Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada.

Notas de la autora: Siempre coloco mis notas al final, pero esta vez era necesario hacerlo al comienzo a modo de advertencia XP Este fic es un auto-desafío que me propuse y solo espero sobrevivir al intento, aunque ni yo misma confío en mí XD Es, supuestamente, un fic de humor, pero yo jamás de los jamases he escrito algo de comedia, por lo que este es mi primer intento y quizás sea el último. Bueno, eso dependerá de los resultados y de ustedes. Dicho esto, será su responsabilidad correr el riesgo… XO

El problema del Pegaso y Andrómeda

Se despertó a la hora de siempre, contento de un nuevo día de vida normal. Como ya era su costumbre, entró al baño y llenó la tina de agua para disfrutar de un relajante baño. Ya dentro, complacido tomó una exquisita barra de chocolate y comenzó a comerla deleitándose en cada mordida que le daba a esa deliciosa ambrosía.

En otra habitación, su amigo hacía exactamente lo mismo, levantándose a tomar un baño para iniciar el día. Pero, él prefería comenzarlo con un delicioso caramelo de manjar, esa era su debilidad.

Ambos jóvenes, perdidos en el fascinante sabor de sus golosinas, parecían enormemente felices. ¿Quién pensaría que su debilidad eran las cosas dulces? De haberlo sabido algunos de sus enemigos, quizá los hubieran vencido con alguna clase de chantaje. Pero no, ese era el mayor secreto que compartían.

Satisfecho ya de su baño matutino, Shun salió de la bañera, secándose con prolijidad y amarrando una toalla en su cadera, para terminar de arreglarse frente al espejo, pero al hacerlo un enorme grito salió desde lo más profundo de sus pulmones. Lo que vio lo dejó atónito, era una imagen aterrorizadora y espeluznante. No, no era Hades…

En el mismo instante, un grito similar salió del cuarto de Seiya, el que también miraba horrorizado su reflejo frente al espejo. Retrocediendo unos pasos, finalmente volteó para salir huyendo de ahí.

Se encontraron en el pasillo, ambos con el corazón en la mano y visiblemente perturbados.

—¡Tú también! —gritaron ambos, mientras se apuntaban con los ojos abiertos de par en par.

En eso, escucharon los pasos de Seika, la hermana de Seiya que también alojaba en la mansión, hablando con Saori y avanzando peligrosamente hacia ellos. Se miraron con preocupación y juntos corrieron a la habitación de Shun, ya que Seiya no podía volver a la suya sin encontrarse con las jóvenes.

Dentro del cuarto, los dos se examinaron de pies a cabeza. Con horror vieron los efectos de seis meses de holgazanería…

Después de todas y cada una de las guerras santas que habían librado y de haber salvado a Saori infinidad de veces, Hyoga y Shiryu habían decidido volver a sus lugares de entrenamiento e Ikki, bueno, él había desaparecido por enésima vez, como siempre. Shun y Seiya escogieron quedarse en la mansión a disfrutar lo que ellos llamaron un "año sabático". Con catorce años cada uno, querían por fin deleitarse de lo que era la vida normal de un adolescente y pensándolo mucho llegaron a la muy importante conclusión de qué harían… nada.

Así, todos los días se levantaban a la misma hora para hacer nada. Bueno, no era que se sentaran y se quedaran sin hacer alguna cosa. Su definición de nada era sentarse a ver películas cómicas en la mañana, fantásticas en la tarde y de terror o suspenso en la noche. Así competían por quien era más valiente y lograba llegar a su habitación con la luz apagada. Además, ciertos días tenían competencias de juegos de fútbol, tenis o basquetbol… pero en la Xbox que estaba en la sala. Todo eso lo acompañaban con enormes cantidades de comida chatarra que solicitaban por teléfono cargándolo a la, supuestamente inagotable, cuenta de los Kido.

Hacer nada era muy divertido… divertido hasta que vieron los efectos que dejó en sus cuerpos.

—No puedo creerlo. ¡Mírate no más como estás! —dijo Seiya, entre preocupado y burlándose.

—¿Yo? ¿Acaso no te has visto? —le respondió Shun un poco ofendido.

—¿Qué vamos a hacer? Si Seika me ve así, no quiero ni pensarlo.

—Me preocupa más si Saori nos ve así… ahí si vamos tener problemas. Nos quedaremos sin empleo.

—¿Qué empleo? Yo creo que las armaduras ya no nos van a reconocer con todo este peso de más.

—¡Imáginate! Por ahora no voy ni a hacer el intento de ponérmela…

—¿Qué es lo que hicimos , Shun? —preguntó preocupado.

—Nada, eso fue lo que hicimos.

—Pero, mi amado cuerpo está hecho un desastre —el castaño se lamentaba.

