La historia de Lisa queda suspendida hasta nuevo aviso. Por el momento, les traigo algo nuevo para variar...
Antes que nada, necesito aclarar los siguientes puntos...
Primero: la presente lectura es una historia que me encontré por ahí una vez, por parte de un usuario perteneciente al fandom angloparlante. Me gustó tanto que quise compartirla con mis queridos hermanos de habla hispana.
Segundo: debo recalcar que, tanto ustedes como yo, no soy bueno hablando inglés. Pero gracias al cielo, tenemos el traductor de Google. Eso, junto con mis conocimientos básicos de traducción, y una que otra investigación de términos en inglés, he logrado adaptar esta lectura por capítulos para el idioma español.
GRACIAS
The Loud House y los personajes representados son propiedad intelectual de sus respectivos autores.
Historia original de Just4FunFiction.
Traducida y adaptada por mí.
CAPÍTULO I
Era un día oscuro y sombrío en Royal Woods, Michigan. La lluvia caía de manera muy fuerte sobre esta comunidad, no tanto para causar una inundación, pero si lo suficiente como para empapar hasta los huesos a cualquiera que se atreviera a salir al exterior.
Las nubes eran de color gris oscuro, con los ocasionales destellos de truenos y los fuertes vientos que hacían que fuera muy peligroso estar a la intemperie.
A estas alturas, cada uno de los residentes que atendían asuntos importantes ahora mismo ya tenían ante ellos una situación muy complicada, y los que se resguardaban en el calor de sus hogares luchaban contra el aburrimiento.
Tristemente, la casa Loud se encontraba en esta última situación.
...Sin embargo, las condiciones eran diferentes en la vivienda más ruidosa de la ciudad...
‒ Muy bien... ‒ le habló Lincoln al teléfono. ‒ Estaré bien, no te preocupes. Me quedaré dentro... Ajá... Sí, ya comí. Calenté algunas sobras de la nevera... Ajá... De acuerdo, te veré mañana, entonces. También te amo, mamá. Adiós.
Tras ello, colgó el teléfono y dejó escapar un profundo suspiro, sintiéndose profundamente hastiado por lo que estaba pasando en estos momentos.
Sus hermanas y sus padres fueron a visitar a la tía Ruth, pero tenía un importante proyecto de historia en el que tiene que trabajar con Clyde... O, al menos, eso les hizo creer, puesto que el chico de cabello blanco se valió de sus artimañas para evitar a esa repulsiva visita. Si bien, no le molestaba convivir con su familia, el asunto es que no quería pasar la tarde de este sábado rodeado de gatos, comidas insípidas y uno que otro "trato especial".
Por ello, aplazó a propósito una tarea escolar lo suficientemente complicada para el día de hoy y evitar las sospechas de sus hermanas. Después de la partida de su familia, se propuso a terminarla y así aprovechar el tiempo de sobra para jugar videojuegos con Clyde.
Tristemente, sus planes terminaron por desmoronarse al completar su trabajo, el cual le llevó unas largas horas terminar, puesto que el clima empeoró y le impidió ir a la casa de su mejor amigo.
En cuanto a su familia, el clima significaba que su padre no podía conducir sin arriesgarse a sufrir un accidente, por lo que se detuvieron en un motel en su recorrido de vuelta. De hecho, su madre le acababa de llamar recientemente para decirle que tendrían que quedarse allí toda la noche, lo que significa que no volverían hasta mañana.
Y eso significaba que... iba a estar solo esta noche...
...Gracias a ese aviso, el escenario no pudo ser más deprimente...
No tuvo más remedio que acercarse al sofá y sentarse con el ceño fruncido recargándose un poco más sobre su glabela, provocando que su cabeza quedara colgando levemente sobre sus hombros.
Hasta donde él podría recordar, varias veces se imaginó así mismo estando solo en casa dado a la tensión que tenía que soportar gracias a sus hermanas; se imaginaba teniendo paz y tranquilidad ilimitadas, haciendo lo que quisiera sin que importara nada más.
...Resulta curioso que también se sintiera nostálgico al respecto...
Pero... ¿acaso tiene la culpa de pensar cómo se encuentra su familia? Claro que no. Después de todo, uno no puede coexistir con su familia y no echarla de menos cuando acontecen cosas como esta coyuntura, en especial porque le hizo remembranza al tétrico episodio en donde fue tratado como un amuleto de mala suerte.
