Capitulo Único: el chico lechuga

Es un circulo vicioso, una desilusión me lleva al desagradable camino de la depresión, cuando estoy allí no logro hacer nada bien, cometo error tras error y al parecer mis esfuerzos por mejorar no dan resultado lo que me deprime mas, y al ver que mi vida es un asco es cuando decido morirme.

Pero ahora que hago un recuento de mi caótica vida me doy cuenta que he pasado tanto tiempo deseando morirme que finalmente lo estaba logrando, estaba muerta en vida, era como un vegetal.

Todo había empezado con él, con un chico de la universidad, estaba en la cafetería comiendo mi almuerzo antes de irme a mi siguiente clase, el comedor estaba excesivamente lleno, al parecer el decanato de la universidad había decidido no poner clases entre las doce del día y la dos de la tarde por lo que todos los estudiantes de todas las carreras llenaban los comedores de la no muy grande cafetería; casi corriendo llegué a la ultima silla vacía con mi bandeja de comida y el chico que se encontraba a mi lado había comenzado a reírse de mi patética odisea por obtener un puesto vacio.

-Cuidado chica, podría caerse la comida de tu bandeja- me dijo retirando amablemente la silla para que yo me sentara.

-Gracias- mascullé yo sentándome en mi lugar.

-Esta estúpida decisión de la dirección, no había tanto caos cuando los de ingeniería tenían clases a esta hora- dijo el muchacho, me parecía raro que me hablara, hace poco se había reído de mi.

Me volteé a verlo para encararlo, el chico parecía ser de mi misma edad, unos veintiún años y muy bien cumplidos, era de contextura delgada sin llegar a ser flacucho, vestía unos simples jeans con una camiseta blanca, era extremadamente pálido, casi tanto como yo, sus ojos verdes me miraban curiosos y su cabello le daba un aspecto de descuidado, pero le quedaba bien.

-Soy Edward, Edward Cullen, Medicina, tercer año- dijo el chico, tenía mi misma edad, lo sabía por los años que llevaba estudiando aquí.

-Bella Swan, Periodismo, tercer año- le respondí de la misma manera en la que él lo hizo conmigo.

-Esos idiotas, están ocupando mi mesa preferida- indicó Edward a unos muchachos que no reconocí que estaban situados en una mesa cercana a los ventanales que mostraban los amplios jardines del campus.

-Yo no tengo mesa preferida, solo me limito a almorzar y ya- le respondí.

-Eres una chica practica, seguro hay que ser así para ser periodista- expuso con la boca llena de lechuga.

-Y hay que comer como cerdo para ser médico- le reproché.

-Discúlpeme bella dama por no comer como caballero pero Jasper Whitlock anda con un cráneo en la mochila y me muero de la curiosidad por examinarlo- me respondió Edward señalando a un chico rubio que se pavoneaba con una chica pequeñita, seguramente la muchacha era de primer año.

Edward como todo un cerdo terminó de comer su almuerzo y sacó casi a rastras al chico rubio de la cafetería.

Ese día después de mi almuerzo seguí con mi día normal, fui al resto de mis clases, llegué a mi casa, leí un poco, dormí y volví a asistir a la universidad.

Otra vez estaba en mismo caos en la cafetería, tenían a tres facultades almorzando juntas en un mismo campus, la de salud, la de ciencias y la de humanidades; me apresuré a comprar mi almuerzo, ya había divisado una silla vacía y quería llegar a ella lo más rápido posible.

Cuando ya tuve la bendita bandeja con comida corrí con cuidado al lugar que había visto desocupado, pero lo que yo no esperaba era verlo ocupado por una mochila negra, ya tenía rabia acumulada, tenía toda la intención de decirle groseramente al dueño de la maldita mochila que la sacara de ahí pero él fue mas rápido. Era el chico lechuga, era Edward Cullen.

-Llegaste, pensé que no ibas a venir- dijo él sorprendiéndome.

-Te guardé un puesto, para que no tuvieras que correr con tu bandeja de comida- expuso el dándome una hermosa sonrisa que me dejó deslumbrada.

Solo me limité a agradecerle y a comer mi almuerzo, él nuevamente comía como cerdo.

-Déjame adivinar, ¿Jasper Whitlock tiene un fémur en la mochila?- dije bromeando con él ya que otra vez comía demasiado rápido.

-No, pero anoche descargué de internet la discografía completa de un grupo que me gusta y planeo ir a escuchar música un rato a los jardines antes de entrar a clase- me respondió hábilmente con la boca llena.

-Deberías intentarlo algún día, es bastante relajante sentarse a la sombra de un árbol antes de clase- me sugirió.

-¿No te molesta si te acompaño hoy?- le pregunté para luego comer como cerda, si, tenía que apresurarme.

-Para nada cerdita- me dio riendo mientras limpiaba de mi cara un poco de mayonesa que se había escurrido del sándwich.

Esas horas previas a mis clases las pasé con él, compartió sus audífonos conmigo y escuchamos música bajo la sombra de un árbol, estar con él ya se me estaba haciendo rutina, siempre me guardaba una silla en la cafetería y siempre comíamos como cerdos para pasar el tiempo bajo la sombra del mismo árbol en los jardines del campus.

