Loki, el salvado
Pues lo que tu boca cruel
esparce en el aire,
monstruo asesino, es mi cerebro,
¡mi sangre y mi carne!
―Charles Baudelaire
Loki sonrió al ver a su hermano junto a su cádaver; negando que fuera tan fácil de engañar a la misma persona por segunda ocasión. Lo que aprendió de "la experiencia de las experiencias", es que la muerte, sin importar el contexto, cuando hay amor como ingrediente principal, suele doler y detonar el perdón. Gracias, querido Thor, también te perdono.
Esperó a que Thanos desapareciera, guardando silencio y calma para escapar de los restos de Asgard. Otro Imperio caído, como muchos que se quiebran ante un Emperador con ideales dispuestos a ser consumados. En los últimos segundos vio a Thor abrazar a la copia de su cuerpo sin vida. La sonrisa se le borró: su hermano sufría. Él supuesto dueño del trono de Asgard con el paso del tiempo se ablandaba, y su corazón se despegaba de los ideales de Odín. Loki elevó el cuello con dignidad o con la poca que aún le recorría por las venas y desapareció. A la par que el resto de lo que alguna vez vio como un hogar, se volvía polvo de estrellas.
Loki reía por su escape y de que Thanos no se hubiera dado cuenta de su presencia. Se divertía con planes para que las cosas corrieran bajo sus ideales. Se levantó del mullido sofá verde, fijándose de su aspecto frente a un espejo. Reacomodó su capa, sonrió con total cinismo, los vibras de una nueva era empapaban la brisa como si todo fuera a mejorar. Sin embargo, algo interrumpió su "victoria", una sensación de una marabunta recorriéndole la piel.
―No, no, no... ¡No!― Hablaba rápido, con su acento de gran noble como si se preparara para cantar. Elevó la mano, vio como su cuerpo se desprendía en moléculas hasta evaporarse. Vio su reflejo reducirse a la nada en el espejo, dándole un efecto todavía más dramático, que lo hizo retroceder asustado.
―No, no, no... Esto no me puede es..
