Hola! Al fin dejo el Fandom de One Piece (por así decirlo) y comienzo con KHR!

Tenía muchos deseos de hacer un fic de este anime y no me decidía entre mis favoritos (Mukuro, Hibari y Xanxus) al final obviamente ganó Xanxus…

La trama está situada diez años en el futuro, considerando que la maldición de los arcobaleno ya fue disuelta y bla bla bla todo lo que ya saben si leyeron el manga.

Un agradecimiento especial a mí beta en este fic Rasen1826, que la hago leer mis locuras. Un beso hermosa :*

Y muchos besos para ustedes también, gracias de antemano por pasar a leer : )

Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! No me pertenece, todos los sexys Vongola y demás es propiedad de Amano-San.

(Se siente tan raro no dar el disclaimer para One Piece xD)


Malas decisiones

La discordia de tus ojos

Pocas cosas existían en el mundo que pudieran suplir el suculento sabor de la carne acompañado de una exquisita copa de whisky. El mejor filete seleccionado del mejor ganado, no para menos, su boca era incapaz de probar algo que no fuera de su categoría.

Xanxus levantó la copa con elegancia demostrando en ese simple acto la arrogancia de su ser. Dio un sorbo, respirando el ardiente olor de su bebida; pocas cosas definitivamente, pensó. Subió los pies a la mesa con tanta falta de respeto como su vanidad, la cual jamás lo acompañaba a la hora de un combate.

Clavó su tenedor de plata en la carne como si estuviera viva y en cualquier momento fuera a escapársele de las manos. Tanta violencia e ira en un hombre era inconcebible, por eso, Xanxus era uno de los mafiosos más temidos alrededor del mundo. Treinta y cuatro años eran más que suficientes para hacer conocer su nombre por todo el bajo mundo. Un asesino, un adinerado asesino, un apuesto adinerado asesino.

Jamás había prestado atención en la decoración de la mansión, de hecho, ni siquiera sabía quién era el o la encargada de ello, pero… alguien estaba a punto de morir. Sus ojos carmesí viajaron del techo hasta su plato, mismo que había sido aplastado por el gran candelabro que colgaba justamente sobre él. Los sirvientes se crisparon al acto, no sabiendo que decir o hacer, nadie quería confrontar a tan semejante bestia.

Con una delicadeza poco usual retiró sus piernas de la mesa, cerró los ojos y soltó un poco de aire. Todos ya sabían lo que venía.

Salvaje, esa era la palabra para describirlo. El rayo de luz proveniente de su arma desenfundada atravesó todo el comedor, descargando toda su ira en el objeto que había osado entrometerse en su cena. Una reacción exagerada, claro está, dado que con el candelabro también habían salido volando -entiéndase descuartizado- todo en la mesa. Pero en fin, ya estaba un poco más calmado… eso hasta que alguien azotó la puerta.

-¡Vroi! –Entró gritando Squalo- ¡Por poco y me das a mí! –renegó a su jefe.

-¿Qué quieres? –dijo sin interés alguno.

-Nos están atacando. Algunos informan haber visto al guardián de la nube de los Vongola pelear contra un oponente desconocido.

-Oye tú –llamó Xanxus a uno de los cocineros.

-Si-si Xanxus-sama –respondió con mucho temor.

-Prepara más comida, tienes tres minutos o te matare.

-¿Tr-tres? Pero…

-¡Muévete pedazo de mierda! –terminó gritando Squalo al momento que lo pateaba- ¿Qué hacemos? –le preguntó a su jefe.

-Lo que quieras –respondió con desdén-. Traigan una nueva mesa –ordenó. Cómodamente se recostó sobre su gran sillón, bostezando a sus anchas.

A las afueras de la mansión la batalla se estaba llevando a cabo. Los miembros de Varia estaban solamente esperando las órdenes del jefe para iniciar el ataque. Podían ver cómo poco a poco las explosiones alcanzaban las inmediaciones de los Varia, causando tremendo ajetreo.

No todos habían tenido la oportunidad de presenciar en combate al guardián de la nube Hibari Kyouya pero sabían perfectamente lo poderoso que era.

