Usagi Tsukino se había levantado temprano esa mañana, demasiado para tratarse de ella. Claro, la razón de su repentina responsabilidad no estaba para nada relacionada con el estudio. Ese día tenía algo especial que hacer, una nueva emoción para agregar a su larga lista de cosas nuevas.
Se acercó al espejo y terminó de arreglar su largo y rubio cabello, ese día también había decidido hacer un ligero cambio en su forma de peinarse. Terminó por recogerlo en una cola alta, dio una vuelta frente al espejo y sonrió complacida al comprobar que se veía bien. Se despidió de la gata negra que aún dormía sobre su cama. Corrió escaleras abajo y se sentó emocionada a la mesa, su madre ya tenía listo el desayuno.
-Come despacio, no quiero accidentes- la chica le restó importancia al comentario y devoró sus alimentos. En menos de quince minutos el plato estaba limpio y la rubia ya se encontraba de camino a la puerta.
-Suerte con todo, espero los detalles cuando regreses-
-Claro mamá, te veo más tarde- cerró la puerta detrás de si y se colgó al hombro un bolso verde a juego con el vestido que llevaba. Hacía un día hermoso, el invierno estaba cerca pero eso no impedía que precisamente esa mañana el sol hubiese salido radiante y luciera imponente en lo alto del cielo. Y a ojos de la rubia, ese repentino buen clima debía ser un augurio de buena fortuna.
Llegó a la estación del metro, no tardó en subir y acomodarse. Rebuscó en su bolso mientras esperaba que el aparato avanzara, sacando momentos después lo que parecía ser un libreto. Lo observó orgullosa, como si ella lo hubiese escrito, aunque eso estaba muy lejos de ser cierto. La verdadera razón por la que miraba aquel objeto con esa fascinación, era simplemente porque daría vida a uno de los personajes de aquel escrito.
Recordó el momento en que le habían anunciado su participación en una película que, hasta el momento, era de las más esperadas. Recordó como aquel hombre, que únicamente se identificó como Mr. K, le había anunciado que debía presentarse en dos semanas a las oficinas centrales de NG Records para empezar con la grabación.
Ese día grito a los cuatro vientos que le habían dado el papel, llamó a todos sus conocidos y hasta escribió a su novio una extensa carta con todos los detalles. Nunca había estado más emocionado por algo como ese día, y es que había pasado de ser una persona normal a ser una actriz que grabaría con las personas más famosas del ámbito musical.
Sonrió sin poder evitarlo, Minako casi había tenido un infarto cuando le dio la noticia. Ambas habían hecho la audición juntas, claro, todo había sido idea de su amiga, nunca esperó que alguna terminará obteniendo el principal. El resto de sus amigas la habían felicitado luego de mostrar su enorme sorpresa, aún no se la creían por completo. Pero para demostrarle que la apoyaban, las chicas quedaron de encontrarla frente al edificio de la productora para desearle suerte en su primer día.
El tren comenzó su recorrido y la rubia abrió el guión para repasar un poco antes de llegar. Pasó las páginas hasta llegar a su parte favorita, la escena más romántica de todas. Una escena que inconscientemente le recordaba a alguien, a alguien que no debía recordar.
"Seiya" el nombre del pelinegro se formó en su mente y lo siguieron miles de imágenes del chico, el sonido de su voz, la soltura de su risa, las palabras que habían pronunciado, las confesiones de amor incompletas, las ganas de haberse quedado a su lado.
Pero las cosas habían resultado como debían, todo siguió el curso correcto y llegó a la conclusión más acertada, a la única que era aceptada. Aunque ahora, la vida le jugaba una mala pasada, un nuevo sentimiento. Cerró el libreto de golpe, de nuevo esos pensamientos indebidos le habían llegado a la cabeza.
Irónica, así era la vida, te da cosas inalcanzables y luego te las quita. Forja un destino que no puedes cambiar y te da las ganas para alcanzar otros objetivos. Es difícil vivir cuando tienes tantas opciones y tan pocas posibilidades, porque estaba conciente de lo que debía hacer, sabía que camino había que seguir. Su corazón se estrujó de sólo de pensar en su futuro.
Guardó el libreto en su bolso y se acomodó en el asiento, ya faltaba poco para llegar. La torre de Tokio era visible desde donde estaba, suspiró al recordar las cosas que había vivido. Tantas emociones, tantas experiencias, tantas batallas. Nunca imaginó que de pronto su vida iba a cambiar tanto, nunca imagino que su mentalidad fuera a dar semejante giro.
Drástico, así era el cambio, extremadamente drástico, inconcebiblemente grande. Ante ella se encontraba la encrucijada más grande de su vida, dos opciones, cada una con sus ventajas y desventajas.
Otro suspiro escapó de sus labios, su primera opción era simple y parecía ser la más acertada. Casarse con Mamoru y formar el reino que todos esperaban. Pero esa opción se había vuelto incierta desde que el pelinegro había regresado a América para proseguir con su carrera universitaria. La distancia había hecho su parte y ahora su amor estaba muerto, una amistad que rayaba en el cariño era lo único que mantenían.
