―Yuujin.
Una voz me llama.
―Yuujin.
Se trata de una voz importante para mí. Una voz que quiero alcanzar.
―¡Yuujin!
Abro los ojos. Tardo unos segundos en enfocar la mirada, y, cuando lo hago, me encuentro con su rostro frente a mí.
―¿Ha... ru? ―murmuro, confuso.
―Te has despertado... Menos mal.
Y me dedica una sonrisa. Una sonrisa amable que hace que mi corazón lata con fuerza. No puedo evitar que ese rostro sonriente me arrastre a años atrás, al día en el que, tras perdernos junto a nuestros compañeros de clase por mi culpa, Haru me tranquilizó con esa misma sonrisa. Incluso ahora, me relajo de inmediato al verle sonreír de esa manera.
―Estabas teniendo una pesadilla, ¿verdad? ―por su tono, sé que está preocupado.
Desde que su abuelo, Denemon, hizo Appliarise para traerme de vuelta, he estado teniendo la misma pesadilla recurrente. Se trata del recuerdo de estar controlado por Leviathan. Cada segundo que estoy dormido, recuerdo las cosas horribles que hice, y, sobre todo, recuerdo haberlas disfrutado. Y lo peor es la sensación de no ser capaz de escapar de ello, sin importar cuánto lo intentase.
Nunca le he hablado a Haru sobre el contenido de mis pesadillas, y él nunca me ha preguntado. Todo lo que hace es mostrarse amable, confiando en que se lo contaré cuando esté preparado. No sé si alguna vez lo estaré. Tampoco sé si las pesadillas se desvanecerán algún día, o si llegaré a superarlo. Por ahora, durante los cuatro años que han pasado, no ha sido así. De modo que, como siempre, me limito a asentir.
―Sí ―contesto, mirándole―. La misma de siempre.
Como siempre, no me dice nada, ni me tranquiliza con palabras. Pero me da la mano y la aprieta con suavidad, dándome a entender que está a mi lado. Me siento en la cama, apoyado contra el cabecero, y me acerco a él, apoyándome en su hombro. Puede que no sea capaz de superar lo que me ocurrió, y puede que arrastre este trauma el resto de mi vida, pero sé que, mientras pueda estar así con Haru, estaré bien. Incluso si no es suficiente para deshacer lo que ocurrió, al menos me hará feliz. Y con eso me basta.
―Oye, Yuujin... ―murmura, con voz reflexiva―, ¿recuerdas aquella vez en la que te pregunté si habías decidido lo que querías hacer en el futuro? Y entonces dije que quería ver cómo seríamos entonces...
―... y yo te dije que seguramente no cambiaríamos ―completo yo―. Pero me equivocaba. Todo ha cambiado mucho, ¿no crees?
―No, más bien al contrario.
―¿Eh? ―pregunto, sorprendido.
―Estaba pensando que tú todavía no sabías nada acerca de lo que Leviathan te estaba haciendo. Así que quien me dijo aquello, fuiste tú, Yuujin. El verdadero Yuujin.
―Hmmm... Puede ser ―le concedo. Lo cierto es que, hasta cierto punto, tiene razón.
―Es así. Porque, Yuujin, tú siempre serás tú.
―Y tú, Haru, siempre serás mi protagonista ―respondo, burlonamente. Y, como esperaba, Haru se sonroja de inmediato.
―¿Y-Yuujin?
Me separo de él y le miro, observando su rostro sonrojado. Me encanta provocar así a Haru, siempre se pone muy tímido y se sonroja enseguida. Y, como siempre que pone esa cara, no puedo contenerme, y le beso.
Sí, definitivamente, tengo un amigo por el cual estaría dispuesto a dar mi vida. Y con ello, me basta para ser feliz.
