Bien con el inicio de los Vengadores y mi inspiración con Fullmetal lancé este nuevo capítulo, espero que les guste el inicio de algo grande… espero actualizar con regularidad.
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VERDAD 1: UN SEÑOR ESTÚPIDAMENTE AMABLE
Un espacio completamente blanco se erguía en su esplendor, mientras una gran puerta negra con extrañas figuras rudimentarias se abría lentamente, dentro de ella se mostraba un enorme ojo que señalaba el cuerpo inerte de un joven ensangrentado.
─Ve Edward, enfrenta la verdad de otro mundo… donde nada es fácil, como en Amestris… pero no todo es como lo pintan ─una figura blanca se sonreía de manera siniestra mientras el joven era tomado por manos negras que lo arrastraron dentro de las puertas metálicas─. Un mundo muy diferente lleno de humanos que pretenden ser héroes y que se hacen amigos de gente de las estrellas, oh, pero no te preocupes, sé que aprenderás rápido las costumbres además te doy de incentivo el idioma por tus visitas ─dio unos aplausos divertidos mientras se tambaleaba alegremente.
El chico no se movía mientras la mitad de su cuerpo se encontraba ya dentro de aquella cosa, la blancura era manchada por un fino rastro de sangre roja que dejaba a su paso, el cabello rubio enmarañado, unos brazos desiguales.
─No te preocupes por tu hermano, él estará bien… y en cuanto al «día prometido» de mi intento de dios, bueno, él tendrá que esperar un poco más para «su» día ─fue lo último que dijo al cerrarse la puerta dejando a la criatura blanca más que satisfecha─ ¡Ah! Y se me olvidaba… ten prestada una extremidad… es como un intercambio equivalente por la diversión que me darás-
La Verdad veía con suma alegría como se estaban moviendo los hilos para él, le parecía divertido lanzar a Fullmetal a un mundo completamente ajeno a las situaciones de Amestris donde un pequeño pedazo de sí mismo estaba causando destrozos en un intento de volverse dios, «que divertido» pensó varias veces pero el juego ya tenía un fin. Estaba aburrido y quería ver como se movía el otro tablero con un alquimista de la estatura de Elric. Figurativamente hablando.
El desertor no podría hacer nada sin uno de los sacrificios y éste era importante, era de la sangre de su antiguo benefactor. Tenía que admitirlo le parecía divertido que "Padre" tuviera un apego especial hacia los hermanos Elric, después de todo ¿quién se anima a transmutar a su madre difunta en una tonta idea de traerla con vida? Era divertido, los humanos eran divertidos independientemente de qué dimensión sean, tan complicados y al mismo tiempo tan fácil.
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Lo último que Edward Elric recordaba era el olor a quemado producido por el intento de matar a Pereza por parte del Mayor Armstrong en Briggs. Nada parecía del todo lógico al ser tragado por el muy estúpido homúnculo, era lo que le llenaba de furia descontrolada. Luego todo se volvió oscuro pero un dolor en el costado se le encajó con intensidad.
Lo siguiente fue la voz conocida de lo que recordaba era La Verdad pero por más que intentó abrir los ojos estos le pesaban mucho. «Estúpidos obedézcanme» pensó enérgicamente, su mente estaba más que lúcida en el momento en que el mono blanco hablaba cosas sin sentido, fue cuando empezó a sentir pequeñas manos acercándose a él, obligándolo a recordar algo que pensó ya superado.
Todo lo que vivió estaba pasando por su cabeza, luego las imágenes se detuvieron abruptamente cuando la Verdad mencionó «otro mundo», que idiotez ¿quién piensa en otros mundos si muy apenas entiende el suyo? El cual se encontraba en peligro. Trató de moverse varias veces pero se sentía arrastrado, dolía su costado más que nada, terminando esto tenía que reposar.
Su automail estaba roto por el mordisco que le dio Pereza en su primer intento de salir pero ahora tenía sensibilidad… lo último que la Verdad le dijo, algo sobre su mano e intercambio equivalente, refunfuñó desde muy adentro de su inconciencia, le caía como dolor en el…
Cada vez que la Verdad hacía lo que quería sólo por diversión era cuando más le hacía sentir como mierda, un estúpido títere a manos de alguien tan egoísta como la Verdad, más aún en momentos como estos en que estaban en una situación crítica, su hermano estaba en Briggs, tenía que regresar…
Luego todo se volvió silencio, más imágenes vinieron a su mente como si trataran de enseñarle cosas que no entendía del todo, nada tenía sentido para él como una cosa voladora estrellándose en lo que parecía hielo y agua.
