Las estrellas se acercarían a nosotros si las llamáramos por su nombre ¿pero quién conoce sus nombres?
(Fabrizio Caramagna)
La enorme multitud se cernía sobre las puertas. Unos se agrupaban sobre las taquillas, en un caótico orden que sólo podría entenderse si se era parte de ese maremágnum. Las personas aguardaban con paciencia, pues sabían desde un principio lo que les recibiría una vez abordaran el tren JR de la línea Sakurajima con sus inconfundibles vagones tapizados de publicidad de Harry Potter y del mundo de Hello Kitty. Nadie desconocía que en un día soleado de primavera como aquel, Universal Studios Japan estaría a reventar.
Fuu sacó de su bolso los pases que había comprado hace dos meses y se los entregó a Hikaru y a Umi, haciendo énfasis en el código QR impreso en las hojas.
- Debemos pasarlo al entrar. Tratemos de no separarnos –regalándole una mirada significativa a Hikaru, quien asintió sin sentirse aludida -
- Les dije que era mejor comprar los VIP. –mencionó Umi, tomando su pase y señalando la entrada- ¡Miren todas estas personas!
- Por mi parte, estoy contenta si puedo subir al "Forbidden Journey" – respondió Fuu con calma-
- Tú y tus varitas mágicas. – dijo Umi levantando los ojos-
- ¡Vamos! ¡Entremos, entremos! –les presionó Hikaru- ¡Quiero ir a la atracción de Evangelion!¡Y a Spiderman! ¡Y a Jurassic Park!
Umi y Fuu compartieron una sonrisa ante la impaciencia de su amiga, y tras contagiarse de una parte de su entusiasmo, pasaron por los controles de ingreso y decidieron hacer su primera parada en mundo de Harry Potter, ya que sin duda sería el más concurrido. Caminaron un largo trecho hasta encontrar la réplica del Colegio Hogwarts de magia y hechicería, que se alzaba magnificente, presidiendo con su enormidad el parque entero, adornado con ciclópeas torres que asemejaban un empedrado perfecto. A los pies del castillo descansaba la estación del tren rodeada de múltiples locales que recreaban la concurrida calle del pueblo de Hogsmeade, donde los fans podrían tomarse una cerveza de mantequilla, eso sí, al precio equivalente a un plato de ramen entero.
Fuu se había transportado a la experiencia, y miraba con deleite cada detalle, con sus verdes ojos rebosantes de felicidad, en una amalgama de entusiasmo y asombro que sus amigas no le habían conocido hasta ahora.
Un colorido letrero les anunciaba una larga hora de espera para el ingreso a la atracción principal, así que se armaron de paciencia. El corredor en zigzag, que permitía una espera más placentera, estaba decorado con docenas de murales y objetos referentes a las películas, que Fuu no perdía tiempo en devorar con su mirada y en ocasiones, podía enfrascarse en una complicada disertación acerca de las costumbres de los personajes, de los escenarios o de cualquier curiosidad que estuviera en sólo libros.
Por fin se acercaban a abordar los vehículos. Estos se componían de asientos dobles con largo espaldar suspendidos por el techo, que eran transportados por un largo riel con suficiente movilidad y resistencia para lograr una verdadera montaña rusa interior donde las piernas quedarían sueltas ante los caprichos del camino.
- ¿Grupo de….? –preguntó una de las jóvenes empleadas que organizaban a los asistentes-
- Tres –señaló Umi-
- Los asientos son de a dos, ¿hay problema si alguno va solo? ¿o desea compartir con el siguiente de la fila?
- Yo iré sola –se ofreció Hikaru- o con el siguiente, no hay problema
- ¿Segura? –interpuso Fuu-
- No se preocupen, vayan ustedes dos. Nos veremos a la salida. ¡Disfruten el paseo!
- Siempre y cuando los gritos de Fuu no me rompan el tímpano todo estará bien –mencionó Umi con una sonrisa cínica en su rostro-
- No me asusto con tanta facilidad
- Si, si si….-dijo Umi con condescendencia y levantando sus cejas- me acuerdo de la última vez.
- Si no estoy mal, tu duraste un mes entero mirando de reojo las líneas de metro luego de ver esa película –recordó Fuu con una sonrisa irónica, acomodándose las gafas-
- ¡ESO ES DIFERENTE! Hay…hay gente que ha mu...muer..muerto arrollada. ¡Por qué dices eso justo cuando vamos a ingresar a un túnel oscuro!
