-AAAATCHOOO!
-*Shigh*, ¿no puedes ser más silencioso, Ryota? -Preguntó Mitsuki, claramente molesta.
-¡Lo siento, no puedo controlarlo! -Dijo Ryota, frotándose la nariz. -Además, no ha sido tan alto, ¿A qué no, Minoru?
-Ryota, me has sacado la clorofila del susto... -Contestó su amigo.
-Venga, da igual. -Interrumpió la chica. -Vamos, que tengo muchas ganas de ver a los participantes del examen de Chunin de este año.
-¡Es verdad Ryota! -Dijo Minoru. -¡Dicen que viene gente rarísima! Hemos tenido suerte de que este año se haya celebrado en Konoha otra vez.
-Está bien... -Finalmente dijo Ryota, a regañadientes.
Cuando los ninjas alcanzaban el rango de Genin, el primero de los rangos, se los dividía en equipos de tres principiantes y un profesor. Mitsuki, Ryota y Minoru habían pasado ya unos cuantos años trabajando juntos y habían acabado forjando amistad.
Mitsuki, la única mujer del grupo, era bastante pequeña para ser una luchadora, pero honestamente le daba igual. Su talento residía en el genjustsu, el ilusionismo y el estilo de lucha engañoso y manipulativo. El sigilo lo era todo para ella, hecho mostrado por la larga capa que vestía, negra como el azabache y provista de una capucha cuya sombra tapaba sus ojos. La única parte de su cuerpo que estaba al descubierto era su pelo, largo y liso como una tabla, y de un marrón tan oscuro que podría ser fácilmente confundido con el negro de no contrastar con la absoluta oscuridad de sus ropajes. Siendo su prioridad la no ser vista, su insignia ninja se ocultaba detrás de la capa, incluida en un cinturón metálico que ocasionalmente dejaba salir un destello, cuando la luz del sol se las apañaba para cruzar el océano de oscuridad.
Ryota, por otro lado, era justo lo opuesto. Vistiendo unos holgados pantalones y camiseta, ambos de manga corta, la mayor parte de sus musculosas extremidades se encontraban al aire libre, algo vital para un ninja amigo del cuerpo a cuerpo como él. La medicina le interesó de niño, por lo que empezó a estudiarla. Sin embargo, Ryota abandonó los estudios al aprender acerca de una técnica usada por los médicos que les permitía concentrar su chakra en ciertos puntos de su cuerpo.
Los ninja médico usaban esto para curar heridas de forma más eficaz. Sin embargo, concentrar grandes cantidades de chakra en puntos específicos del cuerpo aumentaba las capacidades físicas exponencialmente, y Ryota se dio cuenta de que era particularmente bueno en ello, por lo que dejó de estudiar medicina y se centró en esa recién descubierta rama de habilidades. Ryota vestía unos guantes de cuero con las puntas de los dedos cortadas y la parte del nudillo reforzada con tachuelas de metal, similar a sus botas, también de cuero y con la puntera reforzada. El ninja llevaba además dos cintas de cuero que se cruzaban en su pecho formando una "X", en el centro de la cual había una gema verde engastada, que nadie sabía exactamente para qué servía. Ryota llevaba su insignia ninja en la frente, usada para mantener a su flequillo fuera de los ojos, ya que tenía el pelo bastante largo. Las cintas que usaba para mantener la insignia en su sitio eran particularmente largas, llegando éstas hasta la parte media de su espalda.
Por último, Minoru, el cuál parecía una persona interesante desde lejos, más que nada porque se le veía muy bien desde lejos, tal era su altura. Sin embargo, era muy delgado, una cualidad suya que se veía acentuada por su ropa. Llevaba una camisa con escote y unos pantalones, ambos apretados y de color verde, remangados en un dobladillo que dejaba ver parte de su antebrazo y espinilla. Asomando por debajo del escote, se veía otra camiseta, esta vez fina y amarilla. Encima de todo, llevaba un grueso chaleco marrón, similar al reglamentario, pero muchísimos más bolsillos y recovecos. Su insignia se encontraba en su frente, dónde debía estar, y sus zapatos en casa, dónde no debían estar, por lo que iba descalzo.
