Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Stephenie Meyer.
Notas: Un pequeño drabble sobre esta pareja que se me hace absurdamente adorable. Ojalá les guste. Muchísimas gracias a Sunshine Mindfreak por el beteo y la opinión.
Como el oro.
Emmett era el único que sabía cuál textura tiene el oro.
Cabellos rubios. Oro deslizándose entre sus dedos pálidos y cálidos en la otra piel. Agua amarilla, lluvia dorada, amaneceres que no importan y que no duelen. Tibios ojos dorados, perezosa sonrisa. Y la tontería era llamada eternidad, reflejándose en un beso sutil y suave, en un beso que es de buenos días, buenas tardes y buenas noches que nunca se deja de dar.
(Porque todo es eterno. Todo es por siempre. Y nadie puede quedarse solo tanto tiempo.
Y por suerte, tienen ese nosotros que eriza la piel muerta).
Emmett la ve como nadie puede hacerlo. No ve a la Rosalie hermosa y perfecta. No ve a la Rosalie perra y ambiciosa. No ve a la Rosalie vampiro. O a la Rosalie que lo abraza cuando hacen el amor.
Ve a una Rosalie pequeña. Una princesa de cuentos de hadas. Un dulce sueño. Un beso de buenos días, buenas tardes y buenas noches.
Y ve oro deslizándose por sus dedos, cayendo en el hombro y ocultando la piel grisácea, tersa, sublime.
Emmett pasa un brazo por la cintura de Rosalie, ella se acurruca en la cama con sus brazos y oculta parcialmente su rostro en el cuello.
Y sonríe.
—Vuélvete a dormir, Rose.
—No puedo, tengo insomnio. —La risa cómplice y divertida de Rosalie vibró en su pecho, haciéndole imaginar que su corazón latiría como un loco desaforado. Cómo desearía tener ese latido por un segundo.
Una caja llena de sorpresas, de miedos, inseguridades y un poco de odio quizás. Pero Emmett estaría para limpiar las lágrimas invisibles, acariciar cuando no hiciera frío y sonreír cuando no hubiera sentido para hacerlo.
Porque la ama. Tan simple como eso.
(Tan obvio como el oro es dorado y la sonrisa de Rosalie tatuada en su piel).
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