NO SE LO DIGAS A NADIE
Y ahí estaba yo, siendo sometida por uno de los seres más viles y crueles que podían existir.
Lo mire con odio mientras él se dedicaba a sonreírme cínicamente. Me pare del suelo y sacudí los pedazos de vidrio que se habían incrustado en mi falda, había tenido suerte de que no me cortara, solo tenía unos raspones y uno que otro araño, pero nada que lamentar.
Trate de salir del aula lo más rápido posible, pero un jalón en mi brazo me estampo contra la pared, sentí que la cabeza me daba vueltas, sin embargo fije mi mirada en él tratando de transmitirle todo el desprecio que sentía por todo su ser.
-Te odio- le escupí con desprecio.
-Al menos eso lo tenemos en común Granger.
Y el muy desgraciado continuaba sonriendo, vi directamente a sus ojos y aunque pareciera casi imposible de creer en ellos no encontré el menor desprecio. Yo creo que me quede con la boca abierta porque su mano toco mi barbilla y con un ligero movimiento me la cerró.
-Sé que soy él chico más sexy y atractivo de todos pero cierra la boca Granger o se te meterán las moscas- soltó una risa burlona y yo me sentí una estúpida por haberme perdido en ese mar mercurio que eran sus ojos.
-No te creas tanto Malfoy- lo empuje y retrocedió. Lo había agarrado con la guardia baja ya que si no hubiera sido así por nada lo habría movido. Trate nuevamente de salir, pero con movimientos rápidos el me cerró el paso y de un azoton cello la puerta y le puso seguro.
Muy bien ese era momento para entrar en pánico. Mordí mi labio ligeramente mientras retrocedía nerviosa. No sé si hubiera sido por los nervios, pero me pareció ver con el rabillo del ojo como el hurón albino se relamía los labios sensualmente. O Merlín, el miedo me hace pensar incoherencias. Mi espalda choco contra la pared, y de pronto me encontré atrapada entre sus brazos, uno a cada lado, impidiendo cualquier intento de fuga.
-No te puedo dejar ir- su voz sonaba susurrante haciendo sus palabras más amenazantes.
-No diré nada- me sorprendió que mi voz sonara tan segura, ya que en esos momentos ni yo lo estaba.
-¿Pero como estaré seguro de que mi pequeño secreto no será revelado?- me dijo al oído, y pude sentir como mi espina dorsal se erizo por completo- No sería muy listo de mi parte si te dejara ir sabiendo que me has descubierto- hizo una pausa y pude sentir como olfateaba mi cabello, mi corazón latía desbocadamente y mis músculos estaban agarrotados por el miedo- desgraciadamente eres insufrible Granger, y no soportas tener la respuesta de algo y no decirlo en voz alta- cada vez bajaba más hasta mi cuello.
Sentí mis mejillas húmedas y vi que estaba llorando, un sollozo salió de mi boca sin que pudiera evitarlo. Entonces él se separo de mí y me miro. Tomo su varita que se encontraba en una de los bolsas traseras de su pantalón, y antes de que pudiera reaccionar remango una de sus mangas e hizo lo mismo con una de las mía, luego entrelazo nuestros dedos y apunto con su varita.
-¿Juras que no le dirás a nadie que yo Draco Malfoy soy un vampiro?
-Lo juro- conteste de forma automática, antes de que mi cerebro siquiera procesara lo que estaba ocurriendo, el muy hijo de… me estaba obligando a hacer el juramento inquebrantable. Una serpiente dorada salió de la varita y comenzó a entrelazarse en los brazos de ambos.
-¿Y juras que si alguien más sospechara tú desviarías sus sospechas?
-Lo juro- y no conforme con ocultar su secreto me estaba volviendo su cómplice.
La serpiente se desvaneció fusionándose con nuestra piel y Malfoy guardo su varita.
Se volteo y comenzó a caminar, suspire aliviada y me limpie las lágrimas que había derramada. Creí que con eso sería suficiente para que me dejara tranquila, pues me equivoque.
-Antes de que te deje ir- su voz me trajo de nuevo a la realidad- quiero probar algo.
Volvió hacía donde me encontraba en un parpadeo, y sin preguntarme me agarro de la cintura ladeando mi cuello con sus manos, haciendo que mi pelo enmarañada revoloteara. Aspiro más profundamente.
-Pero que…- trate de protestar.
-Shhh- su nariz me acariciaba suavemente el cuello, y los cabellos de la nuca se me crisparon- quédate quieta- susurro contra mi piel.
Quería empujarlo y gritarle unas cuantas maldiciones, pero mi cuerpo al parecer se oponía a aquello disfrutando de aquel contacto, tan peligroso como placentero.
-Heles muy bien, me pregunto si… - su lengua acaricio mi cuello, y no pude evitar un estremecimiento, casi imperceptible. Sentí un filo que se encajo en esa zona suavemente. Sabía que ahora sus colmillos eran los que me acariciaban, y en vez de moverme y huir seguí incrustada en mi sitio, quizás esperando a que lo hiciera. Se retiro de mi desconcertándome- Puedes irte- fue todo lo que dijo.
Mi parte racional decía que saliera antes de que otra cosa pasara, pero la parte rebelde que casi siempre estaba callada contradecía y decía que sería mejor arriesgarse y morir en el intento, una frase muy acertada.
-Pero… -tartamudee, me había vuelto una loca suicida.
El me miro condescendiente y mis piernas comenzaron a moverse, a pocos centímetros de él me detuve.
-¿Acaso quieres que te mate Granger?- Negué con la cabeza- no sabes los esfuerzos que he hecho para no desgarrarte la garganta.
-No entiendo
-Wow un día como ningún otro, Hermione Granger no entiende algo- se burlaba de mi.
-Eres un imbécil- Hasta que por fin la Hermione Granger de siempre recobraba el control- y para que sepas de todas maneras no le pensaba decir a nadie nada- tome mi mochila y comencé a recoger mis libros lo más rápido que pude, ya que cuando me aventó rompiendo una botella de cristal mis útiles se habían esparcido por el suelo.
Busque mi libro de Astronomía, era el único que me faltaba, en el suelo no estaba. Una mano blanquecina me lo tendió, yo lo mire con resentimiento por sus cambios de humor y tome el libro
-Gracias- le dije secamente, pero en vez de soltar el libro Malfoy lo jalo hacía él haciendo que yo me estampara en su pecho, subí mi mirada para reclamarle, pero en vez de que por mi boca salieran palabras, entro su lengua, rozando la mía de una manera sensual, demasiado para mi gusto. Sus labios eran suaves y tersos, y tenía un sabor a menta peculiar.
-Ahora si ya puedes irte- dijo contra mis labios rompiendo el beso. Y encima me sonreía burlonamente. Le arrebate el libro molesta conmigo misma por haber caído en su juego.
Abrí la puerta y me dispuse a salir.
-Ah y Granger- voltee a verlo con odio- no se lo digas a nadie- no sabía si se refería a su secretito o a lo que acababa de pasar.
Sin responderle salí del aula, sabía que lo mejor sería alejarme de él y esquivarlo cuanto pudiera, mientras menos contacto hubiera entre nosotros mejor para ambos.
Mi corazón aún estaba desenfrenado, casi podía jurar que quería salir de mi garganta.
Sin embargo esa embriaguez que me embargaba de adrenalina y excitación por igual me agradaba, y me hizo saber que ese no sería nuestro último encuentro.