Un ataque repentino mandó a volar una cúpula de las torres de la mansión; todos voltearon de inmediato, viendo cómo caía al piso un hombre de complexión robusta. El estratega de Varia salió al exterior, ordenando a sus hombres atacar al enemigo, ya habían invadido su área y no iba a quedarse así.

A la contienda en la mansión se sumaron otros doce sujetos más para pelear contra el escuadrón asesino independiente de los Vongola. Del guardián de la nube ni sus luces, pero no lo necesitaban, ni a él o cualquier otra escoria de Tsunayoshi Sawada.

Los oponentes eran fuertes, no por nada habían estado causando tanto alboroto. Levi hizo alarde de su poder queriendo impresionar a todos y de paso a su jefe –como era costumbre-, por otra parte Lussuria emocionado por combatir se sumó a las líneas de ataque. Bel y Fran como siempre discutiendo entre ellos por la brutal sinceridad del peliverde.

Aprovechando la riña personal del par más joven de los oficiales de Varia uno de los atacantes fue sobre ellos, sin embargo, los dos alcanzaron fácilmente a esquivar el ataque. Con la fuerza que el enemigo había empleado para atacarlos destruyó uno de los pilares de la casa, derrumbando el porche de la entrada y estremeciendo todo. Bel río con su clásica risita burlona al ver al caído.

Todo parecía estar bien y en orden, tenían la situación bajo control. Tan sólo faltaban dos sujetos por derrotar, más de un momento a otro todo fue confusión y pánico… especialmente para los novatos.

El Jefe de Varia se abría paso de entre los escombros del recién caído porche. Todas y cada una de las miradas fueron puestas en él, especialmente en esas cicatrices que denotaban cuan molesto estaba. Tocó la tierra del patio, con una reverenda mierda; el jefe estaba furioso y eso no le convenía a nadie puesto que Xanxus no discernía entre enemigos o aliados al momento de pelear.

Todo parecía pasar en cámara lenta, ojos de Squalo y Levi habían quedado fuera de sus orbitas, no creyendo lo que estaba sucediendo.

Momentos como si fueran capturados por una cámara fue todo lo que observaron: aquella chica saltando desde detrás de Xanxus, el pie de la misma chica pisar la cabeza del moreno, el brinco de la atrevida impulsado por la coronilla de su jefe, el corte en forma de cruz producto de las dos Kusarigama que habían sido blandidas como un experto.

Solamente quedaba un individuo más, el cual fue acabado por la mujer de la misma manera que su compañero. Exhaló con alivio y sonrió para sí misma. Le daba la espalda a todos los Varia, así que no podía ver la cara de horror que tenían. Cuando giró a sus espaldas lo primero que notó fueron esos ojos carmesí, tan rojos como la sangre, y si bien era muy intimidantes también eran escandalosamente hermosos.

-¡Hibari-shishou! ¡Ya terminé por aquí! –alzó uno de sus Kusarigama para señalar su posición al guardián de la nube que recién se acercaba.

-Buen trabajo Misuki –la voz seria y colecta de Kyouya desvió la atención a él.

-¡Hey! ¡Escoria! –Gritó Squalo- ¿Qué demonios hacen aquí?

-No pretendíamos extender la batalla hasta estos dominios, pero esos sujetos eran fuertes y se nos fueron de las manos –explicó Misuki.

-Fuimos atacados en nuestra base en Japón, después nos enteramos que la base de ellos estaba aquí en Italia. Tsuna encomendó a Kyouya encargarse de eso –prosiguió con las explicaciones Dino Cavallone quien llegaba junto a algunos subordinados.

El brazo de Xanxus se extendió al frente, sosteniendo en su mano una de sus pistolas, estaba dispuesto a apretar el gatillo, y no fue más que aquella tonfa bajo su cuello lo que le detuvo.

-¡Vroi! ¡¿Qué haces escoria?! –gritó el capitán comandante al ver como amenazaban a su jefe.

La otra arma del moreno apuntó a Hibari, igual de amenazante como hacia Misuki. Uno más de los Varia quiso intervenir pero fue detenido por Dino.

-No es necesario llegar a tanto –trató de apaciguarlos a todos el rubio-. Xanxus, no quisimos importunar a tus hombres ni tus dominios.

