Vengo a dejar un retillo cumplido. Fue claramente a traición porque yo no quería que saliera esto nunca de mis documentos, pero aquí esta =).


Datos:
El fic espero que como mucho tenga 2 o tres capítulos, será cortito.

Disclaimer: Digimon no me pertenece ni sus personajes.


De un tiempo a otro

Repentinamente estabas ahí, sonriendome y yo me quedé como tonta porque quería esa sonrisa para mí.

¿Puedo robártela y meterla en mi mochila para abrazarla por las noches y que ilumine mi camino?

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Sora era feliz mientras la veía sonreír. O jugar con su cabello. Hasta se había vuelto aficionada a las telenovelas de las mañanas. Su comida estaba mucho más deliciosa que antes. Y rara vez era un ogro enfadado.

Incluso canturreaba mientras limpiaban o mientras dibujaba.

Era feliz.

Sora sabía que era por un hombre que su madre había cambiado tanto. Un hombre que la hacía feliz. Sin embargo, no sabía de quién se trataba. Su madre era demasiado celosa con sus sentimientos y especialmente, de mostrarle al que sería su nuevo padrastro.

Sora le había preguntado alguna que otra vez. Ella se sonrojaba y con un gesto rápido de la mano, le aclaraba que era temprano. Cuando fuera más adulta y capaz de aceptarlo al cien por cien, se lo presentaría.

Ella creía que ya estaba más que preparada. Su padre se marchó cuando tenía ocho años. Las dejó tiradas y nunca más dio señales de existencia hasta que lo vieron por última vez dos años atrás en un evento en el que le entregaban un premio por su trabajo.

Sora recordaba como su madre había echado pestes y lo llamó mal marido.

Un mes después, estaba ya radiante y feliz. Así que su noviazgo con el misterioso hombre fue exactamente al mismo tiempo.

Al ver tan emocionada a su madre, Sora pensó que quizás no era tan terrible sentirse atraída por un varón. Su cercanía a ellos consistía en lo más puntual. No sabía si tenía pretendientes o no. Tampoco si era demasiado fea para ellos o le faltaba algo. Su casillero no solía estar lleno de cartas de amor todos los días y aunque era famosa entre las chicas, no era lo que ella buscaba.

Decidió que, quizás, podría empezar a dar una nueva oportunidad a todo.

Mientras su madre canturreaba limpiando los platos y ella estaba sentada frente a sus libros de estudio, sacó el móvil. Solo conocía a una persona en el mundo capaz de encontrar un sitio con chicos para ella.

Era la mejor en eso.

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—¿Al cine?

Clavó la mirada su mejor amiga. Mimi Tachikawa era única. No podía describirla de ningún otro modo. Guapa, esbelta, con un busto justo, siempre a la moda. Con su largo cabello suave y brillante, llamativo. Su tono suave de pintura en los ojos y la capacidad de querer comerse el mundo.

Y era la única que pisaba el suelo donde muchos hombres querían comer que Sora conociera. Hubo un tiempo en que la envidiaba de forma sana, pero cuando ambas se terminaron por cansar de sus frustrados intentos de hacer ver más femenina a una chica que disfrutaba más con el deporte que con un buen pintalabios, ambas se rindieron.

No obstante, Mimi no dudaba en compartir con ella algo nuevo y Sora se lo agradecía de sobremanera. Aunque luego no lo terminara haciendo bien. Todavía recordaba con tristeza su aventura con la rizadora de cabello. Su pelo y la máquina terminaron completamente quemados. Por eso, Sora decidió que era mejor cortarse el cabello que llevarlo largo.

—Sí. Al cine— afirmó Mimi retocándose el labial con el meñique—. He quedado allí con los chicos. Pero no te asustes, han traído unos amigos suyos para que no te sientas sola. Mira, ahí están.

Mimi cerró su polvera y dejando a Sora con la palabra en la boca, saltó para engancharse al cuello de un pelirrojo bajito de ojos negros y un rubio llamativo. Sora los conocía perfectamente. Ambos, por muy raro que pareciera a ojos de los demás, eran la pareja de Mimi. Respectivamente y conforme.

