Se removió entre las sábanas para estar más cómodo. El aroma que inundaba la habitación le era agradable y familiar. Lentamente fue despertando hasta caer en cuenta que no sabia donde estaba o quien era.
No recordaba el nombre de sus padres, si vivía con ellos, su infancia o si tenia amigos. Donde vivía. Su mente estaba en blanco aunque poco a poco cosas muy básicas como leer, escribir y el significado de muchas palabras podía entender. No recordaba lo esencial ya sea su edad o cumpleaños.
Se sentía tan perdido.
El sonido de la puerta abriéndose y alguien adentrándose en la habitación lo alertó. Miró aquel joven que se acercaba sin malas intenciones hacia él con una sonrisa posiblemente amable.
—Mi Shin-chan, al fin despiertas. — su voz melosa y hasta se podría decir cariñosa inundó sus oídos. Casi sorprendido por ver al joven con una sonrisa de posible nostalgia y alegría.
Vio como él se sentó en la orilla de la cama a lado suyo mirandolo con mucha atención. Se atrevía a pensar, incluso más de lo necesario. Como si el chico no quisiera perder detalle de sus acciones.
—¿Te encuentras bien? — preguntó preocupado sin despejar dicha mirada sobre él. Aquello hizo que reaccionará y formulara alguna respuesta o pregunta.
—¿Q-Quién eres? ¿D-Dónde estoy? ¿Quién soy yo? — lanzó esas preguntas con un obvio temblor en su voz apenas reconocible. Quizás los nervios o el hecho de no pronunciar correctamente las palabras puesto se sentía como si fuese su primera vez hablando.
Escuchar su voz le parecía entre nuevo pero reconfortante. Casi insólito. Era una voz aguada sin exagerar, clara y quizás joven. La curiosidad de saber más sobre que edad podía tener lo carcomía. Con algo de miedo siguió mirando al chico frente suyo esperando respuestas a sus preguntas.
Se sentía tonto por no saber qué pasó. Quién era aquella persona frente suyo y lo mas importante, quien era el mismo. Pero sabía que era seguro que ese hombre debía saber la respuesta a sus miles de preguntas, por algo él estaba ahí. ¿No?
—¿Haz olvidado todo lo que hemos vivido juntos? — dramátizo ofendido. Con un extraño puchero.
Él sólo frunció el ceño con aparente molestia. El hablaba en serio y no entendía lo que decía el otro.
—Hablo en serio... No recuerdo nada... Es como si yo... — trató de excusarse. Mientras movía sus manos con nervios. No entendía por qué actuaba de esa manera aunque quizás era común. Después de todo no recordaba como era su actitud.
—Tuviste un trágico accidente Shin-chan. — contestó serio. Una seriedad que parecía no ser común en él. Como si ese brillo en sus ojos y su sonrisa tan alegre pero irritante se borrarán por el solo hecho de recordar dicho accidente.
—¿¡A-Accidente!? — exclamó con sorpresa. ¿Tan grave fue el accidente hasta el punto de perder su memoria?
—Por el momento no quiero recordar eso. Apenas estas despertando después de estar inconciente por doce horas. Quizás luego hablemos de ese tema. — sonrió lascivo y con amargura. Se notaba que en verdad no le apetecía hablar de eso.
—Está bien... Pero aún tengo dudas. No se quien eres... O quien soy yo. Nada. Simplemente no puedo recordar nada. — aclaró mucho más seguro que antes. Quizás poco a poco iría recobrando su actitud original.
—¿Se te olvidó un bello rostro como el mío? ¡Qué decepción Shin-chan! — volvió a dramatizar y al mencionado no sabia si causarle gracia o vergüenza.
—Lo lamento... No recuerdo nada de ti... Perdón. — sin saber exactamente por qué se ruborizó por la pena e incomodes. Bajo la mirada realmente avergonzado.