-Baja tu arma, herbívoro –masculló Hibari para quien lo apuntaba.

-Tanto alboroto por un pilar roto, que dramático resultó ser el Jefe de…

Las palabras de Misuki fueron silenciadas de la manera más poco ortodoxa de todas. Así era Xanxus, si algo le molestaba lo sacaba del camino, sin importarle nadie ni nada.

Disparó su arma contra ella, con tanta potencia y sin miramientos. No se contendría únicamente porque se trataba de una mujer o porque estaba siendo amenazado por el guardián de la nube de la basura de Sawada. No señor, esa mocosa había arruinado su cena, dos veces y además había tenido el atrevimiento de usarlo como alfombra y trampolín.

El ataque de Hibari no se hizo esperar. Dino quería morir en esos momentos; sólo a Xanxus se le ocurría atacar a alguien de esa manera y únicamente a Hibari se le ocurría arremeter en dominios "enemigos". Claramente estaban en desventaja.

Cavallone mandó a sus hombres por la chica, que esperaba por el amor de Kami estuviera con vida. Los dos morenos seguían peleando entre ellos, asombrando a la multitud por estar tan parejos; que horror saber que había dos personas como su Jefe.

De la nada una llama de color rojo atravesó el campo de batalla. Entre la oscuridad aquel tigre de la tormenta tomó en su hocico a uno de los hombres derrotados por Misuki; y una vez que lo tuvo bien sujeto salió huyendo entre la espesura del bosque.

-¡Hibari! –exclamó Dino en el afán de llamar su atención.

-Lo sé –respondió al retroceder de Xanxus- Parece que nuestro encuentro tendrá que esperar.

-Basura –escupió con ira su rival.

Cavallone se acercó a donde había quedado tirada la chica, realmente estaba en malas condiciones.

-Jefe –dijo uno de sus hombres- Está en muy mal estado, no podremos avanzar con ella en tales condiciones.

-Lo sé –se agachó para verla- ¿Hibari? –consultó con el moreno, al guardián de la nube; contadas personas entraban en su lista "afectiva" y sabía que Misuki era una de ellas.

-Si no nos movemos rápido perderemos a esos sujetos –advirtió uno.

-Yo me encargó de ella –habló Lussuria.

-¿Estás seguro? –preguntó Dino. Kyouya tan sólo lo miró con su normal cara de asesino profesional.

-Atacaron a Varia, más que eso a la familia Vongola. Iremos también ¿cierto Squalo? –cuestionó al peliblanco.

-Levi los acompañará, escorias ¿alguna objeción?

-Andando entonces –se puso de pie el rubio.

-Cuídala bien, herbívoro –amenazó Hibari a Lussuria.

-Haré lo que pueda.

Así el miembro de Vongola, el jefe de los Cavallone y el equipo de Varia comenzó su caza a quienes habían osado atacarlos. Y Xanxus, él, esperaba poder cenar –al fin- en santa paz.

Un día después.

Cada centímetro de su cuerpo le dolía como su hubiera sido arrollada por un tren, no es que previamente hubiera sido arrollada por uno, pero imaginaba que si alguna vez le sucediera así debería de sentirse después del impacto. Quiso tocarse la cara pero en cambio se picó un ojo, gritó adolorida. Miró con detenimiento sus manos, lucia como un monstruo con garras, ¿pero qué demonios le estaba pasando? Bajó de la cama apresurada, notando como su cabello azulado le llegaba hasta la cintura siendo que recordaba tenerlo no más debajo de los hombros.

Estaba débil por lo que cayó al suelo y gateando llegó hasta el espejo que estaba colocado justo frente a la cama. No sabía que estaba pasando, lo único que podía recordar era esa luz cegadora que lentamente comenzaba a rodearla, después de eso todo quedó en blanco.

-Ya despertaste –dijo Lussuria quien entraba en la habitación.

-¿Por qué estoy así? –le lloró.

-Es por las llamas del Sol, no te preocupes –sonrió simpáticamente.

-¿Donde esta Hibari-Shishou y Dino-sempai?

-Se fueron la noche anterior a seguir a los sujetos que nos atacaron.

