Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, yo solo me adjudico la historia. Prohibida su publicación en otros sitios.


Best buddies ever

Una llamada inesperada del hospital hizo que la vida de Edward Cullen y de su familia cambiara en un instante. Para bien o para mal, su querido suegro tendría que mudarse con ellos por una temporada.


Me encantaba mi vida, mis tres hermosas hijas estaban totalmente sanas, mi bella esposa y yo nos amábamos como nunca y la lavadora que acababa de comprar lava en la mitad del tiempo que las demás.

—Buenos días, amor— Escuché la voz de mi esposa.

—Hola— Hablé despacio intentando que las gemelas no despertaran. Me acerqué a mi esposa y la tomé por la cintura. Bajé mis labios hacia los suyos y deposité un beso tras otro de buenos días.

Bella era espectacular, nos conocimos cuando ambos asistíamos a la Universidad de Washington durante una clase de psicología, pronto nos dimos cuenta que ambos teníamos amigos en común y lo que comenzó como salidas en grupo de amigos, se convirtió en citas y terminamos siendo pareja.

Dos años después, aun en medio de nuestras carreras universitarias, decidimos casarnos y vivir fuera del campus. Al principio nuestros padres no estuvieron de acuerdo pero poco a poco fueron aceptando la idea hasta el día de hoy, o por lo menos puedo hablar por mis padres porque Charlie, el padre de Bella, hasta el día de hoy me sigue viendo con malos ojos y más aún por mi trabajo.

Verán, mientras mi esposa sale todos los días a salvar vidas como enfermera, yo me quedo en casa "jugando" videojuegos. Siendo un diseñador de videojuegos es parte de mi trabajo probarlos para mejorarlos o algunas de estas empresas me los mandan como primicia para intentarlos y mandarles mis comentarios.

—Es tarde, cariño— Bella se separó de mí riendo. Tomó el café que le ofrecí y se sentó mirándome preparar el almuerzo de las gemelas — ¿No crees que esto es extraño? —Me preguntó después de un rato.

— ¿En qué sentido? — Bella me pasó el cuchillo para cortar las orillas del sándwich de mantequilla de maní y jalea de Abby.

—Que tú te quedes en casa y yo tenga que salir a trabajar.

—Yo también trabajo ¿eh? —Caminé hacia ella y enredé mis brazos a su alrededor. Bella respiró profundo y apoyó su cabeza en mi pecho. Ya habíamos tenido esta conversación muchas veces, a mí no me molestaba en absoluto quedarme en casa cuidando a las niñas cuando no estaban en la guardería y hacer algunas de las tareas del hogar.

—Lo sé, pero… ¿crees que las niñas resientan que no estoy aquí? — Esa siempre era la preocupación de Bella. Todo empezó cuando por fin tuvo la oportunidad de asistir a una de las juntas de padres de la guardería y escuchó a una de las madres hablar que Bella era una madre ausente, lo que no le conté a Bella después es que Lauren, era una de las madres que me acosaba.

—Sabes que ellas te adoran, además cuando tu no estas ellas están en la escuela ¿está bien? —Escuché a Bella suspirar y supe que todo iba a estar bien, solo era cuestión de recordarle que eramos una familia y que ahí íbamos a estar el uno para el otro no importando la situación. Un llanto nos sacó de nuestros pensamientos y ambos nos preparamos para iniciar nuestra rutina del día.

—Yo voy por Claire y tú vas por las niñas —Bella se levantó de su asiento y juntos, tomados de las manos subimos las escaleras para darle los buenos días a nuestras hijas.

Espero llegar para la cena. Programaron una cirugía y tu papá quiere que esté presente.

—No hay problema, cariño. Yo puedo prepararla o puedo pedir algo en servicio a domicilio — Tener la mente concentrada en tres cosas era algo que había aprendido con el tiempo y de lo que me enorgullecía. Al principio me parecía imposible como las mujeres podían con todo al mismo tiempo, pero hoy puedo decir orgulloso que soy un máster en ello — ¡Jodete, Emmett! — Con un disparo certero en la cabeza acabé con mi oponente. Ahora era turno de Jasper.

Edward ¿Me estas escuchando? — la voz de Bella sonaba exasperada.