—Tranquilo, es normal. Yo estoy aquí para hacerte recordar. Solo tienes confiar en mí y nada más. — lo tomó del mentón para hacer que sus ojos azules oscuros con un gris hipnotizador lo observarán a él, sólo a él. Pero claro, el de perdida de memoria no detectaba las verdaderas intenciones de su acompañante.
—Gracias. — agradeció con una leve sonrisa amable. Pero una extrañes a recorría se cuerpo por la actitud del contrario quien apenas y apartó su mano de su mentón.
—Mmm... ¿Por dónde empezar? — hizo una pose pensativa con un gesto cómico.
—Ehm...
—¡Ya sé! Empecemos por ti. Tu nombre es Kudo Shinichi. — la forma en que la dijo, para él fue un tanto inusual. O eso presentía. Pronunció su nombre de una manera suave, clara, incluso hasta con cierto afecto desconocido. En verdad, era tan raro. Y más por aquella sonrisa que acompañaba al otro que no sabia que sentimientos ocultaba.
Aunque escuchar su nombre también le hizo feliz.
—Kudo...Shinichi... — pronunció con detalle y lentitud su propio nombre.
—Muy bonito. ¿cierto? — sonrió con picardía y podríamos agregar coqueto. Prosiguió. — Tu padre es un reconocido escritor del misterio además de detective, Yusaku Kudo y tu querida madre ex-estrella del cine Yukiko Kudo. — narró sin travarse y como si supiera aquello al derecho y al revés. Una entonación casi perfecta. — Tu cumpleaños es el cuatro de mayo. — notó como durante la explicación, el chico de cabellos revueltos y caféces claros se iba acercando más a él pero no comentó nada.
—¿Y dónde están ellos? ¿Dónde estoy yo? ¿Cuantos años poseo? — preguntó insistente. Sus orbes azules combinados con un gris claro dando un color bellísimo y atrayente para su acompañante se notaban curiosos e interesados.
Su cercanía era abundante, de hombro a hombro. Aunque se notaba que el otro era mas grande que Kudo por al menos diez centímetros.
—Desde que tenías catorce años ellos fueron a Estados Unidos por motivos profesionales. Te quedaste solo en Japón. Pero no perdias contacto con ellos y por si no te diste cuenta, Japón es tu nacionalidad. Ahora mismo estas en Tokio y en mi mansión. — argumentó con orgullo sonriendo delatando su poca arrogancia. — Actualmente posees Diecinueve años.
—Ya veo... ¿Y por qué estoy en tu mansión y no en mí casa?
—Porque te mudaste conmigo desde hace varios días.
—¿Y por qué me mudaria contigo?... ¿Eres un familiar o amigo? He estado pensando mucho eso.
—Yo diría que soy más que un amigo.
—¿Qué?
—Déjame presentarme. Kuroba Kaito. Diecisiocho años. Mi padre era un famoso mago pero falleció hace un par de años por razones de egoísmo que tienen que ver con una organización secreta y mala. Mi madre se llama Chikage. Una bella mujer de ahí heredé mi belleza natural. Se que tu madre y la mía se llevaban muy bien desde antes que nacieramos. Nuestros padres eran rivales pero tampoco se llevaban lo que define la palabra mal. Mi cumpleaños es el veintiuno de Junio. Un dato extra que nosotros nos conocíamos desde que estamos en pañales pero tu familia se mudo a tus siete años por lo que posiblemente no me recordabas cuando nos volvimos a encontrar hace dos años. Yo me considero un excelente mago y tu eres un detective juvenil famoso. No tanto como tú padre pero si llegas a mi nivel.
—¿Detective? — repitió dudoso.
—Tú inteligencia y habilidad de deducción están muy desarolladas. Creo que eso se debe que desde muy pequeño tu padre te ponía rompecabezas para agilizar tu mente y leías bastantes libros avanzados para tu edad.
—Soy un año mayor que tú pero estoy más bajo que tú. — añadió con ligero enfado mientras analizaba las palabras del contrario.
—Así es la vida.