Los bolsillos del chaleco eran muy importantes. Extremadamente afín con el elemento de Tierra, Minoru se había especializado en acelerar el crecimiento de las plantas, especialmente de las pequeñas. Su ruta de aprendizaje, centrada en la jardinería y la botánica, le daba pocas ventajas en el campo de batalla, lo que le llevaba a adoptar un rol de apoyo. Era un "médico por accidente" como le gustaba llamarse. Por supuesto, este apoyo era ejecutado en forma de plantas y hierbas medicinales (o tóxicas, si la situación así lo requería).
Aunque posible, la creación de vida a través del chakra aún era no más que una bonita utopía para Minoru debido a la complejidad de la técnica y la ridícula cantidad de energía que consumía, por lo que escondidas en bolsillos por todo su cuerpo, el ninja llevaba cientos de semillas de distintos tipos, listas para germinar cuando más convenía.
-¡Ahí va! -Dijo Ryota. -¿Has visto lo que lleva ese tío a la espalda?
-¿Para qué querrá un rollo tan grande? -Respondió Minoru. -¿Y ése de ahí?
-¡Hahaha, pero si es super pequeñito! -Dijo Ryota. -¡Más que tú, Mitsuki!
-Vete a la porra... -Refunfuñó la ninja.
-¡Hey! -Dijo una nueva voz, de forma entusiasta. -¡Los de ahí!
-¿Nosotros? -Preguntó Mitsuki, mirando al chico que se les aproximaba.
-¡Sí, exacto! Vosotros sois de aquí, ¿Verdad?
Su interlocutor tenía unas pintas bastante raras, incluso para un examen de Chonin. Llevaba una camiseta negra sin mangas y unos pantalones bombachos sujetos en unas sandalias, ambos negros también. No había nada raro en eso, a muchos ninjas les gustaba vestir de negro debido a su discreción. Lo raro era su brazo izquierdo. Estaba envuelto en una serie de tubos y placas de metal entrelazados por malla que recordaban a las armaduras que llevaban los ninjas del Sonido. La pieza del hombro era particularmente grande. El metal no era acero, sino que brillaba bajo el sol, acercándose más al tono de la plata o el oro blanco. Del mismo material, el ninja llevaba una cadena enrollada alrededor de su cintura y una cinta amarilla a modo de bandolera, en la cual se veía la insignia ninja de la aldea no del Sonido, sino de los Artesanos.
-Pues claro que somos de aquí, ¿Es que no ves nuestras insignias? -Respondió Mitsuki.
-Pues... ¿no? -Contestó su interlocutor después de escudriñarla a fondo. -Bueno, yo me llamo Shirubahato Ishinomori, de la aldea de la Lluvia.
-Vaya trabalenguas... -Murmuró Ryota bastante alto para un murmullo, consiguiendo una mirada asesina por parte de Mitsuki.
-Ah, no te preocupes, si ya lo sé. -Dijo el ninja sonriendo. -Ni yo puedo pronunciar mi nombre. La gente acaba por llamarme simplemente Shiru. -Shiru esperó una respuesta por parte de sus interlocutores. Desafortunadamente, ésta no llegó. -Bueeeno... Me preguntaba si nos podríais indicar un lugar para pasar la noche.
Mitsuki miró detrás del ninja. Otras dos personas esperaban a cierta distancia, expectantes.
-¿Habéis viajado hasta aquí sin siquiera saber dónde alojaros? -Dijo Mitsuki, cortante.
-Hay un sitio bastante bueno por aquí cerca. -Interrumpió Minoru. -¿Tienes un mapa? Te lo marco.
Mientras que Minoru le daba indicaciones a Shiru, uno de sus compañeros se acercó y honestamente, Mitsuki se sorprendió de que alguien pudiera tener unas pintas incluso más raras. El ninja estaba cubierto de pies a cuello en un extraño traje negro de un material que parecía goma. Múltiples placas de metal cubrían el traje, protegiendo así las extremidades y tronco del ninja, pero dejando espacio entre ellas de forma que la movilidad quedaba garantizada. El ninja llevaba además una máscara de gas que tapaba su boca, creando un set que recordaba a la aldea de la Lluvia.
