Resumen:La isla Vaenga Vai, es un paraíso polinésico, poseedor de belleza, grandes peligros y desconocidos pokémon, sin duda más que un reto, ir a esa isla era una misión suicida. Solo algunos entrenadores se atrevían a ir allí, ninguno de ellos novatos, por supuesto.
Tras siete años como entrenador, Ash, se sintió preparado para una nueva aventura y que Misty y Brock pudieran hacer tiempo en sus agendas y acompañarlo solo podía indicar una cosa: Está competencia era suya.
Quien iba a pensar que las cosas no resultarían como esperaba, nuevos amigos, nuevos pokémon, nuevos aventuras y nuevos sentimientos aflorarán - en ahora - unos jóvenes entrenadores pokémon.
Crossover:Mundo Pokémon con la participación especial de T.K, Davis, Kari, Mimi y sus digimons de Digimon.
Disclaimer:Pokémon no me pertenece, tampoco Digimon... es como obvio..
SIETE AÑOS Y UN DÍA
Los rayos de un tibio sol inundaron en la habitación con todas sus fuerzas, sin duda era un hermoso día de verano, aunque Ash Ketchum no parecía muy enterado.
- ¡Ash! - gritó una mujer a lo lejos, para luego repetir la misma acción al abrir la puerta del dormitorio, era su madre, Delia – Ash, hijo... ¡Te has quedado dormido! - gritó con sorpresa al ver al joven entregado a los brazos de Morfeo.
- ¿Eh? Adjhwk amskw - fue todo lo que el joven respondió, mientras se acomodaba sin preocupaciones.
- ¡Ash Ketchum! ¡Levántate ahora mismo de esa cama! Misty y Brock no tardan en llegar.
- Mamá... - se quejó el joven bajo las sábanas – cinco minutos, el viaje es hasta mañana.
- Pikachu, ¿Puedes ayudarme? – preguntó con dulzura, recibiendo como respuesta un leve asentimiento del pokémon y luego una descarga eléctrica al joven, quién cayó de su cama por el impacto.
- Gracias, Pikachu – se quejó el moreno. Sin otro remedio que la resignación, Ash se levantó de la cama, del suelo en realidad, y se metió en la ducha. No podía negar que estaba emocionado, aquel día cumplía siete años de entrenador pokémon y al día siguiente partiría en un nuevo viaje, junto a quienes comenzó esa travesía, sus mejores amigos Misty y Brock.
Debía ser como una señal, partir junto a sus primeros y mejores amigos en un nuevo viaje, el que sería el más importante de todos, el más importante y el más peligroso... de hecho, Ash, aún recordaba la última charla que había tenido con su madre al respecto…
Ash estaba de pie con ambas manos empuñadas a cada costado, sin duda ya había dejado de ser un niño. Alto, delgado y con una mirada decidida miraba a su madre, quien se encontraba sentada en el sofá en una posición bastante rígida.
- Es un reto mamá, y como futuro Maestro Pokémon debo tomarlo. Nunca había estado tan cerca.
- Las islas Vaenga Vai, más que un reto, son una misión suicida. Y lo sabes Ash... tu padre... - intentó decir la mujer, pero un sollozo se lo impidió.
- Mamá…
- Sé que no podré detenerte, pero, si tan solo esperaras un tiempo más. Aún eres muy joven y esas islas están muy lejos de casa.
- Lo siento Mamá, llevo siete años como entrenador, me siento preparado para eso. Además, no estaré solo, pikachu, Misty y Brock irán conmigo.
- Hijo... - Delia sabía que la batalla estaba perdida, también tenía claro que este momento tarde o temprano llegaría, y con resignación recordó aquella última conversación que tuvo con su esposo antes de que emprendiera el mismo viaje -dieciséis años atrás- y nunca volviera. Ahora solo podía esperar que su hijo tuviese más experiencia, madurez y sabiduría que su padre para enfrentar las dificultades.
- Mamá, he recorrido muchas tierras durante mi entrenamiento. Y si bien sé que no se comparan a las islas Vaenga Vai siento que es el momento, tengo diecisiete años, ya no soy un niño...
- Entonces iré a la tienda de Mathew.
- ¿Eh? - Ash tenía preparado un discurso para continuar debatiendo a su madre, por lo que esa respuesta lo desconcertó por completo.