Por un rato, permaneció boca abajo. Hasta que de pronto negó con la cabeza mientras se enderezaba.
"¡Vamos, Lincoln!", pensó para sí mismo. "Has estado solo en la casa antes, estarás bien. Además, ese asunto quedó en el pasado. ¿Por qué hay que seguir pensando o insistiendo en eso?".
Para el punto en que una idea vino a su mente, una sonrisa se formó en su rostro.
"... y creo que ya sé lo que puedo hacer primero", pensó con entusiasmo.
Acto seguido, el niño de cabello blanco se levantó del sofá y comenzó a subir las escaleras. Su habitación era el destino en mente, pero justamente al llegar al rellano escuchó unos rápidos golpes en la puerta, haciendo que se diera la vuelta un tanto confundido.
‒ ¿Quién podrá ser? ‒ se dijo así mismo.
Comenzó a bajar las escaleras, y apretó el paso al escuchar los golpes con mayor intensidad.
‒ ¡Ya voy, ya voy!
Para cuando llegó hacia la puerta y la abrió, no pudo evitar que el viento húmedo hiciera cubrirse los ojos detrás de la palma de su mano derecha. Sin embargo, a pesar de que el viento soplaba violentamente a su cara, pudo distinguir a su visitante... y quedó sin aliento, pues no podía creer de quién se trataba.
Delante de él se encontraba Jordan, una chica de su clase, aquella niña que durante un tiempo lo molestó en la clase de gimnasia cada vez que había partidos de balón prisionero.
...De más está decir que su aspecto actual era calamitoso...
Jordan estaba empapada hasta la médula, su blusa amarilla y falda azul no dejaban de gotear, su cabello castaño claro y trenzado se hallaba desecho por el peso del agua. Por si fuera poco, la niña temblaba violentamente, con los brazos cruzados para tratar de conservar el calor.
‒ H-h-h-ho-ola, L-L-Li-Lincoln.
El saludo de la muchacha no podía ser más que penoso para el muchacho de cabello blanco. Es más, Lincoln no logró evitar impresionarse más pues no sólo se dio cuenta de que Jordan tenía demasiado frío como para sonreír, sino que también pudo captar el tono acatarrado de su voz.
Sin chistar ni un segundo más, el muchacho la condujo con urgencia a la casa y luego cerró la puerta con fuerza, cosa que podría agradecer a la insistencia de Lynn de entrenarlo de vez en cuando.
‒ ¡Jordan! ‒ exclamó Lincoln, quien se acercó hacia la niña bastante preocupado ‒ ¿Qué estás haciendo afuera con este clima? ¡Te enfermarás así!
‒ L-l-lo siento, L-Lincoln.
Fue ahí que Lincoln se arrepintió de ser tan severo con ella, puesto que vio cómo su mirada de sorpresa se tornaba acongojada y procedía a apartarse de él en dirección hacia la puerta. Por lo que él suspiró y se dirigió a ella de manera diligente y, una vez que la alcanzó, apoyó su mano derecha en su hombro izquierdo en un intento por detenerla.
‒ No, espera... ‒ exclamó un Lincoln apenado, cosa que hizo que Jordan se volteara ‒ No quise molestarte, es solo que… perdóname.
La niña se conmocionó un poco al ver la cara de su compañero. Hasta donde ella podía recordar, jamás se imaginó contemplar a Lincoln con una mirada ojos de cachorro triste.
Sin dudas, algo bastante fuerte para la chica y un movimiento sagaz por parte de Lincoln, puesto que Jordan suspiró con extenuación y le dio una suave sonrisa, haciéndole saber que lo perdonaba.
Aliviado, Lincoln le devolvió el gesto a su compañera y retiró su mano devuelta a su lugar.
‒ ¿Sabes...? Si quieres, puedes tomar una ducha. ‒ le dijo con desvelo ‒ Eso podría hacerte sentir mejor y quizás evitar que te enfermes.
‒ ¿Q-q-qué ha-hay de tu f-f-f-familia?
‒ No te preocupes por eso. Todos ellos están fuera y se encuentran en un motel debido a este mal clima. No regresarán hasta mañana por la mañana, así que la casa ahorita está vacía.