Su trato era distinto, ya no era la niña despistada que lo amaba incondicionalmente y él no era el apuesto príncipe que la cuidaría por siempre. El cambio había sido de parte de ambos, y ambos estaban de acuerdo en que si terminaban casándose sería solamente porque Tokio de Cristal debía existir…
Anunciaron su parada y ella se levantó de su asiento apresurada, estaba a unas cuadras del edificio de la productora. Una sonrisa volvió a aparecer en su rostro al recordar la razón de su viaje tan temprano, la idea de la película había ahuyentado los problemas una vez más. Dejando su segunda opción en manos del destino, olvidada de nuevo.
Se bajó del tren con renovada energía y caminó hasta el enorme edificio de NG, con la sonrisa pintada en el rostro. Sus mejores amigas habían quedado de esperarla en la entrada así que de seguro ya estarían ahí. Sonrió complacida al percatarse que sus suposiciones eran ciertas, las cuatro chicas esperaban pacientes a que ella llegara, y para sorpresa de la rubia, Minako llevaba abrazado a su pecho el mismo libreto que ella guardaba en su bolso.
Faltaba cruzar una calle para llegar a reunirse con ellas cuando sus ojos captaron un espectacular automóvil negro. Un Mercedes. Sus mejillas se sonrojaron al descubrir a un apuesto rubio con gafas de sol detrás del volante, siguió con la vista el grandioso auto hasta que éste dobló en la esquina, volvió entonces a la realidad y corrió hasta donde la esperaban.
-Ohayo- saltó hasta colocarse frente a las cuatro muchachas y éstas sólo sonrieron ante la energía de su amiga. Hacía bastante que no la veían tan animada, definitivamente el papel en esa película llegado en el momento perfecto para la despistada rubia. Hubo un saludo general y luego las cinco ingresaron al lujoso edificio, una recepcionista les dio la bienvenida.
-¿Les puedo ayudar en algo señoritas?- Usagi le mostró un pase rojo que llevaba celosamente guardado en su bolso y la amable mujer detrás del mostrador le sonrió.
-Tsukino-san, Mr. K la espera en la sala del cuarto piso. Con este pase podrá ingresar-
-Gracias- la rubia recibió el pase de regreso y, para su sorpresa, Minako le mostró un pase azul a la recepcionista.
-Aino-san, a usted también la esperan en el cuarto piso. Puede ir con Tsukino-san- la chica agradeció y también recibió el pase de regreso.
-Vaya, Minako, no sabía que habías conseguido un papel en la película-
-Pues, yo tampoco, hace tres días llegó el pase y el libreto por correo. Me han dicho que es un papel secundario pero importante-
-Genial, entonces estaremos juntas- sonrieron cómplices, las dos más despistadas de aquel grupo estarían lado a lado en la producción…
-Yo creo que deberían subir ya, se hace tarde- Ami abrazó a ambas y les deseo suerte. Makoto y Rei las imitaron.
-Llámanos cuando salgas de la grabación, queremos saber detalles y recuerda que las espero el fin de semana en mi casa- la pelinegra se separó de Usagi y junto con sus otras dos compañeras esperaron a que las actrices avanzaran hasta el ascensor.
Se despidieron agitando las manos una última vez y luego salieron, Usagi y Minako habían llegado frente al aparato y se disponían a presionar el botón para llamarlo cuando dos muchachos se aparecieron frente a ellas. Uno de ellos ya había llevado una mano hasta el botón y lo había presionado con delicadeza.
Ambas muchachas quedaron embelesadas por la apariencia de esos dos, uno de ellos alto, rubio, con gafas oscuras y un cigarrillo en la boca. Parecía un modelo o algo así, era tan apuesto. El otro, un poco más bajo que su acompañante, con un inusual tono de cabello rosa y también con gafas oscuras, igual de encantador que su compañero.
La campanita del elevador sonó, despertando a las chicas de su ensueño, los cuatro ingresaron al aparato y, para sorpresa de las amigas, el rubio presionó el botón del cuarto piso. Todo quedó en silencio mientras las puertas se cerraban, la melodiosa voz del chico de cabellos rosas resonó por todos lados entonces.
-¿Crees que todos hayan terminado de aprenderlo?- el rubio sacó un cigarrillo y lo prendió, importándole poco la señal de "No Fumar" frente a sus ojos. El pelirosa frunció el ceño ligeramente cuando percibió el olor a tabaco y apartó el humo con la mano.
-No todos son tan bakas como tú. Son profesionales-
-Bah, apuesto que ninguno terminó todo. Además te esforzaste por hacer todo tan tenebroso, que luego no podía dormir por las pesadillas y es tu culpa-
-Eres igual al loco del conejo, parecen unos críos- la conversación quedó a medias cuando las puertas se abrieron y una señal con un enorme cuatro apareció frente a sus ojos. Todos los que viajaban en el ascensor se bajaron de inmediato.
La pareja de muchachos tomó el camino de la derecha y desapareció de la vista. Sin embargo, las dos chicas se habían quedado paradas viendo de un lado para otro.
