Disclaimer: La mayoría de los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, sólo aquellos fuera de la Saga y la trama son de mi completa autoría.


CHAPTER 1

La pequeña chica pelirroja veía con desilusión las pilas de papeles que tenía frente a ella, pilas que casi rosaban el techo y ella debía ordenar, pero a pesar de todo, no se arrepentía de lo que había hecho y le había costado tal castigo. Tras suspirar comenzó a organizar los documentos, los tenía que archivar por fecha y cada cual iba en una estantería distinta; todo sea por verlos juntos y felices, pensó.

—¡Bree! —gritó una chica de cabellos rubios, como los rayos del sol, y ojos azules entrando de prisa a la habitación—. La junta del consejo a terminado con su reunión, ya tomaron una decisión y su Señoría te espera.

—¡Oh Lili! Tengo tanto miedo de saber la decisión que tomaron, presiento que no es nada bueno —la pelirroja agachó la mirada y Lili se acercó a ella.

—Todo saldrá bien, no te preocupes —trató de animarle, a pesar de que ella también presentía que eso no terminaría bien—. Vamos, no debes hacer esperar a su Señoría.

Ambas chicas dejaron la habitación y apresuradas se dirigieron a donde su Señoría espera a Bree, la pelirroja suspiró pesadamente y llamó un par de veces, un suave y melódico: pasa, la hizo estremecer de pies a cabeza, a lo que Lili tomó su mano dándole un ligero apretón en señal de apoyo. Bree alisó las inexistentes arruga de su vestimenta y abrió la puerta.

—Entra y cierra la puerta, Bree —la chica clavó sus ojos desesperada en su amiga, que le dijo un mudo: suerte y se marchó.

Bree obedeció y respiró profundo, cerró la puerta tras de ella y se acercó, hasta situarse frente al enorme escritorio de fina madera con hermosos detalles tallados en ella; en ningún momento levantó la mirada del piso y su Señoría suspiró.

—Sabes por qué pasó todo esto, ¿cierto? —la chica asintió y su Señoría prosiguió—. De acuerdo, Bree, tú eres un ángel guardián y no tenías por qué inmiscuirte en un asunto que no te pertenecía. Eso sin contar, que tu misión era cuidar de ese pequeño que estuvo a punto de sufrir un grave daño por tu descuido.

—Con todo respeto su Señoría, yo nunca había visto algo como eso, esas almas simplemente se pertenecen... no entiendo cómo es que los ángeles del amor no se habían dado cuenta, yo siendo un ángel guardia lo hice —Bree habló pausado para que su Señoría no tomara sus palabras como una falta de respeto—. Y con respecto a mi misión, yo sólo me distraje un momento chiquitito, pero no pasó a mayores ya que pude evitar el daño.

—Te equivocas pequeña, desde hace mucho tiempo que los ángeles del amor se dieron cuenta de que esas almas fueron creadas para estar juntas —Bree por primera vez desde que entró, levantó la mirada llena de curiosidad—. Ven, tienes que ver algo.

Ambos ángeles se acercaron a una pileta, su Señoría tocó el agua e hizo una señal con su mano para que Bree se asomara y así lo hizo. Vio lo que tenía que haber pasado la noche en que ella había cambiado el destino de Bella, un coche pasándose la señal de alto y... su rostro se distorsiono por el horror y sus ojos se abrieron llenos de pánico.

—Ella... ella... iba... a... a...

—Sí Bree, Isabella tenía que haber muerto esa noche en ese accidente —en la cabeza de la pelirroja se repetía una y otra vez lo que había visto, y si antes se sentía feliz con lo que había hecho, ahora con más razón lo estaba—. Sabes que cuando un humano nacé su destino está escrito, sus alegrías y desdichas, así como también cuán larga será su vida terrenal ¿cierto?

