By: Jαvιιтнα'S
Edιtєd: Sαkuяαss
Dιsclαιmєя: Nαяuтσ© Mαsαsнι Kιsнιмσтσ

¡Sigo aquí!

Las cosas han cambiado tanto. Un año, solo eso, pero todo era diferente. Aquél chico, que me había enamorado con solo una mirada, cambió. O tal vez solo era que yo quise cegarme y pensar que todo era como yo quería que fuese.

Él no era un chico como los que van a mi instituto, él era un hombre, hecho y derecho. Qué gran mentira era aquella que decía En el amor, la edad no existe.

Recuerdo como hace solo unos meses decía que era verdad, que nada importaba si había amor de por medio, pero no. Cuando una tiene 17 años y él 26 no hay nada que hacer. El quería ser padre y formar una familia; yo quería estudiar y formar una familia con los años. Yo no podía darle lo que él quería y ambos lo sabíamos.

Tampoco es que estuviera solo. Tenía novia en Tokio, pero, aun habiendo visto sus fotos, la olvidé completamente. Entre abrazos e indirectas comencé a caer. No sabía en qué me metía, hasta que al despedirnos, un vacío sustituyó la alegría que había en mi pecho.

Ni un roce de labios, ni un te extrañaré, ni menos un te quiero; solo unas palabras en un acento extraño para mí. Sabía que le gustaba, sabía que le gustaba sentirme entre sus brazos, sabía que le gustaba verme con la pequeña prima de Sakura. Y también sabía que me encantaba estar allí, rodeada por sus fuertes brazos, sentirme protegida cuando otros hombres me miraban sin buenas intenciones, sentir que alguien pensaba en mí más que lo que yo pensaba en él era algo que nunca había sentido.

No lo niego, en los momentos más felices que vivimos no le quería como algo más que un amigo, tal vez solo me gustaban sus ojos y su sonrisa. Unos ojos rasgados que podría mirar todo el día y la sonrisa más juguetona y traviesa que había visto.

Aquél último día en la ciudad fue nuestro único día. No recuerdo si mi corazón latía fuerte cuando me acercaba a él, ni tampoco recuerdo como llegaba a estar entre sus brazos. Solo siento como si fuera hoy mismo el momento en el que jugaba con Chiharu, la prima, de solo seis años, de Sakura; recuerdo tan bien su expresión tierna y como la pequeña se sentía feliz hablando con él. Ni siquiera me di cuenta de lo que hablaban, pero sabía que él sería el mejor padre del mundo.

Y lo será, de eso estoy segura.

Ese día era el cumpleaños de mi amiga. Fuimos al pequeño restaurante de su hermano y bebimos unas bebidas para celebrarlo. Solo éramos cuatro: Sakura, Sasuke, él y yo. Sin previo aviso, recuerdo, movió mi silla y la situó a su lado. Me sorprendí, lo reconozco, pero no me incomodó. Me sentía bien a su lado. A veces estaba nerviosa por sus continuas miradas, pero nada fuera de lo normal.

Él también tiene culpa. Él comenzó con todo, él comenzó con las indirectas, los abrazos y el comenzó a hacer que las sonrisas tontas salieran en mi rostro cada dos por tres.

Cuando llegaron las nueve de la noche, para mala suerte nuestra, ya nos debíamos ir a casa. Los chicos se quedaban allí unas horas más así que nos despedimos. No nos veríamos en un año, pero todos pensábamos que no era tanto. Dos besos y un cuídate fueron suficientes con Sasuke, pero con él no. Recuerdo que me tuve que poner de puntillas, casi no se inclinó. Le di un beso en la mejilla derecha, pero cuando me dirigía a la mejilla izquierda me encontré con sus labios a pocos milímetros de distancia. Que fácil hubiera sido acercarme esos cuatro milímetros que nos separaban pero las palabras de Sakura resonaron en ese instante.

Me gusta...me gusta...me gusta...

Pasé de largo y besé su mejilla. Me abrazó con fuerza contra él, mis brazos pasaron alrededor de su cuello mientras que los suyos ayudaban a que mantuviese el equilibrio sujetándome alrededor de la cintura. Aún recuerdo el cielo azul que veía desde mi lugar en su hombro, y los continuos gritos burlescos de sus amigos.