Repentinamente se le mostraron explosiones, carros enormes lanzando cosas, no era alquimia de eso estaba seguro, era una guerra más cruel en comparación a las que hubo en Amestris. Luego todo se volvió pacifico pero hubo gente que empezó a tener habilidades especiales por extrañas razones. Todo cambiaba a su alrededor pero él sólo quería terminar con ese taladro en su mente, no le importaba lo que veía sólo quería regresar a su hogar, por su gente.
Luego oscuridad de nuevo.
Cuando por fin pudo abrir los ojos vio unos árboles enormes frente a él, algo estaba extraño, las luces no eran como lo recordaba en Amestris, parecía pero no era su hogar, algo estaba fuera de lugar… fue cuando escucho que alguien corría acercándose a él.
Estaba algo aturdido y no reaccionaba como se debía, el dolor había desaparecido o quizás ya se había acostumbrado a él, se cuestionaba, en eso estaba cuando sintió a esa persona detenerse junto a él, era un hombre rubio, alto y de buenos bíceps (cómo se centró en eso, pensó, pero por un momento le recordó a cierta persona musculosa).
─Hijo ¿qué te paso? ─su aspecto era noble pero firme, alguien que podía distinguir como un soldado, aprendió muy bien en ese tiempo como alquimista estatal, sus ropas eran extrañas pero le daban buen aspecto a pesar de ser sólo un sencillo pantalón con camisa─ ¿Hijo?
─NO SOY TU HIJO ─espetó con ira al ser tratado como «hijo» por un extraño, éste sólo le dedicó una sonrisa breve calmando su furia─. Y… no me paso nada ─trató de levantarse lentamente dándose cuenta de que todo encajaba con lo dicho por la Verdad, no estaba en Amestris sino en otro lugar desconocido para él, pero luego el dolor le caló de nuevo de manera tan intensa que cayó de rodillas.
─Vamos hijo ─el hombre lo levantó sin problemas ocasionando que el chico frunciera el ceño y lo miraba inquisitoriamente, cosa que sólo provocó que el hombre negara con diversión─. Los chicos de ahora... ─susurró más para sí mismo─ Steve Rogers ─se presentó sin cuestionar la ropa que traía el joven.
─Edward Elric ─gruñó molesto─ puedo caminar solo ─fue devuelto al suelo rápidamente, esta vez de pie, pero de nuevo la realidad le golpeó de frente y sus pies le fallaron cayendo de rodillas.
─No te ves muy bien, señor Elric, es mejor si te llevo a un hospital cercano ─no terminó de hablar cuando la mirada del joven le ocasiono callar, era el chico más difícil con el que había tratado, inclusive Stark era menos inflexible.
─Hospitales no ─dijo con severidad─ sólo necesito limpiar la herida no es nada grave ─la mirada de Steve cambió al escuchar eso, no era algo que un joven diría normalmente, de hecho se escuchaba como alguien con formación militar y la idea le hizo entrecerrar los ojos, de soldado a soldado era muy observador, no se veía más que un joven que no pasaba los 16 años pero su aspecto era el de alguien muy bien entrenado y con buenos músculos. De lo poco que conocía de la época actual sabía que los jóvenes no se enlistarían si no fuera necesario pero no podía sacarle la verdad como en cualquier interrogatorio, seguía siendo un niño a sus ojos, además al parecer no reaccionó al mencionar su nombre, ningún joven crecía sin las historias de sus victorias (algo que Coulson le comentaba en sus tantas visitas).
─Será mejor que vayamos a tu casa ─sugirió después de ver que el chico estaba algo indeciso y murmurando cosas en un lenguaje del que no estaba familiarizado, Edward por su parte se sorprendió al darse cuenta que su idioma era muy diferente al que hablaba el amable hombre.
