Si te gustan los Slash y te gusta Peeta y Gale, esta historia es para ti!
Hola chicos!
Bueno, primero que nada esta historia se me ocurrió en un día lluvioso. Fue algo extraño, verán, me gustan estos dos jaja tal vez algunos lo consideren raro o repulsivo, acepto todo tipo de opiniones, solo espero les guste :) Si no les gusta, están invitados a decírmelo! Es el primer capitulo, quiero saber que opinan ustedes, si continuo o lo dejo. Espero les guste.
Los personajes no son míos, son de Suzanne Collins, yo solo juego con la historia.
Este capitulo esta ligero, no tiene mucho lemmon, pero aun así, léanlo bajo su propia responsabilidad.
Gale POV.
Cuando cruce la alambrada llevaba únicamente un conejo, probablemente lo cambiaria en el quemador o quizá lo llevaría a mi madre para que lo cocinara, aun no decidía.
Katniss seguía ocupada con esas estupideces de la victoria. Esta feliz, por supuesto, ella había ganado, había regresado con vida y sobre todo, habían logrado regresar los dos chicos del 12, pero en primer lugar, no se hubieran marchado si la estúpida ley no nos obligara.
No vi a donde me dirigía hasta que entre en el quemador, cambiaría el conejo, eso iba a hacer ahora.
-Gale –dijo Sae desde su puesto-. ¿A dónde llevas ese animal?
-A ningún lado –conteste sin muchos ánimos.
-Bueno, te lo cambio por dos cuencos de sopa.
-Sae, ni aunque muriera de hambre me tragaría tu sopa, es asquerosa, lo sabes.
-Tres cuencos.
-Trato –le entregue el conejo y espere a que sirviera, a pesar de todo, el sabor de la sopa siempre era agradable.
Salí del quemador con los cuencos llenos, los llevaría a mi familia.
Cuando llegue a mi casa mi madre estaba afuera, me miro de lejos y yo sabía que ella no estaba de acuerdo con mi actitud, Katniss no había tenido la culpa de nada y yo no podía seguir con esto dentro, Katniss había regresado y como su amigo, debería estar a su lado. Pero no me apetecía.
Entregue los cuencos a mi madre y seguí caminando sin nada que hacer. El domingo era el único día que podía pasar en el bosque por completo y ahora solo había conseguido un conejo en medio día.
Decidí repentinamente pasar a ver a Katniss, me había dicho que no podría llegar al bosque por unos asuntos del capitolio, algo acerca de la gira de la victoria.
-Katniss está con Haymitch –me dijo Prim después de que abriera la puerta.
-Gracias –le dije sonriendo un poco.
Me pare frente a la casa de Katniss, no me gustaba mucho Haymitch, más bien, no me gustaba.
Y entonces hice algo que nunca me había imaginado hacer, ir a saludar a Peeta. Era estúpida mi actitud, lo sabía y tenía que hacer algo bien, por lo menos. El chico tampoco tenía la culpa de nada y tanto él como Katniss fueron importantes para cambiar las reglas de los juegos. Le debía las gracias por haber traído a Katniss… ¿Se las debía?
Ya era muy tarde para arrepentirme.
-¿Gale? –pregunto Peeta una vez que abrió la puerta.
-¿Puedo pasar? –vacile un poco.
-Por… por supuesto –contesto él con un poco de duda en su coz.
Me adentre en la gran casa que ahora tenia, olía delicioso. Una mescla dulce y agradable, algo como atrayente y fácil de distinguir, y entonces me di cuenta que el olor emanaba de Peeta.
El chico llevaba puesto un mandil blanco con manchas de pintura.
-¿En qué puedo ayudarte? –pregunto con un tono muy… dulce.
-Solo pase a ver si estaba Katniss pero creo que no está y….
-Yo tampoco sé donde esta –dijo él con una sonrisa-. Ella no me habla mucho últimamente.
-A mi tampoco –acepte.
-¿No?
-No realmente, si nos hablamos, pero digamos que los juegos nos marcaron a todos. Katniss no es la misma de antes y yo… debo aceptar que tampoco soy el mismo. –dije y no supe porque. Peeta no me agradaba lo suficiente para hablarle y ahora estaba aquí frente a él confesando mis cosas personales.
-Eso es seguro.
-Bueno, solo pase por aquí para darte las gracias, que Katniss haya regresado a salvo también fue cosa tuya, así que… gracias.
-No me des las gracias, ella fue la que hizo todo.
-Katniss me conto sobre fingir un romance para poder ser salvados los dos, creo que tú fuiste el que mejor lo actuó… -Y nuevamente estaba hablando más de lo que me habría esperado.