—Veo que me conoces muy bien. ¿Tengo algún otro amigo?
—Sí. No muchos pero lo suficiente para vivir una vida tranquila y casi normal por no ser de tu fama como detective juvenil.
—Gracias por aclaralo. Increíblemente pude procesar la información con rapidez.
—No me sorprende. Después de todo eres Kudo Shinichi. — su sonrisa divertida por alguna razón le provocaba nervios aún no muy evidentes o desbordantes.
—Sigo sin comprender... ¿C-Cuál es mi relación contigo?
—Soy tu novio. Y estas locamente enamorado de mí así como yo de ti. — soltó con orgullo y una sonrisa entre dulce y arrogante.
Aunque por otro lado, Shinichi se había quedado en un silencio atónito.
—¿Shin-chan?
—¿¡TU N-N-NOVIO? ¿Es en serio?
—Sí. ¿Quieres alguna prueba de nuestra relación? Dije que tenias que confiar en mí.
—... ¿Kaito? — recordó el nombre del contrario después de un breve tiempo de pensar en silencio mordiéndose el labio inferior. Por alguna razón aquel hábito podría ser quizás casual en él.
—¿Sí?
—¿Cómo llegamos a s-ser novios? — estaba nervioso e intranquilo. Esa información no sabia como tomarla pues le parecía muy sorprendente. Vergüenza al pensar ciertas acciones que debió a ver hecho con Kuroba durante su relación, como hacen la mayoría de las parejas ya sea desde tomarse de la manos hasta besos fugaces. De tan sólo pensar lo último se ruborizaba un poco.
—Fue algo muy hermoso. — respondió mientras volvía su sonrisa a una más nostalgica y cariñosa. En sus ojos se apreciaba él gran afecto que le traía al otro. — Prometo que te ayudaré a recordar tus memorias mi Shin-chan — esas palabras para el mencionado le hicieron sentir un alivio y conformidad increíble. Pero aunque él no lo haya notado, en ese momento Kaito uso por unos segundos su pokerface.
Se dirigían al comedor recorriendo los largos pasillos y paredes de unos colores tan vivos y hermosos para Kudo. Examinaba con asombro las paredes, los diseños de los pisos, puertas, alguna que otra pintura o un adorno en particular. Todo le parecía tan nuevo y extravagante.
El lugar le parecía muy grande, no estaba seguro de que fuera una casa pero el otro le había dicho que era una mansión pero había pensado que era una leve mentira. Pues ahora comprobaba que efectivamente era una mansión o al menos lo parecía por dentro.
La luz de los rayos del sol filtrándose en las ventanas, dando una hermosa claridad al lugar con un ligera pero satisfaciente brisa.
Kaito lo tomaba de su muñeca con delicadeza pero cierta fuerza que daba a entender que no sería fácil alejar su mano del agarre. Aunque tampoco lo incomodaba del todo. Al mayor le brillaban sus ojos por una desconocida emoción acompañado de una leve sonrisa de victoria.
Shinichi no le tomó mucha importancia aquello y tan sólo se dejó llevar. No es como si esas reacciones fueran malas.
Ya en el comedor que consistía en una mesa circular, al rededor unas doce sillas y un espacio de ocho centímetros entre ellas. Nada mal. Un calendabro entre otros detalles lujusos y apostaba que nada baratos.
El desayuno ya estaba servido y a su punto de vista le parecía increíble, delicioso y espectacular. Si Shinichi no tenía hambre, con tan sólo ver la comida seguro el hambre le nació. Olía y se veía bastante bien. Como en esas revistas de comida hecha por los mejores maestros de la cocina en el mundo. Cabe agregar que los alimentos estaban balanceados correctamente. Sin mucha grasa. Verduras y frutas acompañadas. De una manera perfecta en un balanceado desayuno.
—¿Qué te parece?
—Es increíble... — respondió con una sonrisa amable.
—Kaito. Llámame kaito.
—Bueno, Kaito. ¿La hiciste tú?
