Astrid había tenido un día horrible, se quedó dormida, llego tarde a clases, se olvidó de sus anteojos y como si fuera poco cuando se acercó a ver la tabla donde salían los puntajes de su último examen, nuevamente el muchacho de la otra sección le gano, ese tal Haddock.

Lo único que podía animarla en aquellos días era el dulce aroma a café de su tienda favorita, "The Dragon Riders", o eso le gustaría decir... ¡si no fuera por la enorme fila que había!. Jamás se tardaban tanto en tomar los pedidos y estaba demasiado enamorada del dulce sabor del café que ahí hacían, como para ir a otro lugar.

—¡Vamos As!, relájate un rato— dijo su compañera y buena amiga Ruffnut.

—Lo único que deseo es mi café para hoy, ¿es mucho pedir? — ironizo con una falsa sonrisa en su rostro.

—A mí no me importa esperar, después de todo mientras más estemos aquí, mas puedo observar al guapetón que limpia las mesas— dijo mientras le daba una mirada totalmente descarada al garzón de turno.

—Deja de acosarlo o te llegara una orden de alejamiento.

—que yo sepa, mirar no es un delito, además sabes que me encantan los hombres musculosos, que me expriman hasta que…

— ¡Wow, demasiada información! — Astrid le dio la espalda, esperando que así dejara de lado sus historias sobre Ruffnut siendo exprimida.

Luego de media hora, Astrid y ruffnut llegaron al frente de la fila, la rubia de una sola trenza por fin sintió que pudo relajarse, en pocos minutos degustaría nuevamente aquel sabor que tanto le encantaba.

—Quiero un Nadder caliente, vaso mediano, una pizca de chocolate y crema encima— Dijo velozmente acostumbrada a la eficacia del lugar

—Y yo quiero un Cremallerus, esos que vienen 2x1, me gusta sentirme exaltada al medio día— comento Ruffnut casi encima del pedido de Astrid

Una vez pagados ambos cafés, ambas se dispusieron a esperar sus órdenes, las cuales estaban tardando más de lo usual para la paciencia de Astrid, había pasado tiempo desde la primera vez que encontró la tienda, la clientela adepta a los sabrosos cafés había crecido bastante, así que la rubia esperaba que eso no significara que la calidad de su atención hubiera disminuido.

—A quien crees que se le hayan ocurrido los nombres de los cafés — Pregunto Ruffnut totalmente ajena al apuro de la rubia

—No lo sé, lo único que sé es que ya llevo media hora esperando— Le comento con ira —Me acercare a ver qué sucede.

—Te sigo, creo que esto acabara mal y no me lo pierdo por nada del mundo— La chica de dos trenzas le comento con diversión.

Ambas se acercaron a la mesa donde el delicioso café que Astrid esperaba, aún no se dignaba a aparecer y lo que vio ahí termino de colmar la poca paciencia que le quedaba a la rubia.

Aquel trabajador, un chico de cabello negro y ojos verdes, se encontraba completamente dudoso de los ingredientes que tomaba, era descuidado y lentísimo con lo que hacía.

—Umm... Storm… ¿Cuántas de azúcar era para el Nadder?— Le comento a su compañera tímidamente.

—Dos Toothie, ya te lo dije, no te pongas nervioso y lo recordaras— La cajera dio una risita que luego cambio por una cálida sonrisa, para luego tocar con cariño su hombro.

—¡Disculpa, llevo casi una hora esperando mi café, podrías por favor dejar de coquetear y realizar tu trabajo adecuadamente, no puedo esperarte todo el día!— Estallo Astrid mientras se dirigía al muchacho y le incriminaba con su dedo.

—¡Que!, coquetear…yo...— Balbuceo el muchacho nervioso, mientras le dirigía pequeñas miradas a su compañera de trabajo.

—¡No me importa, solo quiero mi café!— Astrid estaba roja de la ira—¡quiero ver a tu jefe!.

—Pero…

El chico de cabello negro seguía con sus balbuceos y le dirigía ciertas miradas a la chica que estaba de cajera, como esperando que lo salvara de aquella situación, su falta de capacidad para enfrentar su error la hacía enfurecer aún más.

—Disculpen, ¿hay algún problema?— Un chico de cabello castaño, se dirigió a Astrid mientras tocaba el hombro del chico pelinegro.