Después de escuchar eso, la chica de la cola de caballo estuvo titubeando por un segundo, ya que no quería aprovecharse de su amigo. No obstante, terminó por aceptar su oferta al recordar que no podía volver a casa.
‒ Muy bien. ‒ exclamó un Lincoln ufano ‒ El baño está arriba, la puerta más alejada a mano izquierda.
Tras darle las indicaciones, Jordan se encaminó a su destino...
‒ ¡Ah...!
...solo para ser detenida por su anfitrión, quien nuevamente colocó su brazo en su hombro mientras lanzaba una exclamación evocadora e hizo que volteara a verlo.
‒ Y si quieres, puedo poner tu ropa en la lavadora para mañana, y veré si puedo encontrar algo de ropa para que la uses esta noche. ‒ explicó él, de manera cordial.
Jordan esbozó una sonrisa lo suficientemente sincera para que le demostrara su compensación.
‒ G-g-gracias, L-Lincoln.
Él sonrió de igual manera.
‒ Excelente.
Hecho esto, la niña retomó su curso, al mismo tiempo que Lincoln la observaba subir las escaleras.
En la ocasión en que su invitada desapareció después de pisar el último escalón, el chico se dirigió a uno de los asientos del sofá para pensar. Más allá de darle hospitalidad, tenía que hallar el modo de proporcionarle algo de ropa limpia sin hacer enfadar a hermanas por usar alguna de sus cosas.
Lamentablemente, la sesión de reflexión no dio frutos, ya que las únicas prendas que supuso que le quedarían bien serían las suyas... hasta que recordó que sólo contaba con dos juegos de pijamas, uno que estaba usando para dormir actualmente y otro que no aún no había ser lavado por Lori sino hasta mañana.
"Podría dársela a Jordan y quedarme con mi ropa actual, pero..."
Miró su atuendo actual.
"Necesito quitarme estos para poder irme a la cama, y..."
Un rubor invadió las mejillas de su cara.
"Y no dudo que Jordan quiera evitar verme en ropa interior otra vez..."
Sobra decir que no tuvo las agallas suficientes para volver a hablar con Jordan tras el incidente de la fiesta de piscina en su casa. A pesar de que ella le dejó en claro que eso quedó en el pasado, el hecho es que no se atrevía de dirigirle la palabra de manera directa, ya que siempre la consideró como una persona elegante y decente para su integridad.
...No había otra alternativa...
Una vez más, lanzó un suspiro agobiante antes de resignarse a aceptar lo que, de por sí, el destino le tiene por escrito como insignia de ser el hermano de una tosca y necia chica.
Arriesgándose al hecho de que Lynn lo golpeara si se enterara que entró a su habitación, Lincoln subió las escaleras rumbo al aposento de Lynn. Ahí, pudo oír el agua corriente saliendo de la ducha... y pudo observar la dichosa puerta que conducía hacia terrenos prohibidos.
Dicho y hecho, Lincoln respiró profundo, cruzó el umbral, entró y encendió la luz, iluminando el cuarto con una mitad con temática deportiva y la otra mitad con temática gótica. Caminó hacia el armario de su hermana mayor, buscó entre la selección de ropa y sacó una camisa deportiva blanca con rayas rojas en las mangas cortas y un número cinco rojo marcado en la parte delantera, así como un par de pantalones cortos rojos con líneas blancas laterales.
Al terminar esa tarea, el chico salió rápidamente de ahí, no sin antes de susurrarle al aire turbio que envolvía al lugar.
‒ Si hay algún espíritu aquí... por favor, no le digan a Lucy que estuve aquí.
Quizás uno se vería estúpido creyendo en los espíritus chocarreros. Pero, gracias a la influencia nigromante de su hermanita Lucy y a su capacidad de contactarse con entes invisibles que le comunican los más grandes secretos de esta casa, bueno... a veces es mejor creer o reventar.
Tras relajarse de la tensión producida por lo que acababa de hacer, el chico fue a su cuarto para abrir el cajón superior de su escritorio. De ahí, sacó su pijama y dos pares de calcetines blancos: uno para Jordan y otro para él.
Al cerrar la puerta de su habitación, escuchó un sonido metálico que provino del baño, seguido por el alarido de su invitada...
‒ ¡Diablos!
