En el otoño de 1989.

Un hogar de los suburbios de Boston mantenía sus puertas abiertas, la calle residencial lucia en silencio y vacía a excepción de todos los autos de lujo que llegaban a estacionarse hasta en los jardines vecinos sin importarles el maltrato a estos que nadie se atrevería a reprocharles.

El hogar con las puertas abiertas comenzaba a atiborrarse de personas que rían y hablaban escandalosamente en el interior, abrazándose y besándose para demostrarse su afecto familiar. Las mujeres en su mayoría se encontraban en la cocina preparando con alegría los alimentos que disfrutarían todos más tarde y que serían dispuestos en mesas en el jardín trasero pero lo principal de la ocasión se encontraba entrando por la puerta principal bajo las exclamaciones de todos.

-¡A un lado! ¡Háganse a un lado! Per favore –. Exclamo Francesco Rizzoli guiando al pastelero y su ayudante que cargaban con dificultad una gran y preciosa tarta, los llevo hasta la parte trasera.

Angela, su amada esposa, hizo espacio en la mesa central de la celebración quitando las botanas y los tazones de dulces que eran vaciados a un ritmo casi alarmante pero era lo normal en una fiesta de niños.

Francesco les mostro el espacio sonriendo abiertamente y los hombres depositaron el pastel con mucho cuidado –Gracias, muchas gracias.

-No es nada, Francesco –. Dijo el pastelero mientras se estrechaban la mano –Dale mis felicitaciones a tu hija y mis respetos a Leone.

-Claro, le diré que hiciste un trabajo precioso.

Los hombres de la pastelería se marcharon de inmediato mientras Angela se acercaba a abrazar a su marido frunciendo levemente el ceño al ver la decoración de la tarta –Si… "precioso"

Su esposo rio negando al escuchar su sarcasmo y evidente molestia menor –¿Qué tiene de malo? Luce bien.

-Claro que si… la decoración de sesos escurriendo por los costados es encantadora –. Se quejó la mujer señalándolo y luego miro a su alrededor donde niños corrían por todo el lugar con disfraces –Y combina de maravilla con lo demás.

-Vamos, Angie. Todo está magnifico y es su cumpleaños, y como pediste la hizo temática –. Agrego el hombre sonriendo de la mejor manera para que su mujer no fuera a explotar aquel día.

Angela dejo caer su quijada y luego suspiro –Si, hizo lo que pedí… es una pena que no me imaginara que la haría de películas de terror. Es muy lista.

-Esa es mi niña –. Afirmo Francesco con orgullo para luego notar la mirada concentrada de su mujer sobre su persona pero en un instante otro suspiro se hizo escuchar.

-Si, esa es nuestra niña ¿puedes creer que cumpla 13 ya? –. Susurro la mujer con melancolía aferrándose más a su esposo que le acaricio la espalda con amor.

La sonrisa animada que el hombre había mantenido en todo el día se desinflo lentamente hasta dejar una desanimada y resignada –No, no puedo… aun puedo verla colgada de mi espalda riendo infantilmente, ahora creo que pronto seré el que se cuelgue de su espalda.

La pareja rio imaginando la escena pero no tuvieron que esforzarse demasiado y es que en ese preciso instante su princesa, su hija primogénita, Jane Rizzoli salía de su hogar corriendo. Su cabello caoba se encontraba sujeto en una coleta alta para que no estorbara durante sus juegos, su ropa eran harapos manchados de sangre falsa y fango que sin duda luego irían a la basura, en sus manos empuñaba un gran machete de plástico y su rostro se ocultaba bajo una máscara de hockey del mismo material. Con su gran altura y delgadez se notaba el potencial de la que sería una preciosa mujer italiana, y su sonrisa brillante aun a su edad la hacían tener multitud de admiradores, que como en aquel momento en que se levantó la máscara para beber algo de zumo deteniendo su juego por un instante, suspiraron sonriéndole sin parar aunque esta los ignoraba.

Francesco que noto las sonrisas de los chicos, se tensó al instante a la vez que su ceño se frunció causando la risa de su esposa –Y viene la mejor época, bueno… para mí, para ti lo dudo.