-¡Vaya!, ¿qué es esto? –Dijo, con una voz un tanto robótica a través de la máscara. -¡Pero si no parecía una chica desde lejos, con tanta capa y tanta ostia! –Examinó a Mitsuki de arriba abajo. –Hmm… Es justo mi tipo…
-Ah, Mitsuki está saliendo con ese de ahí. – Dijo Minoru, desviando la atención del mapa y señalando hacia Ryota, el cual estaba fulminando al ninja enmascarado con la mirada.
-Vaya hombre, ¿Eres su novio? –Preguntó el enmascarado. Ryota asintió, sin decir una palabra. – ¿Lo es en serio? –Dijo, esta vez mirando a Mitsuki.
-Ah, me le follo de vez en cuando… -Respondió ella.
Ignorando los problemas que estaba teniendo Ryota para recoger los pedazos de su corazón roto, Minoru finalmente acabó su explicación y puso a los extraños en camino
-
-¡Wow! ¡Los de la villa de la Hoja son súper majos! –Exclamó Shiru, que iba delante.
-¿Llamas a eso "majo"? –Dijo el tercer miembro del grupo.
De los tres, ella era la que llevaba el vestuario más corriente. Vestía un kimono chino blanco y sin mangas, con motivos abstractos rojo oscuro en el pecho. El resto de sus piernas eran cubiertas por leggins ninja estándar. La chica llevaba un cinturón con numerosos bolsillos, y sus ojos estaban cubiertos por un sobrero de paja juncia. Su pelo era castaño y estaba recogido en una melena corta que acababa en un moño.
-Va, Cho, ¿pero tú has visto como me miraba esa chica? –Preguntó el enmascarado.
-Sí, lo vi. Parecía estar considerando la forma más silenciosa de acabar con tu vida, Kokatsuna.
-¡Que no uses mi nombre completo, coño!
-…De acabar con tu vida, Suna.
-Mucho mejor.
-¡CHICOS! –Exclamó Shiru de repente. -¿VÉIS ESO?
-¿El qué? –Preguntó Cho, mirando a todos los lados. Las calles estaban vacías y lo que más llamaba la atención era un cubo de hojalata tirado en el suelo.
-¡Ahí arriba! –Exclamó, señalando a la copa de un árbol que crecía a uno de los lados de la calle.
-¿Una… persona? –Murmuró Suna, achinando los ojos.
-¡Pero mira lo que está haciendo! –Dijo Shiru, aún entusiasmado.
La chica del árbol por su parte no les estaba prestando ninguna atención. Parecía mucho más interesada en los guantes negros que llevaba. Vestía un kimono japonés de color negro, cuyos bordes tenían un estampado de flores moradas y rosas. Ese mismo estampado se encontraba también en el enorme lazo obi de su espalda, el cuál sujetaba el kimono en su lugar. Un gato gris con la panza blanca descansaba en su regazo. Era bastante gordo para un gato, y tenía una versión en miniatura del lazo de su dueña en el cuello. La chica tenía el pelo castaño, y su insignia ninja estaba atada en su cintura, como si la hubiera puesto en el primer sitio en el que no la molestara.
-Se está mirando las manos. ¿Y qué? –Preguntó Suna, aburrido.
-¿De verdad que no lo veis? –Preguntó Shiru, frustrado.
El ninja comenzó a correr antes de que sus amigos pudieran detenerle. Almacenando chakra en los pies, corrió por la corteza del árbol hasta aterrizar en una rama al lado de la chica, pegándola un susto de muerte figurativamente y al gato casi literalmente.
-¡Vaya arma más interesante que tienes! –Dijo Shiru como todo saludo. -¿Me dejas ver el mecanismo de cerca, por favor?
La chica estaba simplemente mirándole, con una expresión similar a la que se te queda cuando intentan explicarte física cuántica avanzada. Mientras tanto, el gato, ahora transformado en una salvaje bola de pelo y furia, intentaba con todas sus fuerzas morder y arañar a Shiru a través de su armadura en el brazo izquierdo, con un ratio de éxito muy limitado. Nulo de hecho.
-¿Qué…? –Intentó decir ella.
