"MI LUZ DESPUÉS DE LA OSCURIDAD"

Capítulo I

Lo que el destino me quitó

Corría por los pasillos del hospital, su cabello negro se levantaba con el aire por el movimiento, sus ojos dorados se cristalizaban, el simple hecho de concebir la idea de perderla le desgarraba el alma.

Al llegar a la zona de terapia intensiva, intento detener a alguien para que le informaran sobre su estado, pero simplemente parecía estar hablándole a la nada pues nadie allí se detenía a informarle. De repente, una enfermera le buscó.

-¿Usted es pariente de la señorita Kikyou Shoumira? – preguntó seria pero con cierto nerviosismo, según pudo percibir Inuyasha que tenía la sensibilidad a flor de piel.

-Si – titubeó un poco – yo soy Inuyasha Taimaru y kikyou es mí prometida- dijo aquello como si haciéndoselo saber la vida de Kikyou ya no estuviese en peligro.

- La señorita Kikyou llegó aquí con una fractura craneal, no pudimos hacer nada-

¿Un sueño, no, una pesadilla, si, eso tenía que ser, ¿cómo es posible que el destino fuese tan cruel?. Definitivamente el destino no era tan sádico... ¿ o si?.

Intento hacer repetir a la enfermera para asegurarse de que aquello era una confusión, no podía estar muerta, no ella, la que le había hecho sentir por primera vez lo que era entregarse a alguien por amor, en cuerpo y alma, no solo por una calentura desenfrenada, ella era fría, pero eso era parte de ella y así la aceptaba y la amaba.

Lo siento... lo intentamos...- escuchaba vagamente la voz de la enfermera – se como se siente...-

- ¡¿ Sabe como me siento? – Exclamó con fuerza, parecía fuera de sí, y lo estaba, se estaba volviendo loco... – En dos semanas esa mujer me juraría amor eterno y usted me dice que no la volveré a escuchar nunca... pero si sabe como me siento – Dijo además sarcástico, las lagrimas caían de su rostro, su voz era roída por la desesperación y por el dolor.

Tuvieron que tranquilizarlo con sedantes pues había perdido el total control.

El funeral había sido rápido, pero para él fue una eternidad... se encontraba sentado cerca del ataúd, la gente se acercaba y le hablaba, el solo asentía con la cabeza, en verdad no escuchaba, solo algo le pasaba por la mente.

--flash back--

- ¡Bájame!- decía ella con una ligera risa en los labios.

- ¡Me siento tan feliz!- exclamó él, al borde de las lagrimas- pero tu no lo pareces tanto...- la dejo en el piso.

Si, lo estoy- le dijo con una leve sonrisa- Siempre he deseado estar contigo.- y lo besó, un beso discreto y serio así como su personalidad.

-- fin flash back—

Siempre se pregunto por que era ella tan fría, sin embargo, en esos momentos, esa falta de frialdad era el motivo de su llanto.

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Llegó al lugar, un cuarto pequeño, pero bonito, dejó la única maleta que traía con ella y se sentó en la cama; se quitó los zapatos y miró sus dedos, morados por la fricción del zapato al caminar tanto, se recostó y se quedó profundamente dormida... así como no lo hacía en mucho tiempo...

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- Vamos amigo, deja eso ya – Le dijo Miroku intentando quitarle la botella de licor de las manos.

- ¡No quiero, lo único que quería era estar con ella, siempre...- le dijo totalmente ebrio – y decirle que lo siento- el llanto se formaba nuevamente en sus ojos que ya estaban rojos por todas las lagrimas que había dejado caer... pero era insuficiente su alma estaba tan triste, tan destrozada... era muy desdichado.

Miroku le miro confundido ¿ lo siento? ... ¿qué pudo haber pasado antes de que ella muriera?