¡Hola! Aquí Hinata. Esta es como la contraparte a 100 cosas que amo de ti, historia escrita por mi novio. La verdad estaba muy insegura sobre esta idea (que tenía desde que empecé a leerlo) pero una vez que se lo comenté y a él le pareció fue entonces cuando me decidí por comenzarlo.
Volviendo al fic, es la visión de esos 100 momentos vividos por Daichi, pero ahora partiremos desde la perspectiva de Sugawara. Les pido paciencia, puesto que esto es únicamente la visión de las cosas partiendo de Suga. Osea, muy similar a la historia original. Ojalá lo disfruten.
Aquél día no podías mantener para nada el control de la práctica. Tanaka y Nishinoya incitaron el desastre y por ende los demás ahora se les habían unido. Yo trataba de apoyarte, como siempre, pero esta vez me ganó el querer dejarlos hacer lo que les plazca. Este era uno de esos días que podía relajarme y me subía la energía ver a los demás. Incluso me atreví a hacer esas poses extrañas de Noya hace sólo un momento.
Más allá algo pasaba cerca de ti, algo que Noya había dicho y algo que apenas alcancé a escuchar pero me dejó con la mente en blanco. Detuve mis movimientos, y al abrir mis labios seguro todos esperaban un regaño, no aquello que se escapaba de ellos como un pequeño ruido que poco a poco se fue haciendo una risa. Todos me miraban e incluso tú también lo hiciste. La verdad es que no me hacía gracia ser la mamá de todos, pero no podía negar que a veces, solo a veces, me portaba como si lo fuera.
- Son graciosos nuestros pequeños cuervos, ¿No, Daichi? – Solté mientras cubría con mis manos mis labios, un poco más calmado. Me miraste con desconcierto al tiempo que asentías y en mi mente se había quedado grabado tu semblante ante aquello de "mamá y papá cuervo".
Y es que luces tan lindo cuando estás avergonzado.
