Disclaimer | Ni Shingeki no Kyojin y sus personajes me pertenecen, son propiedad de su autor, Hajime Isayama, . La idea de Diosesgriegosvsdemonios es de la Sra. Gena S. y su saga LordofU. yo sólo tomo alusiones de algunas escenas de sus libros. Y realizo esta obra por diversión sin fines de lucro. Derechos reservados de este Fic a Coorp. Charly.
Advertencia | BL. Riren. Dioses griegos. Demonios. Titanes.
Extensión | 2970 palabras
Nota | ¡Hello! Una nueva historia, está dedicada a mi linda cheré MagiAllie que me apoya en todas mis locuras…gracias mujer….te adoro! Gracias por leer. Nos vemos allá abajito. Este va a ser el Fic completo nacido a partir de mi one-shot de Dark Lover: Darkest Kiss
The Darkest Lovers
Prólogo
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Levi, Señor del Inframundo, Demonio de la destrucción y odiado de los Dioses griegos por ser el hijo primogénito de Kenny tiraba con fuerza de las cadenas que mantenían apresadas sus brazos y los destrozaban en cada tirón, casi rompiéndole el hueso. No importaba. Tiraba una y otra vez. Luchando. Intentado una vez más. Libertad. Sus brazos no importaban, de que servían unos brazos que no podían defender a los que él quería. Aquellos humanos que le habían dado lo que ni siquiera quien lo engendro le había dado. Cariño. Comprensión. Una familia.
Farlan e Isabel. En su mente sus nombres se repitieron como una plegaria envuelta en un gemido de dolor, de desolación como un tornado de devastación que le pudría el interior, llevándose todo lo que esos dos habían plantado en él.
Farlan e Isabel, quienes ahora gritaban en la hoguera que les comían las carnes, sus gritos le hacían chirriar los odios, unos gritos donde su nombre era una súplica de salvación, una súplica que él no podía atender porque estaba encadenado y sometido por aquellos malditos que se reían de su desgracia, de su dolor.
« ¡Dioses Hijos de puta! »
— Acercadle, dejad que mire de cerca lo que ha forjado sobre sí mismo, que observe su castigo por desafiarnos.
La voz de Uri Reiss le enfermo, aquel maldito que por ser el Rey de los dioses griegos se creía que podía hacer lo que quisiera, sólo porque según todos, sus acciones eran las correctas, y según él lo correcto era que a los seres humanos se les tenía prohibido otorgarle el don de la inmortalidad.
Levi había convertido en inmortal a dos de ellos.
Pasos golpeando. Hubo un tirón en las cadenas, arrastrándolo. Su cuerpo malherido fue lanzando a los pies de la hoguera y él quiso vomitar, el olor a carne quemada se quedó grabado a fuego en su mente junto con la imagen de los cuerpos de sus hermanos siendo transformados en hollín. Ese recuerdo no lo iba a abandonar jamás, era una promesa de pesadilla que lo acompañaría los días y noches venideras. Las lágrimas rodaron calientes en sus mejillas.
—…merecido el castigo tienes.
—…patético. Llorar por humanos. ¡Que Deshonra!
—…no mereces llevar en tus venas la divina sangre de los dioses.
Los otros dioses le hablaban y miraban con asco, con profundo rencor, con un odio más floreciente que nunca, porque sí, aquellos seres siempre lo habían odiado, lo habían odiado bajo la influencia de su Rey, por ser hijo de la mayor tentación del Dios gobernante, la hermosa reina demonio, Kuchel. Por ser hijo de ella con Kenny y no con Uri.
Levi lloraba, lloraba mientras sentía la ira brotar como un magma incandescente dentro de su pecho. Las voces de sus hermanos ahora sólo eran un doloroso recuerdo. Él los había dejado en el palacio, felices y sanos, recordaba como Isabel con aquella sonrisa tan alegre que siempre cargaba se había despido de él agitando las manos y Farlan silencioso le daba un asentimiento de buena suerte.
