Prólogo

La Primera Guerra Mágica empezó en 1940, pero la sociedad mágica no fue plenamente consciente de ella hasta 1970, cuando comenzó el Reinado de la Oscuridad a manos de Lord Voldemort, el mago más despiadado y cruel que el mundo mágico había conocido jamás.

La Rebelión del Señor Oscuro se llevó a cabo con la ayuda de los mortífagos, magos y brujas oscuros que llevaban el terror tanto a magos como a muggles. Voldemort además, consiguió aliarse con una fracción de los Altos Elfos que querían recuperar su antigua posición privilegia en la comunidad mágica.

Los mortífagos utilizaban técnicas como la maldición Imperius y el chantaje para obtener infiltrados en altos cargos y así desestabilizar el Ministerio de Magia, que intentaba a toda costa mantener el orden y el secretismo hacia el mundo muggle. Y la fracción de Altos Elfos que se había unido a Voldemort intentaba convencer al resto de su pueblo para que se uniera a la Rebelión y evitar así que los mortífagos siguieran atacándolos, aunque los elfos hacía siglos habían acordado mantenerse al margen de los asuntos de los magos.

Muchas familias de magos y elfos fueron masacradas por su oposición a la Rebelión. El caos creció ante la brutalidad de los ataques de los mortífagos, que consiguieron pactos con gigantes y hombres lobo para conseguir la victoria. Parecía que no había nadie a salvo.

Pero durante la invasión de Gran Bretaña, en la que Voldemort tenía el apoyo de los gigantes, los aurores resistieron consiguiendo aniquilar tribus enteras de gigantes, que amedrentados se retiraron ocultándose en las montañas.

Tras esta victoria, parecía que la balanza empezaba a inclinarse hacia el Ministerio, a los que se iban sumando magos de a pie y algunos elfos para combatir. El Ministerio, además, aprobó un decreto que permitía utilizar Maldiciones Imperdonables para reducir a los mortífagos e interrogarlos. A pesar de todo esto, el fin de la guerra parecía aún muy lejana.