Siglos antes del acontecimiento de Yui Komori en la tétrica mansión aislada, hubo una joven chica que se adentró al lugar a paso digno, con mucho temor.

En el oscuro sendero de cierto bosque las gotas de lluvia resonaban brutamente al tocar el suelo, toda la maravillosa escena era abrumada por el andar de unos caballos que tiraban de un carruaje. A la delicada rubia de ojos inocentes que viajaba en el nombrado transporte se le cayó el libro de sus manos al sobresaltarse por el brusco movimiento del leve deslizar de uno de los caballos. Asustada por la situación tenebrosa, puso sus pies sobre el fino asiento y se abraso a si misma tratando de buscar refugio, como si eso se pudiera hacer estando simplemente en posición fetal. De a poco descubrió sus potentes ojos carmesí, con lágrimas en ellos. Volvió a sentarse tratando de simular elegancia, sabía que su madre la regañaría si estuviera ahí para ver su infantil comportamiento. La chica salió de sus pensamientos al sentir el carruaje detenerse.

Con su maleta en mano fue a paso rápido por la entrada de la desconocida mansión. Por lo negro de la noche, su visión no le advirtió de la fuente de agua adelante suyo y cayó en ella. Saco la cabeza del agua helada recuperando el aliento mientras se echaba a llorar todavía mas, sus largos cabellos chorreaban, su vestido estaba empapado y el agua se le había colado hasta los zapatos. Salió y se reconforto un poco al haber llegado a la puerta, a la cual toco con desesperación, lástima que nadie atendió. Volvió a tocar, de nuevo nada. Volvió a tocar, nadie. Se dejó caer de rodillas llevándose una de su mano a los labios, intentaba no sollozar. Temblaba de frio y estar tan sola en aquel siniestro lugar no ayudaba en nada la situación. Todo eso hasta que escucho en pomo girar y la puerta abrirse, dejando salir rayos de la luz del interior. Levanto la vista esperanzada, pero se desilusiono al no ver a nadie. Sin dudarlo, entro casi corriendo.

Un detallado y enorme salón. Abrumado por el calor que desprendía, aunque no se viera chimenea o aparato que lo crease, lo cual era extraño por el frio que había afuera. Observo el lugar definidamente con una expresión introvertida como si buscara a alguien.

-Oye - Escucho un llamado cantado atrás suyo, a lo cual volteo asustada ¡Pero si ahí antes no había nadie! - ¿Acaso no les enseñan a las bebes a no entrar en casas ajenas?

- D-Disculpe, pe... Pero tengo catorce años - Se excusó tímidamente al chico de cabello naranja que estaba apoyado en la puerta observándola con una sonrisa.

- Oh ¿Tan joven?, creo que me volveré un asalta cunas~.

-¿Quién es..- Mientras preguntaba tomando toda la determinación que tenía en su cuerpo, fue interrumpida por otra voz, una voz seria y con notorios modales.

-Raito, por favor deja de molestar a nuestra invitada- Dijo el alto chico desde la cima de las escaleras que se encontraban al norte de la sala, con un semblante respetuoso. Luego de examinar a la niña con la mirada y notar su deplorable aspecto, continuo.- Disculpe los inconvenientes que haya tenido que pasar.

- ¡N- No es problema! Ocurrió por mi torpeza- Se notaba la vergüenza en su suave voz.

-¿Y esta quién es?- Se escuchó una voz con cansancio mostrando una cuarta presencia en el salón.

Un muchacho de cabello rojizo, ojos verdes e incontables desarreglos en su vestimenta estaba apoyado en el barandal que conformaba un segundo piso. La chica dirigió su mirada sobresaltada hacia él para luego dirigirla al otro extremo viendo a un chico rubio y de potentes ojos azules asintiendo ni prestando atención a nada mientras escuchaba música, como si apoyara la pregunta del otro chico pelirrojo.

-Y-yo... Me llamo-

-Milenka Komori.- La interrumpió el chico de las escaleras nuevamente.

-¿Cómo es que... Usted sabe mi nombre?- Pregunto con timidez.

-Nuestro padre me aviso que vendrías.

Al nombrar esa frase, todo el lugar se llenó de una gran incomodidad. Que fue interrumpida por una sexta presencia, un chico de cabello blanco camino al lado de la niña rubia depositándole una toalla en la cabeza. Sin que se diera cuenta, había estado todo este tiempo chorreando agua y mojando el piso. No alcanzo a reaccionar cuando ya sentía una mano que con delicadeza le quitaba la toalla de la cabeza y suavemente se la empezó a pasar por su mejilla y liso cabello, un chico no tan alto como los demás, pero si más alto que ella; Poseía unos ojos y cabello de un hermoso color morado.

-De seguro tienes mucho frío...- Murmuro.