—Sí, yo me encargó de la cena — Me agaché hacia la alfombra y recogí el chupete de Claire antes de que empezara a llorar. Me regresé a mi posición anterior — sentado cómodamente en el sillón, con un oído concentrado en la llamada con mi esposa, el otro concentrado en el audífono de la diadema que portaba, mi mirada en el televisor y mi pie moviendo la mecedora de Claire.

Cuida tu espalda, pendejo — La voz de Jasper me sorprendió en el auricular y antes de que me diera cuenta mi avatar era asesinado ante mis ojos.

— ¡Maldita sea!

¿Paso algo? ¿Claire está bien?

—Sí, lo siento —Me dirigí a mi esposa — Cambio y fuera chicos, me voy por las gemelas — Tiré la diadema y terminé la partida —Lo siento amor, la compañía me envió un nuevo juego para probar la partida múltiple online y se lo envié a los chicos.

Está bien, Edward —Suspiró. Sabía que era mejor no comentar, ya estaba acostumbrada a que Emmett, Jasper y yo nos convirtiéramos en adolescentes cuando jugábamos videojuegos —Dale un beso de mi parte a Emmy, Aby y Claire.

—Por supuesto, te amo.

—Yo también. Adiós. — Escuché el sonido de un beso y luego la línea muerta. Sonreí, esperaba que mi esposa nunca se hartara de mí y mis arrebatos infantiles. La vida no había sido fácil para ninguno de los dos, pero ahora estábamos en un buen lugar.

Al principio de nuestro matrimonio por supuesto que hubo peleas y claro que fueron por dinero para proveer nuestro hogar. No queríamos dinero de nuestros padres, pero con un poco de sacrificio, ahora teníamos un hogar estable. No éramos ricos ni de cerca, pero podíamos darnos nuestros lujos, como sacar a cenar a mi chica si nuestras hijas no estaban de mal humor ese día.

Manejé hacia la guardería llegando más temprano de lo normal para no toparme con algunas de las madres que parecían pensar que la sortija en mi mano no significaba nada. Saqué a Claire de su asiento y la coloqué en el canguro, pues a la mala manera aprendí que los niños no siempre te hacen caso cuando les dices que se sujeten de la carriola.

—Hola, Alice

— ¡Papi, papi!

—Hey, Edward —Afortunadamente Alice, era la maestra de las niñas y ellas adoraban a su tía —Niñas, limpien su estación y traigan sus cosas. Es hora de irse—Alice se dirigió a las niñas — Emily no se terminó su almuerzo.

— ¿Qué paso, amor? Pensé que era tu favorito —Me giré hacia Emily cuando llegó. Acaricié su cabello, no me gustaba verla cabizbaja.

— No me gusta la nutella, papi —Contestó sacando la barbilla como su madre.

—Bueno, creo recordar que ayer te encontré comiéndola directamente del bote y me dijiste que era tu favorita —Me agaché a su altura, recuerdan las clases que tomé de psicología, por fin las podía poner en práctica.

—Nunca dije eso —Me tomó por las mejillas y las aplastó.

—Natasha, le dijo que parecía popo, papi. —Abby, mi pequeña informante. Siempre estaba ahí para proteger a su hermana —Le dije a Emmy que podíamos ensuciar la silla de Natasha con el sándwich para que pareciera que ella fue ¡la que se hizo popo! —Brincó emocionada, a veces mi hija era un poco vengativa. Miré nervioso a Alice esperando que no las regañara por sus locas ideas, pero solo estaba riendo y negando con la cabeza.

—Okay, niñas. Hablamos en la casa— Las empujé a la salida esperando que las mamás y Alice que estaba ahí no escucharan la plática obsesiva de mis hijas por algunas sustancias.

—Eso hubiera sido popo-fantástico —Emmy siguió la corriente de sus hermana, las dos rieron.

— ¡Popo, popo, popo, popo! —Claire empezó a brincar en mi pecho y yo quise más que morirme de la vergüenza frente a todos. Pronto las gemelas empezaron a corear junta a su hermana menor. Me despedí rápido de Alice y salimos casi corriendo de la pequeña escuela.

—Niñas, suficiente —les dije después de ajustar el cinturón de Abby, aun no era medio día y ya me estaba empezando a doler la cabeza.

