A LA HORA DE SIEMPRE
Llega tarde, siempre lo hace. Empiezo los estiramientos cuando veo a lo lejos su silueta iluminada por las luces callejeras. Sonríe como lo hace cada noche desde hace unos meses y empieza su calentamiento.
Le miro mientras estiro los músculos del brazo. La luz que se filtra de los faros ilumina la pista y le da un toque fantasmagórico al encuentro.
- Tú primero - le digo, mientras le lanzo el balón.
Él no dice nada. Me mira a los ojos, sonríe y empieza a botar la pelota. Odio que sonría así mientras jugamos. Me desconcentra.
Catorce contra doce a su favor. Su turno de nuevo. Intento defender la canasta y hacer un tapón, pero lo único que consigo es hacer falta y caer al suelo. Me he dado un buen golpe en la cabeza. Duele.
- ¿Estás bien, Kaede? - pregunta con voz preocupada mientras se arrodilla a mi lado y me toca la nuca.
- Ngh... - murmuro y aparto la cara. Está demasiado cerca.
- Te gané - dice mientras me levanta la barbilla con la mano.
Le miro a los ojos y creo que empiezo a temblar. Bajo la mirada y clavo los ojos en el escudo de su camiseta blanca. Preparatoria Ryonan. Ladea su cabeza y se interpone entre mis ojos y su camiseta.
- Quiero mi premio.
- Estúpido Sendoh... - murmuro con desdén mientras se va acercando a mí.
Cierro los ojos y lo hace. Me vuelve a besar como cada noche. Y el muy idiota besa bien y lo sabe. Sabe que disfruto de sus besos con sabor a victoria. La suya, porque yo siempre acabo perdiendo.
Unos segundos y el beso se acaba. Tengo los ojos cerrados, pero aún siento su aliento cálido en mi cuello. Seguimos sentados en el suelo de cemento. Me da un pequeño beso en la mejilla y noto que se levanta.
Abro los ojos. Me sonríe como siempre y me ofrece una mano para que me levante. Al ver que no voy a aceptar su gesto, baja la mano. Se inclina y me vuelve a besar.
- Hasta mañana - dice al irse con una sonrisa.
A la hora de siempre y en el lugar de siempre. Para que me gane como siempre, me bese con siempre y luego se vaya como siempre. No sé cuando dejé que él y sus sonrisas entraran en mi vida, pero ya no puedo escapar de esa rutina. Le veo alejarse y desaparecer entre las sombras de la noche. Alzo la cabeza y me quedo mirando el cielo plagado de estrellas que se ríen de mi destino.
Me levanto y recojo el balón naranja del suelo. Es como nuestro vínculo. La pelota, esta cancha y el juego. Y me da rabia. Lanzo la esfera con fuerza y choca contra la valla metálica. Respiro hondo. Akira Sendoh siempre provoca ese efecto en mí. Guardo mis cosas en la bolsa y me marcho.
Mañana volveré. A la hora de siempre, en la cancha de siempre, para hacer lo de siempre. Esperando ciegamente.
Algún día te derrotaré, maldito Sendoh...
El final es flojo. Vale, no sólo el final. Pero lo he encontrado al ordenar mis apuntes y he decidido transcribirlo. Tiene algo que me gusta. Puede que es porque sea un SenRu y adoro los SenRu, especialmente los SenRu ambientados en una cancha de baloncesto a la luz de la noche. Tópico, sí, pero bonito... ¿o no son adorables?