Milenka solo atino a sonrojarse ante el caballeroso y dulces acto del chico, por alguna razón le llamaba mucho más la atención que todo lo que había visto hasta ahora, se quedó perdida mirándolo hasta que la escena fue rota por la voz del chico de semblante respetuoso.

- Al parecer, los padres de esta muchacha nombraron a nuestro predecesor como su padrino, por una amistad desde la juventud. Por el reciente fallecimiento de los padres de Milenka, ella está legalmente a su cuidado, y por lo tanto, también es nuestra hermanastra.

Todos se quedaron quietos procesando la impactante información, hasta la rubia, pero su mente se bloqueó al concentrarse en la frase que le recordaba un gran dolor y tragedia.

-Oe, Reiji, ¿Estas consciente de que esta mocosa en humana verdad?- Pregunto el pelirrojo.

El chico con el peluche se acercó a paso normal a la niña y lentamente lamió su oreja. Milenka se apartó con rubor en sus mejillas y soltando un gemidito de la sorpresa, su estómago temblaba. Sin cuidado cayo en los brazos del pelirrojo que hace un momento se encontraba en el segundo piso, el cual empezó a lamer su cuello. Pero a diferencia del peli morado, este se tomaba su tiempo y no soltaba a la chica.

-Por favor, has tus actividades en tu cuarto.- Interrumpió el chico de la escalera a lo cual el pelirrojo no se inmuto hasta unos momentos después cuando se apartó de Milenka en jadeos y haciendo comentarios de la delicia de sangre que corría por sus venas, a lo cual el chico del peluche también aporto cosas extasiado.- Bueno, creo que lo correcto sería presentarnos.

- Ayato Sakamaki, pero puedes llamarme "Su Majestad"- Dijo el pelirrojo con una sonrisa arrogante.

- Raito, es un gusto bebita~. - Canturreo el chico de sombrero y cabello anaranjado apoyándose en el hombro de la chica, a lo cual ella solo lo miro tímidamente.

- Llámame Reiji.- Saludo respetuosamente el hasta ahora conocido chico de la escalera.

- Yo soy Kanato Sakamaki, él es Teddy- Dijo tomando su turno el peli morado sacudiendo un poco a su peluche, a lo cual Milenka rio por lo bajo con una sonrisita.

-Él es Shu, el primerizo- Dijo Reiji refiriéndose al rubio, ya que este no se dignaba a hablar, lo cual se notaba que lo fastidio.

-Subaru.- Soltó el peliblanco fríamente para después irse.

-Ahora..., Kanato.- Llamo Reiji a su hermano menor. - Por favor escolta a la señorita a su nueva habitación, dale un vestuario apropiado para la ocasión.

El peli morado bufo fastidiado, ¿Por qué tenía que hacer tan molesta tarea? Se fue refunfuñando con teddy a lo que Milenka lo siguió a paso rápido como pudo. Cuando logro alcanzarlo Kanato ya había bajado su velocidad y simplemente abrazaba a su oso de peluche. Por alguna razon, a la rubia de daba miedo articular palabra, pero no por terror o algo por el estilo. Si no porque temía decir algo equivocado frente a ese misterioso chico.

Kanato se paró frente una puerta de un pasillo el cual Milenka no reconocía, la abrió y con generosidad le indico a la señorita que entrara.

Una cama grande con velo, un armario de madera de roble, un delicado ventanal que daba una maravillosa vista si no fuera por la lluvia, un tocador a la esquina de la habitación y un escritorio. El cuarto era simplemente hermoso. Soltó una exclamación de asombro mientras observaba cada detalle. Se volteo hacia el chico y lo miro incrédula, como si preguntara con la mirada que si ese era realmente su nueva habitación. El solo la miro con una ceja arriba.

-Muchas gracias.- dijo tímidamente, Kanato la ignoro y entro a la habitación como si nada.

Abrió el armario y busco entre las prendas hasta dar con, al parecer, el traje que buscaba. Se lo entrego sin sutileza a Milenka y se fue.

La chica apenas se quedó sola sonrió ilusionada. ¿¡Que era este lugar!? Una habitación enorme, armario lleno de fina ropa, hogar grande que hasta se podría perder con facilidad, y lo más importante ¡Tenia nuevos hermanos! Se dejó caer en la cama abrazando el vestido que le dio Kanato, ella era hija única y con el fallecimiento de sus padres creyó que se quedaría totalmente sola. Había oído rumores de que el señor Sakamaki, quien cuidaría de ella, era un hombre muy ocupado y no muy sociable. Se sintió reconfortada al saber que no se quedaría sin familia.