-¿Hacía donde queda la sala que ocuparemos?- Usagi se encogió de hombros y trató de deducirlo en el pase que llevaba en la mano.
-No lo dice aquí, demonios, debimos preguntarle a la mujer de la puerta- suspiraron resignadas, parecía que una vez más su despiste les había costado.
-Tendremos que pasar por todas las salas preguntado si alguien llamado Mr. K se encuentra-
-Ush, que bonita forma de empezar, llegando tarde- Minako llevó su vista al reloj en su muñeca y bajó la mano sin ganas.
-Bueno, al menos la recepcionista sabe que vinimos temprano. Mejor empezamos a buscar- Usagi jaló a su amiga del brazo y empezaron su búsqueda, pero sus esperanzas se cayeron cuando llegaron al extremo derecho del lugar y vieron decenas de puertas.
-Oh, va ser muy difícil encontrar la correcta. Será mejor que bajemos y preguntemos a la chica de la puerta- la rubia jaló del lado contrario al que su compañera había jalado pero ésta se había quedado quieta.
-¿Usagi?-
-Creo que es esa puerta de ahí- la chica señaló una de las tantas salas mientras su amiga se paraba a su lado.
-¿Por qué lo dices?-
-No lo sé, creo que esos muchachos que nos acompañaban en el elevador entraron a esa sala y puede que sean parte de la misma película. Hablaban acerca de algo de terror-
-Mmmm, bueno, si no es la sala tal vez ellos sepan a donde debemos dirigirnos- ambas chicas caminaron entonces hacía la sala indicada por Usagi, sin embargo, un hombre salió de ella antes de que pudieran alcanzar la puerta. Un hombre alto, también rubio pero de cabellos largos, con un arma en el cinto. El extraño personaje posó su vista sobre ambas y sonrió ampliamente.
-Beatifull ladys, las estábamos esperando, supuse que no sabrían a que sala debían entrar- el hombre pasó sus brazos por los hombros de las chicas y comenzó el recorrido hasta la puerta correcta.
-Usted debe ser Mr. K- Minako se apartó el cabello del rostro y siguió, algo incomoda, siendo guiada por el rubio.
-That`s right, soy el manager de Bad Luck y el nuevo encargado de todos los artistas en esta película-
-Genial, mi nombre es….-
-Usagi Tsukino y Minako Aino, mi protagonista femenina y una de las secundarias. Me mandaron las fotos de todos los artistas nuevos justo después de haberlos seleccionado, así que estoy bastante enterado de todo- las chicas se miraron entre sí con extrañeza pero no dijeron nada más.
Ingresaron a la sala, aún siendo guiadas por el rubio, un lugar bastante amplió las esperaba dentro. Una pantalla verde de fondo detrás de un escenario grande, varias cámaras estaban ya dispuestas. Un grupo de personas se encontraba en círculo, al fondo de la sala, detrás de ellos había varias puertas en hilera.
-Bien, sólo me resta decirles que estaremos en el estudio en NG por cuatro meses, todas las escenas de efectos especiales se grabaran aquí. Tenemos planeado que para marzo del año siguiente estaremos grabando las escenas de exteriores. Una casa en las afueras ya está dispuesta para ello y tal vez debamos viajar a América para Junio o Julio- terminaron por llegar frente al grupo de personas.
-Ahora, les presentaré a algunos de los artistas- K sacó el arma de la funda en su cinto y disparó una vez al techo, Usagi y Minako se abrazaron espantadas y a punto de salir corriendo.
-Ok guys, ya tenemos a dos más- los siete que antes charlaban animadamente se levantaron de sus asientos y se acercaron al manager, parecían no tener ningún problema con que éste hubiese disparado y aún tuviese el arma en la mano.
-Ellas son Usagi Tsukino, la protagonista femenina y Minako Aino, una de las secundarias- las chicas hicieron una reverencia a modo de saludo y se alejaron un poco más del extraño hombre del arma.
-Ladys, les presentó a Shindou Shuichi, el protagonista masculino- el pelirosa les saludó con la mano y les soltó una encantadora sonrisa.
-También tenemos al resto de Bad Luck, Hiroshi Nakano y Suguro Fujisaki, ellos tienen papeles secundarios- el pelirrojo no mostró demasiado entusiasmo pero al menos fue amable, el tecladista sólo hizo una mueca y saludo ligeramente con la mano. Minako veía a los integrantes de la banda con una expresión de sorpresa y admiración, ese grupo era uno de sus favoritos y ahora tendría la oportunidad de actuar junto a ellos. Genial….
-Ryuichi Sakuma y Noriko Ukai, integrantes de Nitle Grasper- la pelimorada les sonrió amablemente mientras el extravagante cantante les lanzaba besos con Kumagoro en sus brazos.
-Y por supuesto, nuestro escritor. Eiri Yuki- el rubio se encontraba un poco alejado del grupo y sólo les lanzó una gélida mirada, no prestando mucha atención a su saludo.
