Imaginenese esta "sinopsis" en un trailer:
"Oh, joven Urameshi, así no va a aprobar", suspiro el profesor Minamino. "¿Los ningen necesitan de otros para aprender cosas tan simples? Vaya dependientes sin cerebro", se quejo el Compañero Hiei. "¡Sáquenme de aquí!", grito desconsoladamente Yusuke.
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"Este es mi día", pensaba Yusuke Urameshi, el vándalo del Ningenkai y detective espiritual del Rekai. "Botan no ha venido a mi casa, a los gritos, a despertarme por alguna misión y dijo que no habrá muchas en algún tiempo. Perfecto, día libre. Mi madre esta de viaje, la casa esta vacía y me dejo dinero. Maravillosa mujer, su virtud de irresponsable me encanta. Ahora solo queda recordarles a los de la otra escuela quien manda...Un momento, escuela..."
- ¡Yusuke! ¡Yusuke, ven aquí en este instante!
La encantadora voz que lo llamaba al muchacho y pedía por su asistencia era nada menos que Keiko Yukimura, presidenta del club de estudiantes y amiga de la infancia del vándalo (y futura novia, si alguno de los dos se confesara primero).
Yusuke se levanto del suelo de la azotea de un sobresalto, acostumbrado a escuchar gritos cuando había problemas con demonios y espíritus malignos, por cuyo defecto se quedo mas de lo que hubiera querido, olvidando que cuando Keiko le llamaba a gritos por los pasillos de la escuela era para...
- Maldición...Si me atrapa...
Estaba a un segundo de disponerse a saltar del último piso de la gran escuela cuando...
- ¡Quieto, te quedas donde estas!- exclamo una muchacha de ojos y cabellos café, con una mirada rabiosa en su rostro bonito, apareciendo a las puertas de la terraza.
- ¡Keiko, déjame en paz!
- ¡Tu te vienes conmigo a clase!
- ¡No, ni en tus sueños!
Pero Yusuke sabía que por más que tratara, Keiko le tenía un control impresionante y podía arrastrarlo de una oreja si era necesario. Aunque usualmente Yusuke escapaba de la escuela muy frecuentemente, ese dia de un jueves de clima poético, había querido ir por recordar los reclamos de su madre sobre que ella se había humillado ante el Director por el. Quería ser buen hijo e ir...pero no precisamente a las clases, y por ello se tomaba siestas en la azotea.
Y Keiko, polo contrario al muchacho, lo mandaba a asistir.
- ¡Te pásate el tercer periodo, no puede ser! ¿Que voy a hacer contigo?- se quejaba como madre a un niño pequeño, bajando ambos a las escaleras con muy mala cara.
Yusuke de frustración y de aburrimiento y Keiko sumamente frustrada. Como Presidenta del Cuerpo Estudiantil, por supuesto que uno imagina todas las responsabilidades y debes serios que tenia sobre sus hombros, pero en vez de acatarlos corría a buscar al peor estudiante sin futuro de la escuela que ella representaba con dignidad sobrante.
- Dejarme ir. Vamos, Keiko. Déjame dormir otras tres horas.
- ¿Quien duerme tanto? ¿Eres un gato?
- No me molestes. ¿Y como sabias que vine? Me aleje del pasillo de tu primera clase antes de entrar.
- Tengo contactos. Recuerda quien es la Presidenta.
- Mandona y con delirios de grandeza...
- ¿Como dijiste?- una vena palpitante apareció en su frente, ruborizándose furiosamente.
A Yusuke esa reacción le gustaba, aunque supiera lo que acontecería después.
- ¡A tu clase!- vocifero, tomando de improvisto su mano y llevándoselo a rastras por el pasillo.
- ¡No, no!- intentaba zafarse de la mano de la chica, fuerza inferior a la suya, pero las miradas de homicidio que le entregaba Keiko le hicieron desistir a los cinco intentos.
Pasando por el comedor, Yusuke vio que gran parte de la matricula estudiantil se encontraban almorzando y charlando, jugando juegos y haciendo bromas tranquilamente.
- ¡Ey, maldita! ¡Aun no es hora de clases! ¡Están almorzando! ¡Déjame ir, Keiko!
- Mejor te llevo ahora mismo antes que te escapes de nuevo.
- ¡Estas loca! ¡No!