¡Oh Cielos benditos! ¿Por qué? ¿Por qué? No habían tenido suficiente con obligarlo a vivir siempre en el inframundo, rodeado de llamas y azufre, lejos de la belleza del mundo, siendo temido por los humanos y pudriéndose en la soledad. Acaso su castigo había sido encontrar a dos seres que sin importar quien fuera le habían seguido y le habían dado su cariño incondicional. Acaso el que lo amaran era su pecado.
Con el brazo temblando de manera incontrolable, trató de alcanzarlos. Las puntas de los dedos rozaron las llamas ahora menguantes. Le quemaron. El humo y el desagradable olor se mezclaban en el aire, las figuras se endurecían en grumos oscuros de la quemada y aún caliente piel.
— Farlan, Isabel — trató de susurrar, pero el sonido sólo fue un carraspeo, se le había agrietado la garganta de tanto gritar, rogar por piedad. No había servido.
Una risa burlona se liberó en el aire.
— Te dejaré vivir, Levi, lo hare por tu padre, que es mi hermano. Pero desde ahora quedaras maldito, tendrás que desobedecer todas nuestras normas y caprichos. Aprende tu lugar, métetelo en la cabeza, tú solo existirás para cumplir nuestros mandatos, no serás más que una herramienta para nuestros propósitos, un arma contra nuestros enemigos.
El Rey dios y sus seguidores desparecieron en un destello.
El cuerpo de Levi tembló completamente lleno de sed de venganza. Un rugido potente, oscuro y cargado de un sufrimiento monstruoso resonó en todo el lugar, era un grito de guerra, una guerra que él pensaba ganar.
Aquel día Levi juró venganza contra los griegos. Los mataría a todos, lo lograría al costo de lo que fuera. Levi acabaría con todos los griegos, aunque tuviera que ofrendar su propia vida. Vengaría a sus hermanos.
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Capítulo 1
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Quinientos años después.
Eren, Dios del Desorden se hallaba en Titania, el bar donde cualquiera podía entrar, cualquiera que quisiera 'divertirse' un rato, la pista abarrotada de gente le impedían observar a una persona en particular, que sabía muy bien, estaba en un rincón del lugar.
Sus ojos viajaron por todo el recinto, allá en una esquina un par de íncubos se molían a golpes por una muchacha que se encontraba desnuda y jadeante, intoxicada por la esencia de aquellos dos seres. Lista para ser el alimento de cualquiera que fuera el ganador.
« Justo mi tipo de fiestas favoritas »
El caos reinante.
Esa noche, los demonios tenían el dominio del local. Y Eren entraría en acción. Con un demonio en particular.
Su objetivo: Levi Ackerman, el rey del inframundo y señor de los demonios.
— Dispersaos. — ordeno reteniendo su necesidad de gritar 'fuego' e incendiar el lugar mientras él se regodeaba en el desorden.
El ritmo estridente de la música de discoteca iba al compás de los latidos de su corazón, que ya palpitaba emocionado por su próximo encuentro. A pesar de que por alto volumen de la música no la escucharon todos los bailarines de la pista hicieron caso de su orden.
Apartándose de manera lenta, casi como si no estuvieran influenciados.
Al fin, su objeto de fascinación quedo a la vista y un temblor de excitación le removió el cuerpo. Levi, pálido como la luna, de cabellos tan ébanos como la noche, de iris de color azul plateado, y de un porte irresistiblemente estoico. En aquel momento estaba recostado sobre la pared hablando con sus hombres de confianza. Dos rubios y 'una castaña'
¿De que hablaban? Si lo que estaban era clasificándose mujeres para follar, el menor de sus inconvenientes sería una falsa alarma de fuego. Con los dientes apretados, Eren ladeo la cabeza tratando de borrar ese pensamiento y de paso enfocó mejor su sentido de la audición.
