Se acomodó la corbata y trató por milésima vez de alisar su camisa mal planchada con las manos. Carraspeó mientras la puerta del ascensor se cerraba a sus espaldas, tarareo la pegajosa cancioncita que salía del altavoz y trataba de suprimir el temblor que el nerviosismo producía en sus manos.

¿Qué porque Shuhei Hisagi estaba hecho la mar de nervios sintiendo que el elevador se hacía cada vez mas pequeño y comenzaba asfixiarlo? La historia empezó esa misma tarde, cuando uno de los editores en jefe, Gin Ichimaru le llamó por teléfono para darle una importante noticia.

Es algo bueno para ti, supongo, no lo arruines— escuchó la aterradora voz de su superior al otro lado de la línea antes de colgar.

Estaba estupefacto. Después de tanto tiempo, de tanto esforzarse para demostrar que en verdad era alguien competente, por fin recibiría un ascenso. De asistente del gran editor Aizen a tomar el lugar de este. Era un sueño hecho realidad.

La revista "Shinigami Style" era la edición superventas que mes con mes arrasaba con todo en los puestos de revistas. La editorial Bankai había invertido demasiado en el proyecto, con un equipo de primera, los mejores periodistas, los mejores fotógrafos, los mejores diseñadores. Incluso se daban el lujo de tener tres editores en jefe, Aizen, Ichimaru y Tosen.

Recordó la fría voz de Gin en el teléfono, uno de los tres editores se iría y entonces él, quien en todo ese tiempo no había hecho mas que llevarle café a Aizen por las mañanas, ocuparía su lugar.

Sonrió con satisfacción y se alegró de que por fin su trabajo fuera valorado.

Volviendo al elevador, este estaba a tres pisos de llegar a su destino, Hisagi, aun nervioso, se sintió un poco mas tranquilo en cuanto recordó la maravillosa noche de juerga que le esperaba con sus compañeros. Resulta que ese día celebrarían el décimo aniversario de la revista. Lo harían en grande, una década de esfuerzo para colocar la revista entre las más leídas del país no era para tomarse a la ligera. Además sería ascendido, ese día no podía mejorar más.

El ascensor emitió un suave campaneo antes de abrir finalmente sus puertas, Hisagi ya podía oler el sake, apreciar los globos, las serpentinas, escuchar los gritos de júbilo de sus compañeros al verlo entrar.

Sin embargo sus ensoñaciones se fueron al retrete en cuanto salió del elevador y miró atónito lo que tenía en frente.

El piso 26 del edificio de la editorial Bankai era el orgullo de quienes trabajaban allí, siempre tan activo, lleno de vida, amplio, bien iluminado, elegantemente amueblado. En cambio lo que tenía enfrente no podía ser más que una burda imitación, era como si hubiesen roto un hermoso huevo y solo hubieran dejado el cascarón. No dejaron más que basura. Caminó entre hojas de papel, bolígrafos gastados y uno que otro objeto personal olvidado. No habría sake, no habría juerga y definitivamente no habría ascenso.

¿Qué había pasado allí? Tenía que ser una broma, una muy cruel.

Con un nudo en la garganta avanzó hasta la oficina que compartían los editores en jefe, la más amplia. Abrió la puerta lentamente. No le sorprendió encontrarla vacía, tampoco le sorprendió ver a un hombre sentado en el suelo, frotándose la sien con una mano y sosteniendo una botella de sake con la otra. Intercambiaron miradas, Hisagi bajó la cabeza.

—Buenas noches Shuhei. —El hombre no pudo ocultar la tristeza en su voz, sostuvo la mirada con más intensidad y esbozando una sonrisa dijo—me temo que hemos sido traicionados.

—Director Kyoraku… ¿Cómo?

—Aizen me engañó, me llevó de fiesta ¿puedes creerlo? Me embriagó y me hizo firmar ciertos papeles—bebió largamente ahogando una amarga carcajada—no podemos acusarlo de robo, está protegido legalmente.

—Se llevó casi todo…—señaló el moreno con rabia.

— ¿casi todo, dices? ¡El hombre cargó hasta con el papel higiénico, el jabón y las plantas de la entrada! No dejó mas que basura… y esto.