Entre saltitos de felicidad y chillidos de emoción se secó el cuerpo y cabello para después cambiarse de ropa. Se quedó mirándose a sí misma en un espejo de cuerpo completo que estaba al revés de la puerta. Un bello vestido victoriano. Color rosa claro apagado, con un corsé negro, una falda hasta las rodillas que cambiaba su tonalidad de rosado según iba avanzando la tela para terminar en total negro y con visillo, manga larga y un moño entre morado y café colgando de su pecho. ¿Realmente era ella? No se reconocía..., en su vida nunca tuvo cosas de tanta belleza y calidad. Sonrió levemente y se sonrojo al pensar que dirían sus nuevos parientes al tener esta primera/segunda impresión de ella. Termino su vestimenta al colocarse un moño que tomaba la mitad de su cabello hacia atrás, idéntico del que colgada en su pecho.

Con emoción bajo las escaleras casi corriendo, pero al quedar frente a las miradas de esos 6 chicos se le quito todo sentimiento de querer moverse. Todos estaban con traje, cada uno arreglado a su manera tan característica. La recorrían de arriba a abajo con la mirada, tan concentrados que Milenka moría de vergüenza.

-Sera una buena novia.- Susurra Reiji.

-Aaah, ya me imagino a bebita de esposa~.

-Cállense y vayan al comedor.- Dijo irritado Kanato apretando los dientes, sin decir que ahorcaba a Teddy de lo fuerte que lo sujetaba, el cual tenía una chaquetita negra para verse más presentable.

Milenka lo quedo mirando atónita, ¿Acaso... No le había gustado a su nuevo hermano? Aunque, cabe decir que no veía a Kanato como pariente aunque lo intentase. Se le hacia fácil con los demás el sentirse en familia, porque confiaba que si esas eran las personas con las que sus amados padres decidieron dejarla, debían ser de fiar. Pero con ese misterioso niño... Salió de sus pensamientos al sentir los pasos de los muchachos caminando hacia un salón el cual era esplendido. Debía de ser el comedor ya que Kanato estaba esperando, la mesa que estaba justo al centro del salón estaba perfectamente puesta con comida en hermosos servicios de porcelana. Cada chico tomo asiento en un puesto, Milenka se quedó atrás un segundo observando todo hasta que reacciono avergonzada.

Toda la comida fue en silencio, no parecía para nada una familia. Solo desconocidos que se ignoraban. Por las preguntas que la niña no pudo evitar guardarse, esta era una ocasión especial y solamente almorzaban/cenaban una vez así al mes. Las palabras específicas de Reiji fueron "La bienvenida de un sacrificio", no hace falta decir que no entendió nada. Pero no se atrevió a preguntar.

Aun con silencio y todo, Milenka se sentía muy cómoda. El solo tener compañía la hacía sonreír levemente, y lo hacía de la manera más disimulada posible. Pero evitaba mirar al peli morado y su mini acompañante a toda costa, sin ni siquiera saber la razon.

-Bien, mocosa, te espero en mi habitación para el postre.- Dio su orden Ayato mientras se paraba desinteresado.

Y así, uno por uno se fue yendo.

Caminaba por los pasillos tratando de ubicarse, ¿Dónde estaba la habitación de Ayato? Además, ¿Ir allí solo para comer postre? Realmente era un fastidio. Pero esas cosas solo le era posible pensarlas, le era extraño el pronunciar muchas palabras. Vagando por minutos y minutos termino perdida.

-Oye, ¿¡Acaso me estás haciendo esperar!?- Le grito Ayato después de aparecer en una de las puertas del pasillo donde se encontraba.

Pidiendo perdón y permiso entro adentro de la habitación, que por cierto era un desorden enorme.

-¿A... A qué se debe que necesite mi presencia?- Pregunto tratando de disimular su nerviosismo, ya que no veía ni rastros de "Postre", Milenka ya se estaba esperando un rico aperitivo dulce. Ayato la miro con sus seductores ojos y se partió en risas.

-Sí que los humanos son estúpidos.- soltó dejando desconcertada y confundida a la chica.

Sin previo aviso, Ayato se le tiro encima a Milenka. Sobre las blancas sabanas las incontables exclamaciones y quejas de la niña tanto físicas como verbales estaban desquiciando al pelirrojo, que lo soluciono con solo tomarla de las muñecas y aplicar fuerza para que se callara.

-Tú eres mi postre, idiota.

Empezó por lamerle con suavidad el cuello. Milenka cerró los ojos sonrojada esperando lo peor, seria violada..., dejo escapar unas lágrimas. Repentinamente, sintió una fuerte punzada de dolor en el cuello que la hizo estremecer. Sintió un líquido caliente caer por su piel y sintió un aroma que sus fosas nasales recordaban bien; Era Sangre.

Entrando en pánico por no saber que estaba pasándose puso a gritar por ayuda, como cualquier dama en apuros.