Capítulo 1 - Les hacía tanta falta...
-¡Papá! ¡Papá! ¿Qué te pasa, papá?
Las voces lo despertaron de un profundo letargo. Tony abrió los ojos y encontró a su lado una pequeña carita enmarcada por rizos rubios y despeinados. Sus ojos, oscuros y penetrantes, lo miraban con preocupación. Debía llevar un buen rato llamándolo.
¿Es que no me oías? -La niña se quedó en silencio durante un momento para añadir en tono compungido-. Pensé que te habías ido... como mamá.
Tony se incorporó y cogió a su hija en brazos para luego sentarse con ella en la cama deshecha y arrugada. -Sarah, no me voy a ir a ninguna parte. Te lo prometo.
-Mamá también me lo prometió- apuntó la pequeña con un hilo de voz.
Tony miró al suelo y tragó saliva. -Ella no quería dejarte. Pero... se tuvo que ir.
La niña miró al techo y luego clavó de nuevo sus ojos en su padre. Este la abrazó con fuerza y respiró hondo. Tenía la misma mirada que su madre. La misma fuerza interior que lo había vuelto loco años atrás.
Hacía ya tres meses que se encontraba solo con la niña y ninguno de los dos conseguía acostumbrarse a estar sin ella, la madre, la esposa, el pilar de la familia.
Tony le dio un beso a su hija en la cabeza y la dejó en el suelo. -Anda, ve a vestirte. Iremos a ver al abuelo dentro de un rato.
-¿Me ayudarás a peinarme?
Tony asintió con una sonrisa triste. En cuanto Sarah desapareció por la puerta, volvió la mirada a una foto que tenía sobre su mesita de noche y la cogió, pasando los dedos por la imagen. -¿Por qué tuviste que irte?- El hombre devolvió la foto a su lugar y suspiró. Ella les hacía tanta falta...