- Por favor aguarda a éste lado –dijo la joven empleada hacia Hikaru, sin inmiscuirse en la discusión de las otras chicas, esperando a que terminaran- ya te ubico. Ustedes dos, por favor, suban al siguiente–indicó hacia Fuu que sonreía en silencio mientras Umi se cruzaba de brazos y miraba con reticencia el fondo del túnel-
Hikaru les observó mientras se acomodaban en las sillas y se ajustaban el cinturón de seguridad. La fila de vehículos suspendidos se movía constantemente, esperando por nuevos pasajeros, así que muy pronto sus amigas desaparecieron de su vista, engullidas hacia las profundidades del castillo. Mientras, los empleados realizaban las mismas preguntas y recomendaciones, siguiendo un estricto protocolo, a todo aquel que esperaba en la fila. No pasaron 10 segundos cuando escuchó que alguien más daba su consentimiento para abordar en su compañía.
Parecía un muchacho mayor que ella, que también venía en un grupo de tres personas. La empleada le indicó que siguiera en la línea, así que no prestó atención a su compañero. Se abrochó el cinturón de seguridad y acto seguido se precipitó en la oscuridad a gran velocidad.
Lantis subió al vehículo que le indicó la joven de logística encargada de la atracción y se abrochó el cinturón. Subía a las atracciones porque no sabía cómo más pasar el tiempo, pero le remordía haber aceptado aquel trato peligroso que implicaba dejar a Esmeralda sola.
Miró a su derecha. Junto a él se sentaba una chica menudita de largo cabello rojizo, que trataba de aparentar más de 18 años, pero que no lo conseguía. La muchacha miraba hacia la cueva cavernosa donde desaparecían los demás vehículos, ansiosa por que el viaje comenzara. Tenía un brillo en sus ojos que causaba instantánea curiosidad por conocer sus pensamientos.
Lantis dejó de observarla cuando intuyó que ella se percataba de su mirada. Aun así, por el rabillo del ojo juró que le había visto sonreír.
Los vagones comenzaron a adquirir mayor velocidad, acercando a sus ocupantes al comienzo de aquella experiencia. Olvidando la muchacha y su sonrisa, su atención fue absorbida por la sensación de vacío y la amalgama de efectos especiales que comenzaron a desfilar por sus ojos, que pagaba con creces el boleto de entrada.
De vez en cuando escuchaba los gritos alegres y una risa cantarina, que sin la más mínima preocupación por el qué dirán, emanaba llena de vida, pegajosa, con una fortaleza exorbitante.
Lantis envidió aquella capacidad aparente de desprenderse de la vida misma y disfrutar del ahora. Era algo que hacía mucho no hacía.
El viaje terminó, y Hikaru estaba encantada. ¡Podía subir unas 500 veces a esa atracción! Si ella estaba así de feliz, no podía imaginar el trance hipnótico en que encontraría a Fuu. Impaciente por encontrarse con sus amigas, oteó hacia el final de la línea, por si las veía bajar de alguno de carritos que se agolpaban al frente. Los vehículos estaban en la recta final del recorrido, avanzando lentamente, mientras el personal de logística se encargaba de desear un feliz día y verificar que todos bajaran en instante adecuado, indicándoles la salida.
En el momento de desabrocharse los cinturones, Hikaru se encontró con que estaba atrapada. Miró con desespero hacia los que estaban antes de ella, confiando en tener algo de tiempo, pero estaba próxima a su turno y la hebilla seguía sin moverse. Ya estaba casi allí, el final definitivo y ¡el dichoso mecanismo no la dejaba ir! Tendría que pedir…
- ¿Quieres que te ayude?
Hikaru volteó para enfrentar a su compañero que le miraba esperando por su respuesta, dibujando una sonrisa en su rostro.
- Eh…Si, creo – mencionó indecisa. Le apenaba no poder lograr algo tan básico por ella misma- Esto debería ser muy sencillo
- Tengo que…-señaló hacia su estómago, sitio donde convergía el mecanismo de seguridad de tres puntos- ¿está bien?