-¿Y me abandonaron aquí? –por su tono de voz parecía estar impactada.

-Más o menos. No podías moverte después del ataque de Xanxus-sama.

-¿Xanxus? –Entonces recordó, ese rayo de luz ¿qué más podría ser?- Ya caigo en cuenta. El muy desgraciado me atacó sólo porque se le vino en gana.

-Tú te lo buscaste. Toma –le arrojó un cortaúñas.

-¡No puedo tomarlo pedazo de tonto! –le gritó iracunda.

-Ya, ya… te ayudo.

Así que Hibari la había dejado en el cuartel de Varia, todo por cuenta del insensato de Xanxus. Estaba molesta, era su oportunidad para impresionar a Hibari, para poder estar cerca de él y el muy desgraciado de Xanxus le había arrebatado todo eso. Estaba enojada, muy enojada.

-Listo –terminó Luss de cortar las uñas de Misuki.

-Gracias, ¿dónde está mi ropa? Esta camisa apesta a ustedes.

-Que grosera eres Misu-chan. La tuya quedó hecha pedazos, por eso te pusimos eso.

-Quiero irme de aquí –confesó con un puchero.

La puerta se abrió de un portazo, dejando ver a Squalo quien entraba con el ceño fruncido.

-La chica impertinente despertó, Squalo-taichou~ –la monótona voz de Fran resonó en la habitación.

-¿A quién le dices impertinente? –se defendió.

-¡Vroi! ¡Mocosa del demonio! ¿Sabes cuantos problemas nos causaste con el bastardo de Xanxus?

-No y no me importa –les volteó la cara- Él me atacó en primer lugar.

-¡Tú lo pisaste! –gritó histérico Squalo.

-Eso le pasa por estar parado en medio de la contienda como idiota.

-Squalo- taiuchou –volvió a hablar Fran- A más de uno le dio gusto esa acción.

-¡No estés alentándola, Fran!

-Misu-chan ¿quieres que corte tu cabello también? –preguntó Luss, pasando a segundo terminó el hecho de que habían pisado a su jefe.

-Está bien así, ya no importa. ¿Qué va a pasar ahora?

-Te quedaras aquí hasta que los Vongola vengan por ti, en eso quedamos –respondió Luss.

-Que fastidió –masculló.

-Todavía no te recuperas del todo, el ataque del Jefe fue muy poderoso.

-Sí, lo sé. Supongo que el entrenamiento con Hibari-san me hizo resistente a ese tipo de cosas.

-Como sea –chasqueó la lengua el peliblanco- No hagas cosas estúpidas o te mataré yo mismo.

-Bien –hizo un ademan con su mano simulando que todo estaría en orden-. Tengo hambre, quiero comida.

-Prepárala tú –dijeron al unísono los tres.

-¡Pero soy su invitada!

-Eres una gata recogida de la calle, no abuses –habló con rudeza Squalo.

-¿Qué hay de mis armas?

-Deben seguir tiradas en el patio.

-Iré por ellas y de paso a comer –se puso de pie- Quítense de mi camino –pasó entre Fran y Squalo.

-Oye, no salgas así –advirtió Luss pero fue totalmente ignorado.

La mansión era muy grande tenía que admitir; estuvo rondando de aquí para allá en busca de la cocina. Primeramente debía saciar su apetito para recuperar fuerzas. Pero toda posibilidad se vio opacada ante la imposibilidad de dar con el correcto lugar. Fastidiada por el hecho preguntó a unos de los hombres, quienes más pendientes en la anatomía de la mujer le dieron las indicaciones para llegar a la cocina.

-Muero de hambre, quiero comer –musitó sin ganas al momento que abría la puerta.

Hizo una mueca, ese lugar no era la cocina, a menos de que al cocinero le gustara preparar los alimentos a media luz. Se rascó la cabeza, esa mansión era un completo fastidio. Echó un ojo alrededor, divisando al fondo un gran sillón de color morado finamente tallada su base de madera y en él, nada más y nada menos que el Jefe de Varia Xanxus, dormitando cual niño sin ninguna preocupación.