—Mírame a mí… ahora ya no voy a poder cambiar mi imagen de perfil —Shun parecía que tenía una nube negra sobre la cabeza.

—Con una selfie te basta, al fin y al cabo nuestros rostros aún no han cambiado. Pero, aun así, si nuestros seguidores descubren nuestro estado —ambos se miraron alarmados.

Sacaron cada uno su celular, aunque andaban en toalla aún, siempre andaban con sus teléfonos móviles, y comenzaron a ver sus redes sociales.

—Mira, ahora tengo 1.352 seguidores en Twitter —el joven de cabello verde ya se había olvidado de su problema y se sentía exitoso.

—Yo tengo 1.353, jajaja.

—Oye… ¿por qué tú no me sigues? Hace tiempo que yo me uní a tu twitter #El Pegaso es el mejor…

—Perdón, es que no me sé el tuyo.

—#Yo siempre preferí a Andrómeda —dijo desviando la mirada un tanto avergonzado.

—En tus sueños, jajaja.

—Oye, yo no me reí del tuyo —se defendió.

—Ya, ahora tenemos la misma cantidad de seguidores, ¿contento?

Estaban tan distraídos en sus redes sociales, que ya habían olvidado el por qué estaban ahí hasta que…

—Shun, ¿has visto a Seiya? —escucharon la voz de Seika, a la vez que golpeaba la puerta. Vio que el castaño le hacía señas de que no dijera que estaba ahí.

—Eh, este… —él era un pésimo mentiroso.

—Estoy aquí. ¿Para qué me quieres? —contestó resignado ante la imposibilidad de su amigo de mentir.

—¿Qué haces ahí?

—¡Qué te importa! Dime qué quieres…

—Cuidadito por cómo me respondes —dijo amenazante su hermana— Vamos a salir con Saori y queríamos que nos acompañaran, así que salgan inmediatamente de ahí.

—Bueno, bajen, que nosotros las alcanzamos.

—Nada de eso, salgan de ahí ahora. Si bajamos, pueden demorarse una hora más y ya no tenemos tiempo —Seika ya sabía que debía presionarlos o sino no harían nada por salir pronto.

Ambos jóvenes se miraron asustados. ¿Qué harían si aún estaban en toalla? Y Seiya no podía salir así.

—Préstame algo, Shun —suplicó.

—No creo que te guste mi ropa.

—Cualquier cosa es mejor que salir en toalla.

Se acercaron al armario y Seiya pudo ver la gran variedad de ropa de su amigo. Diez poleras verdes y diez pantalones blancos.

—¿Acaso no te aburres de ponerte siempre lo mismo?

—Miren quien habla. Tú también siempre andas con la misma ropa —lo miró de reojo, mientras hablaba.

—Bueno, ya no hay tiempo para nada más.

Se demoraron un poco, mientras Seika les gritaba desde afuera que se apuraran. Cuando salieron, las dos chicas se quedaron de una pieza, mirándolos. Luego, comenzaron a reír a carcajadas hasta que les salieron lágrimas. Los dos se molestaron un poco ante su reacción y comenzaron a bajar las escaleras.

—Pe-pero Seiya… ¿qué pa-pasó con tu ro-ropa? —Seika intentaba preguntarle entre risas.

—Hicimos una apuesta y perdí —solo él podía inventar mentiras de esa magnitud en tan poco tiempo.

—¿Qué apuesta? —preguntó ingenuo Shun. Su amigo le dio un codazo en las costillas que lo hizo doblarse de dolor, pero al menos así entendió que no debía seguir preguntando.

Saori no podía avanzar de la risa que le causaba verlos vestidos igual. Jamás siquiera imaginó ver a Seiya con la ropa de Shun. En todo caso, le daban ganas de abrazarlos, porque parecían gemelos.

En la calle, acostumbrados a su popularidad, las niñas se les acercaban con curiosidad al verlos vestidos así. Ellos sonreían felices, mientras saludaban amables.

—Si supieran lo que la ropa oculta… —Seiya le decía susurrando a su amigo.

—Menos mal que no se nota. Tenemos que hacer algo pronto, Seiya —dijo preocupado.

—Sí, es cierto. Pero, por ahora podemos seguir disfrutando un poco más…

—¿Estás loco? Debemos actuar ahora, antes de que sea demasiado tarde —Shun exageraba para que el castaño entendiera la gravedad del asunto.

—Si tampoco es para tanto. Unas vueltas a la mansión y se arregla…

—¿Tú crees que pueda arreglarse algo como esto con un par de vueltas? —dijo, mostrándole una foto que le había sacado a Seiya mientras estaban en su pieza.

—¡¿Qué?! ¡¿Cuándo me sacaste esa foto?! —gritó enfurecido, mientras Shun reía y corría alejándose de él para que no lograra quitarle el celular.