Este solo pudo gruñir sin dejar de ver feo a los pobres pre pubertos que lo notaron retrocediendo unos pasos pero de pronto vieron algo o a alguien, que en un instante los hizo huir. Francesco sonrió mirando hacia la puerta trasera de la casa por donde un hombre con el que mantenía un gran parecido salió sonriendo recibiendo los saludos de todo con el que se cruzaba aunque no les ponía real atención. Su mente estaba concentrada en buscar a su blanco que simplemente no hallaba, pero no era necesario que buscara.

Jane apareció a su espalda, en cuanto había sabido de la llegada del hombre corrió a su encuentro y ahora que este se encontraba indefenso aprovecho para saltarle a la espalda, abrazándose a él como koala –¡Tío Leone, viniste!

El hombre rio por lo bajo sujetándole las piernas a la vez que daba un leve salto para que esta se acomodara mejor en su espalda –Naturalmente sono venuto… non mi perderei il compleanno della testa per il mondo (Por supuesto que vine… no me perdería el cumpleaños de la jefa por nada del mundo).

La joven rió por lo alto mientras su tío le daba vueltas sin parar pero luego de unas cuantas la bajo riendo al verla algo mareada, un hombre se acercó a ellos vistiendo completamente de negro y cargando un maletín decorado con un brillante moño azul con rojo.

Leone lo tomo en cuanto le fue ofrecido y Jane lo observo con ansiedad infantil sonriendo abiertamente –Mia cara bambina, un regalo degno per il capo che siete (Mi querida niña, un regalo digno para la jefa que eres).

La pequeña tomo el maletín y se hinco sobre el césped para poder abrirlo sin problemas, desenrollo el moño y los listones que lo decoraban en un instante para luego abrirlo. Una preciosa arma brillante de nickel con culata en un suave tono caoba se encontraba depositada en el interior descansando sobre su estuche de terciopelo con su cargador a un costado lleno de balas de 9mm, la culata tenía las iniciales de la pequeña en oro puro.

Jane se quedó congelada sonriendo tan brillante como el mismo cañón del arma y por puro instinto la tomo con su mano izquierda, necesito algo de fuerza y aunque era evidente que le quedaba algo grande ella no dejaba de mirarla como si fuera la cosa más gloriosa del universo. Su tío se hinco en la hierba a su lado, sonriendo complacido por hacer feliz a la niña que dejo el arma en un rápido movimiento para luego lanzarse a su cuello.

-Grazie, grazie grazie… –. Dijo en múltiples ocasiones pero luego soltó al hombre regresando su atención al arma a la que acaricio con dulzura sosteniéndola de nuevo en alto sin dejar de sonreir –Grazie uomo, è l'amore prezioso! (¡Gracias tío, es preciosa me encanta!).

Leone mantenía su mirada miel sobre el rostro de su sobrina, la adoraba desde que había nacido y al ver como esta crecía llena de fortaleza y ahínco, con un carácter potente que no se dejaba doblegar ni por su madre. No pudo evitar perder la cabeza por ella y mirarla como a su propia hija, así como su corazón la amaba.

-Tutti capo italiano deve portare un Beretta italiano (Toda jefa italiana debe portar una Beretta italiana) –. Dijo el hombre sonriendo a la vez que se abrió un poco su saco mostrando su arma que se encontraba asegurada en su sobaquera de cuero negro, la niña la miro y le sonrió con complicidad.

-Dio! –. Exclamo Angela al ver el regalo cuando se acercó junto a su esposo que suspiro por lo bajo mirando de mala forma a su hermano –¡Jane, deja eso ahí!...

La castaña que se encontraba justo en ese instante amartillando su arma solo para disfrutar del sonido que esta hacía, confusa y aturdida volteo hacia su madre mientras los hermanos cruzaban miradas con seriedad. En un momento su rostro abandono su sorpresa para fruncir el ceño –No, es mía.

La firmeza de su respuesta golpeo invisiblemente el rostro de su madre que un instante se enfureció mientras el corazón de Leone sonreía encantado –¡Jane…!

Francesco sujeto a su esposa que lo miro molesta por haber sido interrumpida, se acercó a su oído y susurro –No discutan en su cumpleaños, yo me encargo –. La mujer apretó los puños temblando pero asintió para luego retornar a la cocina aunque no sin antes darle una furiosa mirada a su cuñado. Su esposo se colocó en cuclillas junto a su hija y le sonrió –Cariño…

-Es mi regalo y no tienen derecho a quitármelo –. Sentencio la niña con firmeza.