-Venga, prometo no romperlo. –Dijo Shiru, agarrando una de sus manos enguantadas. Shiru manipuló un poco el guante hasta que se oyó un clic. De las puntas de cada uno de los dedos salió una púa de metal de varios centímetros de longitud, convirtiendo lo que antes era solo un inocente guante en una garra mortal. -¡Wow, esto es genial! ¿Lo has hecho tú misma?
Como toda respuesta, la chica le pegó a Shiru una señora patada en el pecho, obligándole a perder el equilibrio y caer de cabeza al suelo. El gato saltó en el último momento y aterrizó en la rama, adoptando una pose orgullosa y altiva, cómo si él hubiera sido el héroe.
-Veintidós segundos. –Dijo Cho, extendiendo la mano. –Has perdido.
-JODER. –Refunfuñó Suna.
-Deja de decir tacos y paga de una vez.
-Chicos… creo que me he roto algo… -Dijo Shiru con un hilo de voz, aún tirado en el suelo, mientras que Suna le daba una pequeña moneda a Cho.
-¿Y a la chica, qué, la perseguimos o…? –Preguntó el enmascarado mientras Cho ayudaba a Shiru. –Anda, si se ha largado. Pues nada.
-¿En serio? Vaya, quería echarle un ojo a esa arma suya… -Se lamentó Shiru. –Uh, creo que me he roto el brazo.
-Solo te has dislocado el hombre. –Dijo Cho. Cogió el brazo de Shiru y arremetió contra su hombro. La articulación hizo un desagradable sonido de "clac" según volvía a su lugar. –Deja de lloriquear, ¿Eres un ninja o no? –Reprochó entre los gritos de Shiru.
-Debe de ser el festival de los tíos raros… -Dijo Suna. –Mirad a ese…
Caminando por la calle había un hombre enorme, envuelto en un abrigo negro y caminando con lentitud. Sin embargo, como si les hubiera oído hablar, de repente paró y se quitó el abrigo.
Debajo de éste se encontraba una persona muy pequeña. Apenas mediría 1'65. La razón de parecer tan grande debajo dela abrigo era la enorme bolsa que llevaba a la espalda. Llevaba un jersey de cuello alto de color azul oscuro y unos pantalones holgados del mismo color. En su espalda se veía la funda de una katana, que parecía enorme comparada con quién la llevaba. El chico se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y comenzó a buscar en la bolsa. De dentro, sacó un trozo de madera curvada pintada de azul celeste.
-¿Qué anda haciendo? –Preguntó Suna
-Eso es una pieza de armadura… -Dijo Shiru.
-¿De madera? –Dijo Cho. -¿Qué protección podría ofrecerte la madera?
-Te sorprendería lo efectivos que pueden llegar ser el cuero y la madera en términos de protección. –Explicó Shiru. –Además, puede que no sean tan fuertes como el metal, pero son muy ligeros y te permiten moverte mucho mejor.
-¿Y tú por qué usas metal entonces? –Preguntó Cho, señalando el brazo izquierdo de Shiru.
-Bueno, ya sabes que esto no es metal y ya está. –Dijo Shiru. -¿Ves cómo brilla? Esto es shiruba tamashi, la aleación volátil que ha creado mi familia, combina resistencia con ligereza.
-¿Cómo se siente el compartir nombre con un cacho de metal? –Preguntó Cho, divertida.
-Bueno eh… ahem… A mi familia le encantan la plata y eso…
Mientras que hablaban, el chico de la katana había vaciado la bolsa. Se había equipado con protecciones ligeras de samurái, espinilleras y brazalete izquierdo. En su brazo derecho había multitud de placas curvadas de madera, de forma que recordaban a las escamas de la cola de un dragón. Todas las piezas estaban pintadas de azul cielo y tenían detalles blancos. El chico desenfundó su katana y comenzó a pasar un trapo por la hoja.
-Espera… -Dijo Suna. –Eso es una katana de las serias, ¿no?
-¿Seria? –Preguntó Cho. – ¿A qué te refieres con "seria"?
-Se refiere a que eso es una katana de samurái. –Respondió Shiru, poniéndose serio de repente. –Los ninjas normales no usan esas armas. Debe de ser un samurái.
Las relaciones entre los samurái y los ninjas siempre habían sido extremadamente tensas. Aunque en la Gran Guerra Ninja ambos grupos habían colaborado, aún reinaba la desconfianza entre ambos. Un samurái caminando tranquilamente por una villa ninja era raro de ver, por no decir sospechoso.
