Hola! Bueno, antes que nada quiero aclarar que esto no lo escribí yo… yo solo lo publicó, la persona que escribió este maravilloso fic tenía de nick Harydrac, si alguien la conoce que por favor me diga porque yo ya perdí el contacto con ella.
Igual pueden dejar reviews porque si la encuentro los va a recibir, gracias!
Los diálogos están en cursiva
Los dejo con la historia:
Angustia
Primera parte:
Capitulo 1. Hermione
Era la hora del almuerzo, pero no podía tragar bocado. Sabía que todos notarían lo ausente que se sentía, y no tenía ganas de ser la comidilla de todo el mundo. Bueno, al menos no se sentía con ganas de fingir que no había pasado nada, y de actuar como si su vida no se hubiese vuelto del revés en un solo instante.
¿Qué había hecho ella para que de repente su mundo se trastornara de esa manera? Si apenas la tarde anterior le hubieran dicho de lo que se avecinaba, probablemente hubiera estallado en carcajadas. ¿Draco Malfoy interesado en ella? Sí, claro, y ella misma era una estrella jugando al quidditch. Aquello era demencial. Y debía estar en una dimensión paralela, porque no había otra explicación.
Recordó el momento en el que se dio cuenta de que algo andaba mal. Salió de la sala común de Gryffindor tras los revoltosos estudiantes de primer año. Era su deber como prefecta, y ya que esa noche Ron no parecía querer moverse de su sillón y dejar de jugar al ajedrez con Harry, supuso que era su responsabilidad evitar que los novatos cometiesen alguna infracción que restase puntos a su casa. Suspiró. Ser la prefecta con Ron era una labor que últimamente se le hacía mas pesada que nunca.
Caminó por los largos pasillos a oscuras siguiendo a buen paso el ruido de los niños al caminar. Los descubrió junto a la entrada del aula de Snape llenando el suelo con bombas de gas, y consiguió amedrentarlos lo suficiente como para que volvieran sin ser descubiertos. Se dedicó a dejarlo todo tal y como estaba, amontonando las bombas de gas malolientes, y salió de nuevo al pasillo con la manos llenas de repugnantes dispositivos.
Casi los dejo caer al sentir una voz a sus espaldas.
Vaya, vaya, pero si es Granger. ¿Qué tenemos aquí?
De entre todos los prefectos de las diferentes casas tendría que haberle tocado precisamente Draco Malfoy. El que más odiaba, el que mas la odiaba. El perfecto prefecto para la casa Slytherin.
Nada que te interese, Malfoy. ¿Me dejas pasar?
No creo que deba¿sabes? Veo perfectamente que tienes bombas ahí, y tan cerca de los calabozos de mi casa puedo suponer que tratabas de cometer… ¿cómo diría?... alguna travesura.
Deliras, Malfoy. Déjame pasar, te repito- A pesar de e4star casi a oscuras, no sintió mucho miedo. En otras ocasiones tal vez se hubiera aterrorizado, pero… esta vez sabía que si él empezaba a insultarla solo tendría que lanzarle las bombas y olería espantosamente mal durante varios meses.
¿No crees que debería informar a…- pero en ese momento oyeron los pasos del conserje y su voz gruñona refunfuñando, y Draco hizo algo que la llenó de sorpresa- ¡No! Ven aquí.
Y la empujó contra un reborde de la pared, oculto a la vista por un viejo tapiz verde y plata. La apretó en el estrecho nicho, y al cubrió con su cuerpo tapándola completamente. El ruido de los pasos del señor Filch se acercó, y ellos contuvieron la respiración. Si Draco la había amenazado con denunciarla al conserje… ¿Por que no la había entregado? Aún estaba a tiempo. Se decidió a mirarle.
Desde que se había unido al equipo de su casa como buscador, había crecido mucho. Era bastante alto, no tanto como Ron, pero si tan alto como Harry. Así que ahora, con 17 años, la había dejado bastante atrás, por lo que para mirarle a los ojos ella tenía que alejar la cabeza. El notó su movimiento, y en cuento sus ojos la miraron, uno de sus dedos se posó sobre sus labios, indicándole silencio.
Él volvió a girar el cabeza, atento a los pasos del conserje que ahora se alejaba. Estaban muy juntos, podían sentir sus propias respiraciones, y el temor a ser descubiertos les hacía latir el corazón con gran rapidez.
Cuando apenas oían ya la vieja voz gruñona, ella pensó que era el momento de volver al pasillo, pero Draco tenía otros planes. Cuando ella se movió, él la miro con aquellos ojos plateados.
¿Ya te quieres marchar?
Es bastante seguro salir de aquí. Tengo que irme.
Tienes tanta prisa que empiezo a preguntarme si es que no te gusta la compañía.- Murmuro el con voz grave.
Siempre he pensado que es mejor pasar el rato con cualquier criatura de las de Hagrid que estar contigo.- Ella pretendía enfadarlo, pero él rió suavemente.
Siempre la misma, Granger. Hay cosas que no cambian.- Se mantuvieron quietos ahí, mirándose, y a pesar de que él les había ayudado en su pasada batalla contra Voldemort, ella recordó que nunca había conocido sus verdaderas motivaciones. Nunca llegó a fiarse completamente de Draco, y le constaba que tampoco Ron o Harry lo habían hecho. Aquello era una perdida de tiempo. Y ella siempre tenía cosas que hacer.
Estoy ocupada, Malfoy. Hay personas que se deben a sus responsabilidades.
Estas desesperada por salir de aquí ¿eh? Cualquiera diría que tienes miedo.
¿De ti? Fíjate bien en el cargamento de bombas pestilentes que llevo. Si te atreves a hacerme algo olerás peor que cualquiera de las criaturas del inframundo.
Bueno… si las sueltas también te mancharas tu. Así que no creo que puedas hacerlo sin arriesgarte. Así que voy aprovechar esta oportunidad para hacer algo que me viene rondando por la cabeza desde hace mucho tiempo. No creo que esta situación se repita.- Y ante el asombro de esta, Draco se inclinó y la besó.
Durante unos instantes quedó tan conmocionada que apenas pudo reaccionar. Los labios de Draco sobre los suyos empezaron una danza que no sabía como parar. Él había extendido sus brazos para apretar su cuerpo contra el suyo, y ella no podía oponerse, no podía abofetearle, no podía moverse por el miedo a dejar caer algunas bombas. Y de pronto, sin saber muy bien como, ya no deseó resistirse más. Se rindió a lo que estaba sintiendo, le gustaba lo que experimentaba, y el pareció notar el justo momento de su capitulación, porque la estrecho mas aún y su lengua invadió su boca. Ella sintió la sangre correr rápidamente por sus venas, en un camino de fuego que dejaba débiles las piernas. Si saber porque emitió un suave quejido, y eso les devolvió a la realidad. Se miraron fijamente, pero ninguno se atrevió a decir nada. Luego, sin despedirse, Draco se giró y se marchó, dejándola en aquel estrecho hueco, aturdida y ligeramente disgustada. Y ahora ella estaba perpleja en su propia sala común, sin saber o no si debía bajar al comedor.