- Iré a la tienda de Mathew - repitió la mujer con calma - debo comprarte una mochila y todo lo necesario para este nuevo viaje.
- Gracias Mamá – respondió Ash con una sonrisa. Sabía lo difícil que era para su madre dejarlo ir a cada aventura y ésta vez lo sería aun más...
Luego de una larga ducha Ash salió fuera y volvió a la realidad, se vistió con lo primero que encontró, mientras observaba su mochila – la que su madre había comprado y equipado días antes. Era un poco más grande que las habituales – y más pesada – cargada con todo tipo de artefactos – útiles y no tanto. Sobre ella yacía la tenida que ocuparía: Una gorra roja, una camiseta negra ajustada con mangas rojas y una chaqueta a tono, además de unos jeans negros y zapatillas oscuras. Su madre siempre se esmeraba en sobremanera con sus atuendos.
Ash solo dio un suspiro siendo interrumpido por un enérgico Pikachu.
- Eh, Pikachu. ¿Qué pasa?
- ¡Pika, pi! - respondió el pequeño roedor apuntado hacia la puerta con espanto.
- ¡Ash Ketchum! ¡No me digas que aún estas durmiendo! - gritó su madre desde el primer piso.
- No Mamá, estoy bajando.
Mientras Ash y Pikachu bajaban las escaleras el moreno escuchó una voz familiar.
- Si quiere puedo ir a su habitación a buscarlo.
- No te preocupes – dijo Delia, con amabilidad, para luego agregar con voz más severa – mejor espéralo en el salón.
- Señora Ketchum, no se preocupe, Ash y yo ya no estamos juntos y ¿sabe por qué?
Ash no pudo evitar paralizarse en la escalera al ver a la joven ahí. Mimi Tachikawa era un poco más baja que Ash, vestía una camiseta ajustada roja con tirantes que dejaban ver su estilizada figura y una coleta alta luciendo de forma sorprendente una larga cabellera castaña. Además de unos shorts muy cortos color café.
- ¿Mimi? ¿Qué haces aquí? - preguntó el joven sorprendido interrumpiendo justo a tiempo, no tenía interés de que su madre se enterara de sus enredos amorosos. Mimi había sido su novia por un tiempo, además de su acompañante en el último viaje, y aunque habían terminado de una manera… extraña. No esperaba verla tan pronto.
- ¡Ash! - gritó la aludida abalanzándose sobre el entrenador pokémon – esa no es forma de saludar a tu ex. Pensé que habíamos quedado en ser buenos amigos.
- Sí, claro – dijo Ash en voz alta para luego susurrar - de esos que no se visitan.
- Lo siento cielo, ¿dijiste algo? – preguntó la muchacha.
- No, no – respondió el moreno poniendo ambas manos frente a él.
- Vaya, estas más guapo ahora que terminamos – dijo la joven sin una pizca de vergüenza lanzando una mirada al muchacho, quién lucia bastante incómodo por el comentario.
Ash no era un fanático de preocuparse por su aspecto, pero los años de entrenamiento le habían sentado bien, además de la adolescencia... Abdomen ligeramente marcado, brazos fuertes, manos grandes. Y esa pizca de inocencia en su mirada que derretía a muchas jovencillas.
- Mimi, por favor… - dijo Ash, mirando de soslayo a su madre.
- Bueno, perdóname por la sinceridad – la castaña guiñó un ojo a su amigo y se lanzó sobre un sofá - Entonces… ¿cuándo partimos?
- ¿Eh?
- A las islas tontito. Me enteré que vas a Vaenga Vai y quiero ir contigo.
- ¿Por qué?
- ¿Cómo que por qué? Cómo pokéstilista debo visitar esas islas por lo menos una vez en mi vida. ¿Sabías que allí están uno de los concursos más populares de mi rubro?
- No tenía ni idea.
- Bueno queridito ahora lo sabes. Así que… ¿Cuándo partimos? – preguntó con impaciencia la castaña mientras jugueteaba con sus anteojos de sol.
- Mañana – respondió el joven con resignación – debemos esperar a los demás.
-¿Los demás? – preguntó la joven suspicaz.
-Sí, sí ya no tardan el llegar – respondió Ash con algo de nerviosismo.