-Sí, pero ella me mantuvo vivo, así que yo debería darle las gracias a ella una vez más. –su semblante cambio, su rostro demostraba una gran tristeza, algo extraño en un rostro tan angelical como el de el, y por alguna extraña razón, me dolió.
-Creo que es hora de irme –le dije.
-Puedes quedarte aquí, estaba pintando unos cuadros, mis padres están en la panadería…
-No debería, de verdad, no es muy bueno que este aquí.
-¿Por qué?
-¿La verdad? No me agradas mucho –confesé. Nuevamente me asombre por la manera en que el me hacia hablar. Peeta tenía algo… algo que te hacia hacer cosas que nunca habrías hecho, una energía atrayente.
-No puedes decir eso si no me conoces –me dijo.
No supe como contestarle.
-Te propongo algo, vamos a conocernos, podemos ser buenos amigos, si no funciona, todo seguirá como antes… -volvió a decir con esa voz tan extraña.
¿Amigos? ¿Peeta y yo? ¿Amigos? ¿El chico hablaba en serio? Busque alguna señal de que se estuviese burlando de mí, no la encontré.
-Me parece bien –lo acepte, pero después de decirlo me arrepentí, no debía estar haciendo esto, aunque debía aceptar, el me comenzaba a agradar y eso no era lo que yo buscaba.
-Estaba preparando unas galletas –el sonrió-. Acompáñame.
Comenzó a quitarse el mandil sucio y lo coloco en un perchero, debajo de el llevaba un pantalón color gris y una playera ligera color blanca.
Lo seguí hasta la cocina, la casa era hermosa, eso debía aceptarlo, era lo más lujoso que yo había visto en toda mi vida, pero era un lujo ganado a base de la muerte de muchos jóvenes.
-Me gusta usar este horno –comenzó a decir Peeta cuando entramos en la cocina, una cocina con cosas que yo jamás había visto-. Es práctico y muy rápido –continuo él mientras abría una especie de horno grande con unas mechas de fuego en la cubierta. Estufa, creo que así se llamaba.
-Esto es dulce, se les puede poner chocolate, pero preferí usar caramelos –Peeta sostuvo una especie de bolsa blanca que terminaba en un angosto tubo de metal, del cual salía una extraña sustancia blanca con chispas de colores, coloco un poco sobre una galleta-. Se hace cuando están calientes, para que se adhiera bien a la galleta y se enfríe junto con ella.
Continúo haciendo lo mismo con dos galletas más.
-Ven, inténtalo –me extendió la bolsa blanca mientras sonreía.
-No creo que sea buena idea –le conteste.
-Vamos hombre, no es tan difícil –camino hacia mí, como yo me había quedado parado en la puerta de la gran cocina, tubo que cruzar de un extremo a otro e inesperadamente me tomo de la mano-. Tienes que intentarlo –volvió a decir. Su pequeña mano se cerró alrededor de la mía mientras me jalaba hacia la barra en donde estaban las galletas. Su mano, a diferencia de la mía, era cálida, suave y sedosa. Un extraño calor se desprendía de entre nuestras palmas y mi corazón iba aumentando la velocidad de sus latidos.
Me puso frente a la barra donde estaban las galletas y se puso a mis espaldas.
-Mira, se hace así –Me entrego la bolsa blanca de donde salía el caramelo y la sostuve con la mano derecha. Peeta tomo mi mano derecha y con su otra mano tomo mi mano izquierda. Llevo mi mano izquierda hasta el extremo de la bolsa y comenzó a apretar con delicadeza hasta que la masilla de caramelo salió del extremo de la bolsa-. Inténtalo tu solo –concluyo.
Me resultaba extraño estar haciendo esto. Decorar galletas, no era algo que siempre hubiera deseado hacer, pero tenía que aceptar que era algo interesante. Había un ligero calor en la cocina y el aroma de las galletas y del caramelo al mezclarse con ellas era algo delicioso, algo que yo nunca había comido. Termine de cubrir todas las galletas en menos tiempo del que me habría esperado.
-¿Ves? No era tan difícil –dijo Peeta a mi lado.
Solo sonreí y no supe si él lo abría notado.
-Tenemos que esperar a que se enfríen para poder comerlas, podemos hacer otra cosa mientras tanto…
-De hecho, creo que tengo que irme. Hoy no eh cazado nada y mi madre me estará esperando con la cena, así que me voy.
-Quédate. –susurro el-. Acepta que te de algo para tu madre y tus hermanos y así puedes quedarte otro momento más. –No comprendí en el instante que me lo dijo ¿Peeta me estaba pidiendo que me quedase en su casa? ¿Me estaba ofreciendo comida para mi familia? ¿Podría yo aceptar esa comida? ¿Podría aceptar quedarme en su casa un momento más?