— ¿Por qué te mando a llamar Zeke? — uno de los rubios, el cejón, cuestionó al azabache.
— Me hizo una propuesta.
— ¿De qué se trata?
— Matar a alguien para conseguir un algo y a cambio él me concederá mi deseo.
Eren se mordió los labios, estaban hablando de él, aunque no hubieran dicho su nombre. Él sabía que se trataba de él.
"Enviare al rey del inframundo para que te mate, sino me entregas la llave absoluta"
Esa había sido la amenaza de Zeke cuando él se negó a entregar la llave que su padre le había dado y la cual abría un algo sumamente codiciado por los Titanes y los griegos. Desde aquel día Eren se había tomado la tarea de vigilar a quien sería su ejecutor, pero no contó que desde que lo vio por primera vez, quedaría irremediablemente prendado de la belleza peligrosa que emanaba aquel ser.
— Nota mi presencia. — ordenó suavemente Eren. Pasaron unos segundos, él no obedeció. El castaños se pasó la lengua por los dientes fastidiado. Levi seguía tomando de su vaso despreocupadamente —. Repara en mi Levi, por favor.
Pero nada.
Eren dio un pisotón a modo de berrinche. Era el momento del plan B.
Con un chasquido de dedos cambió la música del local a una más sensual. Apartando bruscamente a las parejas que aún se movían en medio de la pista restregándose entre sí, contoneo las caderas para verse más provocativo y empezó los movimientos lentos de baile imitando el sexo.
— ¡Hey! — le llamo mientras bailaba y fue en ese momento que el hombre por fin le dirigió una mirada y Eren quiso chillar por la emoción —. Baila conmigo.
Vio como el hombre se relamía los labios pero después apartaba su vista de él, soltando un chasquido de lengua a modo de fastidio.
« ¡Hijo de puta! »
— Yo puedo bailar contigo — con una sonrisa sensual se ofreció el rubio cejón, aquel hombre era atractivo, con una aire galante que seduciría a cualquiera, a cualquiera menos a Eren, que sólo estaba interesado en el azabache que parecía fastidiarle su presencia.
— Aléjate, yo sólo quiero con él — señaló con su dedo al azabache mientras le daba un guiño coqueto y su cuerpo se movía sensual —. Si te acercas, te corto las manos.
— Bien valen mis manos por tocarte.
— Te castraré si lo haces.
— ¡Ouch! — soltó y luego se carcajeo, aquel sonido era cautivante pero a Eren no le causó nada.
— Baila con él. — ofrece la 'mujer' castaña de lentes. Eren sonríe —. Te lo sacaras más rápido de encima.
« ¡Joder! No era una puta cualquiera »
« Ahora o nunca » Eren se humedeció los labios y camino sensualmente hasta Levi, a medio camino se detuvo y le hizo un gesto con el dedo para que se acercara, el azabache obedeció tirado por un hilo invisible.
A un palmo del castaño, lo jaló bruscamente de la camisa estampándolo contra él apresando su cintura, el calor aumenta entre los cuerpos, el ojos verdes se refriega contra el cuerpo del demonio y puede sentirlo, hay una erección ahí picándole la cadera. Sonríe. Eso le gusta, le gusta mucho.
Bailan un momento y Levi olisquea el aire, Eren se sonroja.
— ¿Te gusta el olor? Es mi esencia natural. — dice el muchacho mientras se gira y aprieta su trasero contra la entrepierna del azabache.
— Detente. — le ordena el mayor cono voz ronca.
— No, no lo haré cariño, vamos a bailar y lo disfrutaremos — le suelta coqueto el castaño mientras se da la vuelta e inclina su rostro incitando un beso.
Las aletas de la nariz de Levi se expanden absorbiendo el aroma a canela y durazno que se desprende del muchacho, él siempre había tenido debilidad por la canela, y por eso que no se resiste. Lo aprisiona entre sus brazos y estampa sus labios contra el muchacho. Sus sentidos explotan. Su sabor es único y lo embriaga, es la gloria misma. Se pregunta si todo su cuerpo tendrá ese mismo sabor.
