Iba a llegar tarde... ¿Por qué se tenia que haber empeñado mi madre en cogerme aquel moño tan elaborado si el pelo suelto me quedaba muy bien?

Daba igual, una fiesta era una fiesta, y yo no quería ser menos. Junto con mi madre nos dirigimos al fuerte. Habían decidido celebrar una fiesta de la primavera. Estarían todas las personas mas o menos influyentes de Port Royal. Mi familia no era muy rica la verdad. Bueno, lo era mi padre, pero abandonó a mi madre y se fue del Caribe... Mi madre sigue llevando su apellido, y yo, que para lo único que nos sirven es para que nos inviten a este tipo de fiestas. El que tenia el oro y la empresa era mi padre. Ahora nosotras no arruinábamos poco a poco... pero el gobernador todavía tenia la bondad de invitarnos a eventos como aquel, exclusivos. En realidad también vivíamos con mi tía. Pero ella prefiere quedarse en casa, no es muy sociable. Y en realidad yo tampoco. No quería ir a las fiestas porque no conocía a nadie. Bueno si, conocía los nombres de casi todos, pero no personalmente, y tampoco tenia ninguna amiga. Era muy aburrido. En realidad solo había un motivo por lo que salía a la calle, iba a estas fiestas cutres y, en realidad... vivía. Era que estaba enamorada. Pero he de confesar que desearía no estarlo simplemente por la persona por quien lo había hecho. ¿Qué le iba a hacer yo si me gustaba mucho? No lo conocía personalmente, pero... era guapo, joven y caballeroso, y me atrevería a admitir que tierno... que iba a saber yo. Lo que hacia que me apartara de el y que todo quedara en un sueño es que era el Teniente Norrington, y estaba completamente fuera de mi alcance. Claro que eso no me prohibiría coquetear con el... aunque desgraciadamente era un poco tímida.

Llegamos al fuerte y nos dejaron pasar. Hacia un calor horrible. Los hombres con sus pelucas blancas lo debían de estar pasando fatal. Por fortuna mi vestido era ligero, ya suponía esas temperaturas, y mi madre (y supongo que mas de una), por aparentar mas, llevaba un gran vestido y ya empezaba a resoplar de calor.

Ahora temía lo siguiente: que me dejaran sola. Mi madre se pone a habar y a corretear como una niña chica de un lado para otro, hablando con todo el mundo, y con el bullicio me pierdo. Todavía no habían llegado todos los invitados, pues a mi me pareció que había poca gente. Mi madre ya había divisado a alguien y se dirigió hacia allí mientras yo la seguía. Ni se molesto en presentarme. Mire a mi alrededor en busca de "él". No lo pude ver. Solo conseguí distinguir al oficial Gillette, un poco mas lejos, junto también el oficial Groves. Los dos eran amigos de Norrington y me extraño un poco que no estuvieran juntos. No me vieron. Me hubiera gustado, pues me llevaba bien con ellos, en especial con Gillette. Siempre que me veía por la calle me saludaba, y yo simplemente sonreía. Era muy simpático. Pero Norrington era demasiado tímido para ello... o para acordarse de mi cara. Seguro que no se sabia mi nombre. Quizás el de mi madre.

Entonces en el fuerte entro el gobernador Swann, que iba acompañado de su hija, Elizabeth. Ella tenia la misma edad que yo, pero nunca habíamos coincidido ni hablado juntas. Estaba radiante, con un vestido que supondría el gasto de tres vestidos mios. No parecía muy contenta, puede que estuviera aburrida como yo. Vi que el gobernado se acercaba a un grupo de señores y empezaban a habar, con su hija a su lado, sonriendo. Alguien la había piropeado.

-Lynne, he visto que ha llegado el gobernador, voy a saludarlo-me dijo mi madre. Yo asenti. Afortunadamente con el bullicio nadie se daría cuenta de que estaba sola. En realidad prefería esto antes que estar cogida del brazo de mi madre buscándome marido y nombrándome las cualidades que tenia como si fuera un menú. Entonces, vi, de reojo, que alguien se me acercaba. Me volví, incluso antes de asegurarme de que era a mi.

-Señorita Lynne, encantada de veros hoy aquí- me dijo el oficial Gillette. Me quede un poco sorprendida, pero le sonrei.

-Buenos dias, señor. Igualmente encantada-dije, sin saber que mas decir.

-¿Os lo pasáis bien? Ha venido mucha gente, creo que todas las invitadas.-comento. Yo pensé que faltaba una, una muy importante... o a lo mejor todavía no le habia visto...

-Si... bueno, estoy esperando porque mi madre se ha ido a hablar con alguien-dije, como diciendo que solo estaría sola un momento, no toda la fiesta.

-¿Cómo os encontráis, vos y vuestra familia?-pregunto.

-Estoy bien, gracias. Mi madre también y tia, bueno, ella no viene a este tipo de eventos-conteste y sonreí. Supuse que dentro de poco yo seria igual que ella.

-Me alegro. Estaba...-miro a ambos lados y sobre mi cabeza-Estaba buscando al comodoro Norrington, ¿Le habéis visto?- intente no sonrojarme... oh.

-No... no señor, no lo he visto... todavía- conteste, un poco cortada, pero creo que no se dio cuenta.

-Es que... creo que todavía no ha saludado al gobernador. Ya ha llegado-explico y me miro.- Un placer hablar con vos. Nos volveremos a ver, tal vez mas tarde- le volví a sonreír y el hombre se fue. Suspiré. Bueno, por lo menos no habia estado sola durante unos minutos. ¿Dónde se habría metido Norrington? Entonces busque con la mirada a mi madre, pero me di cuenta que donde estaba antes ya no había nadie. Valla. Entonces alguien me llamo por la espalda. Di un pequeño respingo y me volví. Era el gobernador con su hija...

Próximo capitulo: La hija del gobernador y el comodoro