-¿Qué puñetas está haciendo en la Villa de la Hoja? –Preguntó Suna, tenso.
-¿Por qué…? –Shiru se acarició el mentón. –A lo mejor simplemente estamos equivocados… necesito ver esa katana más de cerca.
Shiru se acercó al supuesto samurái, agarrando firmemente la cadena que llevaba por cinturón con su mano derecha.
-Hey… -Comenzó a decir. –Tu katana…
Todo pasó a la velocidad del sonido. El samurái, rápido como el rayo, lanzó la punta de su katana contra el pecho de Shiru, con intenciones claramente letales. El ninja, que estaba esperando algo parecido, atrapó la punta de la katana con uno de los eslabones de su cadena, que repentinamente había dejado de ser un cinturón. Con un tirón, desvió la katana de su trayectoria, la cual falló por muy poco. El samurái se levantó haciendo un salto bastante acrobático y agarró su katana con ambas manos, manteniéndola frente a él. Shiru por su parte, puso la parte izquierda de su cuerpo delante, usando su armadura para protegerse. Con un destello, los eslabones de la cadena se fusionaron en un bastón de unos dos metros de largo el cual sujetaba detrás de él equilibrado en su mano.
-¿Por qué me has atacado? –Preguntó Shiru, todavía en guardia. Detrás de él observó cómo Suna empezaba a rodear a su enemigo mientras que Cho retrocedía unos pasos.
-Has sido tú el que ha venido sujetando su arma. –Contestó el samurái.
-¿Mi…? ¿Cómo has…? –Balbuceó Shiru, confundido. No había cambiado la forma de su arma desde que había llegado a la Hoja, no había forma de que el samurái fuera consciente de lo que podía hacer.
-Esa cadena estaba hirviendo con chakra. –Dijo el samurái sin moverse un ápice. –Era bastante obvio que era un arma, aunque no me esperaba que lo convirtieras en un palo… ¿Piensas defenderte con ese trasto?
-¿Qué hace un samurái en la Villa de la Hoja?
-He venido a examinarme para Chunin.
-Sí, claro… -Dijo Shiru, sarcásticamente.
-¿Perdona?
-He estado entrenando durante veinte años, literalmente desde que nací, para pasar este examen, y solo ahora me siento preparado. –Dijo Shiru. –Los samuráis entrenáis toda la vida, no es posible que hayas tenido tiempo para prepararte.
-Pues yo estoy preparado. –Zanjó el samurái. –Puedes creerme y largarte o no creerme y largarte con un agujero extra.
-Además, esa katana… -Continuó Shiru desoyendo la amenaza. –No es una cualquiera, sino una de profesional, ¿Me equivoco? Es una katana muy especial…
-…si, lo es… -Dijo el samurái tras un corto silencio. –Es la…
-Kori no Kiba. –Completó Shiru. –El famoso Colmillo de Hielo.
-¿La conoces?
-No me trago la leyenda de que el alma de un dragón fue atrapada dentro de ella al forjarla, pero la conozco, es una leyenda entre los fabricantes de armas…. –Hipnotizado por el arma, Shiru se había olvidado la situación y simplemente estaba ahí de pie. –Fíjate en ese mango, el que la hizo probablemente se pasó tanto tiempo haciéndolo como haciendo el filo en sí. –El mango de la espada era azul, ornamentado con detalles en plata que recordaban a las fauces de una bestia y que se fusionaba con la guardia, también de plata. -¿Y ese filo? ¡No tengo ni idea de cómo se las apañaron para que sea de ese azul! Parece súper auténtico, como si el metal original fuera de ese color….
-Es por el alma del dragón. Dijo el samurái, inclinando ligeramente la hoja y haciendo que brillara bajo el sol. Los colores cambiaron según la luz se reflejaba en el filo, creando una armonía entre blanco nieve y azul cielo.
-Claaaro… El dragón, hehe… Por cierto, me llamo Shirubahato.
-¿Shirubaha…?
-Shiru, llámame Shiru. –Dijo el ninja sonriendo.