-Me recuerda a mamá –. Susurro Leone a su hermano que asintió.

-No, cariño. No te la quitaremos –. La pequeña le sonrió a su papá con dulzura atontándolo un poco pero luego recordó lo que iba a decir –Pero, tus amiguitos te están esperando para jugar y tú ya conoces las armas, no son juguetes… ellos puede que no lo sepan. Así que ¿Qué te parece si la guardas en su estuche y la pones junto a los demás regalos?

Jane lo pensó con seriedad y asintió en un instante –Entiendo, papá. Lo hare enseguida, solo deja le pongo el seguro.

-Estupendo –. Francesco observo como su hija con toda calma volvía a guardar el arma en el maletín para luego ponerse de pie y caminar hacia el interior de la casa aunque deteniéndose un momento para volver a abrazar a su tío que sonrió y luego marcharse dejando a los hombres solos.

-Es genial…

-No me vengas con estupideces, Leone. ¡¿Cómo se te ocurrió la brillante idea de regalarle una pistola a una niña?! ¡una niña! –. Farfullo Francesco con enojo cuidando que su enojo o discusión no fuera evidente para los demás.

Su hermano levanto los hombros a la vez que sacaba un cigarrillo de su cigarrera de plata que luego volvió a guardar en el bolsillo de su camisa sobre su pecho –Quería darle algo que le gustara, eso es todo.

-¡Es una NIÑA y eso es un arma ¿Qué es lo que no ves mal ahí?!

Leone miro a su hermano y negó –Y tú y tu mujer, no dejan de verla como una delicada flor… a ella le gustan las armas ¡las ama! Así como ama los autos rápidos y el boxeo, es una luchadora ¡Es una Rizzoli! Dejen de tratar de volverla lo que no es, dejen de tratar de matar el instinto que heredó.

-¿Para qué?... ¡Para que termine como tú, no gracias! –. Exclamo Francesco con un poco más de potencia llamando la atención de algunos invitados.

Leone sonrió forzadamente y le dio una poco cariñosa bofetada oculta tras el velo de la hermandad –Cuidado, mucho cuidado con lo que dices… Frankie, eres mi hermanito y te amo pero no permitiré que por ningún motivo me faltes el respeto ¿entendido?

Fue el turno de Francesco de apretar la mandíbula mientras su rostro dibujaba un semblante tranquilo –Leone, eres mi hermano mayor y te amo pero te advierto que no permitiré que me digas como debo o no educar a mis hijos ¿entendido?

Los hermanos se miraron fijamente a los ojos con firmeza sin dar su mano a torcer hasta que Leone no pudo más, soltó una sonora carcajada y volvió a palmear la mejilla de su hermano en múltiples ocasiones pero con suavidad para luego acercársele a besarlo a ambos lados de su rostro.

-Entre la fortaleza de Angie y tus agallas ¿Cómo no querían que Jane saliera cómo es? –. Dijo con una sonrisa brillante en su rostro.

La comida había terminado hace un rato y el momento central de la celebración llego. Era tiempo de cortar la tarta y la familia al completo rodeo la mesa donde esta había sido dispuesta con pilas de platos de fiesta a sus costados y múltiples bolsas llenas de tenedores de plástico.

Jane ocupo el lugar central frente al gran pastel de decorados de zombies a la que por supuesto, Angela se encargó de tomarle una fotografía con la cumpleañera antes de ser devorada por los más de 50 invitados. Frankie Jr se colocó al lado derecho de su hermana, solo se llevaban un par de años de diferencia pero siempre habían sido inseparables a diferencia de su relación con su otro hermano; Tommy, que tenía solo 8 años, no se llevaba con su hermana con la que siempre había entablado una silenciosa batalla por la atención familiar. Como en aquel momento donde se encontraba decidido a partir el pastel, por suerte su madre y padre lo intuyeron quitándole el cuchillo apenas sus dedos lo tocaron a la vez que Angela lo rodeo con firmeza con sus brazos tratando de controlarlo susurrándole que ya tendría el suyo.