Eso hizo que Lincoln se pusiera inquieto, quien rápidamente atravesó el rellano y se acercó a la puerta del baño para detenerse en frente de ésta.
‒ ¿Jordan? ‒ la llamó con asertividad.
Acto seguido, le dio tres golpes a la puerta y volvió a llamarla.
‒ ¡Jordan! ¿Estás bien?
‒ ¿Lincoln?
La voz quebrada de Jordan apenas logró atravesar la delgada pared del baño, pero fue lo suficientemente clara para denotar zozobra.
‒ Lo lamento, Lincoln. Pero... parece que rompí la manija de la puerta.
"Qué extraño... pensé que Lana la había arreglado"
‒ No te preocupes, Jordan... Esto ya nos ha pasado antes. ‒ exclamó Lincoln, indicando en su voz algo de clemencia para después adoptar una postura imperiosa. ‒ Escucha... Te sacaré de ahí, solo apártate de la puerta, ¿de acuerdo?
‒ De acuerdo.
Sabiendo que debía valerse de su fuerza física para abrir la puerta, Lincoln se dispuso a cumplir con su deber. Dio cinco pasos atrás y se concentró en dar una buena embestida.
"Uno... dos... ¡tres!"
En seguida, el hombre con el plan puso su brazo derecho doblado en frente de su pecho y procedió a apretar el pasó hacia la puerta con toda su fuerza, lo cual hizo que la puerta se abriera de golpe de manera exitosa. Lamentablemente, tras dar el portazo, el chico tuvo que disminuir su ímpetu para evitar irse contra Jordan, quien se estaba arrinconando contra el fregadero. Eso hizo que Lincoln perdiera el equilibrio y que su mandíbula terminara aterrizando sobre el suelo laminado del baño.
Pasó un rato en donde Lincoln no pudo más que concentrándose en aliviar el dolor de su quijada, sujetando su mentón con su mano derecha y tratando de moverla lo más suavemente posible. Por su parte, una Jordan desasosegada, se mantuvo arrodillada a su lado izquierdo mientras frotaba su mano derecha sobre su espalda como un medio de consuelo para su anfitrión.
Para cuando Lincoln logró componerse en todos sus sentidos, ambos se pusieron de pie. Mirando a un lado, vio a Jordan con sus largos mechones mojados y caídos, gran parte de estos cubriendo su rostro... y una vez que se dio cuenta de que no usaba nada más que una toalla, su rostro se puso rojo.
Emitiendo un leve jadeo de sorpresa, se dio la vuelta lo más rápido posible, justamente para evitar que ella se acomodara su cabello y lo viera limpiar un pequeño hilo de sangre que comenzó a correr desde su fosa nasal izquierda.
‒ ¡Lo siento! ¡Yo...! Ah... debería haberme dado cuenta de que estabas... ah... ah...
Aunque ella también se estaba sonrojando, Jordan no pudo evitar emitir una risilla sofocada por su bochorno.
‒ Tranquilo, Lincoln... Está bien... ‒ le dijo ella, emitiendo un ronco tono de voz que emanaba vergüenza y compasión. ‒ Yo soy la que debería de avergonzarme.
‒ ¿Qué? ‒ preguntó un Lincoln confundido, quien se limitó a verla con el rabillo del ojo.
‒ Yo... Necesitaba que me liberaras, así que debí haberme escondido detrás de la cortina de la ducha para no... Para que no me vieras así... Yo... Yo... No pensé muy bien lo que hacía... Lo siento.
A medida que levantaba la ropa que trajo para ella, Lincoln pudo captar cómo su débil voz pasaba de su tono indulgente a uno realmente contristado, a lo que rápidamente intervino para que su convidada no cargara con toda la culpa.
‒ No, no, no. Está... está bien. Supongo que solo estaba... un poco alterado.
A pesar de que el chico le estaba dando un grado de consuelo, Jordan no pudo desarraigarse de la idea de que él le estuviese dando el beneficio de la duda, puesto que ella estaba consciente de que no debía ponerse enfrente de la puerta dado a cómo podría abrir la puerta. Eso sin mencionar que lo subestimó un poco, ya que en el pasado ha demostrado que era un inexperto en la gimnasia... o al menos esa fue la impresión que obtuvo durante todo el tiempo que él estuvo junto a ella en sus clases de educación física.
