Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a la gran Rumiko T. pero la historia es mía.

Esta historia se sitúa en Inuyasha Kanketsu-hen, capítulos después de la muerte de Kikyo.

NO LE DIGAS A KAGOME

-Kagome, recuerda cambiarle el agua tres veces al día. No le des otra cosa que no sea la comida para aves que te entregue, y nada de golosinas, cuídala bien. Todo está en la lista que tienes ahí-hablo Eri atropelladamente.

-¿pe-pero cuando regresas?-pregunto anonada Kagome

-mmm…- la joven poso un dedo índice en sus labios pensativa mirando a la nada- Como es un viaje familiar supongo que un poco más de este fin de semana.

Se despido con la mano evitando mirar a Kagome a los ojos por si ella se reusara a último momento-¡ah! y muchas gracias- La joven hizo una rápida reverencia y se fue, cerrando la puerta fuertemente tras de sí.

Kagome no sabía cómo reaccionar, se había quedado en estado de shock en la puerta de su casa. Hace pocos minutos, Eri llego sin aviso alguno, entrando a su casa con una jaula y una exótica ave tropical de llamativos colores dentro de ella, entregándole una bolsa de comida para aves, y una enorme lista de cuidados. ¡¿Acaso Eri se había vuelto loca? . ¿Cómo pretendía que cuidara a su ave si tenía un compromiso con la época feudal? Bueno… tampoco podría ir a la casa de Eri y decirle: oye aquí está tu ave, no puedo cuidarla porque tengo que perderme todas mis clases para atravesar un pozo y viajar quinientos años en el pasado, buscar los últimos fragmentos de la perla de shikon y derrotar al medio demonio Naraku. No… esa no era una opción.

Suspiro derrotada, se dio la vuelta mirando al extraño pájaro de vivos colores. Recordó de pronto que había visto este animal hace mucho tiempo en un documental que pasaban por la televisión, sin duda alguna era una cotorra. Esas graciosas aves que repiten todo lo que le dices. Le sonrió a la curiosa ave por alguna extraña razón, la corrora giro graciosamente su pequeña cabeza hacia la izquierda para luego emitir un agudo pero corto trino. Kagome se sobresaltó por la frecuencia tan alta del sonido. ¿Qué tipo de pulmones tenía esa cotorra para cantar así?

Naomi Higurashi, la madre de la miko del futuro asomo la cabeza por la puerta corrediza de la sala

-¿hija hay alguien contigo?, escuche voces y un espeluznante grito, ¿sucede algo?

-esto ocurre- Kagome se hizo a un lado con cara de pocos amigos, para que su madre viera el animalito dentro de la jaula.

-¡Qué lindo pájaro! Haber… ¿que tenemos aquí?- la señora Higurashi corrió hasta llegar a la jaula. Le

Brillaron los ojos al ver un pájaro tan poco común en Japón. Como si de un bebe se tratase, la madre de Kagome empezó a parlotear haciendo graciosas muecas al animalito-linda ave, linda ave.

-linda ave- repitió el astuto animal. Como una grabadora empezó a decir la misma frase una y otra vez aleteando sus alas de vivos colores denotando emoción.

-¡ah! Eres muy inteligente- le sonrió la mujer

-mama no puedo encargarme de él, tengo que ir a la época antigua- soltó con pesar. ¿Por qué cuando su familia o Inuyasha no interferían en sus estudios lo hacia una de sus amigas con sus asuntos personales? Debería organizar más su vida, todo ya se estaba volviendo un caos…

-¡KAGOMEEE!- grito una voz masculina que provenía de su habitación, y no se oía muy feliz que digamos…

-genial, lo que me faltaba… -mascullo entre dientes. Las pesadas y violentas pisadas que daba Inuyasha al bajar las escaleras se escuchaban por toda la casa. Tener un hanyou fastidiándole con sus exigencias no era nada fácil. Miro el cielo por una ventana y se acordó de pronto de su promesa.

Al escuchar los gritos su madre sonrió pícaramente y se retiró para dejarlos a solas

-¿se puede saber quién te dijo que te quedaras aquí todo el día? – gruño el hanyou, las orbes doradas la fulminaban con enfado, pero había algo más… ¿angustia?, no Inuyasha no es el tipo de persona que se preocupa por pequeñeces -Dijiste que volverías antes del atardecer ¡y ya es de noche!-la acuso con un dedo.

