No importaban las costillas rotas, ni los moretones en su cuerpo, todo lo que podía hacer era pensar en su Danny, que lo esperaba en casa. Steve nunca imagino, que su amigo iba a hacer hasta lo imposible por rescatarle.

Cuando sintió las balas silbando a su alrededor, solo pensó en que moriría sin decirle a Danny todo lo que sentía, no es que no estuvieran implícitos los sentimientos, sobre todo las ultimas semanas la cercanía que habían tenido, y su famosa regla 35. Pero algo faltaba, hablar sobre sentimientos, no es que se creyera súper macho, pero había decidido no decir un "Te amo", no hasta estar seguro de que el rubio sintiera lo mismo.

Cuando por fin vio la luz en el camión y vio la cara del detective supo que debía decírselo. No inmediatamente, pero si apenas tuviera la oportunidad de estar a solas con él.

La preocupación que le demostró su compañero, le dieron la confianza suficiente como para tomar la decisión, aun estaba vendado y todo adolorido, los calmantes hacían su efecto y Steve se encontraba tranquilo pero con ganas de salir de aquella cama. Sabia de las noches en vela que Danny pasó durmiendo en una silla al lado de su cama, al menos podía sentirlo de lejos.

El rubio cambiaba sus vendajes, le preparaba sus medicinas y lo alimentaba. Con aquello le demostraba totalmente que su amor era mutuo.

Trato de levantarse en un descuido de Danny, pero le dolió todo el cuerpo y simplemente no fue capaz.

-¿Tratas de matarte? Grandísimo idiota-Dijo Danny acercándose con una bandeja.

-Necesito cambiar de posición.

-Pues para eso me llamas. No intentes salir de esta cama sin mi autorización.

-¿Ahora eres medico Danno?

-Podría decirse que tu enfermero. Malia me dio la misión de evitar que te lastimes Clark Kent-dijo sonriendo-Ella y Chin quieres que llegues completo a su boda.

-Lo se, pero necesito salir un rato a tomar aire, llevo una semana encerrado aquí.

-Solo si prometes tomarte toda la sopa.

-¿Sopa? ¿Otra vez?

-No la menosprecies, es una receta de la abuela Williams, puede resucitar a un muerto, o al menos curar la resaca.

-La tomare si prometes ir conmigo al patio, necesito ver el mar.

-Prometido, ahora se un buen niño y tómatela toda.

Ante el cariño y preocupación de Danny, al castaño solo le quedaba cumplir.

Cuando por fin termino, el rubio le ayudo a bajar con cuidado de la cama y salir a la terraza de su cuarto, no le importaron las protestas, pero le advirtió que no le dejaría ser tan irresponsable como para bajar las escaleras, además desde allí tambien se apreciaba el océano.

-Danny…

-Dime Steven-dijo mirándole mientras sostenía nerviosamente una botella de cerveza.

-Esto que tenemos, lo que hemos pasado juntos… Necesito decirte algo.

-No tienes que agradecerme nuevamente, habría hecho eso por cualquiera de nuestro equipo.

-No Danny, no es eso… Es lo que yo siento por ti… Yo estoy enamorado de ti… Yo te amo…

El rubio se quedo mirándolo sonrojado, bajo la cabeza y sonrió.

-Maldito neandertal…

-Si no sientes lo mismo…

-¿Crees que haría el amor contigo y me iría a Corea con el riesgo de ser asesinado si no sintiera lo mismo?

-Entonces dímelo-pidió suplicante el comandante.

El rubio se acerco a su compañero, le acomodo la manta que le había puesto en las piernas, le beso la frente y le tomo la mano.

-Te amo desde el maldito momento en que me obligaste a ser tu compañero.

Steve no pudo resistirse, no le importo el dolor de las costillas rotas y beso con pasión a Danny, quien le respondió de la misma manera. Era todo lo que necesitaba para sentirse nuevamente vivo.