De un momento a otro desparecen de la discoteca y aparecen en el callejón de la parte trasera del lugar. Se han destellado.
Los besos continúan y esta vez también las manos participan. Se manosean. Buscan un contacto más íntimo. Eren enreda las piernas en las caderas del azabache que lo empotra en la pared más cercana. El calor aumenta entre ellos y pronto los botones de la camisa de Eren salen volando ante la fuerza de Levi que ha tironeado la tela en busca de más piel que conquistar. Eren jadea cuando siente la boca caliente de Levi capturar uno de su pezones, su cuerpo se refriega contra el azabache deseando más de esas deliciosas sensaciones.
Tan perdido está en el placer de haber logrado un acercamiento con el demonio que no se da cuenta cuando un cuchillo se pega a su cuello. Suelta un respingo asustado cuando el frio objeto se pega a su piel.
— ¿Qué demonios? — dice aun jadeando.
— Nunca pensé que sería tan fácil terminar mi trabajo — la sonrisa perversa de Levi asusta un poco, sólo un poco a Eren —. Pero supongo que teniendo la naturaleza que tienes y siendo el hijo de quien eres, era de esperarse que te descuidaras por buscar un buen acostón.
Las cejas de Eren se junta en clara señal de molestia y sus ojos se cubren con un velo de rabia.
— Pendejo. — le suelta el muchacho antes de lanzarle un derechazo al azabache que no logra esquivarlo a tiempo y termina pegando contra la pared.
— Mocoso de mierda. — dice molesto pero con un algo extraño de fondo.
— No soy una puta ¡Joder! — la voz del castaño es furiosa y antes que el otro se recupere chasquea los dedos provocando que cientos de chispas broten del aire e incendien todo el entorno del demonio que suelta un maldición entre dientes al sentir las llamas nacientes rodear su cuerpo.
Eren desaparece.
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Eren, Dios del Desorden lanzó un grito furioso mientras arrojaba un jarrón de porcelana contra la pared, volviéndolo añicos, el sonido resonó en la habitación. Se sentía humillado, avergonzado de su accionar. Había quedado como una puta y un estúpido.
Profiriendo un chillido de rabieta se tiró sobre la cama, rodando entre las sabanas tratando de sacar sus frustración, la voz de su amigo lo sacó de sus malsanos pensamientos asesinos y destructivos.
— Eren…
— No, Armin no te atrevas a decirlo — enterró su cara en las colchas.
— Te lo dije.
— Te odio Armin.
Sabía que su amigo tenía razón, por supuesto que tendría razón, Armin era el dios del amor, sabia de esas mierdas, pero él siendo tan terco e impulsivo como era hizo caso omiso de las advertencias de su amigo, y por esa razón termino sintiéndose terrible consigo mismo. Aun recordaba el sabor de aquella boca que había bebido de sus labios, la textura y calidez de aquellas manos que habían recorrido gran parte de su cuerpo pero que al final trataron de apuñalarlo.
— Él nos odia Eren ¿Qué esperabas? ¿Qué él se iba a enamorar de ti, sólo por follarte? Tú si eres un suicida.
— Pensaba que mis encantos serían suficientes para doblegarlo — gimoteó sacando la cabeza de las telas, sus ojos se clavaron en la figura de su amigo, rubio, pequeño, blanco y de aspecto hermoso, con aquellos impresionantes ojos azules que podían cautivar a cualquiera, a veces sentía envidia de su amigo, el cual parecía ser del gusto de todo el mundo, en cambio a él todo el mundo lo odiaba por ser hijo de la diosa de la fatalidad, Carla.
