DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: Nada es mío, ni Skip Beat ni Tsuruga *suspiro*.

Línea temporal: en algún momento del futuro…


INDIRECTAS

Tsuruga Ren no pillaba las indirectas…

Kyoko ya había cumplido los dieciocho años y Ren y ella seguían igual… Bueno, perdón, eso no es exacto. Había un tema importante que era bastante diferente. Ella había empezado a ver. ¿A ver qué?, dirán ustedes. A ver a Tsuruga. A verlo a él. Sí. Había empezado a recuperar la vista, a ver lo que el común de los mortales veía. Que el actor nº 1 de Japón estaba enamorado de una actriz principiante. Ella. Mogami Kyoko.

¿Y cómo fue esa recuperación de la vista? Ah, ¿milagro divino? No, qué va. Se curó. Se curó de la herida que le había infligido Shotaro. Hizo las paces con su pasado y le perdonó. Y ya no le dedicó ni un pensamiento más. Olvidó la venganza. Más bien, la descartó. Ya no necesitaba la venganza como motor en su vida. Para eso ya tenía la actuación.

La última vez que se encontró con Shotaro se había dado cuenta. Ya no había furias ni rencores cuando lo tenía delante. Nada. No había nada. Tan solo una conversación educada y cortés por su parte y una propia de un niñato consentido y mimado por la de él. Ahí lo dejó, hablando solo y echando sapos y culebras por la boca. Adiós, Shotaro.

Por supuesto, a esta recuperación de la percepción sensorial contribuyó la aceptación de sus sentimientos por Ren. Ella ya había reconocido que amaba a Ren desde hace tiempo, es cierto. Pero solo cuando se perdonó a sí misma, dándose cuenta de que los dos grandes fracasos de su vida no eran culpa suya, y cuando empezó a reconocer que ella tenía valor por sí misma, no por lo que otros (su madre, el cucaracha…) dijeran, su consideración a su persona, su autoestima, creció. Y entonces se permitió la idea de tener un futuro con él.

La idea del dolor que trae el amor estaba ahí, claro. Pero también estaba la esperanza. Y la ilusión. La esperanza y la ilusión de que sus sentimientos pudieran ser algún día correspondidos, y de tener una posibilidad real de ser feliz junto al hombre que amaba.

Y dejó de ser densa. Dejó de ser ajena a lo que pasaba a su alrededor. Aunque la verdad sea dicha, realmente nunca fue ajena. Simplemente tenía una especie de filtro selectivo que bloqueaba automáticamente ese tipo de situaciones 'incómodas'. Y comenzó a reinterpretar las situaciones anteriores que vivió con él. Todas las artimañas de Yashiro y el Presidente quedaron ahora expuestas con claridad meridiana. Mil y un momentos vividos con él que ahora veía con otros ojos. Sus conversaciones con el pollo sobre la chica de secundaria... Era ella, claro... El beso de agradecimiento por su gelatina al vino (él había cambiado de sentido en el último momento), su vida como los hermanos Heel (llena de dobles significados y terriblemente sensual), todas sus atenciones, todos sus gestos, todos sus abrazos… Su encuentro con Corn… Su beso con Corn… Porque sí, ella ya lo sabía. Se había dado cuenta solita. Y se ofendió. Todo este tiempo su príncipe de las hadas había estado junto a ella, y él no le dijo nada. Le dieron ganas de… Bueno, el caso es que estuvo dos semanas sin hablarle. Y Tsuruga se estaba volviendo loco, porque no sabía qué es lo que había hecho mal, qué había pasado para que Kyoko estuviera enfadada con él. Una tarde en el despacho de su mánager, a través de la puerta entreabierta, lo encontró casi dándose cabezazos contra la pared, mientras Yashiro intentaba calmarlo, y le decía "Habla con Kyoko-chan, pregúntale qué es lo que está mal, Ren". Por supuesto que se quedó espiando la conversación. Y Ren diciendo, "Me odia, me odia… Sabe algo y me odia…", "¿Qué es lo que sabe, Ren?", "Cosas de mi pasado, cosas que no puedo contarle…", "Pues deberías… Si quieres tener alguna posibilidad con ella, deberías hacerlo". Ella, después que se calmó, había decidido darle tiempo para que él mismo le contara su historia, pero ni forma, oiga… Este hombre es un indeciso…

Pues nada, Kyoko empezó a dejar caer pistas. Que cuánto echaba de menos a Corn, que se había alegrado mucho de haberlo visto en Guam, "Recuerda, Tsuruga-san, que él fue mi primer beso. Me encantaría volver a verlo". Ni caso… Otro día, estaba ella comentando que cómo habría sido su vida, que qué dificultades habría tenido que sufrir el pobre Corn, que a ella le encantaría poder ayudarle, que ojalá él le contara sus penas y compartiera con ella su dolor. Ni caso… Un día le llegó a decir directamente que quería hablar con Corn, que necesitaba hablar con Corn. Tsuruga la miró a los ojos, con cierta tristeza, y le dijo "¿Cómo podría ayudarte yo?". Ella lo miró con furia, cerró los puños, cuadró la espalda y alzó la barbilla. Le lanzó de nuevo un par de puñales con la mirada y se dio la vuelta y se largó.