La situación parecía un tanto ridícula. Shiru estaba de pie, tan tranquilo, apoyado en su bastón y sonriendo mientras que el samurái seguía listo para sacarle las tripas.
-Akira. –Finalmente dijo el samurái, enfundando su katana en la funda con un movimiento fluido. –Akira Tokusama.
-Bueno, pues encantado de conocerte Akira. –Dijo Shiru. -¡Ya nos veremos en el examen! –El ninja comenzó a caminar, seguido por sus confundidos compañeros.
-¿Qué? ¿Y le damos la espalda así, como si nada? ¡No me fío de él un pelo! –Dijo Suna en cuanto se alejaron un poco.
-No, si yo tampoco. –Dijo Shiru. –Pero ¿HAS VISTO ESA KATANA? ¡Ese trasto es una leyenda!
-Pero… ¿Y si intenta hacer algo? –Insistió Suna. -¡Algo… malvado!
-Malvado… -Repitió Shiru riendo.
-Da igual, los asuntos internos de la Villa de la Hoja no nos atañen. Si ese samurái quiere intentar matar al Hokage o algo similar, la Hoja debería tener mecanismos más que suficientes para disuadirle. –Dijo Cho. –Además, me gustaría que no nos hiciéramos famosos solo por empezar una estúpida pelea.
-Sí, tienes razón. –Dijo Shiru. –Mira hemos llegado al sitio que el tal Minoru me había dicho.
-
Mitsuki se llevó los dedos a la boca. Inmediatamente después, dejó caer el brazo de nuevo al darse cuenta de que no la quedaban uñas que morder. Se encontraba en la enorme sala previa al primer examen. En total, había tres exámenes que debían superar para pasar a Chunin: uno teórico y otros dos centrados en la práctica. Mitsuki le tenía especial miedo al primero, ya que alumnos de años anteriores decían que les encantaba jugar con tu mente.
Finalmente las puertas se abrieron dando paso a una enorme sala llena de filas en las que los examinados debían sentarse. Los lugares en los que sentarse estaban predeterminados, así que Mitsuki no podría sentarse al lado de sus compañeros de equipo, así que lo primero que hizo fue buscarlos por toda la sala. Localizó a Ryota sentado unas filas más adelante, mientras que Minoru estaba sentado en la parte de atrás.
Una vez que todos estaban sentados, un ninja entró en la sala y pidió silencio. Vestía una gabardina de cuero encima de una camiseta gris y pantalones blancos. Era calvo y lucía una perilla de pelo castaño. Sus ojos tenían una sombra que inspiraba un aura de terror solo por estar cerca.
-Bienvenidos al examen de Chunin, cabrones. –Dijo con una voz áspera y grave. –Mi nombre es Keith Shadis y este año me toca a mí torturaros un rato en este examen. –Sonrió. –Qué suerte la mía. Justo el año que me ascienden a Jonin me dan la oportunidad de jugar con vosotros.
El hombre explicó las reglas del examen. Cada examen tenía diez preguntas y el grupo entero necesitaba tener al menos veinticinco correctas en total para considerarse un aprobado. Además de eso, había una última pregunta extra, que cada uno de los miembros del grupo debía acertar.
"¿Veinticinco correctas y encima nos dan una última de vida o muerte?" Mitsuki suspiró. En cuanto dieron la señal para darle la vuelta al examen sus ojos buscaron ávidamente la décimo primera pregunta. Una expresión de enfado se asentó en su rostro según la leía y releía una y otra vez.
"¿Lucharía contra su examinador por el aprobado?"
Mitsuki había hecho los deberes. Había hablado con todo ser viviente que hubiera aprobado los exámenes de años anteriores y aunque por lo que parecía, cada año era diferente, todos coincidían en que, de una u otra forma, los examinadores buscaban probar algo más que conocimientos, sino cualidades que un ninja debe poseer.
