La caída de un gigante.

El árbitro había pitado el final del partido, y con ello murieron las ilusiones de todo un país, lo que tanto temieron por más de noventa minutos ahora era una triste realidad, el estadio estaba mudo con su cara de tristeza absoluta, todos unidos por un mismo dolor, en esta ocasión no iríamos al mundial.

Nuestro país, una gran potencia a nivel futbolístico, cuatro veces campeón del mundo, no iría a la máxima justa del fútbol, por primera vez en más de sesenta años, irónicamente fue desde el Mundial de Suecia, el mismo país que nos acababa de dejar fuera.

Personalmente no puedo culpar a nadie más que a nosotros mismos como selección por este resultado, fueron nuestros errores los que nos llevaron hasta este punto en que ya no hubo un retorno, el punto en que habíamos defraudado a nuestra nación.

Lo cierto es que de un tiempo al presente no habíamos estado haciendo un buen trabajo y éste era el resultado de ello, no hacía falta mucho para ver que desde hace tiempo necesitábamos reforzarnos, buscar nuevos pilares en las nuevas generaciones y en conjunto la fortaleza de la juventud con la experiencia de los veteranos, poder afrontar mejor los encuentros.

No esperaba retirarme de este modo, la verdad anhelada estar una vez más, defendiendo los postes del arco de mi selección, lograr poner en alto nuevamente el nombre de mi país y pasar a los libros récord como el portero con más mundiales jugados, ser una leyenda, alguien que sería recordado por sus grandes logros; sin embargo, siento que no lo logré y en este momento me siento completamente fracasado.

El tiempo término, es hora de anunciar lo inevitable, había decidió que lo haría cuando regresáramos pero ya no será posible, el tiempo es ahora, es hora de retirarme y esto lo ha confirmado, el tiempo no perdona y es hora de que se les deje el paso libre a nuevas figuras que pongan de nuevo en alto el nombre de nuestro país.

Es hora de anunciar mi retiro, que descanse la Mano de Oro de Italia pues al final el Perfect Keeper no lo fue.

Gino Hernández se dirigió con la cabeza cabizbaja rumbo al túnel que lo llevaría por última vez a los vestidores portando en su espalda el número uno de Italia.