-De verdad, tengo que irme –volví a decir. Había algo aun que no me agradaba de todo esto, pero justo ahora, en este momento, no sabía el que.
-Bueno, al menos déjame enseñarte algo ¿Me acompañas?
Asentí ligeramente. Peeta comenzó a caminar por delante de mí y me guio hasta las escaleras. Esta vasa era tan lujosa, cada pequeña parte de esta casa valdría lo suficiente para alimentar a una persona. Desde ese pequeño florero dorado en la mesa, hasta los grandes muebles que le adornaban.
Subimos las escaleras y me limite a seguir a Peeta, si me ponía a pensar en la situación, iba a terminar quemando la casa.
-Entra –me ordeno abriendo una puerta de madera.
Cuando entre a la habitación me sorprendí un poco. Había muchas fotografías en toda la habitación, no distinguí a nadie en específico, pero podía notar algo. Los arboles, el arroyo, los mutos. ¿Peeta había fotografiado los juegos? Y entonces me di cuenta de algo, no eran fotografías eran pinturas, pero eran exactamente igual a como debían ser en realidad. Ahora lo notaba. El pequeño rostro de la niña del distrito 11, Katniss, Incluso Peeta. Estaban pintados perfectamente y con todos los detalles.
-Son hermosas, Peeta –susurre. Y no supe porque. ¿Yo apreciando una pintura?
-Quiero que veas estas.
Me acerque a él y vi en la dirección hacia donde apuntaba su mano.
-¿Soy yo? –en una esquina había tres pinturas. Una era Katniss cazando, conmigo a su lado sonriendo. En otra estaba yo entrando de la alambrada con un par de charlajos en mis manos. Y en la otra estaba yo, fuera de mi casa exprimiendo mi camisa entre mis manos.
-¿Me has pintado… desnudo? –pregunte con un poco de coraje y desconcierto.
-No estás desnudo –contesto él.
-No tengo camisa –le dije. Me sentía incomodo, incomodo al verme en la habitación de Peeta, incomodo al darme cuenta que Peeta me había pintado con todos mis detalles. Era como si yo estuviera clonado en ese lienzo de pintura.
-Ese día yo estaba pasando por ahí y te vi, me gusta pintar todo y pintarte a ti me parecía interesante, además eres importante para Katniss y tenía pensado un día entregarle las pinturas sobre ti.
Me quede en silencio otra vez mientras me sorprendía más y más por la exactitud de la pintura de Peeta.
-¿No te molesta, o si?
-Fue extraño –respondí-. Pero en realidad no me molesta. –acepte.
-Puedes venir cuando quieras, puedo enseñarte a pintar…
-Tal vez después.
-Pues aquí estaré cuando gustes, Gale –me miro a los ojos y sentí por un momento que me perdía en ellos.
-Gracias, ahora tengo que irme, nos vemos luego –Salí de la habitación sin esperarlo y me dirigí a la salida. No me gire hacia atrás en ningún momento, solo seguí caminando, hasta cruzar la alambrada y adentrarme en el bosque.
Pero a partir de eso todo salió mal, no pude cazar nada bueno porque estuve distraído en todo momento, pensando en Peeta. Esto estaba mal. Yo estaba mal.
Llegue a casa con solo un conejo en mis manos, el animal era pequeño, quizá solo seria para mis hermanos, pero conseguí algunas raíces que mi madre podría hervir para comer un poco nosotros.
-Solo conseguí un conejo y raíces, al parecer…. –me detuve a mitad de la frase, mi madre estaba conversando con alguien en la mesa. Con Peeta.
-Gale –dijo mi madre sonriendo-. El joven Mellark vino a visitarnos y trajo algunas cosas.
-Te esperamos para cenar –Peeta señalo lo que estaba en la mesa, había muchas cosas, en primer lugar, un gran pollo adornado con verduras que yo no conocía. Había varios recipientes más a lo largo de la mesa.
Escuche las risas de los niños acercándose a nosotros, risas de alegría.
-¡Gale! –gritaron todos juntos-. ¡Mira tienes que probarlo!
-¡Los trajo Peeta!
-¡Son deliciosos!
-¡Y mama tiene más! –el griterío de niños exploto de felicidad mientras saboreaban algo.
-Peeta les trajo algunos caramelos –me explico mi madre-. Les dije que se esperaran hasta después de comer pero no quisieron… -La mirada de mi madre era como de preocupación, ella sabía que yo jamás aceptaría algo que proviniera directamente del capitolio-. Eh guardado dos botes repletos de caramelos para después…
-Está bien –por fin hable.