Su mente voló por todas las posibles actitudes que esa pregunta podía estar intentando probar. ¿Tal vez determinación? Un ninja debe hacer lo que sea para completar su misión, ¿No es así? ¿Quizá obediencia a la autoridad? No, eso ni siquiera era una cualidad particularmente presente entre los ninjas…
Mitsuki dejó de pensar en la pregunta y ojeó el resto de cuestiones. Eran bastante difíciles, llenas de problemas matemáticos y de detalles acerca de la historia ninja, pero entraban en el rango de lo aceptable. No debería de serle difícil alcanzar la marca de…
¡Veinticinco puntos! ¡Daba igual si ella hacía el examen perfecto, si sus compañeros no obtenían una buena calificación también nada de eso importaría! La chica se giró hacia Minoru, el cual también estaba mirando en su dirección. El ninja se señaló a sí mismo e hizo un gesto de "ok" con el pulgar. Acto seguido señaló a Ryota.
O sea, que le tocaba a ella echarle una mano. Ryota no era exactamente un genio y ese examen indudablemente le iba a dar problemas. Mitsuki le observó, apoyado en su mano izquierda y moviendo nerviosamente el boli en la derecha, probablemente intentando con todas sus fuerzas pensar en una de las preguntas. Con una sonrisa, la chica comenzó a hacer su examen.
Alrededor de una hora después, Mitsuki había terminado. La chica observó a escondidas al profesor, que escaneaba la habitación con el ceño fruncido. La ninja entonces hizo un pequeño jutsu ilusorio. Era MUY buena en ello, tanto que confiaba en ser capaz de hacerlo pasar desapercibido ante un Jonin como aquél. El jutsu proyectó una copia de su examen encima del de Ryota, el cual comenzó a copiar a toda velocidad.
Ahora que ese problema estaba solucionado, Mitsuki se centró en la última pregunta. El problema es que era demasiado personal, demasiado ambigua, con varias respuestas posibles. Sin embargo, Keith se había asegurado de que entendieran que solo había una posible respuesta correcta. Con un suspiro, Mitsuki escribió "sí". Era un 50% de posibilidad de acertar, así que solo la quedaba rezar.
-¡Se acabó el tiempo! –Gritó Keith en cuanto pasó la hora y media que tenían. –Dejad los bolígrafos y esperar a que recojan vuestro examen.
Un grupo de Jonin entró por la puerta y comenzó a recoger los exámenes. Mitsuki notó, sin embargo, que muchos examinados se quedaban en su sitio después de que el examen fuera recogido. Uno de ellos se acercó a ella, echó una ojeada al examen y la dijo que se quedara allí. ¿Qué había pasado? ¿Habían visto su jutsu?
-
Shiru se preguntó por qué tenía que quedarse. Vale, el examen había sido un desastre apocalíptico, pero era raro que tanta gente se hubiera quedado allí.
Una vez todos los exámenes hubieran sido recogidos, les indicaron que se levantaran, como si fueran la misma persona, los Jonin empujaron los pupitres hacia las paredes, dejando un espacio abierto en el centro de la sala.
-Todos los que estáis aquí habéis respondido "sí" a la última pregunta. –Dijo Keith. –Bueno… Nosotros somos los examinadores. –El hombre desenfundó dos ninjatos de detrás de su gabardina. – ¡Venid a por vuestro aprobado!
La sala se quedó en silencio. ¿En serio? Había como nueve Jonin delante de ellos, todos listos para barrer el suelo con ellos.
-¿Qué pasa, no podéis responder de vuestras afirmaciones? –Dijo el hombre. -¡Si no estáis dispuestos a luchar, largaos!
Varios examinados abandonaron la sala, cabizbajos.
-¿A qué esperáis? –Les incitó Keith.
El silencio de la sala se rompió con el sonido de un arma desenfundándose. Akira, el samurái, tenía su katana en la mano. Shiru miró a sus compañeros de equipo. Cho asintió con la cabeza y Suna… Bueno, Suna estaba dando saltitos en el sitio, deseando empezar la pelea.
Envalentonado por sus compañeros, Shiru transformó su cadena en un bastón de nuevo, sobresaltando a los que les rodeaban debido al destello. La sala entera se llenó de sonidos de desenvaine y de murmullos de jutsus defensivos mientras otros pocos estudiantes salían de la habitación rápidamente.
-¿Eso es todo? ¿Vosotros os quedáis? –Gritó Keith. –En ese caso… ¡Felicidades! Estáis aprobados.
-¿ME ESTÁS VACILANDO? –Se oyó la voz de Suna por encima de la conmoción general.
