadas.

Ambos se miraron confundidos. Marron quería sentirse arrepentida, y no podía. Trunks quería sentirse al mando de la situación, como siempre, pero no pudo. Los dos estaban conmocionados por lo que el beso causó en ellos, y especialmente saber que tenían que seguir besándose porque así sus mentes demandaban, y sus insatisfechos cuerpos. Marron agachó la cabeza, con las mejillas rojas y el pecho a punto de explotarle. Trunks le sonrió, sin quitarle la mirada.

—Eso fue... raro —admitió ella.

—Sí...

Un silencio aún más descomunal se ultrajó entre los dos. Lo necesitaban. Luego de un tiempo, en el que Trunks pudo controlarse para no ser él quien saltara a sus labios ésta vez, habló:

—¿Qué te parece si cambiamos el día de los chocolates y el de los caramelos por uno de besos? —preguntó, no sabía si hablaba en serio, solamente quería decirlo para ver cómo reaccionaba ella.

Le miró un poco divertida y se rieron, sólo por unos minutos. Marron no sabía nada, sólo que por probar aquellos labios nuevamente haría cualquier cosa, incluso seguir apostando estúpidamente. Perder... No, eso no, pero estaba claro que ninguno de los dos perdía en ese juego.


Gracias por leer, como verán simplemente arreglé y agregué algunas pequeñas, mínimas, cosas. Ahora, si quieren dejarme un comentario y sacarme una enorme sonrisa otra vez realmente no sabría cómo agradecerles. Éste es un regalo para una gran escritora, Ludryh, quien no me contesta los mensajes y que si está leyendo esto tiene que darme señales de vida. Tengo la segunda parte de éste OS a la mitad, pero la subiré, no será algo que le quite todas las dudas de cómo pudo ser la relación de ambos, será una continuación con otra apuesta, aunque se verá más la relación de ambos. Prometo subirlo lo más pronto que pueda. ¡Saludos!