El Amor es...

El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

(1Corintios) 13: 4-7


Capítulo 1.

El Amor es...

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"Si supiera lo que la vida me depara,

seguro que no sabría lo que es vivir con la emoción de descubrir cosas nuevas cada mañana."

-Cylvia

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Kristoff miró incrédulo a Elsa quien se encontraba detrás de ese enorme escritorio digno de alguien con poder como la Reina, la mirada seria y su habla le habían dado a entender que no era broma lo que acababa de pedirle; entendía muy poco la personalidad de Elsa, ya que esta era muy conservadora, ahora era más abierta, pero solo con Anna así que él no sabía muy bien si solo jugaba con él como una amiga o si lo que decía era una orden por parte de la Reina de Arendelle.

Observó a su alrededor preguntándose si Anna le estaba jugando una broma junto con su hermana y se encontraba escondida, pero solo estaban ellos dos en el estudio, y Elsa se veía tan seria que pensó que si se negaba lo congelaría, aunque sabía que ella no sería capaz de hacer algo como eso, así que hizo lo primero que pensó "escuche mal" y con eso en mente se metió un dedo en el oído pensando que lo tenía sucio o tapado.

-Kristoff -habló por fin Elsa mientras miraba algo divertida las diferentes reacciones que había tenido el rubio- Sé que solo llevamos 6 meses de conocernos pero yo no juego cuando se trata de Anna, lo que te acabo de pedir es por ella.

-Pero Majestad lo que me está pidiendo no es…

-Tengo una razón para ello Kristoff -dijo Elsa mirándolo fijamente- Yo soy capaz de cuidar a Anna, pero sigo siendo una mujer, y estoy ocupada la mayor parte del día con cosas del Reino, lo único que quiero es que Anna se sienta lo más segura que sea posible, y pensé en ti, llevan una sana relación, ella te considera parte de su vida ahora, eres importante para ella, no encuentro a alguien más con quien Anna se sienta más a gusto que contigo.

Kristoff entendió a lo que se refería la Reina pero lo que no le entraba en la cabeza era la razón por la que ella había llegado a pensar en algo así, ella hablaba de seguridad para Anna pero no sabía de qué quería protegerla, ¿tan malo estaba el asunto para que ella le pidiera ese tipo de cosas? El no ignoraba el hecho de que otros Reinos pensaban que Elsa era una amenaza para ellos, pero no creía que ese fuera el motivo de que estuviera el ahí.

Pensó que tal vez habría bandidos y ladrones, ya se había topado con algunos antes pero el castillo contaba con guardias por todos lados y al pendiente de la princesa y de la Reina y ahora que las puertas estaban abiertas, los guardias eran aún más, así que la idea de bandidos la retiró… ¿Qué otra amenaza podría ser? Y ahora, Anna no era de las que se asustaban con facilidad, cuando vio a un ladrón con las manos en la masa ella no se detuvo y le dio una lección, incluso Kristoff tuvo que detenerla antes de que se hiciera daño a si misma… lo único que a Anna no le podían poner en frente o nombrar porque le daba una crisis nerviosa era…

-Elsa -llamo por fin olvidándose de las formalidades al pensar en una posibilidad, su voz salió ronca por la sorpresa.

-Supongo que ya adivinaste la razón… -murmuró Elsa volteando a ver el ventanal la cual mostraba todo el jardín- aunque ahora son menos, ella sigue teniendo pesadillas de vez en cuando… -dijo mientras se acercaba a la ventana e hizo señas a Kristoff para que él también lo hiciera.

Rodeó el escritorio y se posiciono al lado de la rubia platinada, a través del ventanal se podían apreciar a Anna y a Olaf los cuales se encontraban regando las flores, se escuchaba la risa de la peli-roja por los comentarios de un inocente Olaf, quien al parecer cargaba uno de los patitos.

-¿Enserio cree que mi presencia le hará sentir mejor? -preguntó el montañero mirando a princesa la cual al sentirse observada alzó su rostro encontrándose con Elsa y Kristoff, Anna les sonrió y levanto la mano saludándolos de manera muy animada, el rubio le devolvió el gesto, pero no la sonrisa lo cual le pareció extraño a la peli-roja.