-¡espera un momento, no es mi culpa! Estaba a punto de ir… - Alzo la voz- pero Eri se apareció de pronto- dijo casi en un susurro

-¿bueno ya se fue, no?- preguntó más calmado pero no dejo de estar tenso.

Kagome asintió.

-pues qué esperas, vámonos- hablo en un tono posesivo.

¿Qué demonios le sucedía? ¿Por qué tanta urgencia en ir? No recordaba tanta desesperación de parte de el para recolectar los últimos fragmentos… ¿O tal vez era otra cosa? Inuyasha simplemente quería tener a Kagome a su lado, para siempre, y no dejaría que ni siquiera sus amigas se quedaran con ella. ¡eso nunca! Ya bastante le dolía tener que esperarla tres días cada vez que se enfrenta con ese débil demonio llamado 'examen'. ¡Era demasiado tiempo!, solo si las cosas fueran distintas y ambos declararan sus sentimientos todo sería más sencillo.

Un trino rompió la concentración del hibrido que miraba distraídamente los labios de Kagome. ¡¿En que estaba pensando? Esto sentimientos humanos lo estaban volviendo un debilucho.

-¿ahhh? ¿Que se supone que es eso?- aún tenía sus mejillas sonrojadas al descubrirse a sí mismo observando a la miko en momentos anteriores. Cosa que no pasó desapercibida para ella y ahogo una risilla, aunque ignoraba los motivos del porqué.

-es un ave tropical, muy rara por aquí- Dijo perdiéndose en las facciones de Inuyasha que estaba tratando de concentrarse en el animalito. Aunque sabía que ella lo observaba, no despego la vista por torpe orgulloso-Me pregunto de donde la habrá sacado Eri.

-¿esta cosa tiene nombre? Me refiero a la especie.

-Cotorra- Kagome se perdió en los colores vividos del animalito; plumas rojas, azules, verdes y un pico amarillo, como un sol pintado por un niño.

-es bastante feo- como si fuera de lo más normal lo observo sin ganas, la cotorra cabeceo hacia la izquierda

-feo

El hibrido se sobresaltó molesto

-¡¿Qué dijiste?- Kagome no sabía si reír, o calmar a Inuyasha y explicarle.

- feo, feo, feo- canto aleteando sus alas

-¡te voy a desplumar gallo verde!- siseo poniendo una mano en la empuñadura de su espada.

-¡Inuyasha ya basta!- la muchacha puso una de sus manos en el brazo masculino indicando que se controlará

-Inuyasha feo, feo, feo- el ave se detuvo para tomar un poco de aire-¡ FEO !

-¡Lo voy a matar!- Como se atrevía ese pajarraco avergonzarlo así en frente de su Kagome. Espera… ¿Cómo la había llamado?, no, ella no le pertenecía, pero la deseaba tanto. Maldición.

-¡no te atrevas no es mía! Solo está repitiendo lo que estamos diciendo –Explico casi gritándole. El enfado de Inuyasha no era normal y si no actuaba rápido sabría que cumpliría con su cometido.

-no permitiré que viva después de lo que me dijo- se defendió y con su característica pose de pelea encaro a la muchacha

Kagome le sostuvo la mirada enfadada. Se le ocurrió una idea, aprovechando que el hibrido no prestaba total atención. Rápidamente desenfundo a Tessaiga y la apretó en su pecho con ambas manos para evitar que se la quitara.

-atrévete a tocarle una pluma y te juro que nunca te la devolveré- grito. No usaría el conjuro del collar. Quería arreglar las cosas. Pero no a golpes.

¿Qué? ¡Qué!... ¿Cómo demonios se dejó engatusar por ella? En un momento estaba perdido en las enormes orbes chocolate y al otro le había quitado su espada. Esa mujer definitivamente lo estaba volviendo loco. ¡Que tenía ella para que lo atrajera tanto! Sus ojos, sus labios… hasta su propio olor

Sacudió la cabeza queriendo desaparecer esos pensamientos

-¡Kagome te lo advierto si no me la devuelves yo voy a!… - abrió la boca para decir algo, pero la cerro de pronto al saberse su situación ¿Qué cosa le haría?