Bree asintió un poco aturdida, claro que lo sabía, y aunque no se arrepintiera, cómo iba ella a saber el impacto que sus decisiones traerían sobre el destino de Bella, cómo iba ella a saber que su destino era morir esa noche.

—Tras mucho discutir tu caso, el consejo a tomado una decisión. Dejarás el archivo y serás restituida como ángel guardián, siempre y cuando, te mantengas al margen y no te inmiscuyas en asunto que no tengan que ver con la misión que te sea asignada.

—¿Qué pasara con Bella y Edward? —preguntó entrecerrando los ojos y sin dar una respuesta a su Señoría.

—El consejo decidió que... —su Señoría volvió a tocar el agua de la pileta y Bree volvió a asomarse.

Una sonrisa bailó en su rostro al ver como Bella bajaba las escaleras y Alice la seguía acomodando su cabello y el tocado, Esme terminaba de subir la cremallera del sencillo y hermoso vestido, Rosalie terminaba de maquillarla, Renée abrochaba el broche de la gargantilla que sus suegros regalaron a Bella para que usara ese día, y por ultimo, Bella hacía malabares, para que no se cayeran todas mientras se ponía los zapatos.

Charlie ofreció su brazo a su hija y ella se enganchó a el, su padre besó la mejilla de Bella y comenzaron con el recorrido para llegar hasta el altar. Todo está bien, pensó Bree con una sonrisa y abrió la boca para comunicarle a su Señoría que aceptaba el trato, pero la cerró con un rápido movimiento cuando vio lo que ocurrió después.

—No pueden hacer eso —murmuró viendo con horror como todo poco a poco desaparecía.

—La decisión está tomada. No hay nada que se pueda hacer ya.

—Pero... ¡No es justo! Volver el tiempo atrás no era la solución, ya el daño estaba hecho, lo mejor era dejar que siguieran juntos —rebatió Bree sin importarle el hecho de que estaba alzando la voz frente a su Señoría.

—Bree, este ya no es tu asunto. Es más, nunca lo fue —el ángel de cabellos negros y largos hasta su cintura veía a Bree en forma de advertencia.

—¡Está muy equivocada! Es mi asunto, y volveré a hacer lo que sea, con tal de que ellos estén juntos de nuevo —desafió Bree a su Señoría, quien se abstuvo de sonreír, ella tampoco estaba de acuerdo con la decisión que el consejo había tomado, pero no había mucho que ella pudiera hacer para llevarles la contra.

—¿Te atrevés a desafiar a tus superiores? —la pelirroja alzó la barbilla desafiante, por nada del mundo permitiría que Bella y Edward fuesen separados—. Por tu insolencia serás castigada, tu castigo será bajar a la tierra y cumplir con tu condena como un simple mortal.

Los ojos de Bree se abrieron a más no poder, llena de pánico clavó la mirada en su Señoría que se acercó a ella y murmuró con voz tan baja que apenas pudo escuchar:

—Tengo que hacerlo pequeña, está es la única solución. Suerte mi niña.

Bree desorientada se levantó del frío y sucio suelo, torpemente caminó a penas un par de pasos y sintió ganas de llorar al ver su reflejo en el gran ventanal de una tienda de ropa, vestía unos horribles harapos sucios y rotos, sus cabellos antes rojizos y rizados ahora eran negros y lacios, sus ojos de un raro color violeta y su rostro estaba sucio. Retrocedió negando una y otra vez, sin darse cuenta de que sus pasos la llevaron justo a la carretera, el sonido de un claxon la hizo girar el rostro y ver el coche que se aproximaba a ella, cubrió sus ojos en espera del impacto pero nunca llegó.

—¡Jesús! ¿Niña estás bien?

Bree descubrió sus ojos y se encontró con Renée Swan frente a ella, entonces las palabras que su Señoría le dijo antes de mandarla a la tierra tuvieron sentido, ella estaba ahí para juntar a Bella y Edward de nuevo.

Continuará...