Yamato inclinó la cabeza cono saludo y Koushiro, muy afín a su buena personalidad y educación, le hizo una reverencia.

—Tanto tiempo sin verte, Sora-san.

Sora sonrió y le devolvió el gesto.

—Demasiado, Koushiro. ¿Ha ido todo bien?

El pelirrojo y ella intercambiaron algunas frases mientras Mimi se cargaba del brazo de Yamato y llamaba su atención con besitos en el cuello. Cuando Koushiro dejó de prestarla atención y se enfocó en Mimi, Yamato se adelantó hacia ella.

Un joven castaño avanzó a su par. Era alto y llamativo de algún modo. Moreno, con sus cabellos castaños revueltos, cejas pronunciadas sobre ojos de igual color.

—Sora— nombró—. Es Taichi Yagami.

El chico se acercó más a ella, sonriendo de una forma tan abierta que Sora casi se sintió avergonzada. Cuando le extendió la mano como algo normal, empezó a pensar que haber ido en vaqueros y jersey deportivo no había sido buena idea.

Cuando se volvió hacia Mimi y el resto, estaban más enfrascados en su vida amorosa que en preocuparse por las visitas. Fueron entrando a la película y se vio a sí misma sentada en otra parte del cine con Taichi.

Ambos se miraron con disculpa.

Un instante después, compartían risas y opiniones de lo que veían.

Se llevan tan bien, que al terminar la velada, intercambian emails y teléfonos.

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Sora escuchaba a su madre canturrear mientras se preparaba. Dejó el móvil a un lado se asomó para poder verla mejor. Echándose perfume, revisando que sus pendientes estuvieran sujetos. Su falda perfectamente colocada. Su blusa. Su maquillaje.

Al verla, sonrió.

—Vas a tener que presentarme al hombre que es capaz de hacer algo así con mi madre. Me la está cambiando completamente —bromeó.

Toshiko no eran de las que dudaban, por eso le sorprendió su tartamudeo.

—No, no. Es pronto todavía.

—¿Pronto? Llevas así unos cuantos meses ya. Completamente enamorada.

Toshiko sonríe y le besa la mejilla.

—Algún día te lo presentaré. Solo espera. Un año o así.

—Ni que esperaras que se muriera la esposa —bromeó.

Toshiko se encogió de hombros.

—No es eso exactamente. Anda, acuérdate de cerrar con llave. Yo llevo las mías.

Sora asintió y la despidió en la puerta.

Cuando regresó a dormitorio el móvil brillaba con el nombre de Taichi. Abrió el Whatssap y leyó el mensaje.

[Taichi Yagami] 20:15. : ¿Qué tal llevas el examen? Yo hoy no puedo estudiar. Salgo a una reunión. Mañana seré un zombi de esos feos.

Sora sonrió y se recostó en la cama.

Ya era costumbre de ellos esa clase de conversaciones online. Incluso sabían a ciencia cierta que si quedaban con Mimi y los demás, la velada terminaría con ellos solos a un lado. Cosa que no era tan mala.

Con Taichi podía sentirse cómodo y hasta podía ser ella misma. No necesitaba arreglarse sofisticadamente y tampoco maquillarse. Taichi no la miraba con ojo crítico y más de una vez había alagado su atuendo o peinado con facilidad. Como una broma de amigos.

Quizás fuera un buen chico del que enamorarse.

Al pensarlo, sus mejillas se sonrojaron y su corazón latió de tal forma que fue casi doloroso. Se quedó mirando el nombre en el teléfono con el ceño fruncido.

Cuando la situación resultó ser con su imaginación devolviéndole la sonrisa cálida de Taichi casi estuvo a punto de caerse de la cama.

Los meses continuaron pasando y la amistad entre ellos fluyó. Sora no estaba segura del todo por qué, pero sus sentimientos fueron creciendo cada vez más hasta el punto álgido en que necesitó contárselo a alguien.

Con el cambio de humor de su madre sopesó que la primera con la que debía sincerarse era con ella. Quería contarle de su amor que, a simple vista, no parecía para nada correspondido. Porque Taichi no daba muestras de sentir amor hacia ella. Amistad sí. Y sus charlas siempre eran sinceras, cómodas y hasta bromistas con cosas que habrían de ser incómodas.