Buuu, papi es un aburrido, buu—Emmy, mi tranquila niña inició la revuelta de nuevo. Pronto y durante 15 minutos que duró el trayecto a casa no escuché más que abucheos hacia mi persona.

— ¿Dónde está mami, papi?

Me encontraba con tres de mis cuatro mujeres favoritas en la cocina. Era imposible y catastrófico que las dejara sin supervisión mientras cocinaba, así que la mejor idea era sentarlas en la barra de cocina con un libro de colorear enfrente.

— Esta aun en el hospital, amor. No debe de tardar en llegar —le contesté a Abby.

—Ojala cuando sea grande tenga las bubíes de mami— Abby suspiró. ¿Qué hacer en un momento como este? Ignorarla o hablar sobre cómo no debe de hablar del cuerpo de otras personas. En momentos como este me hubiera encantado haber puesto un poco más de atención en mi clase de psicología y no solo en la morena que se sentaba enfrente de mí.

—Ojala pudiera tomar leche de las bubíes de mami como Claire, tomar del vaso es muy aburrido —Suspiró mi otra pequeña haciendo un puchero, creo que esa era mi señal para intervenir en su conversación.

—Niñas, no hablemos de las bubíes de su mamá cuando ella no está, eso es de mala educación—intervine actuando de lo más normal esperando que eso las callara por unos momentos.

— ¡Entonces cuando mami este le voy a decir que quiero unas bubíes como los de ella! ¡Yeah! —Abby gritó y estoy seguro que nuestros vecinos la escucharon.

—Abby, no.

—Pero tu dijiste… —Su labio empezó a temblar y su hermana la siguió. Sola hay una cosa peor que un niño llorando, dos niños llorando o en nuestro caso tres niñas llorando.

Da...da

Justo en ese momento escuché la puerta de un coche cerrándose y con ello el sonido de la alarma de la casa desactivándose anunciando la llegada de Bella. Tenía que hacer algo para evitar el derrame de lágrimas antes de que mi esposa entrara por esa puerta.

—Okay, pongan atención, no lloren y no hablen de bubíes y mañana después de la escuela iremos por un helado ¿aceptan? —Extendí mis manos hacia mis hijas, ellas me miraban extrañadas y comprendí que ellas no comprendían ese idioma, rodé los ojos por mi idiotez y les extendí a cada una mi meñique. Ellas los tomaron emocionadas.

—Pequeñas bribonas —Soltaron sus típicas risitas, pues habían sido descubiertos por su padre.

—Hola, ya estoy en casa —Bella dejó su bolso sobre la encimera y caminó hacia nuestras niñas, después de un beso y un abrazo se acercó a mí y besó mis labios. Enredé mis brazos en su cintura y la acerqué más aun a mí, profundizando el beso.

¡Ugh! — Esa fue nuestra señal para separarnos. Esta era una típica tarde en nuestra cocina.

—Uf, estoy cansadísima—Bella se tiró sobre el sofá—Necesito unas vacaciones con urgencia.

—Sabes que puedo hablar con papá para que te de unos días libres. Incluso podría pedirles la cabaña en el lago o visitar a tu padre—le sugerí aunque cruzaba los dedos para que no aceptara la última parte.

—No creo que sea posible, amor. Ya hay un grupo de enfermeras que me detestan por ser nuera del jefe de obstetricia —Recostó su cabeza en el respaldo del sofá y casi podía jurar que se había quedado dormida como muchas veces había pasado.

Consiente que no íbamos a tener nada de tiempo sexy hoy subí a revisar a las niñas; normalmente se dormían rápidamente al menos de que mamá no estuviera y no pudieran completar su rutina para dormir.

Fue ahí cuando la pesadilla empezó aunque me daría cuenta después. El teléfono sonó y bajé rápido las escaleras para contestar antes de que Bella se despertara. Cuando bajé el sonido del teléfono había parado, caminé hacia la sala y vi la imagen más aterradora de mi vida y que esperara que no se repitiera de nuevo.

— ¿Bella? ¿Qué sucede? — Caminé hasta sentarme a su lado. Bella aún tenía el teléfono en su mano y su mirada estaba perdida. Me temía lo peor, estaba seguro que no era una llamada por cortesía —Bella — repetí sacudiéndola un poco.

—Charlie está en el hospital.