─No tengo ─respondió rápidamente con firmeza, era lo más lógico, si no estaba en Amestris era obvio que no tenía casa. Suspiró con cansancio, el dolor se estaba haciendo cada vez más insoportable, no tenía ni tiempo de celebrar su recién adquirido brazo (un poco flaco, pero ahí estaba), tenía que encontrar la manera de sanarse a sí mismo sin necesidad de ir a un hospital no sabiendo que tan diferentes eran a los de su mundo. Un sonido viniendo de detrás le llamó la atención, por un momento había olvidado a la otra persona, el hombre era demasiado respetuoso, recordándole ciertamente a su hermano.
─Entonces iremos a mi casa ─decidió de manera firme sin aceptar objeciones del chico pues con sólo al pincharle el costado éste gruño de dolor─, no tienes opción además alguien de tu edad no debería estar solo en este parque, más con una herida como la tuya… y tengo lo básico en mi hogar ─ofreció, Edward sólo estuvo ladeándose como tratando de tragarse los insultos que irían dirigidos hacia Steve quien era ajeno a esa verdad.
─Está bien ─aceptó en derrota, no sabía porque pero sentía la necesidad de no insultarlo, tenía demasiado aire de autoridad para alguien que acababa de conocer, nadie ni siquiera el estúpido Coronel había le había provocado ese sentimiento de respeto, era extraño, la Verdad debió cambiarle algo al mandarlo ahí estaba seguro o eso quería creer porque para él era ilógico sentir respeto por alguien que aún no se lo ganaba.
─Bien, no está lejos ─le tomó una mano y la cruzó sobre su cuello para servirle de apoyo, sabía que era demasiado molesto para el orgullo de un soldado ser cargado como lo hizo la primera vez, tendría la paciencia para esperar a que el joven dijera lo necesario a su tiempo, su buen instinto le decía que el chico había pasado por mucho, esos extraños ojos reflejaban dolor y pena a pesar del carácter que mostró tener.
Si algo caracterizaba al Capitán América era que la gente le respetaba y le tenía confianza a la primera, Tony era una excepción pero su padre ya lo era después de todo. Suspiró con algo de alivio al ver que el chico aceptaba su ayuda, era alguien lleno de misterios pero después de despertar con 70 años de tiempo perdido todo le parecía nuevo y extravagante, la gente había cambiado, todo a su alrededor era ajeno.
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Edward estaba más que fascinado por todo lo que vio durante el camino, fue molesto ser ayudado por el buen hombre pero se distrajo al ver los carros de formas extrañas y más veloces que las que había en su mundo, había también mucha luz y gente hablando en pequeños ladrillos metálicos como si otras personas los escucharan. Así hasta que llegaron a un enorme edificio lleno de ventanas.
─Nunca has estado en la ciudad ─comentó Steve con algo de curiosidad al ver el gesto de maravilla mal disimulada del joven quien trato de mantener la compostura.
─No, sólo me sorprendo porque lo veo muy a menudo ─respondió con obvio fastidio por la pregunta, si ya se había dado cuenta porqué le cuestionaba, para su molestia el hombre sólo sonrió y le hizo sentir culpable por contestarle de esa manera recibiendo amabilidad de su parte. Sí, Al era de esa manera. Subieron por el edificio hasta que llegaron a una puerta, no se encontraron con nadie para alivio del chico rubio.
El departamento era sencillo, una pequeña sala fue donde lo depositó el hombre desaparecer de inmediato en una de las habitaciones, Ed estaba mirando a su alrededor como tratando de grabarse todo, a pesar del reducido espacio estaba bien.
─Déjame ver tu herida ─pidió el hombre apareciéndose de la nada, asustando al chico.
─Maldición avisa ─gruño exasperado ganándose un regaño por su lenguaje, Steve al parecer era demasiado correcto, ya le estaba empezando a fastidiar, de nuevo. Cuando se quitó su camisa para dejar ver el corte que tenía sus heridas viejas también quedaron a la vista, todas recuerdos de sus batallas anteriores, normalmente la gente se sorprendía y le miraba con lástima pero Steve no mostró gesto alguno, sólo se concentraba en limpiar la herida.
─Listo ─dijo Steve después de rato, no era perfecto pero el corte no era tan grave como parecía. Sintió la mirada del chico sobre él─ ¿Sucede algo? ─cuestionó alzando la vista para verle.