Ella dio su consentimiento. Las manos del muchacho tantearon el mecanismo, pero seguía sin funcionar. Hikaru trató de no moverse ni un centímetro. Sentía algo extraño al tenerlo tan cerca, con su cabello rozando la ropa.
- Estás realmente atrapada –dijo sin mirarle, concentrado en la tarea -
- ¿No suelta? ¡No puede ser!
Hikaru estaba comenzando a impacientarse. No quería causar un lio. El muchacho volteó por un momento, y sonrió de nuevo, transmitiéndole una calma inaudita. Era un misterio que tan sólo con ese gesto, ella sintiera que todo podía estar bien. Sintiéndose más tranquila, le correspondió con otra sonrisa.
Un joven perteneciente a la logística de la atracción se acercó a ellos al ver que aún no habían descendido. Les indicó que le dieran permiso para colaborarles, pero en poco tiempo se dio cuenta que el cinturón estaba realmente atascado, por lo que decidió dar la alerta para que detuvieran el tren de vehículos que se estaba apiñando detrás de ellos. Hikaru suspiró. ¿Por qué tenía que pasar eso?
Después de transcurridos unos minutos en el atasco, por fin pudieron salir al aire libre. Lantis sabía que podría no volver a encontrar a la muchacha, pero no sabía cómo concretar una oportunidad más sólida con la poca conversación que habían tenido.
Afortunadamente la muchacha no tenía ese problema, y se dirigió a él sin ningún tapujo.
- Menos mal tenía un buen compañero. ¡Me hubiera aburrido muchísimo! –dijo dándole una mirada significativa- Supongo que tus amigos, o con quien hayas venido deben estar esperándote.
Lantis recordó la cara de Esmeralda, diciéndole que tenía unos boletos que le habían "regalado" para entrar en un día muy específico a Universal Studios, y sonrió con tristeza.
- Seguramente ya estarán ocupados en algún otro lado.
- ¿Pero…es que acaso no venían juntos?
- Algo así –mencionó sin querer dar más detalles-
- Hummm –la muchacha de hermoso cabello rojizo se llevó una mano al mentón, pensativa, mientras le observaba con detenimiento- ¿Entonces tu idea es pasar el día solo? Eso no puede ser. La mejor manera de disfrutar este sitio es con la compañía adecuada.
La decisión que a continuación tomó la muchacha le iluminó el rostro, como un rayo de sol después de una tarde lluviosa. Lantis sabía lo que iba a decir antes de que lo convirtiera en palabras, y sin dejarlo en evidencia, se alegró mucho. Deseaba conocerla mejor. Había algo en ella que le atraía de una forma irresistible.
Hikaru fue la primera en presentarse, y con entusiasmo le indicó que la siguiera para encontrarse con sus amigas.
Durante el tiempo que tuvo que esperar a que los de logística consiguieran la herramienta adecuada para poder liberarla de la silla, el muchacho no se había retirado a pesar que él podía irse en cualquier momento. Hikaru estaba convencida que lo había hecho por el mero hecho de hacerle compañía y no dejarla sucumbir a la vergüenza de tener toda la atracción detenida por más de 15 minutos. Por eso, quería devolverle la generosidad.
Se había contactado con Umi al celular y habían quedado de verse en la tienda de las varitas mágicas. Umi estaba ya aburrida de que Fuu no quisiera salir de la tienda de recuerdos, por lo que solicitaba apoyo inmediato.
Asombro y confusión fue la reacción inicial de sus amigas al verla llegar junto con su nuevo compañero.
Supo que no era bienvenido de inmediato, pero eso jamás le había importado. Ya estaba acostumbrado a que lo miraran de reojo al acompañar a Esmeralda cada vez que salían. Él tenía la tarea de protegerla, por lo que muchas veces entraba en contravía con los intereses de la joven heredera de uno de los grupos empresariales más importantes de Tokyo. Así que esas miradas de incomodidad ante un inoportuno acompañante eran rutina para él.
Sus pensamientos volvieron hacia Esmeralda una vez más. Estaba concediéndole una travesura, una enorme travesura que seguramente le costaría el trabajo. Lo único que le quedaba era rogar que supiera comportarse, para no alimentar esa latente bola de nieve que arrasaría a quien se cruzara en su camino.
- ¿Estás bien? –preguntó su hermosa compañera- ¿Tienes hambre?