-Aún faltan por llegar varias personas así que ahora que las he presentado sería una buena idea que repasen el libreto un poco antes de que empecemos- el manager dio media vuelta y salió nuevamente de la sala, ambas rubias se habían quedado frente al extraño grupo, calladas y algo sonrojadas. Minako hasta ese momento había caído en la cuenta de que los muchachos que las habían acompañado en el ascensor estaban ahí, la pareja más famosa de Japón trabajaría con ella en la producción. Sonrió de oreja a oreja y abrazó con más fuerza el libreto contra su pecho.
-Bueno, entonces a ensayar- Shuichi fue el primero en abrir la boca y acercarse a las tímidas muchachas, le tendió la mano a Usagi y dijo.
-Podemos hacerlo juntos, después de todo, pasaré la mayor parte de la filmación contigo- la chica sonrió algo nerviosa pero asintió emocionada, de cualquier modo, aquella película no sólo implicaba grabar junto a personajes de fama mundial sino también el hecho de tener varias cámaras siguiendo sus movimientos mientras actuaba. Debía acostumbrarse a controlar sus nervios.
El pelirosa la llevó aparte y se sentó frente a ella, momentos después empezaron a practicar.
Minako por su parte había sido jalado por el hiperactivo Ryuichi y ahora mismo se encontraba escuchando todas y cada una de las locuras que se le ocurrían al castaño. Por supuesto, a ella no le molestaba en lo más mínimo tener que escuchar esas tonterías, dios, si estaba frente al famosísimo Ryuichi Sakuma.
Con una enorme sonrisa pintaba en su rostro, le siguió la corriente y en un momento ya se encontraba con Kumagoro entres sus brazos mientras su acompañante la ayudaba con el libreto…
No había sido una noche particularmente buena, la verdad se la había pasado tratando de conciliar el sueño sin poder lograrlo completamente. Y toda la culpa la tenía la nueva novela de su novio, que para colmo sería convertida en película y él tenía el protagónico. Dejó escapar un suspiro y revolvió sus rosados cabellos.
Apartó las sabanas sin ganas y se incorporó en la cama, el escritor dormía placidamente a su lado. Sonrió sin proponérselo, aunque cualquiera lo haría si tuviese al super apuesto Yuki Eiri durmiendo a su lado.
-Deberías estar listo ya- la profunda voz del rubio lo despertó de su ensueño y los maravillosos ojos dorados se abrieron por fin.
-Todavía es muy temprano- el hombre a su lado se incorporó también y observó el reloj al lado de la cama, no eran más de las siete.
-¿Qué haces despierto tan temprano?-
-No podía dormir, las pesadillas me despertaron más de tres veces- el chico dibujó un puchero y se cruzó de brazos. Sus increíbles ojos violetas destellaron en una muda señal de su molestia. El rubio no pudo más que soltar una carcajada.
-No me digas que todo lo causo la novela- el pelirosa volteó a verlo, aún molesto, y asintió débilmente mientras trataba de salir de la cama. Claro, sus intentos fueron burlados por la mano de su amante, quién había jalado su brazo para que cayera de nuevo sobre las suaves sabanas.
-Es ficción, Shuichi, sólo eso. Nada de lo que está ahí escrito pasará de verdad, es sólo algo que se me ha ocurrido- el rubio parecía querer consolarlo, aunque la expresión burlona en su rostro no ayudaba a que el chico entre sus brazos pudiese cambiar esa molesta mirada.
-Te burlas de nuevo Yuki, lo haces siempre que duermo mal. Eres malo-
-No me burlo, sólo me parece increíble que sigas asustándote después de más de cuatro semanas. Vamos, pareces un crío- Shuichi se soltó del agarre del rubio e intentó pararse una vez más, otra vez fue detenido.
-Me estás diciendo entonces, que no te gustó mi novela- las mejillas del cantante se encendieron entonces y se abrazó al rubio con ganas. Éste sólo sonrió complacido, sabía muy bien como manipularlo.
-No, no, me malinterpretas. Tu novela es muy buena Yuki, es sólo que antes de acostarme me imaginó todas esas cosas y me da mucho miedo- el pelirosa se pegó más a su amante y éste pudo aspirar el inconfundible aroma a vainilla que el chico despedía. Se sentía muy bien al tenerlo entre los brazos.
-Sakuma Ryuichi ha dicho lo mismo que tú, el idiota de Tatsuha me llamó ayer y salió con el cuento de que el loco ése no puede dormir sólo. Claro que el pervertido de mi hermano ha logrado aprovecharse de ello- el pelirosa se rió y, aún prendido al cuello del escritor, le mostró una encantadora sonrisa
-Lo ves, la obra te ha quedado fantástica, pero muy tenebrosa-
-Bueno, eso es porque yo sí tengo talento para escribir- una vez más el cantante dibujo un gesto de molestia en su bonito rostro, haciendo brillar esos fabulosos ojos violetas, tal y cómo le gustaba a Yuki.
El escritor no pudo más que acercar su hambrienta boca a la apetitosa del chico de cabellos rosas. Probando, por enésima vez, el delicioso sabor que despedía. Shuichi tan sólo se dejo hacer, la verdad disfrutaba de esos momentos en que el rubio podía demostrarle algo de dulzura.