-Vamos, ven, comencemos a comer –Peeta me sonrió y palmeo una de las sillas a su lado.
Me dispuse a seguir con sus planes, mis hermanos se veían realmente felices y yo no era tan cruel como para negarles esa felicidad.
Peeta POV.
-Muchas gracias por todo, Peeta –me dijo la mama de Gale.
-No fue nada, señora –le conteste mientras sonreía-. Cada vez que pueda, haremos lo mismo.
Mire a Gale, advirtiéndole dulcemente que él no iba a poder hacer nada para detenerme.
-Te acompaño –me dijo Gale adelantándose.
-No vivo tan lejos, puedo llegar solo.
-No importa –insistió. Me despedí de su madre y de sus hermanos.
Caminamos gran parte del trayecto en silencio.
-El próximo domingo puedes ir a mi casa –le dije cuando entramos a la aldea de los vencedores.
-Me gustaría –susurro el casi inaudible.
-Pues te estaré esperando, te enseñare unas cosas que tal vez te resulten interesantes, como pintura o puedes aprender a cocinar algo para que sorprendas a tu familia…
-Suena interesante –dijo un poco cortante.
Llegamos a mi casa y me gire rapidamente para encararme con él y él se detuvo un poco después, nuestros cuerpos quedaron a unos quince centímetros de distancia, por supuesto, tuve que levantar mi rostro para verlo a los ojos.
-Nos vemos después, Gale –susurre.
-Tengo que agradecerte por todo lo que hiciste por mi familia, verdaderamente yo jamás habría aceptado algo así, sabes cuánto detesto todo lo que proviene de esos perros. Pero mis hermanos se veían felices, felices como nunca lo habían estado, gracias por eso, Mellark.
-No agradezcas, estaré esperándote para cuando quieras regresar –sonreí.
Sin despedirse el se dio media vuelta y se fue.
Entre la panadería, las visitas a Haymitch, un encuentro poco agradable con Katniss y unas visitas sorpresas a los hermanos de Gale mientras él trabajaba en las minas, los días pasaban muy rápido.
Metí la mescla en el horno de la cocina y me senté en la mesa para leer que otros ingredientes llevaría mi pastel. Era un pastel nuevo, era la primera vez que lo hacía y primero tenía que asegurarme de que fuera comestible antes de llevar la receta a la panadería, donde ahora estaban mis padres, mis hermanos tenían que continuar estudiando y trabajando, por que el único que se abstenía de eso era yo. En caso de que yo muriera, a ellos los regresarían a nuestra antigua casa y tendrían que seguir su vida sin las comodidades del capitolio.
Mientras analizaba mi receta se escucharon unos golpecitos en la puerta. ¿Quién podría ser?
Camine hasta la entrada y espere un momento más, ahora se escucho el timbre. Abrí la puerta.
-¿Gale? –me sorprendió verlo ahí, parado frente a mí, con la misma ropa desgastada que utiliza para cazar, pero ahora estaba limpia.
-No sabía cómo funcionaba el timbre, solo lo oprimí, creo que si funciono.
Sonreí ampliamente y el hizo lo mismo. Había algo en sus ojos, un brillo que nunca había visto. Lo añadí a mi lista para mis próximas pinturas.
-¿No se supone que debes estar trabajando?
-Sí, pero no tenía ganas de ir hoy y… y dijiste que viniera el domingo, pero el domingo estaré cazando con Katniss y no sé, supuse que sería buena idea venir hoy –Gale comenzó a hablar demasiado rápido que terminaba mesclando las palabras-. Aunque si no fue buena idea puedo regresarme, no tengo ningún problema.
-Calla –le dije-. Entra, me alegro mucho de verte. –mantuve la puerta abierta hasta que el paso.
-Es solo que… no sé, no tenía muchas cosas que hacer y venir me pareció buena idea…
-Tranquilo, no estaba haciendo nada importante y me alegro que hayas venido, de verdad –un sonido proveniente de la cocina capto mi atención-. De hecho, llegaste en mejor momento, quiero que pruebes un pastel que acabo de inventar. –Lo tome de la mano como la última vez, jalándolo detrás de mí.
-Huele delicioso –dijo Gale.
-Espera a probarlo –tome los guantes de tela y abrí el horno, después de esperara a que el vapor caliente saliera, saque la charola con el molde del pastel, retire el molde y quedo el pan esponjoso y caliente con una perfecta forma circular.
Olfatee un poco, olía delicioso.