-No creo que la logre contentar, pero sé que se puede quedar más tranquila, estando tu aquí -sonrió Elsa convincente de que su hermana estaría bien y levantó la mano saludando por fin a Anna- No te estoy pidiendo que cambies tu estilo de vida, pero si te incomoda entonces no puedo obligarte…

-Si es para que Anna se sienta segura entonces lo hare, pero no puedo descuidar mi trabajo o a Sven- dijo sin apartar la mirada de0 los azulados ojos de Anna quien curiosa le preguntaba con la mirada si todo iba bien.

-Claro que no tienes que abandonar tu trabajo, tú vas por las mañanas y regresas al medio día para vender el hielo, Sven se puede quedar en el establo incluso si lo deseas puede quedarse en el jardín si te parece más acogedor, pero igual desde hace meses comes y cenas aquí, la diferencia es que ya no tendrás que irte por las noches- convencida Elsa se lo propuso de nuevo a Kristoff.

-Lo que no entiendo su Majestad es el ¿Por qué la tengo que proteger de Hans si él está encerrado en los calabozos de las Islas del Sur? -preguntó confundido Kristoff.

-Porque los Reyes y yo llegamos a un acuerdo para que podamos seguir siendo aliados, y es que Hans tendrá que cumplir una sentencia de 5 años en nuestros calabozos y hacer servicio comunitario, lo que significa que estará la mayor parte del tiempo en las mazmorras, pero aun así lo tendremos que ver de vez en cuando, dado que también será parte de la servidumbre, y Anna ha tenido suficientes pesadillas teniéndolo a él lejos, es por eso que te pido que a partir de hoy te quedes en el castillo, mañana puedes traer tus cosas; la mayor parte del tiempo Anna se encuentra sola por culpa de mis reuniones y mis deberes, así que tenerte aquí la hará distraerse lo suficiente como para que ni se acuerde que Hans está a solo 3 pisos de distancia.

Kristoff escuchó atentamente las razones del porque le pedía que él se quedara en el castillo y abandonara las montañas por las noches, si bien podría seguir trabajando y ganarse su dinero, debía de admitir que estar más cerca de Anna le gustaba mucho, aunque el hecho de que fuera precisamente por culpa de Hans lo irritaba, saber que el idiota estaría también cerca de Anna aunque fueran tres pisos lo frustraba y enojaba también, suspiró al escuchar de nuevo las risas de Anna y Olaf y regresó su mirada ida a la Reina.

-Creo que no me causaría muchas molestias el quedarme, como usted dijo me paso mucho tiempo por aquí -sonrió haciéndole entender a Elsa que aceptaba la propuesta- pero Majestad apenas me conocen por 6 meses.

-Lo sé, le pensé mucho antes de hacerte la propuesta -se atrevió a sonreírle amablemente- Pero creo en ti Kristoff, así que no me decepciones.

-Gracias por confiar en mí su Majestad -dijo haciendo una leve inclinación.

Elsa sonrió- No tienes que ser tan formal, te has vuelto un gran amigo -dijo dándole unas palmaditas en la espalda.

-De acuerdo, Elsa.

-Prepárate para la cena porque tendré que soltar la bomba -argumentó la rubia platinada mirando de nuevo por la ventana.

-¿Cuándo llega el idiota? –cuestionó irritado Kristoff.

-Dentro de 4 días –gruñó la Reina recordando al que intento matarla- Trate de poder solo reducirlo a sentencia y que no hiciera servicios por el bien de Anna, pero es parte del requisito si queremos seguir teniendo negocios con las Islas del Sur y ya tengo suficientes enemigos como para rechazar la oferta. Pero te aseguro que no le será tan fácil ni bonita su estadía aquí, si se hubiera metido solamente conmigo lo habría dejado estar, pero fue a Anna a quien el manipulo y jugo con sus sentimientos.

-Entiendo – se limitó a decir conteniendo la amargura que le producían esos recuerdos.

-Gracias por entender Kristoff, hagamos lo mejor que podamos para que Anna se sienta segura.

El montañero asintió con la cabeza y volteó de nuevo su vista a Anna que ahora se encontraba sentada en su columpio, ella los miraba pensando en que no era normal el comportamiento de esos dos y eso hizo que Kristoff suspirara.

La cena iba a ser la más larga de toda su vida.


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