-Aún nos queda una hora para levantarnos- Yuki se separó de la dulce caricia y dibujó una maliciosa expresión, que su amante comprendió al instante. El cantante le devolvió la sonrisa y de un sólo movimiento se colocó a horcajadas sobre el escritor, mirándole intensamente.
-No hay hombre más apuesto que tú- al rubio le sorprendió aquella repentina frase pero no dijo nada, sólo se dejo llevar por el nuevo beso que su amante había iniciado. Mientras sus manos recorrían el torneado cuerpo y se deslizaban hasta la firme cadera.
Pequeños gemidos morían en su boca, el cantante era tan sensible a cada una de sus caricias. Shuichi era como una caja de Pandora, guardaba celosamente los ingredientes secretos para la receta perfecta que al final resultaba en un manjar digno de un dios. Y ese manjar era sólo para él, porque nadie más podía jactarse de haber probado los atributos de ese joven, que ahora besaba su cuello con ganas. Sólo él podía abrir esa caja de Pandora…
Tres años habían pasado desde la primera que vez que había hecho suyo al cantante y aún así seguía sorprendiéndolo. Cada día aprendían una cosa nueva, cada día descubrían una nueva experiencia. Shuichi sólo se dejaba llevar y Yuki disfrutaba de esos momentos, en grande.
Un sonoro gemido escapó de la boca del escritor cuando el pelirosa llegó hasta su ombligo, entre beso y beso se las había ingeniado para bajar y estar muy cerca del poderoso miembro del rubio. El chico se limitó a sonreír antes de bajar de un tirón los pantalones del pijama de Yuki, dejando el erecto pene listo para ser devorado.
Se saboreó ansioso y pasó su lengua por toda la extensión, probando con gusto el delicioso sabor de su amante. El rubio se dedicó a dejar escapar algunos suaves gemidos. Un acompasado vaivén siguió al inicial lengüetazo, aquel enorme miembro entraba y salía de la calida boca que lo atendía.
Pero aquella acción no duró mucho más del tiempo necesario, Yuki aún no quería terminar, deseaba hacerlo dentro de una cavidad más apropiada. Usó su impulso y se colocó sobre el cuerpo del cantante, percibiendo como sus mejillas sonrojadas adornaban su sonrisa pervertida, esa que mezclaba su ángel y demonio internos.
-¿No te gustó lo que estaba haciendo?- lo dijo con fingida molestia, aunque esa sonrisa imborrable lo delataba.
-Ja, mejor déjame enseñarte algo mejor- se apoderó de los sonrosados labios de un sólo movimiento e introdujo su lengua mientras exploraba la cavidad ajena, saboreando un poco del sabor propio. Sus manos no dejaban de moverse, acariciando los perfectos muslos y dejando que esas piernas se enredaran en su cintura.
El beso terminó con un gemido por parte de Shuichi, quién había sentido como el delicioso miembro de su amante rozaba su hambrienta entrada. Pero aún llevaba el pijama puesto y eso volvía aquel contacto una tortura.
-Yuki…- el escritor dejó el cuello del chico por un instante y soltó un gruñido.
-Deja que me quite la ropa-
-Con una condición…- dejó en paz el terso cuello y se acercó al oído del cantante.
-Tendrás que hacerlo sensualmente- el pelirosa sonrió de nueva cuenta y separó el ardiente cuerpo del rubio, se incorporó y se colocó a los pies de la cama. Llevaba el cabello despeinado y un bonito sonrojo en las mejillas, la playera del pijama algo subida y el corto short que usaba un poco abajo.
Se volteó lentamente y levantó los brazos, movía las caderas al compás de una música inexistente mientras removía la playera, dejando su espalda desnuda libre a los ojos del pervertido escritor. Giró la cabeza y guiñó un ojo con picardía justo antes de agacharse, dejando el redondo trasero en una posición demasiado excitante.
Lo movió al mismo suave ritmo y se dio la vuelta nuevamente, esta vez desabrochó el botón de la única prenda que le quedaba y comenzó a bajarla con tortuosa lentitud. Al fin cayó por completo en el suelo para que el pelirosa la empujara con los pies lejos de su cuerpo, el cuál se encontraba como Dios lo trajo al mundo, completamente desnudo. Se acercó a la orilla de la cama y se montó en ella despacio, una pierna a la vez, permitiendo a su amante deleitar su mirada con el perfecto cuerpo que tenía.
-¿Te ha gustado?- se quedó quieto en la misma posición, con la respiración agitada y ese mismo encantador sonrojo. Sus piernas se encontraban abiertas, una a cada lado de su cuerpo, en esa posición el rubio podía apreciar lo perfectas que eran.
-Vaya piernas tan estupendas que tienes- Shuichi sonrió de lado mientras levantaba una de sus extremidades y se la mostraba insinuante a su amante.
-Pensaba que no te habías dado cuenta- Yuki imitó aquella expresión burlona y se abalanzó sobre ese incitante ser frente a él. Abriendo esos pilares que tenía por piernas y dejando su miembro listo para ingresar en ese pasaje al placer. Sintió como el pelirosa se enredaba en su cintura y sin más contemplaciones ingresó en él, provocando en el chico un escalofrió y un sonoro grito que resonó en las cuatro paredes de la habitación.