- ¡Deja de quejarte y no grites! ¡Actúa como hombre y vamos a clase!
- Soy hombre, Keiko, pero uno independiente que no necesita de ninguna escuela que no enseñe como defenderme de seres malignos y ningún ataque con cargas de energía espiritual...
- ¡Ah, no te entiendo nada y no te vas a salir de esta, Yusuke!
En camino al tormento, alguien vio por casualidad la escena y la compasión por Yusuke fue inmediata.
- ¡Urameshi!- exclamo Kazuma Kuwuabara, muy sonriente, en su mesa de almuerzo con sus tres amigos- Al fin que te apareces, eres como todo animal rastrero. Vuelves donde no perteneces.
- ¡Te voy a...Kuwuabara!
Encima de ser atormentado por Keiko al ir a clases, y pasar una hora y media allí adentro, ahora Kuwuabara se hacia el gracioso. La castaña lo devolvió al enojo persistente de ver los pasillos por los que debía caminar para llegar a su mal destino. Cuando llegaron, si Yusuke no había mostrado toda su frustración, su rostro estaba al límite de ella.
- Gracias...Gran Presidenta- murmuro el vándalo con sarcasmo puro.
- Y te quedas aquí hasta que llegue el profesor.
- Como si...- Keiko lo miro hostilmente y Yusuke se protegió con sus manos- Deja de mirarme como asesina serial.
Keiko suspiro y se tomo un tiempo para calmarse antes de entregarse a sus deberes y clases respectivas.
No concebía que alguien no pudiera ver ni apreciar el valor del aprendizaje, la escuela y el conocimiento.
Pensó en sus propios asuntos antes de caer en la cuenta de que, viendo el reloj de pared, habían pasados dos minutos dentro del salón, solos y en silencio. Yusuke murmuraba maldiciones, así que el también había estado distraído con lo suyo. No obstante, Keiko sintió un ardor colarse en sus mejillas y sus manos un tanto inquietas.
Se encontraban solos, en silencio...Perfecta ocasión para hacer una confesión inesperada, espontánea y a voz baja, dada la falta de sonido de la que se podía oír inclusive a una araña tejiendo su trampa.
Si Yusuke no fuera Yusuke- aunque si no lo fuera no le gustaría- y si no lo conociera, Keiko se habría tomado todo el tiempo de receso hasta que llegase el profesor para que el hablara primero, pero como Yusuke no es...
- ¿Que es eso?
Yusuke era especial para romper el encanto.
- ¿Uh? ¿El que?- vio que su amigo señalaba un retrato de divinos bordes de acero, cuya fotografía atrás del claro cristal era una arrugada y vieja imagen de un joven moreno de ojos negros, aspecto gentil y serio a la vez- Ese es Mokura Teikada, fue un maestro muy popular aquí en los años ochenta. El profesor de este salón lo tiene en alta estima y su retrato siempre presente sobre su escritorio, como podrás ver.
- ¿Una foto de un maestro viejo? ¿Y porque se ve tan joven?
- No habían muchas fotos nuevas del señor Teikada. Era reservado y no se dejaba tomar ninguna foto. Creo que es una foto ampliada de un armario escolar de décadas atrás- comento Keiko, entusiasta en explicarle esa parte de la historia de su escuela a Yusuke.
- No tiene sentido...Tener fotos de otro viejo en un salón de clases. Me sorprende que no lo rompan.
- No hables así.
- Bueno, ya vete. No me vigiles tan de cerca, me siento un reo.
- Yusuke- gruño Keiko, mirándole con suspicacia- No intentes escapar.
- De acuerdo, tratare de huir.
- Yusuke, madura.
- Keiko, suavízate.
La chica emitió un quejido exasperado y se dio la vuelta. Yusuke la vio irse pero un sonido sobre el escritorio lo sobresalto. Estupefacto, descubrió que el portarretratos estaba temblando. Rápidamente se inclino para verlo mejor y descubrió unos ojos negros observándole vivamente. Para cuando Yusuke sintió un asalto de energía demoníaca e intento apartarse ya era tarde.
- ¡Yusuke!
¡De vuelta!
¡Gracias ScarletJaganshi00! Por tus alentadores reviewins y seguirme, significa mucho por ser la primera.
Saludos, felices vaciones de invierno y gracias por leer.