Nunca se había sentido tan cómoda con un hombre como con él.

—Mamá —llamó mientras Toshiko se arreglaba para otra de sus famosas citas.

—¿Qué ocurre, Sora? —cuestionó mirándose el maquillaje para asegurarse de que no fuera demasiado.

—Creo que me gusta alguien —soltó mientras sonreía al reflejo del espejo.

Toshiko pareció confusa por un instante. Parpadeó diversas veces y finalmente, se volvió hacia ella.

—¿Qué has dicho?

—Que me gusta alguien. Un chico.

Toshiko frunció el ceño.

—¿Qué edad tiene?

Sora se sorprendió de que fuera eso lo primero que preguntara.

—Pues tiene la misma edad que yo.

—¿Un chico de diecisiete? No. Olvídalo.

Aquello la descolocó.

—¿Qué? ¿Qué tiene de malo que me guste un chico de mi edad? —inquirió sin comprender.

—Pues que los chicos a esa edad claramente solo quieren sexo —espetó con las mejillas encendidas—. Hazme caso. Búscate un hombre mejor o espera a ser más mayor. Tú no estás hecha para hombres de tu edad.

Sora estaba atónita. ¿Realmente su madre le había dicho eso?

—Mamá. ¿Te estás escuchando hablar? Hablas como si todos los chicos fueran iguales. Te aseguro que la persona que me gusta no es para nada así.

—Igualmente, no. Sora. Es mi última palabra. Sé muy bien lo que los chicos a tú edad quieren. Y no se hable más.

Sora dejó salir el aire por pura incredulidad. ¿Estaba hablando en serio?

—¿Cómo puedes saberlo? Los tiempos desde que tú tenías diecisiete años han cambiado mucho. Los chicos no son como antes.

Como si acabara de insultar, Toshiko se volvió hacia ella furiosa.

—¿¡Te estás escuchando hablar!? ¡Vas a dudar de mis conocimientos haciéndome ver como una vergüenza!

Sora retrocedió.

—¿Vergüenza? ¿Por qué debería de hacerte ver así? Solo estoy diciendo que los tiempos han cambiado y…

—¡Cállate, Sora, cállate!

Golpeó el bote de perfume contra el tocador. Jadeante, se llevó una mano a la sien. Sora se envaró y le dio la espalda para encerrarse en su dormitorio. Toshiko salió pocos minutos después cerrando de un portazo.

Sora se llevó las manos a la cara, colorada de rabia y vergüenza a la vez.

Con Mimi siempre podías hablar. Aunque estuviera a distancia. Era lo bueno que las redes sociales habían creado para ellas. Sora descartó su invitación a pasar la noche cuando le contó la vivencia. Si lo hiciera y sin permiso, su madre crearía más drama todavía.

[Mimi fabulosamente Ishida/Izumi] 21:15: ¿Qué ha pasado? ¿HE DE MATAR A ALGUIEN POR TI? PORQUE NO DEJARÉ NADA QUE ENTERRAR.

[Sora] 21:17: Solo quería hablarle acerca de mis sentimientos por Taichi. Quería que ella lo supiera porque pensé que podría entenderme. Pero parece que todo se ha ido al traste.

[Mimi fabulosamente Ishida/Izumi] 21:19: ¡Al cuerno, vente a casa ahora mismo! ¿Cómo que te gusta Taichi, espera! ¡¿PORQUE YO NO SABÍA QUE TE GUSTABA ESE MORENAZO DE CHOCOLATE?

[Sora]: Mimi…

También buscó consuelo en la persona a la que más le gustaría ver en su vida.

[Sora] 21:46: ¿Podemos hablar?

[Taichi Yagami]: 21: 49: Sabes que siempre. ¿Qué ha pasado?

[Sora]: 21:50: He vuelto a pelear con mi madre. Hacía tiempo que no pasaba. Estaba de muy buen humor y de repente, todo se ha roto.

[Taichi Yagami] 21:58 : ¿Por qué ha sido?

Sora se detuvo antes de contestar. Borró las palabras que había escrito en la pantalla y volvió a la de Mimi, revisando sus palabras. No había contestado ni a uno ni a otro desde hacía un buen rato. No se atrevía a decirle más a Mimi por teléfono. Y tampoco quería confesarle sus sentimientos mediante un mensaje tan inapropiado.