Un suave vaivén comenzó, una pierna del pelirosa había sido colocada sobre el hombro del rubio y en un acto contorsionista era penetrado con fuerza. Tenía un dedo entre la boca y una mano acariciando su miembro, mientras dejaba escapar pequeños gemidos que incitaban aún más al escritor. El ritmo aumentaba cada vez más, y aquel sonido tan característico resonaba a compás, Shuichi se unía a la melodía con aquella voz tan especial que poseía.
Yuki sentía que no podría resistir más, el sexo era maravilloso, de los mejores que habían tenido. Y es que el pelirosa había mejorado tanto últimamente, de ser un inexperto y tímido chico había pasado a ser una maquina hacedora de placer. Soltó un ronco gemido cuando el pelirosa apretó su entrada, algo que volvía la penetración inexplicablemente deliciosa.
-Oh…Yuki…entrégamela ya…la quiero ya…- el aludido sonrió de lado, como le encantaba escuchar las suplicas del cantante, era por demás excitante. Y hubiese dejado que el chico siguiera pidiéndoselo, pero no podía más, aquella mamada y la actitud de Shuichi lo tenían extasiado.
Dibujó la expresión que caracterizaba la culminación de su placer y se vació en el cálido interior del cantante, el chico soltó un sonoro gemido y se vino también. El rubio cayó rendido sobre el pecho de su amante, siendo bien recibido por los brazos de éste. Sus respiraciones entrecortadas, los pechos subiendo y bajando con dificultad, se quedaron callados un rato, disfrutando del relajante momento.
-Bueno…ha estado genial- Shuichi comenzó a pasar uno de sus finos dedos por el rubio cabello del escritor, éste sólo se limitó a acomodarse más sobre su pecho. -Hoy será un día muy ajetreado, ha sido bueno empezarlo de esta forma- el pelirosa comenzó a mover una de sus piernas de un lado a otro.
-Lo único que me preocupa de este día es que alguno de los actores contratados no de la talla, no me importaría cambiarlos a mitad de la producción- Yuki por fin se levantó y tomó la cajetilla de cigarros que se encontraba sobre la mesita de noche. Su amante cambió de posición hasta quedar boca abajo sobre la cama, con el rostro entre sus manos en un gesto de encantadora dulzura.
-No te preocupes, tú estabas en el set cuando los escogieron así que deben ser buenos-
-Claro, no dudo de mi criterio baka. Lo que digo es que tal vez frente a la cámaras su actitud cambie- el escritor prendió un tabaco y aspiró la nicotina con ganas. El chico de cabellos rosas frunció el ceño ante el gesto.
-No deberías fumar tanto, ya te lo he dicho mil veces- se paró de la cama de un solo movimiento y tomó la cajetilla, casi llena, de la mesita de noche. El rubio le lanzó una de sus frías miradas, marca registrada.
-Yo hago lo que quiero- dejó escapar el humo en la cara del cantante, quien lo apartó con la mano, molesto.
-Por hoy has fumado suficiente, ya mañana podrás fumar otro- el cantante se dirigió al baño con la cajetilla y lanzó el contenido en el excusado, dejando a su amante con una expresión molesta. Pero no hizo nada más, últimamente al pelirosa le había dado por prohibirle fumar, limitaba los cigarrillos diarios y no era la primera vez que desperdiciaba una cajetilla.
Increíblemente, el rubio, se limitaba a gruñir por lo bajo sin regañarlo. No sabía porque pero esos gestos del chico le parecían encantadores, tal vez se debía a que mostraban su preocupación por cuidarlo. Sin mencionar que, en los últimos meses, Yuki se mostraba más que complaciente con el cantante, cumpliendo casi todos sus caprichos y peticiones.
No tenía una explicación lógica o un porque de su repentino cambio. Simplemente se sentía más a gusto ahora, el pelirosa había dado un sentido diferente a su vida y él no podía más que recompensarlo. Su relación iba mejor que bien y no quería arruinarla como tantas veces lo había hecho. Y si, tal vez su actitud seguía siendo un poco fría y desinteresada, pero ahora satisfacía varias de las locuras que pasaban por esa rosada cabecita.
-Bien, parece que sólo nos falta media hora para llegar a NG. ¿Qué te parece si nos bañamos juntos?- Shuichi había aparecido en la puerta del baño con una sonrisa encantadora y aún sin ninguna prenda cubriendo su cuerpo. Una vista fantástica a decir verdad, su amante no lo pensó dos veces y lo persiguió al interior del baño.
Menos de quince minutos después, ambos se encontraban sentados en la mesa del comedor. Desayunando.
-No terminé de leer la última parte del libreto, esa en la que todo se pone tenebroso- el cantante tragó lo que tenía en la boca y siguió hojeando el mencionado libreto.
-Te lo di tres semanas antes que a cualquiera, deberías haber terminado tres veces-
-Bah, apuesto que más de alguno se sintió intimidado y tampoco terminó de aprender todo-
-Eres el único baka, aunque tal vez ese loco amigo tuyo, Ryuichi, tampoco haya terminado. Son tal para cual- el rubio terminó su café y dejó el periódico a un lado antes de levantarse de su asiento.