La rutina fue similar todo el año salvo pequeñas excepciones como cuando llovía, ahí escuchábamos música en los pasillos de la universidad, sin darme cuenta me había acostumbrado a su compañía, a su aroma, a sus manías y a su voz, ese año durante las vacaciones a veces hablábamos por teléfono, no nos veíamos pero de igual forma estábamos en contacto, empezaba a extrañarlo, tanto que dolía, fue ahí cuando me di cuenta que estaba enamorada del chico lechuga, de Edward.

Cuando comenzó de nuevo el año universitario la situación con las tres facultades se normalizó, teníamos horarios diferentes para almorzar por lo que ya no lo veía y eso era doloroso, él ya no me llamaba y yo tenía mucho miedo de llamarlo y de parecer una especie de psicópata obsesiva.

Luego de un mes en la universidad lo vi, estaba sentado junto a una chica rubia de cabello rizado, la chica lo abrazada y besaba sus mejillas y a él parecía no desagradarle porque reía junto a ella, fue ahí cuando mi mundo se vino abajo, ¿en donde había quedado esa promesa de guardarme una silla siempre?, ¿la promesa de llamarme?, ¿La de ser mi amigo?; me sentí reemplazada y además por aquella rubia que de seguro no entendía su música ni escuchaba lo que él tuviera para decirle, esto tenia sabor a traición.

Lo siguiente no fue muy alentador, mi tristeza de ver a quien yo secretamente amaba con otra colgada de su cuello hizo que cayera en una profunda depresión, después de todo yo no era ni tan bonita ni tan femenina como ella y después de todo él es hombre, vale más un escote pronunciado que una fiel amiga.

Comencé reprobando una que otra asignatura, cuando mi estadía en la universidad se vio amenazada fue que intenté poner más de mi parte pero mis calificaciones seguían siendo bajas, mi aspecto tampoco se llevó una buena parte, estaba mas delgada, mas pálida y ojerosa, no tenía fuerzas para nada, ni siquiera para comer, solo me la pasaba durmiendo.

Creí haberlo visto con intenciones de acercarse a mí pero la rubia inmediatamente lo alejaba de mi trayectoria; mi vida era un asco, y por primera vez deseé morir.

No tenia salud, ni dinero ni amor; había perdido mi trabajo en una tienda de libros por mi falta de dedicación, una amiga de la universidad me arrastró al médico y el diagnostico no fue nada alentador, y por si fuera poco él reía todos los días del brazo de la chica rubia.

Sí, que pena mi vida, quería morirme y no sé si fui lo suficientemente valiente o extremadamente cobarde pero lo intenté, y varias veces pero ninguna lograba concretarse, a veces las pastillas no eran suficientes, el cuchillo no tenía demasiado filo o no pasaban coches por las calles cuando yo quería terminar con mi vida.

Un día aburrida de mi vida me senté a la sombra de un árbol a planear el siguiente intento para matarme, comencé a escuchar música sumamente depresiva cuando sentí que había alguien tras de mí.

-¿Podrías ocultarme?, he logrado perder a Tanya, esa chica es odiosa- dijo aquella voz de terciopelo que yo tan bien conocía.

-¿Tanya?- pregunté yo sabiendo que se refería a la rubia.

-Si, Tanya, la rubia hueca descerebrada que entro a esta universidad gracias a las influencias de su papito, desgraciadamente es mi prima y tengo que hacer el papel de niñero con ella, me tiene harto, ¿tu como has estado?- me dijo como si nada.

Me hubiera gustado decirle "bien, solo estoy un poco destruida y he intentado matarme porque mi vida es un asco pero no te preocupes, no es nada serio" pero en vez de eso puse mi mejor sonrisa fingida y le mentí sobre mi estado.

Había deseado morir con tantas ganas que lo estaba logrando, cuando fui al médico me dijo que aquellos cambios de ánimo a veces eran producto de ciertas masas encefálicas, y al hacerme los análisis el médico concluyó que tenía un tumor alojado en el cerebro y no era de los buenos, en poco tiempo mas perdería la visión y luego moriría, ya estaba muy avanzado como para hacer algo, solo debía vivir con alegría los días que me quedaban, como si eso fuese posible.

-¿Te gustaría salir hoy conmigo?, hay una pizzería nueva y me han dicho que hacen unas pizzas excelentes- dijo Edward con entusiasmo.

-¿Por qué ahora te da la gana de salir conmigo?- le pregunté dolida.

-Porque te he extrañado, eres mi amiga y te quiero- me dijo como si nada, me quiere...como amiga.

Solo me limité a mirarlo, cuando iba a sacar un libro de mi mochila él con un movimiento rápido me tomó por el mentón y deposito un inocente beso en mis labios.

-Solo sal conmigo, por favor- me rogó y yo sin poder articular una palabra asentí con la cabeza.

La semana que pasó Edward no me dejó sola, incluso me presentó a su prima, la cual había resultado ser una chica muy agradable, Edward siempre estuvo conmigo, no éramos novios pero ocasionalmente nos besábamos, cuando él sacaba a colación el tema de nuestro "estado amoroso" yo lo evadía, como también evadía decirle mi verdadero estado, habíamos quedado en que yo tenía una inofensiva anemia, nada de qué preocuparse.

Él nunca supo de mi estado, ni siquiera cuando comencé a morir en sus brazos.


sé que es un poco corto pero es la inspiracion del momento y cuando vienen las ganas de escribir...hay que escribir

espero les guste

gracias por leer y por comentar

bye!