Toda esta historia alternativa me vino a la mente gracias a una lista de reproducción un tanto peculiar, que conforme pase la historia irán conociendo.

En lo que se estrena la 3er temporada, espero que pasen un buen rato con este AU. Sus reviews y opiniones son bien recibidos siempre.

¡Adelante!


Echo Creek, California. Una ciudad del este con una población relativamente mediana, que vive en una ordinaria paz y rutina. Un sitio bastante armonioso, un lugar donde no suceden muchas cosas fuera de lo común. Desde el punto de vista de Marco Díaz, la mejor ciudad para vivir.

Desde la primaria, el pequeño Marco se caracterizó por preferir el camino seguro y las decisiones prudentes, algo que a sus padres les causaba alivio y, en algunas ocasiones, preocupación. Sin embargo, también nació con una pasión profunda y un talento peculiar para la música. Era lo único que no se molestaba en ocultar y en su mirada podía verse la inmensa alegría que cada canción y cada nota le provocaba.

Al darse cuenta de ello, los señores Díaz no dudaron ni un segundo en acceder cuando su pequeño hijo les pidió tomar lecciones de guitarra, regalandole incluso su primer instrumento en su noveno cumpleaños. Nunca se perdieron una de sus presentaciones y eran quizá los padres más orgullosos entre los presentes en la audiencia.

Marco era imparable: participaba en concursos de talento, conciertos navideños y cualquier evento donde pudiese expresar su gran talento, llegando incluso a involucrarse en la compañía de teatro musical de su secundaria. Se sentía satisfecho con su vida, como si todo llevara el ritmo de la canción perfecta. Permanecía con la mirada puesta en su gran anhelo: convertirse en un gran músico, que llevará alegría a todo el que estuviera dispuesto a escuchar.

Un día, sin embargo, vió morir su gran sueño cuando unos bravucones lo arrinconaron al salir una tarde de un ensayo. Acababa de obtener el papel principal para la representación escolar del musical "Hamilton", por lo que iba tan perdido en sus pensamientos que no se percató de las sombras que lo seguían de cerca.

-Mira nada más que tenemos aquí- dijo un gruesa voz a sus espaldas, haciéndolo sentir un escalofrío. -Marco Díaz, la niñita cantante...

Algunas risas estallaron a su alrededor. Él trato de ignorarlos y apresurar el paso, pero alguien apareció a su lado y lo empujó con todas su fuerzas contra la pared, provocando que del impacto soltará su guitarra y esta cayera el suelo.

-¡Mirame cuando te hablo, Marquito!- cuando lo sujetó por el cuello de la camisa pudo darse cuenta que se trataba de Bruke, el bully del colegio, quien lo miraba con una gran irritación marcada en su rostro.

-¡No te he hecho nada!- exclamó Marco, con las respiración agitada. Tenía miedo de que en cualquier momento se desmayara por el pánico.

-¡Eres un fastidio!- lo azotó de nuevo contra la pared. -Creeme musiquito, me asegurare de que no cantes nunca más.

Chasqueó sus dedos y un par de sus corpulentos amigos salieron de entre las sombras, tronando sus nudillos de forma amenazante. Marco apretó los ojos, esperando lo peor y sudando frío por el terror, más es sonido que escuchó fue peor que si lo hubiesen herido a él. Abrió los ojos sobresaltado, viendo como ante él su preciado instrumento era destruido en miles de pedazos. Tuvo deseos de gritar, más su voz se había quedado atrapada en su garganta, mientras en sus ojos se reflejaba el dolor que por dentro sentía.

Bruke lo azotó contra la pared una última vez, para luego salir corriendo seguido de cerca por sus cómplices. Dejo al chico ahí, con una mejilla sangrante y la mirada clavada en lo que había quedado de la madera de la guitarra. Quizá no lo había lastimado físicamente, pero ese bravucón de secundaria rompió el alma de Marco esa noche.

El chico llegó a casa una hora más tarde, encontrando a sus padres en la sala, preocupados por la tardanza de su hijo. Cuando vieron su aspecto corrieron a auxiliarlo, abrazandolo y preguntandole por lo sucedido. Sin embargo, Marco fue incapaz de hablar, por lo que Angie y Rafael Díaz tuvieron que conformarse con curarlo en silencio y, con una inmensa tristeza, ver como desechaba lo que había quedado de su instrumento amado.

No fue necesario que el chico dijera algo ya que una de sus compañeras de teatro y mejor amiga, Jackie Lynn Thomas, dedujo de inmediato quien había sido el causante de todo aquello en cuanto lo vio. Bruke llevaba molestando a la chica desde hacía días y, tras una ocasión en la que Marco la había defendido, el bravucón había convertido al chico en su nueva víctima.

A pesar de que Bruke fue suspendido, se cambió de escuela e incluso, unos años después, de ciudad, Marco jamás volvió a ser el mismo. Sus padres le compraron una nueva guitarra, pero él optó por dejarla en un rincón acumulando polvo, no volviendo a involucrarse con la música nunca más. Se concentró en el karate, con el propósito de no volver a ser incapaz de defenderse. Y aunque disfrutaba de ese deporte, salía con sus amigos y parecía feliz, sus padres y las personas más cercanas a él sabían que tenía una herida en lo más profundo que no había podido sanar.

Acostumbrado ya a vivir de esa forma casi mecánica, ya no eran muchas las cosas que conseguían sorprenderlo y, sin embargo, algo de lo más sencillo un día cambió su mundo para siempre. Con 16 años y recién iniciado el segundo año de preparatoria, el director Skeeves interrumpió su clase de matemáticas para dar un anuncio.

-Buen día, estudiantes- dijo, colocándose al frente del grupo. -Una disculpa por la interrupción, pero una nueva compañera se integrará a su curso. Espero que le den una calurosa bienvenida y sean amables con ella.

Marco no estaba mirándolo, enfocado por completo en su cuaderno. Esperaba terminar el ejercicio ahí mismo y así tener la tarde libre, pero los murmullos a su alrededor le hacían difícil el concentrarse. Trato de solo ignorarlos, incluso cuando estos parecían comenzar a aumentar de intensidad.

-¡Wow!- escuchó a Ferguson susurrar desde el asiento a su derecha, por lo que lo venció la curiosidad y levantó la mirada.

Como un rayo de luz en medio de la oscuridad, una chica de largo cabello rubio acababa de entrar al salón, avanzando con una gracia y seguridad increíbles. Miraba alrededor con curiosidad, sin realmente prestarle mucha atención a algo o alguien.

-Les presento a Star Butterfly- dijo el director una vez que la chica se detuvo junto a él. -Y espero que todos la ayuden a integrarse a Echo Creek Academy. ¿Entendido?

-Si, señor Skeeves- respondieron todos al unísono, mientras el director se giraba para comentarle algo a la profesora.

Sin que nadie se lo indicará, Star se dirigió hasta el asiento libre junto a la ventana, el penúltimo de la fila y el que estaba delante de Marco. Todas las miradas estaban en ella y era obvio el porque: era una Butterfly, la única hija de los empresarios dueños y fundadores de Mewni Technology Corp., la empresa trasnacional que hacía no mucho se había instalado en la ciudad. Era una chica bonita, millonaria, elegante; toda una princesa cuya presencia jamás pasaría desapercibida.

Mientras la profesora Skullnick retomaba la lección y todos volvían a concentrarse en el pizarrón, Marco observaba a su nueva vecina de escritorio, preguntandose si era el único capaz de percatarse de esa mirada rota en tan perfecto rostro.

¿Qué habría pasado para que alguien como ella, que lo tenía todo y más, compartiera la misma cicatriz que un chico como él?