-Termina rápido que debemos llegar a tiempo, ya sabes que si no lo hacemos ese desquiciado que tienes por manager podría llegar a sacarnos a la fuerza. O Tohma empezaría a fastidiar con sus insistentes llamadas- Shuichi sonrió de lado y terminó de devorar su comida.
El escritor dejó la taza sobre el lavado y se encaminó a la sala. Shuichi se apresuró a, también, dejar sus platos sucios sobre el lavado y seguirlo, lo encontró poniéndose el abrigo. El pelirosa no tardó en imitar sus movimientos justo antes de que salieron del apartamento, ingresaron al ascensor y el cantante comenzó un monologo sobre sus experiencias paranormales en los últimos días, nada relevante la verdad.
El rubio sacó un dulce de la bolsa interna de su chaqueta y lo metió a su boca, aunque en él también llevara una cajetilla de cigarros escondida. No quería provocar que su amante la tirara. Todavía.
Llegaron al sótano e ingresaron al lujoso Mercedes del escritor. El pelirosa se metió contento y abrochó su cinturón con una sonrisa de oreja a oreja.
-Ahora podemos ir todos los días juntos a trabajar. ¿No es genial?- el escritor ignoró el comentario y puso el auto en marcha, una melodía conocida se dejo escuchar y casi al instante se calló de nuevo, el escritor había bajado todo el volumen de la radio de un solo movimiento. Claro, el pelirosa había captado de qué canción se trataba y ahora tenía una expresión satisfecha en el rostro.
-Vaya, no sabía que te gustara tanto mi música. Si me dices a cada rato que tengo cero talento-
-Cállate baka o te bajo del auto- no se dijo nada más, el rubio se colocó las gafas de sol y su amante le imitó justo antes de que abandonaran el estacionamiento del edificio donde vivían. Aunque la sonrisa en el rostro de Shuichi no se iba a borrar en bastante tiempo, después de todo había sorprendido al escritor escuchando su música.
Con la particular forma de manejo de Yuki, llegaron justo a tiempo al enorme edificio. Estacionaron en el lugar reservado y Shuichi bajó con el libreto bajo el brazo, tomando la mano del escritor de camino al elevador. El contacto no fue rechazado. Pero al llegar frente al aparato, el escritor soltó un bufido, al parecer no podrían tomarlo desde ahí, deberían subir las escaleras hasta la planta baja.
-Que molesto, malditos aparatejos-
-Está descompuesto desde la semana pasada. Seguchi-san dice que pudo ser una falla eléctrica y no han podido arreglarlo aún-
-Los electricistas son unos incompetentes eso es lo que sucede- jaló la mano del pelirosa y subieron las escaleras, una vez en la planta baja escucharon como la recepcionista terminaba de atender a un grupo de jovencitas.
-Bah, más admiradoras molestas. No sé como las dejan entrar tan fácil al edificio- Shuichi puso atención a o que las chicas hacían y se fijó que dos de ellas mostraban pases especiales.
-Mira Yuki, parece que ellas participaran en la película- Se quitó las gafas para ver mejor y comprobó que ambas venían en su dirección, volvió a colocarlas apresurado, aún cabía la posibilidad que fueran admiradoras y no quería resultar en una situación incómoda. Jaló ligeramente a su amante y quedaron ocultos por la puerta de emergencia, el escritor gruñó por lo bajo y le devolvió el jalón para luego acercarse al aparato y presionar el botón. Ambas muchachas habían llegado a su lado y se quedaron viéndolos como embobadas.
Ninguno dijo nada, el pelirosa aún se sentía nervioso, especialmente después de que aquellas extrañas les lanzaran esas miradas. El escritor por su parte se dedicaba a saborear otro dulce, no le importaba si las chicas estarían o no participando en la producción, y si fuera así ya tendría tiempo de hablarles en la grabación.
El aparato por fin se apareció, con el molesto sonido de la campanita abrió sus puertas para que ingresaran. Así lo hicieron. Los cuatro iban al mismo piso así que Yuki presionó el cuatro en el panel del aparato. El ascensor comenzó su movimiento. El cantante aún nervioso comenzó a hablar, tal vez así las evitaría que las desconocidas le hicieran preguntas.
-¿Crees que todos hayan terminado de aprenderlo?- el rubio aprovechó aquella inesperada conversación para sacar un cigarrillo, sabía que su amante no se los quitaría por la conveniente presencia de las dos desconocidas. Lo prendió con alivio y contestó luego de sacar el humo.
-No todos son tan bakas como tú. Son profesionales- Shuichi tenía el ceño fruncido, su amante se las había ingeniado, una vez más, para fumar sin que el pudiese hacer nada. Le lanzó una mirada asesina detrás de sus gafas oscuras y siguió hablando.