- Compremos algo de tomar
Umi y Fuu les siguieron hacia el carrito de venta de Cerveza de mantequilla unos pasos atrás. Hikaru no podía creer que estuvieran preocupadas por la compañía del muchacho. ¡Se notaba a leguas que era una persona de buen corazón! Le encantaba su sonrisa, su tono de voz y la calidez que irradiaba sin proponérselo. ¿Acaso no podían ver lo mismo que ella? ¿Y a qué debía ahora el constante monitoreo sobre su persona, como si estuviera haciendo algo malo? ¿Por qué se alarmaban tanto?
- Sólo están preocupadas por ti –adivinó su compañero, al verla andar cabizbaja- Después de todo soy un extraño que acabas de conocer.
- Siento que te traten así. Nunca fue mi intención.
- Se detuvieron a mirar esas capas –señaló él, pasando por alto su disculpa y deteniéndose a su vez unos metros más adelante-
- A Fuu le encantan. – Hikaru volteó para ver a su amiga dándole un discurso a Umi que versaría acerca de casas, símbolos y colores- Estoy segura que se comprará una
- ¿Nos adelantamos?
Era una propuesta tentadora, incluso prohibida. Hikaru se sintió convencida incluso antes de decir que sí.
Compraron dos cervezas en uno de los puestos al final del camino, cerca de la salida. Eran dos tiendas de madera oscura bastante pintorescas al aire libre, que abrían al público justo al lado de la enorme locomotora del Hogwarts Express, la cual saludaba a los transeúntes con ráfagas de humo. Un hombre regordete, con toda la cara de un tendero congestionado por la enorme cantidad de clientes les sirvió en grandes jarras el líquido directo del barril, que obviamente no tenía ni una gota de alcohol. El primer instinto de Hikaru fue revolver con el pitillo el contenido del vaso, como si estuviera tomándose una malteada. Unos segundos antes de la repentina explosión pudo ver la cara de consternación del vendedor en cámara lenta, que le advertía negando con la cabeza. Pero ya era demasiado tarde.
Lantis no pudo hacer nada. El contenido del vaso ya estaba escurriendo por la camiseta de su compañera, que empapaba sin ningún decoro todo su pecho, haciéndolo muy visible. Sin embargo, le llamaba la atención la forma en que ocurrieron los sucesos. Era su impresión ¿o todo el episodio parecía premeditado? Para completar el cuadro, ahora la chica se pasaba las manos sobre el pecho lleno de líquido rosado, como si pudiera secarlo a punta de fricción. O la muchacha era demasiado inocente para pensar que semejante movimiento no llamaría la atención, o allí pasaba algo extraño.
Rememoró toda la situación del encuentro con la hermosa pelirroja, lo oportuna de la conversación, el atasco en la atracción, la invitación a pasar el día con ella. Los acontecimientos parecían encajar con súbita perfección y si algo sabía él de la vida, era que NUNCA se la había dejado tan fácil, menos cuando de objetivos levemente románticos se trataba. Comenzó a sospechar de la aleatoriedad. ¿Estaría relacionada con su temporal alejamiento de las reglas? ¿Sería parte de alguna treta para llegar a Esmeralda?
- ¡que tonta soy! –dijo mientras seguía tocándose aquí y allá- Esto no se va a secar rápido.
Lantis comenzó a evaluar el comportamiento de la chica tal como lo hacía con cualquier amenaza. Sonreía con tristeza, apenada por la situación, y miraba a los transeúntes mientras hacía un esfuerzo fútil por quitarse la espuma.
El juicio se le nublaba por la forma en que aquellos preciosos ojos marrones buscaban una salida a semejante situación bochornosa, por ese gesto involuntario de morderse el labio inferior, y por el inefable impulso de ayudarla, de cubrirla para que nadie más viera lo que él estaba viendo, pensamiento que le tensaba todas las fibras de su ser. Trató de no mirar la camiseta empapada y la forma en que marcaba el cuerpo debajo de ella…sin lograrlo en un 100%.
Suspiró derrotado. No acostumbraba ceder, y no empezaría ahora sólo porque le gustaba aquella muchacha. TENÍA QUE PERMANECER ALERTA.
Camisetas mojadas en medio de un día caluroso de primavera. Nada de esta situación era normal. Tenía que contactarse con Esmeralda.