Shuhei tomó el sobre que le ofrecía el director y sacó la carta de su interior. Leyó lentamente y a cada palabra su ira iba creciendo más y más. Editorial Hueco Mundo le ofrecía a Sosuke Aizen una cantidad nada despreciable de dinero a cambio de entregar a la revista superventas de la editorial enemiga en bandeja de plata, un duro golpe, sin duda, también le ofrecían un puesto importante en la corporación, un jugoso sueldo para el, para Ichimaru y para tosen, con quienes habían planeado crear una nueva revista que sepultara a Shinigami Style en el olvido.

—Se llevaron el mobiliario, el equipo, al personal, las ideas creativas…—enumeró Kyoraku para luego suspirar— estamos arruinados y no podemos hacer nada.

El teléfono de Hisagi empezó a sonar, y al ver de quien era la llamada no pudo sentir más que ira en su estado más puro.

—es Ichimaru—Kyoraku asintió con entendimiento y le hizo un ademan para que contestara. El moreno asintió.

¿hola hola? ¿Shuhei?-ambos hombres se tensaron al escuchar la fría y burlona voz de Gin al otro lado de la línea— ¡ya me imagino que estás allí! ¿Disfrutas la última cena?

La respiración alterada de Hisagi fue la única respuesta que obtuvo.

¡ya veo! Nosotros nos divertimos aquí, ¿sabes?— guardo silencio un momento para que el sonido de la gran fiesta llegara a oído de los dos hombres, esto terminó por destruir su ego. —Nagasaki, Sato, Aizu, Yagami, ¡todos están aquí!

Kyoraku e Hisagi escucharon los nombres de sus colegas uno a uno, y era como si por cada nombre les clavaran un puñal en algún lado del cuerpo.

debemos agradecer a Judas...digo Aizen, quise decir Aizen ¡pero que distraído soy! Como sea, ¡disfruta tu ascenso! Buenas noches Hisagi—y maliciosamente agregó— buenas noches director Kyoraku.

—Púdrete— colgó el teléfono y llevó sus manos a su cabeza, se relajó un poco y miró a su superior— no los dejaremos salirse con la suya, vamos a pelear…

—basta, Hisagi… nos dejaron sin nada, es una pena, la revista era genial, pero el corporativo tiene otros proyectos en puerta, no tenemos presupuesto, no tenemos personal, además de que se llevaron a…— la voz de Kyoraku se quebró e Hisagi temió lo peor.

—no me diga que…—Kyoraku asintió y Shuhei se preguntó si realmente esos tipos no tenían corazón.

— ¡PANCHITO! ¿Por qué, Hisagi? ¡¿POR QUE TENIAN QUE SER TAN CRUELES?!— Shunsui rompió a llorar y al moreno se le humedecieron los ojos al recordar a su amada tortuga, tan verde, esa que comía tomatitos y hacía cosas indebidas con los zapatos de la gente, miró su zapato derecho por inercia, ese era su favorito. —Tenemos que recuperarlo. — Su acompañante asintió con lágrimas en los ojos. —buscaremos socios, alguien tiene que estar interesado. ¡Saldremos de esta!

— ¡todo sea por Panchito!

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Dos semanas habían pasado desde la traición a la editorial Bankai. Hisagi caminaba de vuelta a su casa derrotado, otra entrevista de trabajo fallida, además el entorno no ayudaba mucho, no podía soportarlo, las bancas de los parques, los autobuses, las cajas de leche, todos confabulados en una macabra campaña publicitaria que auguraba el éxito del nuevo lanzamiento de la editorial Hueco Mundo: The Hollow Times.

Llegó arrastrando los pies al pequeño edificio suburbano donde rentaba un apartamento a buen precio, entró y se arrojó al futón deseando desaparecer en ese mismo instante.

Un irritante pitido lo distrajo de sus pensamientos autodestructivos, tomó el teléfono y su fastidio se esfumó de la nada al ver que era Kyoraku quien llamaba, contestó inmediatamente.

— ¿bueno?

—No vas a creerlo, te necesito aquí en este mismo instante— escuchó la voz emocionada de su superior, ni siquiera contestó, tomó sus cosas y salió corriendo hacia su antiguo trabajo.