-¿Qué haces aquí, basura? –escuchó pronunciar la ronca voz del moreno, aún seguía con ambos ojos cerrados.

-Buscaba la cocina, pero me perdí –esperaba una respuesta, pero todo lo que obtuvo fue un gruñido por parte de él- ¿Puedo? –señaló el sillón que estaba colocado al lado de la ventana.

-Largo –dijo sin miramientos.

-¿Sabes algo sobre Hibari-san? –le preguntó e ignorando al hombre tomó asiento en el sillón. Xanxus no respondió- Eres igual como dicen los rumores.

El sillón era cómodo, al menos buen gusto sí tenía. Su vista se concentró en el estante a las espaldas del moreno; medía al menos unos dos metros cincuenta y estaba completamente atiborrado de libros. Los ojos caoba de Misuki parecieron brillar, siempre había sido una gran fan de la lectura y si tenía que pasar quien sabe cuánto tiempo con esos individuos al menos debía encontrar algo bueno que hacer.

Sin pedir permiso se escabulló hasta es estante, la sola presencia de esa mujer alteraba los sentidos de Xanxus, su voz era tremendamente insoportable y ahora la tenía a sus espaldas oyéndola hablar como urraca.

-Xanxus, tienes buen gusto por la lectura. Voy a llevarme unos cuantos libros para leer o moriré de aburrimiento en esta horripilante mansión.

Había tomado dos y los colocó sobre el escritorio del jefe, el "tac" sobre la mesa hizo que él abriera sus ojos. Misuki estaba tratando de escalar el mueble para alcanzar uno de los libros que se encontraban en la parte superior. Cuando por fin logró alcanzarlo tuvo que emplear mucha fuerza para sacarlo, había muchos y estaban tan presionados que al momento de sacarlo otro más también salió volando.

Fue un doble golpe el que escuchó, el primero era el chocar del libro contra la cabeza de Xanxus y el siguiente el sonido del encuadernado golpear el piso.

-Perdón…

Era rápido, más que eso fuerte, no porque ella fuera una mujer y él hombre, simplemente era fuerte porque así lo era. La opresiva mano estaba lentamente privándola del aire, trataba de quitar ese agarre de su cuello con sus manos pero el moreno no desistía en lo más mínimo. No, jamás había conocido a tan iracundo ser.

Estaba totalmente equivocado si pensaba que las cosas iban a ser así de fáciles. Trató de golpearlo con una patada pero él sencillamente la detuvo con su otro brazo; entonces usó su otra pierna para ejercer igual presión en el cuello de Xanxus. Si quería guerra la iba a tener.

La sonrisa macabra del moreno se ensanchó aún más, parecía estar muy divertido con todo. Misuki estaba a punto de sucumbir ante el poderío del jefe de Varia, sin embargo, él mismo decidió parar. La arrojó con violencia al suelo, dirigiéndole con sus ojos rojos una mirada llena de desprecio.

-¡Xanxus! –gritó llena de rabia.

Su mano empuñada tenía toda la intención de golpear aquel rostro, sin embargo, una vez más sucumbió ante la fuerza de él.

Lo poco que se encontraba sobre la mesa fue tirado al suelo cuando de un único y sagaz movimiento Xanxus desplomó a la chica ahí, tumbándola de espaldas y sujetando con firmeza sus manos por encima de su cabeza. La tenía otra vez. Ambos se miraron con desprecio, pero a diferencia de ella el jefe de Varia parecía estar más que extasiado por gusto de ir ganando la contienda.

Desenfundó una de sus armas y la colocó en el cuello de la peliazul. Ya podía verse decapitada por el disparo mientras que Xanxus reía como loco por su hazaña. Contuvo la respiración en lo que aquella peligrosa pistola recorría descendente su cuerpo hasta toparse con un botón de lo único que llevaba puesto encima, con alevosía y ventaja tiró de él, desgarrándolo de su posición y así continuo hasta acabar con todos los botones y dejar al descubierto el cuerpo de Misuki en paños menores.

Observó a detalle su físico, desde cabello hasta la punta del pie, no era para nada una mujer de mal ver: pechos firmes, cintura estrecha, piernas torneadas. No sentía pena por estar en tan vergonzosa posición, sino más bien frustración por tan humillante asalto.