La cámara fue manejada por un amigo de los tantos que asistían, que capturo todo lo que pudo del momento incluyendo una fotografía de la sonriente familia, seguida por el apagado de las velas y el posterior asesinato del pastel relleno de fresa que derramaba un poco por los costados como si realmente se tratara de un cuerpo. Algo que encanto a la cumpleañera que enseguida le susurro a su tío que le agradeciera al pastelero, era lo suficiente mayor para comprender que muchas veces tenían trato preferencial gracias al hombre.

La tarta se dividió en varias porciones que fueron entregadas a toda persona en el lugar pero una vez que este desapareció en sus bocas llego el momento de la despedida. Era una fiesta de niños y estas terminan temprano además de que al día siguiente habría clases.

Pronto la casa quedo casi vacía quedando solo la familia y Leone en el interior, sus dos custodios permanecían en el porche de la casa aguardando el momento de la partida sin entrometerse y en completo silencio.

-Angie, todo estuvo estupendo –. Dijo Leone abrazando a su cuñada que le retorno el gesto con una sonrisa aunque en su interior detestaba la presencia del hombre, que la soltó para abrazar a sus sobrinos a la vez –Sean buenos y Frankie, nos vemos el sábado en tu juego.

-¿Vendrás? –. Pregunto animado el niño.

Su tío le sonrió –Por supuesto que si, es béisbol y tú estarás jugando... no hay forma de que me lo pierda.

-¡Genial! –. Frankie con una gran sonrisa choco su palma contra la de su tío.

Por su parte, a Tommy le desordeno el cabello con una sonrisa mientras se ponía de pie y se alejaba de inmediato para abrazar a Jane con fuerza haciéndola despegar sus pies del suelo por un rato.

-Spero vi sia piaciuto il vostro partito, testa (Espero que hayas disfrutado tu fiesta, jefa) –. Le susurró al oído.

-Sì, molto. Grazie per tutto, soprattutto per il mio regalo… e ricordatevi di essere buono con pasticcere (Si, mucho. Gracias por todo, en especial por mi regalo... y recuerda ser bueno con el pastelero) –. Respondió la joven en el mismo tono bajo, no quería que su madre los escuchara.

Leone sonrió con orgullo, la astucia de su sobrina lo encandilaba cada día un poco más –E noi marca il vostro regalo, uno di questi giorni (Ya iremos a estrenar tu regalo, un día de estos).

-Domenica e poi il gelato? (¿El domingo y luego helado?) –. Jane lo miro ilusionada mientras sus pies volvían a tocar el suelo.

-Naturalmente, testa (Por supuesto, jefa).

Jane sonrió encantada y en su interior comenzaron a crecer los deseos y ansias porque el día llegara. Los niños le sonrieron al hombre como despedida mientras Angela y Francesco lo escoltaban hacia la puerta donde ella se quedó forzando a sus hijos a que se quedaran a su lado para permitirle a su esposo que despidiera en privado a su hermano.

Francesco y Leone anduvieron tranquilamente hasta el auto de este donde ya se encontraba uno de sus custodios tras el volante mientras el otro iba a su lado aunque dándoles un poco de espacio.

-Gracias por venir –. Dijo Francesco con una sonrisa pequeña en su rostro.

-No es nada, no puedo ni pensar en no asistir al cumpleaños de mi pequeña jefa –. Aseguro Leone mirando a su espalda donde los niños junto a su madre aun lo despedían desde los escalones del porche.

-Oh, no –. Susurro Angela cubriéndose la boca con su mano.

-¿Qué pasa? Mamá –. Pregunto Jane.

Angela la miro sonriendo tranquilamente –Nada importante, cariño. Solo olvide comprar leche... ve y dile a tu padre, por favor.

Jane asintió –Ok...

Echo a correr hacia su padre y tío que aun conversaban, seguida por Frankie al que no vio pero sabía que estaba ahí, siempre estaba ahí a su lado.

Llego primero hasta los hombres que voltearon a verla –Papá, dice...

Un auto que pasaba frente al hogar bajo sus ventanillas asomando los cañones de dos metralletas que en un instante descargaron sus cargadores contra el auto y la casa de los Rizzoli.