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Shunsui sonreía de oreja a oreja a sus nuevos socios, dos verdaderos peces grandes que empezaban a impacientarse.

—no debe tardar, ya verán, es un buen tipo, limpio, ordenado, buena presentación…

De pronto la puerta se abrió descubriendo a Shuhei Hisagi en toda la extensión de su ser. Kyoraku lo miró con angustia, quizás esa no era una buena primera impresión.

— ¡lamento la tardanza! Se me acabó el dinero para el microbús y tuve que correr medio camino.

Los dos socios lo miraron, uno sonrió de oreja a oreja pues el muchacho le pareció simpático. El otro hizo un gesto de desaprobación, pues le habían prometido a una persona capacitada y de buen porte, y lo único que el veía era un tipo sudoroso con la camisa mal abotonada y percudida, con fachas de delincuente y un inapropiado tatuaje en la cara.

—Ellos son Kisuke Urahara y Byakuya Kuchiki, supongo que conoces sus nombres— Hisagi escuchó con atención e hizo una reverencia a los dos hombres que tenía en frente.

—soy Shuhei Hisagi, un placer conocerlos.

—Siéntate— el moreno obedeció— hemos estado hablando y llegamos a un acuerdo, estos buenos hombres nos proveerán de todo lo que necesitamos para continuar con el proyecto.

—yo voy a darles todo el mobiliario que necesiten, además de que les contactaré con algunas personas de las que pueden obtener entrevistas interesantes— señaló el rubio quien se veía quinientas veces mas agradable que el taciturno moreno a su lado. A Hisagi lo asaltó una duda.

— ¿Qué obtendrá a cambio?— Urahara se acomodó su sombrero verde con rayas blancas y sacó un abanico con el que se cubrió la mitad de la cara, lo miró fijamente a los ojos.

—Publicidad—sus ojos empezaron a chispear — ¡Almacenes Urahara, compre todo lo que se pueda imaginar en un solo lugar! ¡Entregue su dinero a este guapo tendero y haga feliz a un niño en el mundo!

—El señor Kuchiki va a apoyarnos con todo lo demás, ya sabes, el personal, la organización. — explicó Kyoraku ignorando a Urahara, quien se había escondido de nuevo tras su abanico, evidentemente con el corazón roto.

—Ya veo…— de pronto sintió la necesidad de formular la misma pregunta que a Kisuke.

—su familia es accionista de la editorial. —Kyoraku le leyó la mente

—quedarse de brazos cruzados viendo como una parte importante de los negocios familiares se viene abajo es un lujo que como líder del clan Kuchiki no puedo permitirme.

El resto de los hombres presentes le dieron la razón.

—hemos hecho un listado de todo el mobiliario que necesitamos, revisa si falta algo—Hisagi tomó el papel y sonrió.

—Si, falta algo…—tomó un bolígrafo y escribió, Shunsui vio lo que estaba escrito y se dio una palmada en la frente.

— ¿Cómo pude olvidarlo? Es lo más importante.

Urahara tomó la lista intrigado, los miró confuso y preguntó. — ¿un tortuguero?

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—se están reuniendo con socios, van a dar pelea.- dijo Tosen con la calma de alguien que habla del clima.

—Es estúpido temerles, a fin de cuentas el cerebro de esa revista éramos nosotros—agregó Gin con su característica cara de zorro. Sosteniendo algo entre sus manos con suma delicadeza. —eso sin contar que todos sus camaradas decidieron seguirnos. Bueno, casi todos, lo cual me trae una duda. ¿Por qué nuestro asistente estrella no vino con nosotros?

—Shuhei es bastante correcto, no habría aceptado y nuestros planes se hubiesen venido abajo. —argumentó Tosen—ahora mismo debe ser el nuevo editor en jefe de la revista.

—No debemos subestimarlos—intervino de pronto Aizen, que no paraba de mirar el bulto en las manos de Ichimaru—aunque tampoco debemos dejarnos intimidar por ellos. — y para disgusto del peli plateado, agregó—suficiente Gin, es mi turno de jugar con Panchito.