Iba a responderle con otra excusa, pero vio que Lincoln se dio la vuelta, manteniendo la cabeza baja mientras le extendía el conjunto de ropa que le había prometido.
‒ Ten. Estas son las prendas de mi hermana Lynn, es la que está más cercana a ti en edad que a mis demás hermanas.
‒ Gracias, Lincoln. ‒ le respondió con cierta compostura, aceptando la ropa limpia.
Luego, en un intento de no volver más incómodo el asunto, la chica reparó en la ropa que había llevado bajo la lluvia.
‒ Por cierto... pensé que debería poner mi ropa mojada en la cesta de ropa sucia, para que no tengas que recogerla del piso. Espero que esté bien.
‒ Sí, está bien. Yo... ah... voy a poner tu ropa en la lavadora por ti.
‒ Muy bien. Bajaré las escaleras cuando me haya vestido.
‒ Entendido.
...Ambos chicos creyeron que la situación no podría volverse más incómoda, pero las respuestas escuetas que dieron no les pusieron las cosas fáciles...
Para el punto en que agarró la ropa mojada, Lincoln se apresuró en bajar las escaleras. Pasó por el comedor y la cocina, luego bajó al sótano, caminó hacia la lavadora y colocó la ropa adentro, colocando un poco de detergente y suavizante de telas antes de encender la máquina.
En su camino de vuelta a las escaleras del sótano, rumbo al piso principal, no pudo evitar fruncir el ceño ante cómo reaccionó en el baño. Tanto era su enojo consigo mismo que tuvo ningún problema que reprenderse así mismo.
"¡Vamos, Lincoln! ¡Contrólate! Ella es tu amiga y está aquí por la tormenta. ¡Esto es simple, hombre! Sólo haz que se sienta cómoda aquí... ¡Y no la asustes!"
Tras asegurarse de cerrar bien la puerta del sótano, regresó a la sala de estar, donde vio a Jordan en el sofá.
Curiosamente, la chica, quien ahora vestía la ropa que él le había dado, tenía su espalda y su nuca descansando en el respaldo del sofá mientras respiraba tranquilamente. A la par, mantenía sus ojos cerrados, sus manos reposaban en sus muslos y su cabello suelto aparentemente se mantenía pegado contra la superficie de poliéster.
...De no haber sido por su cabello claro y por la carencia de pecas en sus mejillas, el chico fácilmente la habría confundido con Lynn...
Hubo un tiempo en que su hermana mayor, después de un día de estar inquieta todo el día, se quedaba dormida en el sofá de la misma manera con la que Jordan se encontraba ahora... y, aunque no lo admitiera abiertamente, el podría decir que se veía igualmente adorable como lo hacía su hermana.
Sin embargo, el momento nostálgico duró poco cuando los párpados de Jordan comenzaron a agitarse y el chico tuvo que reponerse en su lugar en el sillón para no desviarse otra vez de su nueva tarea.
Conforme la niña se estiraba tras su breve siesta, Lincoln hizo un esfuerzo para conservar su donaire al presenciar la forma en que Jordan bostezaba...
"Je, je, je... Se parece a la víbora de Lana..."
Al ver que terminaba, el chico le preguntó con cuidado:
‒ ¿Dormiste bien?
Esa pregunta fue suficiente para que su compañera se sobresaltara en su lugar y que, posterior y paulatinamente, se pusiera cabizbaja de la vergüenza. Por su parte, Lincoln se apuró para hacerle entender que todo estaba bien, a consecuencia de que supo lo que estaba pasando.
Tardó un poco en convencerla, dado al esfuerzo de su acompañante por disculparse de aprovechar su estadía en su casa para descansar en el sofá sin permiso previo. Afortunadamente, el peliblanco logró su objetivo...
...La clásica mirada piadosa que le impuso al principio resultó ser efectiva de nuevo...
‒ Entonces, ah... ¿te sientes mejor después de esa ducha?
‒ Un poquito...
La voz de Jordan aún sonaba endeble, pero era un poco más clara.
‒...Aunque, mi cabeza se siente bastante caliente.
‒ ¿Te importa si lo compruebo?
Ella se extrañó al escucharlo preguntar eso, pero ella asintió con cierta reticencia.