—¿Eres el dueño? Si no, no me interesa hablar contigo.

—Soy una especie de gerente— dijo el muchacho con un tono divertido.

—¡¿Te burlas de mí?!, ¡Porque créeme que no estoy de humor para tonterías!.

—Disculpe señorita, el chico es nuevo, aun así, no es su culpa si usted tuvo un mal día— Dijo el chico mientras le sonreía de una manera que sacaba de quicio a Astrid.

—¡Él es un incompetente!, ¡Donde está mi derecho al consumidor!

—Como consumidora usted tiene muchos derechos, pero nosotros tenemos derecho a reservarnos la venta a una clienta maleducada

Astrid se quedó en silencio, el chico tenía un punto y se arriesgaba a que no la recibieran nuevamente en la tienda, era la primera vez que perdía una discusión con alguien, el chico la impresiono, pero eso no quitaba su enojo, lo incrementaba, no tener la razón era como una patada en el estómago para ella.

—¡Bien!, tal vez mi actitud no fue la mejor y me disculpo por ello, pero yo sigo aquí esperando por mi café.

—No se preocupe, yo la atiendo y recibirá su café antes que pueda decir, maestro de dragones.— El chico era de manos hábiles, muy rápido con todos los instrumentos que utilizaba, Astrid se sintió hipnotizada, mientras miraba como el chico le preparaba y entregaba su café.

—¡Un Nadder y un Cremallerus, a la orden!— Dijo el castaño, mientras le guiñaba el ojo a Astrid y le daba una sonrisa.

—Gracias…em…Hiccup— Dijo algo avergonzada, mirando la etiqueta que llevaba con su nombre, ese nombre se le hacía tan familiar, lo había visto en algún lado…

—Haddock?— Pregunto Astrid como no queriendo la cosa.

—El mismo, ¿a quién le debo el placer?— Contesto el castaño con un poco de coquetería.

—¡Tu! ¡Eres el que siempre me gana en las calificaciones!.

Astrid sintió como el calor llegaba a sus mejillas, se sentía humillada, por descubrir que el chico que le gano por primera vez en una discusión, era el mismo que le ganaba siempre con sus notas.

Hiccup solo la miro como si luciera divertido —Umm... Hofferson, ¿no? — Dijo mientras que fingía tratar recordarla —¡Ah!, la que siempre queda segundo.

Astrid se enfureció ante tal comentario, el castaño no hacía más que burlarse de ella, así que se dio media vuelta para salir de la tienda, cuando el chico Haddock le llamo.

—¡Hey!, Hofferson, olvidaste tu servilleta— Astrid volvió a voltearse, iniciando un duelo de miradas con el chico, así que para que el dejara de fastidiarla, tomo la servilleta rápidamente y se dispuso a irse lo más pronto posible, pero el chico no soltó la servilleta, provocando que Astrid la jalara un poco.

—Tal vez pueda ayudarte a estudiar, así quizás puedas ganarme la próxima vez, llámame cuando quieras.

—¡Oh cállate, no pienso pedirte tu numero! - dijo mientras le arrebataba la servilleta y salía prácticamente corriendo del lugar.

—¡Vaya, el show Fue mejor de lo que esperaba! — Ruffnut comento con diversión y dando pequeños sorbos a su café.

—Es un chico fastidioso— le gruño la rubia, aunque por dentro el chico seguía en su mente.

—Bueno por lo menos tu saliste con un café y una cita— dijo mientras le apuntaba a la servilleta que ella llevaba en sus manos.

Astrid le echó un vistazo a donde su amiga señalaba y se sorprendió al notar unas letras —Maldito…— Murmuro.

Y ahí estaba, escrito en su servilleta, "Hiccup Haddock, primer lugar", y su número de teléfono, era un mensaje odioso de su parte e incluso aun podía ver aquella sonrisa de tonto en su mente.

Aun así, no pudo evitar sonreír a pesar de todo, si había tenido un pésimo día, pero no dejaba de pensar en el chico de la tienda, con el que tanto había discutido y que, al parecer, no dejaba de burlarse de ella, su corazón latió apresurado, quien pensaría que, por solo un café, habría encontrado quizás algo más.