[Sora]: 22:30: ¿Podemos quedar?

[Taichi Yagami]: 22:45: Lo siento, me es imposible hoy. Pero te juro que mañana sin falta podemos…

Sora volvió a la conversación de Mimi. Los gritos en letras mayúsculas continuaban ahí, brillantes e hirientes para cualquier retina meticulosa.

Cerró los ojos se echó hacia atrás en la silla del escritorio. Lo bueno que tenían la redes sociales es que podías usarlas en el ordenador y, especialmente, si no tenías que preocuparte de ningún hermano cotilla.

Había esperado poder encontrarse con Taichi. Nunca en su vida había anhelado tanto encontrarse con un hombre. Taichi era capaz de sacar su lado más necesitado y eso la asustaba. Ella era fuerte. No había necesitado del amor hasta… hasta ahora.

Se puso el pijama mientras a regañadientes intentaba pensar en algo que hacer para poder quitarse la angustia que sentía en el pecho. Estaba segura de que si su madre descubría que Taichi era un buen chico, lo aceptaría. Pero si era rechazada, obviamente le diría que ella tenía razón, aunque no hubieran tenido sexo. Eso no importaba para ella.

Se dejó caer en la cama y miró hacia la puerta.

Lo mejor sería hacer las paces con ella. Aclarar todo antes de que fuera demasiado tarde y fuera insondable su relación en el futuro. No quería perder a su madre por una cabezonería.

Así que la esperaría despierta hasta que fuera necesario.

La puerta de la casa crujió a las cuatro de la mañana. Sora se había quedado dormida contra la pared, encogida y le dolía el cuello por la postura, además, descubrió que estaba helada. Se puso en pie al escuchar la carcajada y cómo las llaves caían al suelo. Podía reconocer la voz de su madre incitando a alguien a que ya que recogiera las llaves, buscara una parte de sí misma en la que Sora prefería no pensar para nada.

Avergonzada, abrió la puerta y encendió la luz del pasillo.

En el mismo instante en que lo hizo, el alma se le cayó a los pies.

Su madre se cubrió la boca como si de una chiquilla recién atrapada se tratara. Se aferró al hombre a su lado, trajeado y con las llaves sujetas con fuerza entre los dedos. Mientras que su madre se agitaba inestablemente, Sora estaba helada y el joven frente a ella por igual.

—No puede ser…

—Ah. Sora, cariño. Hazme el favor, hip, de ponerte los cascos. Mañana te lo presentaré correctamente, pero esta noche, hic, es toooodoooo miooo.

Tiró de las solapas del traje del hombre.

—Vamos, Taichi, a hacerme el amor.

Taichi estaba pálido. Bajó los ojos de ella para enfocarlos en su madre y las cejas se le fruncieron en duda.

—Toshiko, creo será mejor que yo… regrese otro día.

—¿Por qué? —gruñó ella tirando más de él—. Tarde o temprano tenías que conocerla. Mi hija, sí. Pero ha salido a su padre completamente, hic. Así que no esperes gran cosa de ella. Mírala, ahí, pálida como si nada. Olvídala, hic.

—Estás borracha y no coordinas, Toshiko. Así que…

—¡Taichi! —protestó la mujer poniéndose de puntillas y besándolo.

Sora no lo aguantó más. Los empujó hacia un lado y escuchando el grito de su madre y su nombre escapando de los labios del joven, echó a correr. No le importaba estar descalza. Tampoco que la gente mirase su pijama.

Tenía algo más roto en el cuerpo que le dolía más que el resto de las cosas.

El corazón.

Continuará...


Notas de autora:

Espero no haberla cagado con los nombres, que confundo mucho a la madre de Taichi con la de Sora. Si ha sido así, perdonen mi error y no se traumen demasiado.

¿Qué más decir? Tenía esta idea de hace mucho tiempo. Quería algo entre estos tres muy dramático. Todavía no sé cómo terminará exactamente, así que les pido perdón a sus esperanzas de ante mano.

Gracias por apoyarme con esto.