Tsuruga Ren no pillaba las indirectas…

Lory se dio cuenta, por supuesto… Había poco que se le escapara, y la evolución de Kyoko no fue una excepción. Una tarde la convocó a su despacho y habló con ella. Al término de la conversación la había declarado formalmente graduada de la Sección Love Me. Y empezó a buscar guiones para preparar su debut. Esto, obviamente, supuso un revuelo en el entorno inmediato de Kyoko. La chispa saltó, y el rumor se extendió por LME. El miembro nº 1 de Love Me ¡graduado! Mogami-san ¡curada! ¿Estaría enamorada? Sí, solo podía ser eso. Solo podía graduarse en Love Me si encontraba el amor. El amor la había alcanzado. Y Tsuruga Ren enloqueció…

Pobre hombre… A las maquilladoras cada vez les costaba más disimular las sombras púrpuras de sus ojos. El insomnio también estaba destrozando su capacidad de atención. Se estaba volviendo lento. Y se olvidó POR PRIMERA VEZ de sus líneas durante una escena… Takarada Lory tuvo que tomar cartas en el asunto. Hizo lo que mejor sabía hacer. Preparó una encerrona…

Con excusas varias, acabó reuniendo a Ren y Kyoko en la antesala de su oficina. La tensión era insoportable. Kyoko, dolida. Ren, desesperado. Parecían dos resortes a punto de saltar, solo esperando a ver cuál sería el primero.

- Mogami-san…

- Tsuruga-san…

- Felicidades por tu debut.

- Muchísimas gracias, senpai -a Ren se le retorció el corazón en el pecho con la palabrita de marras. 'Asúmelo, Ren. Solo serás su senpai para ella', pensaba.

- Y felicidades por librarte de tu maldición rosa. Sabrás el rumor que corre por ahí.

- Sí, algo me han dicho…

- Entonces ¿es cierto?

- ¿El qué?

Sí, Kyoko lo estaba haciendo sufrir adrede. No quería ponerle las cosas fáciles. Ren tomó aire pesadamente y contestó:

- Que estás enamorada.

- Ah ¿eso?

- ¿Es cierto?

- Pues sí.

Pobre Ren… Casi pudo oírse el ruido de su corazón al romperse en pedazos. Se llevó la mano al pecho, en un intento inútil de aliviar el dolor. Y sacando fuerzas de donde no las tenía, le dijo:

- Me alegro por ti. Espero que seas muy feliz con él.

- ¿Con él?

- Shotaro…

- ¡¿Shotaro?!

- ¿…?

- Shotaro hace ya tiempo que no forma parte de mi vida.

- ¿No? Y entonces ¿quién es él?

- Tsuruga-san… De verdad que no sé qué hacer contigo…

- ¿Disculpa?

- ¿No tienes nada que decirme?

- ¿…?

- ¿No hay nada que quieras comentarme?

Y Ren callado… La miraba con una inmensa tristeza, pero no decía nada. Y Kyoko sentía cómo se le encendían las mejillas hasta que no pudo más y entonces le espetó:

- Pues ahí te quedas, Corn, Kuon, o como quieras llamarte hoy…

Ahora sí. Ahora sí que reaccionó Ren. Se levantó de un salto del sillón, y le agarró la mano antes de que se le escapara.

- ¡Espera!

- ¡¿Qué?!

- ¿Lo sabes?

- Pues claro…

- ¿Y podrás perdonarme por no decírtelo?

- Tsuruga-san, ya hace tiempo que te perdoné por eso…

Y ves entonces cómo una luz de reconocimiento destella en sus ojos.

- Aaah… ¿Fue aquella vez…?

- Sí.

- ¿Pero cómo lo supiste?

- De Corn a Kuon solo había un paso. Era lógico. No sé cómo no lo vi antes.

- ¿Pero cómo supiste que yo era Corn?

- ¿En serio pensaste que la excusa de la magia duraría para siempre?

Ren tuvo la decencia de sentirse compungido. Ah, sí, para que conste, aún estaban tomados de la mano.

- Por cierto, está muy feo eso de aprovecharse de la ingenuidad de una inocente doncella.

Ren tragó saliva.

- Y peor aún ir por ahí robando besos a las muchachas.

- ¡Eh! Que yo no voy por ahí robando besos.

- ¿No?

- No. Quien te oiga, diría que voy por la vida corrompiendo doncellas. Y no es eso. No hay nadie más. Solo tú.

- Solo yo ¿qué?

- Me vas a hacer decirlo ¿verdad?

- ¿El qué, Tsuruga-san?

- Eres cruel, Mogami-san.

- Cruel ¿por qué?

- Me tienes rendido a tus pies y te recreas en ello.

- Bueno, eres tú quien no pilla una indirecta…