En seguida, Lincoln se sentó a su lado y le puso una mano en la frente.
No obstante, para el punto en que Lincoln se acercó un poco más para inspeccionarla de una manera más detallada, ella sintió que sus mejillas se calentaban a causa de que sus rodillas se rozaron. Hasta ella podría decir que algo se andaba gestando en su interior... Pero no le dio importancia, ya que se entretuvo con la postura reflexiva que tenía en ese instante.
‒ Estás bastante caliente... Creo que pudiste haber pescado un resfriado. ‒ comentó él con algo de seriedad. ‒ Dime, ¿estabas estornudando antes de llegar a mi casa?
‒ Creo que... un poco, sí.
Él asintió, retirando su mano y retirándose un poco.
‒ Sí, probablemente sea solo un resfriado. ‒ estipuló ‒ Bueno... si lo deseas, puedo ver si hay algún medicamento para ayudar a que desaparezca.
‒ Eso estaría bien, por favor.
Él sonrió.
‒ Claro. Si no te importa que pregunte, ¿por qué estabas bajo la lluvia?
‒ Bueno, estaba caminando a casa después de haber pasado un buen rato con mis amigas, Joy y Sadie, ya que mi madre está trabajando.
Simplemente comenzó a llover después de que comencé a caminar, y cuando llegué a esta calle, la lluvia y el viento habían aumentado tanto que era difícil de ver.
No podía continuar así y era obvio que no obtendría la suficiente señal para llamar a mi madre. Así que no quise arriesgarme a enfermarme gravemente ni a que un auto chocara contra mí, y cuando logré ver tu casa, pensé que sería más seguro si pedía algo de calor.
‒ Bueno, hiciste lo correcto. Sé que no querría que te pasara nada, así que tampoco puedo imaginar que tu madre también lo haga.
Ella sonrió, halagada por su naturaleza cariñosa.
‒ Gracias, Lincoln.
‒ De nada.
Antes de que cualquiera de los dos pudiera pensar qué decir a continuación, se escuchó un ruido sordo. Fue ahí que Lincoln vio que Jordan se sonrojaba más y se reía tímidamente, lo cual era suficiente para que él descubriera lo que había sucedido.
‒ ¿Comiste algo antes de irte?
Ella negó con la cabeza, confirmando sus sospechas.
‒ Bueno... Mientras busco algún medicamento, veré si puedo conseguirte algo de sopa caliente.
Una vez más, ella agarró su mano cuando él se puso de pie, haciendo un último intento por persuadirlo de desistir de sus excesivas asistencias.
‒ No, Lincoln... No tienes que hacer eso.
‒ En serio. No hay ningún problema, Jordan. Además, creo que eso te ayudaría.
"Ay... Esa estúpida mirada otra vez", pensó ella.
A estas alturas, Jordan se dio cuenta de que ya no podía contradecirlo. Se tomó un tiempo para apreciar esa oferta antes de que ella soltara su mano con algo de resignación, permitiéndole ir a la cocina.
Mientras él le preparaba algo para comer, ella no pudo evitar reflexionar sobre lo amable y generoso que estaba siendo...
De vez en cuando, hablaba o compartía experiencias con él y su grupo de amigos, antes de que Stella se involucrara más en las actividades de ellos.
A lo largo de su vida, Lincoln nunca había interactuado con ella... o al menos no en compañía de sus demás amigos y, hasta donde sabía, ella nunca tuvo intenciones de socializar solamente con él.
A Jordan le costaba mucho trabajo asimilar el comportamiento solícito de su compañero, puesto que no quería aprovecharse de su nobleza. No solo la había permitido entrar a su casa, sino que también le había permitido usar su ducha, le había dado ropa de repuesto (aunque fuese de una de sus hermanas) mientras le lavaba la ropa mojada, encontraba su medicina e incluso le preparaba comida.
Ella no estaba segura de por qué él estaba yendo por estos extremos por ella, pero lo sí sabía es que las circunstancias no podían ser más placenteras para ella.
Se sentía cálida por dentro, casi mareada por el cariño que le estaban proporcionando.
Ella se sentía importante... Y a ella le encantaba.
"Eres un chico muy extraño Lincoln Loud... Pero eres lindo... Ojalá que esta vez pueda conocerte mejor"
FIN DEL CAPÍTULO I