Le hice una seña a Gale para que se acercara y come un poco de pan entre mis dedos, estaba caliente y suave. Lo metí en mi boca y analice el sabor. Era mucho mejor de lo que me había imaginado.
-Prueba –tome otro pequeño pedazo entre mis dedos y lo metí en la boca de Gale, por alguna razón, cuando mis dedos rosaron sus labios sentí una corriente eléctrica atreves de mi mano.
-Esta delicioso. ¿De qué es?
-Es mi receta secreta, además de ser delicioso, va a costar muy poco, será un poco más accesible.
-Bueno, no recuerdo cuando fue la última vez que comí pastel, para serte sincero.
-Este te encantara –saque todos mis utensilios de los cajones y todos los demás ingredientes de la alacena.
Prepare mis cosas, el betún, los caramelos, el chocolate, las frutas y todo lo puse sobre la barra, junto al pan.
-Puedes sentarte, en un momento estará todo listo –le dije. El solo asintió y se sentó en una silla a un lado de la barra.
Comencé a untar el betún color azul en todo el pan, después me deje guiar por lo que sentía en ese momento y poco a poco el pastel fue tomando forma. Había tres flores en un extremo del pastel y ahora estaba colocando unos detalles en todo el contorno color dorado.
-Peeta ¿puedo preguntarte algo?
-Por supuesto –seguí con mi atención puesta al pastel y Gale entendió que no me haría despegar mi vista de aquí, pero aun así le pondría atención.
-Lo que paso en la arena… ¿fue cierto?
-¿A qué te refieres?
-Eso de… los trágicos amantes del distrito 12.
Me quede en silencio durante un momento.
-Si –conteste por fin.
-entonces ¿todo lo que le dijiste a Katniss era verdad?
-Todo en lo absoluto –le asegure.
Hubo un largo momento de silencio entre los dos, incluso yo deje de decorar el pastel.
-Sabes que Katniss no siente lo mismo por ti, ¿verdad?
-¿A qué viene eso? –pregunte un poco enfadado.
-A que ella no te corresponderá, ella no te ama.
-¿Has venido solo a eso? ¿Solo a decirme algo que ya se?
-Es solo para que no te hagas ilusiones con ella.
Así que todo el plan de él era hacer que me alejara de Katniss, eso era lo que quería Gale. Pues yo no iba a dejarla, no para darle guerra a Gale, si no, porque lo que yo sentía por ella era de verdad.
-Peeta, hizo eso en la arena porque no soportaba la idea de dejarte morir, no después de que tú la alimentaras aquella vez. Lo hizo porque te lo debía…
El tono en que me lo dijo me molesto. Algo que pocos lograban hacer.
-Mira Gale, si estas enamorado de ella, no es mi problema, yo sé cómo es ella y sé lo que hizo. Pero también sé que esos momentos en la arena en que estuvimos solos… se que fueron reales. Lo sentí. Lo sentí por ambos lados, ella sabe que siente algo por mi y no voy a dejarla solo porque tu estas enamorado de ella y sabes que ella de mi. Si a eso viniste, será mejor que te vayas…
Y entonces todo paso muy rápido, no lo vi venir. Gale estaba parado frente a mí y me había tomado del rostro y sus labios se habían impactado con los míos.
Mi cuerpo se quedo rígido entre sus brazos y sentir su cuerpo musculoso y grande junto al mío me hizo sentir algo que me recorría de la cabeza a los pies.
Gale abrió un poco sus labios y saboreo los míos por escasos segundos.
-Lo siento –dijo cuando se retiro rapidamente de mi, asustado-. Sera mejor que me valla –y salió de la habitación.
Por un momento me quede plasmado en aquel lugar, pero cuando escuche sus pasos alejarse corrí detrás de él.
-¡Gale! –grite cuando el ya había abierto la puerta. El se detuvo y se giro hacia mi justo a tiempo para sostenerme con sus brazos cuando me impacte en su cuerpo. La puerta se cerró con un fuerte golpe a sus espaldas.
-Ahora no te voy a dejar ir –le susurre antes de ponerme de puntas para besar sus labios una vez más.
Pero ahora fue diferente, sus labios suaves y cálidos se abrían paso entre los míos, sus manos grandes se aferraban a mi cintura y me juntaban hacia su cuerpo. Una energía que jamás había sentido me hacia liberarme de mi cuerpo, algo en mi estomago me recordaba que ahora estaba más vivo de lo que nunca había estado. Algo me indicaba que apenas había comenzado a vivir.
Que les pareció? Les gusto? No les gusto? Continuo? La dejo? Por favor! me interesa mucho su opinión! Gracias!