En cuanto el sonido del primer disparo se hizo escuchar, Leone se giró hacia sus sobrinos al igual que el padre de estos tomando cada uno a un infante. Francesco dio un par de pasos para saltar sobre Frankie mientras su hermano ya había hecho que Jane se pusiera en cuclillas y el la abrazaba protectoramente protegiéndola con su cuerpo.

Así como el ruido llego en un instante, el silencio hizo lo mismo solo roto por el rechinar de los neumáticos del auto atacante al acelerar para huir.

Angela salió corriendo de la casa, ella y Tommy se habían lanzado al interior cuando el tiroteo comenzó. Desesperada corrió hacia los hombres y niños.

-¿Mis niños? ¡¿Hijos háblenme?! –. Exclamo soportando la necesidad de gritar.

Leone soltó a Jane y la miro asustado –Janie ¿estás bien? ¿te duele algo?

La castaña negó poniéndose de pie –Estoy bien…

Su madre la tomo en brazos al instante y luego de aferrarla unos segundos se separó para revisarla de pies a cabeza haciendo caso omiso a las palabras que su hija repetía robóticamente.

-¿Frank?... ¡Frankie! –. Grito Leone corriendo hacia su hermano que sangraba profusamente por un par de orificios en su espalda.

-¡Frank! –. Exclamo Angela imitando a su cuñado sintiendo como el alma se le iba pero su corazón realmente se detuvo al ver el cuerpo inerte de su hijo bajo su esposo.

-¡Frankie! –. Grito Jane que despertó a correr hacia su hermano.

Llego antes que su madre pero esta la siguió casi al instante. Frankie sangraba de un orificio en el pecho y por más que le gritaron aguardando respuesta mientras sus corazones se partían, esta nunca llego.

Leone se quedó inmóvil sentado en el suelo junto al cuerpo de su hermano y sus lágrimas humedecieron sus mejillas. Los alaridos de dolor por parte de Angela eran ensordecedores y verla destrozada aferrándose al cuerpo de su hijo partía el alma a los pocos curiosos que se habían atrevido a abandonar la seguridad de sus hogares para acercarse. Las sirenas de policía se aproximaban al lugar mientras Jane abrazaba a su padre, llorando sin poder decir nada que no sonara como un balbuceo.

Las mujeres Rizzoli permanecieron de esta forma aun cuando los equipos médicos trataban de apartarlas. Leone se mantenía observando con el corazón deshecho, no podía dejar de recordar la sonrisa brillante de su sobrino o él te amo que minutos antes su hermano le había dicho pero en el momento que le llegaron los gritos de Jane, salto a ponerse de pie.

La castaña estaba siendo sujetada por un agente de policía y ella luchaba con todas sus fuerzas para liberarse –¡No! ¡Dejen a mi papá en paz... no lo toquen!...

Gritaba con todas las fuerzas de las que era capaz su garganta. Leone corrió hasta ella y de un jalón aparto al oficial.

-No te atrevas a ponerle las manos encima, de nuevo –. Dijo amenazantemente apuntando al hombre con su dedo a la vez que su cuerpo se interponía entre este y la castaña, que había vuelto junto a su padre y que literalmente había empujado con todas sus fuerzas a los paramédicos para que no lo tocaran. Estos al final se apartaron, ya habían visto que no tenían nada que hacer.

Leone se acercó a su sobrina y la abrazo por la espalda cerrando los ojos con dolor sintiendo como su garganta se atoraba –Mi dispiace, la mia ragazza ... mi dispiace ... (Lo siento, mi niña... lo siento mucho...).

-Perché…? (¿Porque...?) –. Jane lloraba sin parar escuchando como su madre destrozada no dejaba ir a su hijo –Perché? Zio Leo… (¿Porque? Tío Leo...).

-Io… (Yo...).

-Dimmi la verità! (¡Dime la verdad!) –. Exigió la joven volteando a verlo con fiereza.

Leone suspiro y negó bajando la mirada –Affari ... solo business ... (Negocios... solo por negocio...).

Jane apretó los labios y volvió su mirar a su padre que parecía dormir plácidamente pero la sangre a su alrededor y sobre su torso manchando hasta su rostro dejaba en claro que eso no es lo que estaba pasando.

Y su semblante de dolor se llenó de enojo mientras sus puños se apretaban tan fuerte que sus uñas le causaron cortes por los que sangro...