Con una sonrisa comenzamos a caminar con Sakura hacia casa. Sabía que nuestra relación se había enfriado un poco con ese último abrazo, pero para mí había sido solo eso, un abrazo. Al menos en ese momento. Pero, por alguna razón que en ese momento no entendí, mi cabeza giró y cruzamos nuestra mirada una vez más.

Aquella noche no pude dejar de pensar en él, solo miraba su foto y las lágrimas caían y caían. Solo pensaba en él, en sus ojos traviesos y en esa sonrisa que me dio después de hacerle la foto que miraba cada cinco minutos para asegurarme que allí seguía y que no había sido un dulce sueño como muchas veces pensé.

Así fue. Pero, como ya dije, él cambió. Su sonrisa pícara seguía allí, pero las indirectas y los abrazos se fueron. Faltan dos semanas, fue lo único que entendí luego de que nos dijera que sería padre y que se casaría dentro de seis meses.

Dolor, eso sentí cuando me di cuenta que, de una u otra forma, había estado esperando ese día durante un año sin la sorpresa de que su novia estaba de ocho meses y medio. En realidad tenía la leve esperanza de que las cosas volvieran a ser como eran antes. Que, al pasar los días, las miradas, abrazos y sonrisas volvieran. Tenía aún la esperanza cuando sabía que ya no faltaban más de dos días para que no lo volviera a ver nunca más.

Le miré intentando aguantar las lágrimas que insistían en recorrer mis mejillas. Creí haberle olvidado, o al menos eso me había obligado a pensar, pero ahora sentía como los nervios, la ansiedad y la tristeza comenzaban a hacer mi vista borrosa. Escuché como Sakura se despedía de Sasuke entre lágrimas. Ya eran novios y a él lo veríamos en unas semanas cuando volviera a venir a ver a mi amiga, pero parece que olvidó ese detalle. Pobrecillo, fue lo único que pude pensar al verle casi ahogado en el abrazo estrangulador de Sakura, mientras ella seguía empapando la camisa de este con sus lágrimas.

Volví mi mirada al frente al mismo tiempo que él. No sé que vi en sus ojos, pero un brillo extraño relampagueaba en ellos. Me alce y besé su mejilla. El me abrazó y hundió su cabeza en mi cabello rubio. Sentí como ambos nos tensábamos pero no quería separarme de él. No más, no cuando volvía a sentir esa sensación de protección al estar entre sus brazos.

¿Por qué será que en esos momentos, en los que estoy tan cerca de él, recuerdo los detalles más importantes? Me alejé de él con la imagen de su novia embarazada en mi mente. Una semana y sería padre. Me alegraba mucho, aún sabiendo que por ello no le volvería a ver. Se merecía ser feliz, tener la familia que nunca tuvo a su lado. Ya no pude retener más las lágrimas que recorrieron como en una carrera mis mejillas sonrojadas. Intenté ocultarlas bajando mi cabeza haciendo que mi flequillo tapase mis ojos.

"No llores, Ino. Eres una chica fuerte y además te ves mucho más linda con una sonrisa" Levanté mi vista y, aún intentando parar las gotas saladas que no querían parar de caer, le correspondí la sonrisa. "Cuídate mucho. Y no dejes que nadie te haga daño"

Luego de esas últimas palabras se montaron en el coche de Sasuke, desde donde les vimos partir. Mi amiga, que ahora tenía una sonrisa radiante, se despidió de los chicos, mientras yo solo podía mirar como a cada segundo aquel punto negro se alejaba más y más de mi. Sentí como tenía un nudo en la garganta y como las lágrimas volvían a inundar mis ojos. Sus palabras volvieron a resonar en mi cabeza. Hice el esfuerzo de creer que era fuerte, de creer en que no dejaría que nadie más me hiciera sentir aquel vacío que tenía implantado en mi pecho, y, aunque dejé de llorar, llegué a la conclusión de que ni él creería algo así.

Volví a mirar la carretera, donde ya no había rastro del punto negro que era el coche. Sin dejar de observar el asfalto oscuro me despedí para siempre de él. De sus abrazos, de sus miradas, de sus sonrisas y de aquel sentimiento que, aunque no sé como lo hizo, perduró un año dormido para, en el momento en el que nuestras miradas se volvieron a encontrar, gritar ¡Sigo aquí!