-Bah, apuesto que ninguno terminó todo. Además te esforzaste por hacer todo tan tenebroso, que luego no podía dormir por las pesadillas y es tu culpa-
-Eres igual al loco del conejo, parecen unos críos- el pelirosa no tuvo tiempo de contestar, el ascensor había llegado a su destino, el rubio apagó el cigarrillo en el bote de basura fuera del aparato y se apresuró a jalar al cantante. Suponiendo que las muchachas lo seguirían, aumentó el paso y se metió a la sala a toda velocidad. La mayoría de los artistas ya se encontraban ahí, practicando animadamente, el pelirosa corrió a saludarlos mientras él se sentaba en un rincón y seguía fumando.
Pero su tranquilidad sólo duró un momento, el manager de Bad Luck había aparecido con las dos muchachas del elevador y esa sonrisa que no anunciaba nada bueno. El americano se llevó una mano al cinto y sacó su inseparable mágnum, tiró al techo y esperó a que los que conversaban le prestaran atención.
-Ok guys, ya tenemos a dos más- el escritor apagó el cigarrillo que acababa de terminar y retiró las gafas oscuras, su amante y sus locos amigos ya se habían acercado a saludar a las recién llegadas. K los presentó entonces.
-Ellas son Usagi Tsukino, la protagonista femenina y Minako Aino, una de las secundarias-
-Ladys, les presentó a Shindou Shuichi, el protagonista masculino- señaló al extravagante cantante, quién sólo sonrió y saludó con la mano.
-También tenemos al resto de Bad Luck, Hiroshi Nakano y Suguro Fujisaki, ellos tienen papeles secundarios- otra lánguida muestra de simpatía por los dos compañeros de Shuichi.
-Ryuichi Sakuma y Noriko Ukai, integrantes de Nitle Grasper- observó como el ídolo de su amante les lanzaba besitos con el peluche entre sus brazos, cosa que le hizo preguntarse si su hermano estaría en algún lugar del set.
-Y por supuesto, nuestro escritor. Yuki Eiri- dejó de buscar al pelinegro y pasó la vista por amabas rubias, eran lindas, aunque le parecían algo extrañas. No devolvió la muestra de saludo y dejó que el americano siguiera con su explicación
-Aún faltan por llegar varias personas así que ahora que las he presentado sería una buena idea que repasen el libreto un poco antes de que empecemos- y mientras los actores seguían con su práctica, Tatsuha se las había ingeniado para aparecer detrás de su hermano y abrazarlo melosamente.
-Vaya hermanito, Shuichi se ve cada día mejor, a ver que día me lo prestas- el rubio se soltó del agarre del moreno y le lanzó una mirada asesina.
-Ya decía yo que no perderías la oportunidad de venir a fastidiarme la vida- Tatsuha se sentó a su lado, tomando un cigarrillo sin permiso.
-No te pongas grosero, sólo he venido a ver como Ryuichi actúa. Además, él me lo pidió, dijo que le gustaría mucho que estuviese presente cuando grabaran las escenas más tenebrosas- una sonrisa pervertida apareció en el apuesto rostro del menor de los Uesugi.
-A otro perro con ese hueso Tatsuha, apuesto que te has pasado las últimas semanas tratando de sacar provecho de esa actitud de tonto que tiene-
-Bueno, no es tan fácil como parece, no es estúpido. No ha dejado que lo toque más allá de lo aceptable- el escritor sonrió.
-Eso te pasa por imbécil- el moreno sólo dibujó una mueca y siguió fumando, pero de pronto pareció recordar algo y una sonrisa apareció de nuevo en su rostro.
-Creí que Shuichi te había prohibido fumar, es más, lo vi varias veces tirando por el excusado tus cajetillas- Yuki le arrebató sus preciados cigarrillos y los puso a salvo dentro de su chaqueta.
-Vaya, vaya, quién iba a decir que mi hermano resultaría tan complaciente. Mi cuñadin te tiene donde te quería-
-Cállate si no quieres terminar de cara sobre el asfalto, recuerda que estamos en el cuarto piso- la conversación entre los hermanos quedó de lado cuando el ruido de la puerta resonó, la voz de K se dejó escuchar junto otras tres desconocidas.
-Bueno, parece que ya aparecieron los tres que faltaban- el moreno apagó el cigarrillo y le sonrió al escritor, éste sólo lo ignoró olímpicamente y sacó comenzó a saborear un dulce. Shuichi mientras tanto se había separado de su co-protagonista y corrida hasta estar al lado de su amante.
-Ya llegaron los otros tres actores Yuki, al fin podremos empezar a grabar- el chico de cabellos rosas llevaba esa sonrisa encantadora pintada en el rostro y un ligero sonrojo en las mejillas. El escritor no le dijo nada, sólo lo jaló para que estuvieran junto a los demás actores, había llegado el momento de grabar y quería asegurarse que los nuevos estuvieran a la altura de su nueva novela.
El rubio manager apareció entonces frente a ellos, seguido de tres muchachos. Yuki los reconoció, después de todo él los había escogido. Sintió como su amante apretaba su mano y componía una expresión extraña justo antes de que la rubia que daría vista a su principal femenino corriera a abrazar a uno de los recién llegados. El muchacho de cabellos negros que sabía se llamaba Seiya Kou…