El desayuno pasó en silencio, a pesar de que Delia era amable con todas las amigas de Ash, Mimi no le agradaba mucho.
- ¿No volverás con esa niñita verdad? – Preguntó Delia apenas estuvieron solos, Mimi se había retirado a hablar por celular con su madre – Es algo… extravagante para ti.
- No mamá, solo somos buenos amigos – respondió Ash incómodo.
- Porque Ash, yo no… - comenzó a decir la mujer, pero el timbre la interrumpió y de paso salvó a Ash de una charla madre e hijo.
Mr. Mime corrió a abrir la puerta, encontrándose con dos jóvenes tras ella.
- Deben ser ellos – dijo Ash a su madre, corriendo hacia la puerta.
Ash se acercó con rapidez a sus amigos. A pesar de que los jóvenes mantenían un contacto tan cercano como su tiempo y la distancia les permitía, verlos le llenaba de alegría.
Brock vestía unos pantalones cafés, una camisa manga larga a tono, tenía la apariencia de todo un hombre, con 24 años recién cumplidos se desempeñaba como un cotizado practicante de Medicina Pokémon, en su cuerpo se notaban las marcas de alguno que otro pokémon que habían resultado difíciles de tranquilizar, pero que Brock enseñaba con orgullo, sobre todo aquella que tenía en el brazo derecho causada por un Mawile. A su vez, su cuerpo hacia justicia al esfuerzo de muchas veces cargar pesados pokémon, marcando abdominales y sus bíceps de forma considerable.
Misty por su parte lucía delgada como de costumbre, aunque a sus 17 años ya no tenía apariencia de una niña. Es cierto que la joven pelinaranja no era dueña de un cuerpo curvilíneo como sus hermanas, pero su figura delgada y delicada resultaba encantadora y frágil aunque en realidad su personalidad aguerrida, fuerte y mal humorada no la representara de esa manera. La muchacha vestía un short corto como de costumbre, una camiseta ajustada color amarillo y un poleron naranjo. Su cabello continuaba corto, pero ahora lo traía suelto hasta los hombros. En sus brazos sostenía a su azurill quien rápidamente corrió a juguetear con pikachu.
- ¡Misty! ¡Brock! - Gritó con euforia, abrazando al momento a ambos jóvenes.
- ¡Ash! - respondieron los aludidos con alegría.
- Eh Misty, ¿Encogiste? - preguntó Ash con picardía, su amiga le llegaba a la altura de los hombros. Mientras que él y Brock compartían la misma estatura.
- Muy gracioso – se quejó la joven. Ahora que ella era la más baja del trío Ash se había encargado de hacerle recuerdo las últimas veces que se habían visto – ¿Me lo recordarás siempre? - Al ver que el joven asentía con una enorme sonrisa agregó - Bueno, me alegra que crecieras en estos años, espero que tu cabeza también y no sigas siendo un niñato.
- ¡Claro que no lo soy! - gritó Ash comprobando que su madurez emocional seguía casi intacta.
- Aha – respondió la joven con incredulidad, al ver que su amigo la miraba con el ceño fruncido agregó – Ash, ¿Tienes un teléfono? Necesito llamar a casa.
- ¿Tus hermanas están preocupadas por el viaje? – preguntó Brock confundido.
- No, solo espero que el gimnasio siga donde lo dejé. Daisy se esfuerza, pero muchas veces el orden que realiza se le va de las manos. Por suerte tiene a Tracey, lo tiene loco.
- Claro, podemos ir al Laboratorio – respondió Ash.
- Voy por mis cosas y regreso en un momento – avisó Brock, dejando a ambos chicos solos.
- ¿Por qué dices que Daisy, trae loco a Tracey? – Preguntó Ash, aun procesando lo que Misty había dicho - ¿Acaso tiene que hacer sus labores en el gimnasio?
- No Ash – dijo Misty reprimiendo una risita – ellos están saliendo, y parece que Tracey está muy enamorado.
- No sabía que Tracey y tu hermana salían – dijo Ash sorprendido.
- ¿En serio? Pensé que te lo había mencionado. Es una suerte la verdad, si no fuera por Tracey, creo que mi hermanita seguiría tan cabeza hueca como las otras dos.
- Ah sí que tu eres Misty – dijo una voz femenina a espaldas de los jóvenes - por fin nos conocemos.