Seika y Saori sonreían al verlos correr entretenidos. Bueno, al menos eso era lo que ellas pensaban.

Después de llegar de hacer las famosas compras, Seiya y Shun concluyeron que debían hacer algo rápido con respecto a su terrible situación. Ya con más seriedad y preocupación, caminaron decididos hasta la sala y se sentaron en el sillón con la mirada perdida en sus enormes helados de manjar y chocolate, respectivamente.

—No debimos comprar estos helados —dijo arrepentido Shun, a la vez que sacaba con la cuchara una porción.

—Sí, no debimos —Seiya concordaba, mientras comía con cara de "culpa".

Ahí, terminándose de comer sus helados, se acomodaron y encendieron el televisor. Como si fuera la idea más ingeniosa que hubiera tenido nunca, Seiya cambió el canal al de "Llame ahora, llame ya".

—¡Shun! —dijo feliz— Aquí podemos encontrar algo que nos ayude con nuestro problema.

—¿Qué problema? —se pusieron pálidos al escuchar la voz de Saori detrás de ellos.

—Nada Saori —respondió el castaño aparentando tranquilidad.

—Oí claramente que tienen un problema. Espero que se estén portando bien chicos, miren que lo último que espero de ustedes dos son complicaciones —sentenció.

—Eh, lo que pa-pasa Sa-Saori es que… —Shun tartamudeaba por no poder mentir.

—¿Quieres arruinar tu sorpresa? Bueno, si asi lo quieres… lo que pasa es que…

—¡No! No quiero escuchar, prefiero esperar —Saori contenta se dio la vuelta y se fue por donde mismo había llegado.

—¿Cómo lo haces? —preguntó Shun.

—Hacer ¿qué?

—Eso… mentir tan descaradamente.

—Yo no miento… cambio la realidad para salvarnos el pellejo —dijo tranquilo —Si prefieres la llamo y le digo la verdad.

—¡No! ¡Nunca! No quiero pasar esa vergüenza y menos que nos quiten las armaduras por ya no poder entrar en ellas.

—Jajaja, que eres melodramático. Mira, veamos qué podemos comprar para solucionar nuestro problema rápido y fácil.

Estuvieron mirando el canal un buen rato sin interesarse en nada, hasta que a Shun algo le llamó la atención.

—¡Mira! Esa máquina para hacer abdominales está genial. Y mira los efectos que produce —él era bastante crédulo.

—No, es mucho ejercicio.

—Y ¿cómo pretendes bajar de peso sin hacer ejercicio?

—Mira —dijo señalando el televisor.

Justo en ese momento pasaban un comercial ofreciendo la solución mágica para los problemas con el peso.

"Esta es una pastilla milagrosa, hecha a base de ingredientes naturales, sin efectos secundarios para su salud. Le prometemos que en treinta días usted le dirá adiós a esos kilitos de más. Llame ahora, llame ya…"

Ambos jóvenes se miraron fascinados. Esa era la solución. Seiya le dijo a Shun que marcara y este obedeció sin demora.

—Usted ha llamado a Llame ahora, llame ya… ¿Qué es lo que desea?

—Eh, esto… deseaba encargar las Pastillas milagrosas… —dijo con temor.

—Ah, las pastillas para bajar de peso. Pero, ¿es usted mayor de edad?

—No, no soy mayor de edad —imposible para él mentir. Seiya se golpeó la frente en señal de que lo había arruinado —Pero mi hermano sí —y le pasó el teléfono a un sorprendido castaño.

—Bonita la hora que se te ocurre aprender a mentir —le susurró, mientras tapaba el auricular. Carraspeó un poco para fingir voz de adulto —¿Aló?

—Su hermano quería hacer una compra.

—Ah, sí. Lo que pasa es que queremos hacerle un regalo a nuestra mamá y pensábamos que sus pastillas son una excelente opción —decía Seiya con toda la calma del mundo, al mismo tiempo que Shun lo miraba con la boca abierta. "Es todo un profesional", pensó para sí.

—¿Es usted mayor de edad?

—Por supuesto —habló con voz ronca.

—Entonces, necesito los datos de su tarjeta de crédito, la cantidad de cuotas en las que desea comprar el producto y la dirección a la que mandarlo —Seiya abrió los ojos y miró a su amigo.

—Me espera un segundo. Voy a buscar mi tarjeta —le hizo una señas a Shun para que le alcanzar la billetera.

Después de entregar todos los datos solicitados, debido a la gran ansiedad que le había provocado la situación, se volvieron a sentar en el sofá a comer una barra de chocolate, revisar sus celulares y esperar a que llegara la solución mágica para su terrible problema.

Continuará…


Notas finales:

Se aceptan todas las críticas y los tomatazos que me quieran dar… solo así podré mejorar XD

Gracias por leer y aguantar hasta el final :D

Saludos, Selitte :)