La pistola del moreno se hundió en su estómago, ejerciendo mucha presión, un gemido sofocado escapó inevitablemente de su boca. No iba a aguantarlo más. Sus piernas se enroscaron al brazo derecho de Xanxus, el mismo que la amenazaba con el arma, obligándole a moverse de ahí usando todas sus fuerzas, parecía una contorsionista nivel master.

-Nada mal basura –la felicitó el moreno un con su torcida sonrisa.

-Eres un hijo de puta Xanxus –escupió el comentario tan mordaz como pudo.

-Gracias.

-¿Siempre te pones así por cosas irrelevantes?

-Estoy siendo amable.

-No me digas…

La puerta del estudio se abrió, ambos alzaron la vista para ver de quién se trataba.

-Jefe, tenemos noticias de Levi -entró Squalo al cuarto, mostrándose totalmente indiferente ante la escena que tenía al frente, como si en realidad nada fuera de lo "normal" estuviera pasando.

-¿Qué hay con ello? –preguntó Xanxus.

-Lograron detenerlos, al parecer tenían planes de atacar a Timoteo, así que investigaran más al respecto.

-Ya veo…

-¿Qué dijo Hibari-san? –se metió en la plática la peliazul.

-Yo que sé, no pregunté por ese sujeto.

-¿Te molestaría soltarme? –cuestionó al moreno con aparente enfado.

Su respuesta fue la fuerza del brazo del jefe, quien sin esforzarse realmente volvió a doblegar a Misuki, colocando la pistola en su estómago a pesar de que aún mantenía sus piernas adosadas a su brazo.

-Te dije que no hicieras algo estúpido –recalcó Squalo.

-Cierra la boca anciano –agravió al recién llegado.

-¡Vroi! ¿Qué dijiste? –sacó su espada.

-Basura, largo –habló el moreno para su comandante.

-¡¿Qué?!

-Largó –volvió a repetir. A Squalo no le quedó otro remedio que abandonar el estudio.

-Si vas a disparar hazlo ya –lo retó.

-No me des órdenes.

-Hibari-san, Dino-Sempai y tus hombres están peleando afuera mientras que tú estás jugando aquí, vaya líder que resultaste ser.

-Cállate.

-Maldita sea, con mi fuerza no podré ganarle. Si al menos tuviera mis armas –pensó.

Xanxus dejó caer su arma en el abdomen de la chica, Misuki no entendía por qué había hecho algo como eso, pero no tuvo que esperar mucho. Aquellos gruesos dedos tocaron su vientre en una suave caricia, la piel de su cuerpo se erizó al instante, dejó de ofrecer la misma resistencia con sus piernas y cedió un poco de la presión empleada. El jefe de Varia sonrió ante el sonrojo que mostró su presa cuando bajó incluso más, amenazante y muy despacio corría sus bragas con el único y vil propósito de despojarla de ella.

¿Por qué estaba actuando así? Había sido entrenada perfectamente para soportar toda clase de tratos, podían incluso torturarla y no mostraría una debilidad como ésa. Aunque ahí, bajo el dominio de alguna vez candidato a Decimo Vongola, la cosa parecía muy diferente. Frunció el ceño ante la molestia que le proporcionaba el sentirse de esa manera por sus caricias.

Tal vez eso necesitaba, un incentivo que lograra enojarla a tal grado. Apretó las piernas, torció su cuerpo y logró escapar del agarre de Xanxus. Rodó por el escritorio hasta caer en el piso. El moreno se dejó caer en su gran sofá, riendo a carcajadas por la previa reacción de la muchacha.

-Eres un maldito –musitó al ponerse de pie.

-Una buena forma de ganar sin esfuerzo.

-¡Esto no se va a quedar así! –lo señaló con el dedo. Xanxus volvió a mirarla de pies a cabeza, Misuki se cubrió al darse cuenta que su camisa seguía abierta.

-Largo –ordenó antes de bostezar.

-Cretino –dijo por debajo. Solamente esta vez iba acatar esa orden, no porque le tuviera miedo, sino porque necesitaba comer… o al menos eso quería creer.