—Sí. Suelo cocinar yo aunque también mi fiel sirviente lo hace. A veces. Pero quice hacer el desayuno para tí. Me alegra que te guste. — añadió con una sonrisa alargada mostrando sus perfectos dientes.
—¿Sirviente? — arqueo una ceja con curiosidad.
—Se llama Jii. Es de la tercera edad. Recuerdo que lo veías como un simpático abuelo. Nosotros tres nos llevábamos muy bien. Créeme, te caerá bien. Apesar de que lo hayas olvidado.
—Ya veo... —soltó algo inconforme al escuchar el nombre de otra persona que parecía simpática y no recordarlo. Dio un bocado a la comida para limitar se a dar su opinión. — Cocinas delicioso Kaito.
—Viniendo de tí me hace muy feliz.
Siguió comiendo sintiendo la mirada de Kaito. Más no dijo nada. Sólo permaneció callado y tranquilo disgustando cada bocado del desayuno. Todavía pensaba en que Kuroba fuese su novio y en cómo se habían vuelto pareja. Muchas preguntas. Y aún así dudaba de él. Pero algo le decía que no habría razón para que Kaito le mintiese diciendo que era su pareja. ¿verdad? Él no parecía ser ese tipo de personas que se aprovecharían de la situación. Pero apenas lo estaba conociendo. Todavía no sabía por que no recordaba como era él en verdad, pero tampoco se veía como una mala persona.
Lo mejor sería dejar de ser tan desconfiado. Pero parecía que así era él. Quizás más tarde le pediría realmente alguna prueba al chico sobre su supuesto noviazgo. Por que sí bien podría ser un acosador demente que dice ser su amigo, aunque admitía que sería un acosador muy atractivo, sin mencionar que excelente cocinero, quizás millonario y guapo. Aquellos pensamientos hicieron ruborizar al chico quien intento disimularlo rápidamente.
Después del desayuno, Kaito lo llevo a recorrer todo el lugar por dentro y por fuera mientras daba una breve descripción o dato curioso sobre algunas cosas como los cuadros, las habitacines o la construcción. Kuroba nunca lo soltó. Lo traía de una manera muy protectora y posesiva. Tomado de la cintura. Shinichi no se quejo puesto no tenía mucho que reclamar además que el chico había sido muy amable con él. No le parecía del todo correcto. Pero no negaba que se sentía raro e incómodo el tenerlo tan cerca. Quizás poco a poco iría aceptando que ese chico era en verdad su novio. Claro, después de probarlo.
Si la mansión le parecía asombrosa y bella, el jardín era totalmente hermoso al triple. La admiración y deslumbró se notaba en sus orbes zafiros con un toque gris claro quien no pasó desapercibido por los ojos del mayor.
Ver a su Shinichi tan emocionado y con una sonrisa tan hermosa le parecía un ángel. Un celestial ángel que cayó en sus manos y que debe proteger y cuidar de él. Hacer que jamás se vaya de su lado. Por que para Kaito era solamente suyo.
E iba aprovechar que su amado fuera más abierto con él. Antes nunca sonreía de esa manera con él por ciertas razones. Se portaba serio y algo distante. Rara vez mostraba emoción y querer estar mas tiempo con él.
Pero todo eso tenía su motivo que aún no será mencionado.
Ver a su Shinichi admirando y oliendo las flores era una escena de verdad hermosa. Apenas dejó que se alejará un poco de él para seguir apreciando las flores más de cerca.
Su ángel con una inocente y bella sonrisa en el rostro con unos detalles lujosos como esas rosas blancas y azules de fondo. Por que su Shinichi era millones de veces más hermoso que cualquier flor que existía en la tierra. Verlo de ese modo le hacía sentir muy bien. Quería que su amado se sintiera muy a gusto a su lado hasta el punto que quisiera estar siempre con él, ser su todo.
Seré tu mundo... como tú lo eres para mí.
Fin de la primera parte