El sabor amargo de los recuerdos le revolvió el estómago. Por siglos Eren se había tratado de comportarse bien para agradarle a todo el mundo, había vestido tan correcto, hablando sólo lo preciso, siendo sumiso y acatando todas las ordenes de sus superiores, todo por buscar el cariño y respeto de quienes jamás se lo darían, los demás dioses siempre lo vieron con repugnancia y desdén. Y Eren no pudo más. Un día que regresó a su casa devastado, su madre habló con él, le dijo que no sintiera vergüenza de su naturaleza, que jamás bajara la cabeza y que siempre luchara por sus sueños, y eso es lo que había estado haciendo desde entonces.
— A veces no sé si eres ingenuo o idiota. — la sonrisa comprensiva le nació en los labios a Armin —. ¡Hay Eren! Sé que te enamoraste a primera vista de él, pero debes de entender que eso no tiene futuro, además ¿Qué es lo que le ves a alguien así de amargado y peligroso?
— No es amargado, es sensualmente peligroso, y es por eso que me gusta
— Eres un caos — la risilla burlona del rubio fastidio un poco al castaño.
— Y tú eres demasiado tímido para ser el dios del amor — enarco una ceja picara que hizo enrojecer al dios rubio — No me agrada el maldito pony, pero ¿Hasta cuándo vas a estar en la friendzone por ese imbécil?
— Dejemos el tema hasta ahí.
— ¡Ja! Te gané — se burló el castaño aunque su rostro mostraba tristeza.
Armin se acostó junto a él para acariciarle el cabello y consolarlo.
— Deja las cosas así, mejor enfócate en lo que nos ha caído encima — le recomendó el rubio.
— Eso se oyó a manada, a mi es el único a quien quieren matar ¡Estúpido Zeke! Pero que ni crea que le voy a entregar mi tesoro.
Su mente viajo a aquel momento cuando se encontró con Zeke después de que este se liberara del tártaro, aquel titán que ahora ocupaba la silla del Rey del Olimpo. Él no estaba dispuesto a entregarle 'eso' que haría del reinado de Zeke, eterno, ¡Jamás!
— ¿Qué es ese tesoro que tanto desea Zeke?
— No te lo puedo decir Armin, te pondría en riesgo y yo nunca me lo perdonaría.
Armin siguió acariciando la mata castaña, hasta que sintió que Eren se empezaba a dormir, relajado por sus mimos, lo contemplo mientras dormía. Para Armin, Eren era su mejor amigo, y por eso sabia a cabalidad, que el castaño no sólo sentía un mero capricho por aquel hombre de nombre Levi, la verdad es que su amigo estaba profundamente enamorado de ese hombre, sabía que desde que lo vio dijo que era su destinado y que lucharía por él, lo había visto vigilarlo a sol y a sombra buscando la oportunidad de presentarse ante él, pero Armin siempre lo detuvo, le explicó que aquel hombre era el último ser en que debía fijarse, que sólo dolor le traería pero Eren no le hizo caso, guiado por su naturaleza anárquica continuo con su espionaje y su insistencia de presentarse ante él y al final termino ahí, echado en su cama lamentándose de sus acciones. Armin odiaba ver así a Eren, lo odiaba tanto que haría algo para que al menos su amigo se sintiera mejor.
Una sonrisa maliciosa curvo los labios del rubio.
— Prepárate Levi Ackerman, ya verás cómo te arrepientes por lo que le hiciste a Eren.
Cumpliría esa promesa, la cumpliría como que se llamaba Armin.
Notas finales:
¡Hey! ¿Qué les ha parecido el fic? Ahhh no sé qué decir, realmente estoy influenciado por el libro de esta bella mujer, la señora G.S…..bueno sé que debo actualizar mis otros Fics, pero esta idea me nació violenta y no me ha dejado en paz, tenía que sacarla.
Espero les haya gustado.
Si es así, dejadme un review, que realmente aprecio sus opiniones sobre mis escritos.
Gracias por leer.
Con amor
Charly*