─ ¿No vas a preguntar?… a decir algo de «pobre niño» o por el estilo ─gruñó poniéndose una playera prestada por el hombre quien sólo lo miró con duda.
─ ¿Me dirás? ─cuestionó recibiendo una negativa─ Entonces está bien ─dijo simplemente.
─ ¿Cómo que está bien? ─cuestionó Edward, era la primera vez que alguien le daba su confianza con tanta facilidad, eso no estaba nada bien─ Puedo ser alguien extraño con extrañas intensiones ¿no vas a preguntar por mis padres o insistir un poco para saber de mi pasado?
─No ─dijo Steve de manera tranquila, guardando todo dentro, él era un soldado y sabía muy bien cuando la gente era peligrosa, el chico parecía ser alguien entrenado pero por algo respetaba su espacio─. Tú me dirás cuando estés preparado ─explicó simplemente─. Puedes dormir en mi cama, yo iré a correr un poco más antes de dormir ─añadió levantándose y yendo a la puerta, dejando a un aturdido chico detrás.
─ ¿Qué sucedió? ─se cuestionó Edward al quedarse solo, eso no era normal, la gente normal desconfiaba y no dejaba entrar a gente desconocida a su hogar, menos si tenía vestimentas como la suya y con una herida que obviamente no se infligió él mismo ni por accidente. El hombre estaba rayando en la estupidez desde su punto de vista. Se mordió un poco los labios, no estaba nada convencido de contarle la verdad a alguien que acaba de conocer, estaba en un mundo extraño y la primera persona que conocía era un idiota amable, por un momento la culpa le llenó la mente, se sentía como si no le hubiera dicho la verdad a su hermano o inclusive a su madre, aquella persona que tanto deseó ver…
Dejando esos pensamientos de lado se concentró en algo mejor: su brazo, su brazo estaba de vuelta; levantó dicha extremidad disfrutando la sensación de sus propios dedos, tendría que hacer extra de ejercicio para que alcanzara una condición respetable pero eso era lo de menos, aunque era mejor pensar en eso que en el excesivamente amable y musculoso hombre rubio llamado Steve.
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Steve corrió unas cuantas veces aquel enorme parque, necesitaba darle tiempo al muchacho para que descansara, después investigaría lo que pudiese sobre él, odiaba pedirle favores a Stark pero era su opción de respaldo si fuera necesario…cuando terminó se dirigió a su hogar.
Entró lo más sigiloso que pudo, estaba todo oscuro así que era probable que el chico estuviese descansando, dio un vistazo en su recamara donde lo encontró, parecía que había caído dormido de inmediato al tocarla, estaba plácidamente recostado en lo amplio de aquel cómodo lugar, sus pies colgaban denotaban que se arrastró como pudo. Steve suspiró y se acercó con cuidado para no despertarlo y acomodarlo como se debía, no esperaba que alguien tan severo como parecía ser el chico fuera así de descuidado, comportándose como alguien de su edad.
Tenía la sensación que el joven estaba muy cómodo con él, por algún motivo pensó por un momento que debió pasar muchas cosas como para caer así dormido sin importa qué tipo de formación tuvo en el pasado. Soltó un amplio suspiro intentando no darle demasiadas vueltas, tenía la sensación que era el inicio de algo más grande de lo que haya visto jamás… diversas puertas empezaban a abrirse sin darse cuenta.
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La Verdad se tambaleaba con felicidad al ver la primera interacción del chico en aquel mundo extraño, era desconcertante en un inicio pero divertido al ver los gestos de confusión de aquel que se decía ser duro para su edad por la confianza que le brindó al hombre amable.
─Un Capitán y un soldado… veremos cómo van las cosas con el caballero de hierro, el hombre enojado y los espías ─amplió su sonrisa de manera divertida, sólo lo lanzó por simple curiosidad a ese mundo, los humanos eran después de todo la cosa más extraña entre todo lo que conocía, y conocía todo lo que había sido, lo que era y lo que será. Ahora las cosas se ponían interesantes, los planes de su otro yo eran otra cosa, llegaría el momento en que tendría que traer al Fullmetal de regreso… pero sería luego.
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Fin… Geme 1 fuera
Primer capitulo corregido con ayuda de Kutzi Shirou, quien me esta ayudando a redactar major los capitulos que tengo ya publicados.
Saludos!
